Katharina Anna Fuchs: “La Iglesia debe rendir cuentas por los abusos a menores”

5:00 p.m. | 22 nov 19 (DCM).- En el segundo piso de la Pontificia Universidad Gregoriana está ubicada la oficina de Katharina Anna Fuchs, que a los 35 años ya es uno de los pilares del Centro para la Protección Infantil, iniciativa enfocada en la sensibilización y prevención de abusos a menores, fundado en 2012 y desde 2015 con sede en Roma.

Además, como profesora en el Instituto de psicología de la Gregoriana, Fuchs imparte varios cursos. En un entrevista publicada en la revista “Mujeres Iglesia Mundo”, del Osservatore Romano, la psicóloga reflexiona sobre el cuidado de los menores: “Hay que estar más atentos a situaciones sospechosas, reaccionar mejor cuando un niño hable; escuchar y creer”.


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-¿Qué ofrece el centro exactamente?

Educación, formación, conferencias, investigación. Los programas principales son dos: el “Diploma en Safeguarding of Minors”, que dura un semestre, y la “Licenciatura en Safeguarding”, de dos años.

-¿Quién participa?

Sacerdotes y religiosos, pero también muchos laicos. Vienen de todo el mundo y de varias disciplinas (teología, psicología, educación).

-¿Qué significa “safeguarding”?

Tutela, pero también prevención.

-¿Se puede “prevenir” un abuso?

No siempre, pero si todos los adultos que trabajan o están cotidianamente con menores fueran capaces de reconocer factores de riesgo o señales en los jóvenes, y comportamientos ambiguos de otros adultos, podría ser de ayuda.

-El Papa ha definido como una monstruosidad los abusos cometidos dentro de la Iglesia. ¿Cuáles son las causas?

Son muchas. Cuando hablamos de la Iglesia católica hablamos de más de mil millones de personas en 190 países por tradición y cultura. Pero el clericalismo, el abuso de poder y la falta de una formación adecuada, juegan un rol importante.

-¿En qué sentido “clericalismo” y “abuso de poder” son factores importantes?

El abuso sexual muy a menudo está unido a un abuso de poder, conectado a la posición o a la autoridad. Y es también un abuso de confianza. La mayor parte de los casos sucede con una persona de la que la víctima se fía. Por esto es importante educar a los niños en el hecho de que si un adulto hace algo que a ellos no les gusta, deben decirlo; educarles a mantener una distancia y unos “límites” correctos.

-Quien sufre de violencia no tiene el valor de decirlo. ¿Cómo se hace para romper este silencio?

Es importante educar no solo a los jóvenes, sino a los adultos. Estar más atentos a situaciones sospechosas, reaccionar mejor en el caso en el que un niño hable; escuchar y creer. El abuso, además, no sucede solo con un contacto físico.

-¿Qué quiere decir?

Un problema muy grave tiene que ver con la web y las redes sociales. Hoy es posible encontrar con facilidad millones de vídeos o fotografías sexuales de niños y adolescentes en Internet. Detrás están redes internacionales de dimensiones enormes que producen y venden este material. Pero también hay madres pobres, solas, que a cambio de dinero venden los cuerpos de sus hijos. Respecto a las redes sociales hay fenómenos con el “ciberacoso” o el “sexting” que puede victimizar a una persona joven. Un abuso online puede tener las mismas consecuencias para quien lo sufre que un abuso físico.

-¿Es frecuente que se pase de la pornografía digital a un abuso real?

Sí, hay casos y estudios que confirman esta hipótesis.

-¿Qué más puede hacer la Iglesia?

Dedicarse todavía más a este tema, buscar la colaboración con expertos, estar disponible a colaborar con las autoridades civiles de los respectivos países. Deben ser educados los colaboradores en los distintos niveles y ambientes. En lo que se refiere a los sacerdotes y religiosos, este argumento, según las indicaciones de la Congregación para el Clero, debe ser introducido ya en la formación inicial –y proseguir en la formación continua– como un elemento esencial de la formación humana. Porque el camino al sacerdocio y a la vida religiosa consiste en cuatro aspectos: pastoral, espiritual, intelectual, pero también humano.

-¿Qué entiende por aspecto “humano”?

Por ejemplo la capacidad de tener relaciones interpersonales sanas con el otro sexo, con la autoridad. Se refiere a la madurez personal, psicosexual o afectiva, es decir la capacidad de vivir la propia sexualidad y las propias emociones de forma adecuada y en línea con el celibato. Las cosas están cambiando: muchos seminarios y órdenes cuentan con expertos. Pero todavía hay mucho que hacer.

-¿Por qué una persona comete una violencia sexual contra un menor?

Algunos abusadores sufrieron abusos también. Otros (cerca del 10 por ciento) tienen tendencias pedófilas, la mayor parte siente atracción por los adolescentes. Las razones varían: hay personas afectivamente inmaduras, otras con una personalidad narcisista o antisocial. Otros sufren de un trastorno neuropsicológico.

-En febrero hubo un gran encuentro deseado por el Papa sobre estos temas, después la carta apostólica, la nueva ley. ¿Son actos necesarios?

Han sido elecciones muy importantes. El liderazgo de la Iglesia, como se ha dicho en febrero, debería actuar cada vez más con transparencia, responsabilidad y –con lo que en inglés se llama “accountability”– rendir cuentas de lo que se hace y de lo que debería hacerse, pero no se hace.

Fuentes:

Donne Chiesa Mondo / L’Osservatore Romano

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Buena Voz

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