“El miedo al migrante da votos, y los votos son poder”

9:00 p m| 11 set 18 (RD/VATN).- “Es escandaloso que los cristianos hayamos armonizado tranquilamente comulgar con Cristo y dejar morir a los pobres, honrar crucifijos -colgarlos en las paredes- y crucificar cristos -ahogarlos en el mar o martirizarlos en todos los caminos-“. El arzobispo de Tánger, el español Santiago Agrelo, publicaba hace pocos días esta frase en Twitter. En un entrevista publicada por Religión Digital, el prelado se muestra muy crítico con la política migratoria basada únicamente en el control de fronteras, las concertinas, y la difusión del odio y del miedo al extranjero. Por su parte, el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, Monseñor Miguel Cabrejos, insistió en el llamado de acoger a los migrantes durante su participación en el Encuentro “Medellín 50 años”.

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Entrevista al Arzobispo Santiago Agrelo

-¿Hasta dónde hemos llegado para que políticos que se autoproclaman como católicos como Salvini en Italia o Pablo Casado en España practiquen este tipo de políticas?

No me compete el juicio sobre las personas, pero sí el análisis de los hechos: es un hecho, casi diría que es una constante en la historia del cristianismo, que, si el evangelio se lee desde los intereses del poder y no desde las necesidades de los pobres, se traiciona, se pervierte, y se hace escándalo lo que nació como salvación para los pobres. Lo normal, yo diría que lo inevitable, es que el maridaje evangelio-poder sea una conformidad de conveniencia: “París bien vale una misa”.

Mi comentario en Twitter tenía como trasfondo un hecho que me resulta escandaloso, repugnante e indignante: la misma persona que a los barcos de las ONG, con su carga de cristos vivientes, les impide acercarse a puertos italianos, a renglón seguido pretende honrar por decreto a Cristo colgando crucifijos en los edificios públicos del país. Ésa es incoherencia blasfema: Cristo no vino al mundo para sí mismo sino para los pobres.

-¿Corremos el riesgo, en Europa, de que se exporten estas políticas xenófobas? ¿Existe un odio al inmigrante en Europa?

Creo que todavía no se ha llegado a la situación de decir: “negros no”. No se exhiben todavía las esvásticas. Todavía le hacemos al pudor la concesión de asegurar que no somos racistas. Pero lo que ya nadie esconde, lo que ya exhibimos, cultivamos y exportamos es el miedo, la desconfianza. En el lenguaje de la política y en el de la comunicación, de manera continuada y falaz se presenta al emigrante como peligroso, como una amenaza para nuestro bienestar, para nuestra seguridad, para nuestro futuro.

Para el lenguaje habitual no hay emigrantes sino delincuentes, asaltantes, violentos, mafiosos, narcotraficantes. Si no se nos hubiese alertado, diría que exhibimos, cultivamos y exportamos miedo al extranjero, miedo al gitano, miedo al musulmán, miedo al desconocido. Pero alguien, creo que con mucha razón, dijo que “sólo tenemos miedo a los pobres”, y creó la palabra para designar ese miedo: “aporofobia”. Y esa fobia se exporta hacia todos los puertos posibles. De ese miedo al pobre son víctima en primer lugar los emigrantes. Y entre el miedo y el odio yo no sabría medir qué distancia hay, pero se me antoja que es muy poca.

-El nuevo líder del PP ha señalado que llegan a España “millones de inmigrantes”. ¿Es esto real? ¿Es cierto el bloqueo en la frontera sur? ¿Hay un efecto llamada?

Yo no sé cuántos emigrantes han llegado a España en los últimos 50 años, como no sé cuántos españoles, en esos mismos años, han salido de España. Sé que la humanidad se mueve, y que unos lo hacen por gusto, y otros por necesidad. Creía saber que emigrar era un derecho fundamental de toda persona humana, pero evidentemente estaba equivocado: Emigrar es privilegio de algunos y no derecho de todos.

Sobre esos “millones de emigrantes” que supuestamente van a llegar a España, se pueden hacer diversas consideraciones. Se sugiere que aquí no hay sitio para todos, que vienen a comerse nuestro pan, a llevarse por delante el estado de bienestar, la seguridad, la tranquilidad, el dinero de las pensiones. Lo mismo que se puede decir, y sin tener que esforzar mucho la imaginación, que vienen a multiplicar nuestro pan, a garantizar la sostenibilidad de nuestra forma de vida y el fondo de las pensiones.

Tengo que preguntarme por qué los políticos, teniendo más claro que yo que la emigración es un derecho universal, que es beneficiosa para la sociedad, y que es sencillamente humana, y como humana, ha de ser considerada y tratada, por qué la presentan como una amenaza y gastan miles de millones de euros en impedirla. Y sólo encuentro una respuesta plausible: hoy, esa política centrada en el rechazo es un negocio, es un gigantesco negocio. El miedo al emigrante da votos -y los votos son dinero, son futuro, son poder-. Si en la sociedad hubiese una conciencia acogedora con los emigrantes, los políticos tendrían otro lenguaje y propondrían otras opciones.

Pero más allá del negocio que supone la permanencia en el poder, la impermeabilización de las fronteras, por sí misma, es otro gran negocio, un pozo sin fondo de recursos humanos y económicos: a este lado de la frontera, policía y ejército; al otro lado, policía y guardia civil; vehículos -tierra, mar y aire-; barreras físicas: vallas, concertinas, fosos; barreras tecnológicas: detectores de calor, de movimiento; técnicas de escaneo y biometría para control de pasaportes; millones de euro, miles de millones de euro para países a los que se contrata como gendarmes externos de las fronteras de Europa.

Me pregunto qué hubiera pasado si esos recursos ingentes hubiesen sido empleados en acoger emigrantes y no en rechazarlos. La razón dice que el rechazo ha causado daños atroces a los emigrantes, pero también ha perdido mucho, muchísimo, la sociedad que los ha rechazado. Volviendo a los líderes políticos, sospecho que los ciega la pereza para pensar y la seducción del poder.

-Usted se muestra muy crítico con las concertinas y otros medios para “frenar” la llegada de inmigrantes. ¿Qué suponen estas concertinas? ¿Qué efecto producen en las personas que quieren llegar hasta Europa?

Las concertinas son la evidencia de que las cosas -en este caso las fronteras- son más importantes que las personas. A la integridad de la frontera se sacrifica la integridad de la persona. El problema gravísimo es que en nuestras sociedades la persona ha dejado de ser, desde hace mucho tiempo, un valor absoluto, para ser objeto de transacción, según la conveniencia de unos y otros.

Es evidencia de ello el aborto, lo son las opciones económicas -salvar a los Bancos y desahuciar a las familias-, lo es la eutanasia, lo es la frontera. Delante, detrás y dentro de las concertinas está la idea de que nosotros somos los dueños de una mercancía llamada emigrantes: los traemos, los llevamos, los utilizamos, los explotamos económicamente, sexualmente, los desechamos y ¿por qué sencillamente no matarlos?: ya me han llegado mensajes que van en esa dirección.

Las concertinas suponen una degradación del ser humano a la condición de animal peligroso del que hay que protegerse y del que soy dueño para protegerme como bien me parezca; las concertinas son una trampa en la que desearíamos quedasen atrapados todos esos indeseables que intentan acercarse a nosotros. En nuestra terrible deshumanización no lamentamos que las concertinas hieren, y puede incluso que mutilen o maten a seres humanos; lamentamos sólo que no cumplan como hubiéramos deseado su función de impermeabilizar las fronteras.

Las concertinas son la evidencia de la manipulación política y mediática a la que está sometida la sociedad, una sociedad que jamás permitiría esas trampas para un animal, y que se queda del todo indiferente, si no es que aplaude, cuando esas trampas se utilizan para atrapar a jóvenes en busca de futuro. Me preguntas por los efectos de las concertinas: eso sólo pueden describirlo los emigrantes y quienes, Cruz Roja y hospitales, curan las heridas que las cuchillas dejan en el cuerpo.

-Usted ha visto morir y ha tenido que enterrar a muchos inmigrantes. ¿Qué siente cuando ve por televisión, o escucha en la radio, que personas mueren ahogadas porque nadie las rescata?

No es fácil dar nombre a los sentimientos, porque se mezclan muchos en el mismo momento. Horror, porque me veo a mí mismo en cada emigrante que se ahoga; no puedo evitarlo, y es un sentimiento que va más allá del tiempo de una notica: ese horror se queda conmigo. Aunque no los haya visto nunca, son siempre mis hijos que se ahogan, por no decir que soy yo mismo el que se ahoga con ellos.

No me pidas que describa lo que siente una persona que ha luchado por vivir, por sobrevivir, por todo, y que se ve morir porque otros, supuestamente humanos, supuestamente cristianos, le han cerrado el paso en el camino de la vida. Decepción, frustración, dolor… me pregunto con angustia si para el emigrante que se ahoga todavía será posible la fe, si todavía será posible el abandono en el amor del que hemos nacido. Entonces a mí, obispo, se me hace de casa la ira, y alguna vez he tenido que sangrar delante de Dios el odio que se me insinuaba por las venas del alma. Es intolerable que un muerto rico sea importante y mil muertos pobres no importen a nadie.

-Algunos suelen identificar a los inmigrantes con delincuentes. ¿Qué hay detrás de esa afirmación?

Es una afirmación interesada, como lo era la del nazismo que presentaba a los judíos como enemigos del pueblo alemán. Es el mismo procedimiento infame, miserable, despiadado, nauseabundo, que busca deformar al hombre en monstruo, para que lo despreciemos, lo temamos y lo eliminemos. Jamás permitirías que a tu hermano o a tu hijo o a tus amigos se les condenase al hambre, a la mendicidad, a la intemperie o a la muerte. No permitirías siquiera que eso se hiciese con tu mascota.

Para hacerte digerible la crueldad de la crucifixión, te dicen que el crucificado es un delincuente, un mafioso, un criminal, una amenaza para todos, un nada de bueno para la sociedad. Es esta crueldad infame de los nombres lo que explica que los emigrantes mueran a millares y que la sociedad permanezca indiferente o lo encuentre normal.

-¿Cuáles deberían ser las políticas de acogida e integración de un gobierno como el español?

No voy a decir lo que tienen que hacer los Gobiernos: no me compete. Pero sí puedo señalar algunos objetivos que me parecen al alcance de una humanidad en la que todos nos sentimos responsables de todos:

1) Educar para la solidaridad, para la justicia, para el respeto de la dignidad de toda persona humana, por encima de intereses y fronteras. Lamentablemente, hemos sido educados para el dominio, no para el respeto. Somos los dueños de todo y no los responsables de todo. Las manadas son hijas de la educación que hemos transmitido. Siempre estamos a tiempo de aprender que, si defendemos y respetamos a los otros, nos defendemos y respetamos a nosotros mismos.
2) Acabar con las guerras, una de las causas principales de desplazamiento forzado para millones de personas, evidencia de lo que implica poner intereses económicos, políticos, estratégicos, por encima del bien de las personas.
3) Teniendo en cuenta que durante años se han gastado en rechazar a emigrantes miles de millones de euro, ¿por qué no probar a gastarlos en acoger emigrantes?
4) Dado que durante años se han gastado millones de euro en seguridad ciudadana, ¿por qué no gastarlos en promover a los sectores más desfavorecidos de la sociedad?
5) Dado que llevamos años y años de corrupción, ¿por qué no dejar de robar para que podamos acoger?
6) La Unión Europea está vendiendo armas a 63 de los 65 países de los que huye casi el 90% de los refugiados en todo el mundo. ¿Qué tal si dejásemos de hacer negocio con la sangre de los pobres y, en vez de facilitar que se maten entre ellos, les facilitamos que vivan con dignidad?
7) ¿Qué tal si alguien se dedica a explicarnos que son necesarios varios millones de emigrantes para que tengamos alguna posibilidad de futuro?

-¿Cuál debe ser el papel de la Iglesia, el que propugna el Papa Francisco o el que se escucha tras algunos micrófonos de la Cope?

Llevar al ámbito de la Iglesia la reflexión sobre los comportamientos con los emigrantes es llevarla al ámbito de la fe en Cristo Jesús. Lamentablemente, muy lamentablemente, a fuerza de poner la mirada en el más allá, nos hemos olvidado demasiado del más acá, y cuando nos fijamos en éste, la mirada ha sido increíblemente selectiva: hemos dedicado más tiempo a las alcobas que al comedor.

El papel a la Iglesia se lo asignó el Espíritu Santo, el mismo Espíritu que le asignó un papel a Jesús de Nazaret: “Llevar a los pobres la buena noticia”: vista para ciegos, libertad para oprimidos, perdón para pecadores. Ni un solo cristiano aceptaría un sufrimiento en la frontera si no hubiese olvidado que en la frontera sufre Cristo en quien cree y a quien ama. Y la responsabilidad de ese olvido blasfemo la tenemos sobre todo los pastores, los predicadores, los maestros.

En una homilía, en una tertulia radiofónica, en una conversación, una sola palabra de comprensión o de justificación del sufrimiento de los pobres, es una palabra de condena que pronunciamos sobre el cuerpo de Cristo. No puedo olvidar, sin embargo, que cuando condeno al pobre, me condeno a mí mismo.

 

Obispos de Perú: llamamiento para acoger a los migrantes y refugiados

La Oficina de Prensa de la Conferencia Episcopal Peruana dio a conocer que su Presidente, Mons. Miguel Cabrejos, Arzobispo de Trujillo, Perú, hizo su disertación el sábado 25 de agosto, sobre el tema de la migración, los refugiados y la trata de personas en el Congreso eclesial “Medellín 50 años”, con motivo de la celebración del quincuagésimo aniversario de la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (1968), en programa del 23 al 26 de agosto en Medellín, Colombia.

-Acciones solidarias para apoyar a migrantes venezolanos

En el contexto de las dificultades que actualmente viven algunos pueblos de América Latina, como es el caso de Venezuela y Nicaragua, el Presidente del Episcopado Peruano participó de este encuentro abordando el tema de la migración, la situación de los refugiados y la trata de personas, refiriéndose concretamente al éxodo de venezolanos que arriban al Perú con la esperanza de encontrar mejores condiciones de vida para ellos y sus familias.

Durante su ponencia, Mons. Cabrejos precisó las acciones solidarias que viene realizando la Iglesia Peruana para apoyar a los hermanos venezolanos, a través de las diversas congregaciones y parroquias. Entre ellas, mencionó: la colecta pro venezolanos (3 de junio), la creación del Centro de Información y Orientación al Migrante Venezolano en la sede de la Conferencia Episcopal Peruana (julio), la realización de la Campaña Compartir 2018 (24 y 26 de agosto), y la apertura de la Casa del Migrante en Lima, en coordinación con la Congregación Scalabriniana.

-Acompañamiento pastoral a los migrantes

Es importante señalar que la Iglesia Católica Peruana, conociendo la problemática que enfrentan los nacionales venezolanos en el Perú – los cuales, de acuerdo con cifras de la Superintendencia Nacional de Migraciones, sobrepasan las 400,000 mil personas (más de 200 mil deben regularizar su situación migratoria) –, viene trabajando como una Iglesia Universal que acoge a todas las personas, ofreciéndoles un acompañamiento pastoral que es fundamental en estos momentos de dificultades.

Asimismo, el Arzobispo de Trujillo invitó a poner en practicar la dinámica de la cultura del encuentro, que el Papa Francisco adopta para los migrantes, y que considera 4 acciones precisas: “Acoger, proteger, promover e integrar a los emigrantes y refugiados”.

-Lucha contra la trata de personas y el tráfico de migrantes

De otro lado, el Presidente del Episcopado Peruano refirió que en el Perú la trata de personas y el tráfico de migrantes va en crecimiento, de norte a sur y de oeste a este, por rutas específicas. Sostuvo que esta problemática afecta a miles de vidas, especialmente mujeres y niñas, que son “traficadas” dentro y fuera país.

En ese sentido, Mons. Cabrejos instó a reforzar los lazos entre las iglesias de origen, tránsito y destino, y denunciar los atropellos que sufren las personas para que la sociedad civil y los gobiernos logren una política migratoria que priorice sobre todo los derechos humanos de las personas en movilidad.

 

Fuente:

Religión Digital / Vatican News

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