Francisco explica el Cónclave a los niños

7:00 p m| 1 mar 17 (AGENCIAS/BV).- “¿Por qué te has convertido en Papa?”, “¿cuál ha sido el momento más difícil de tu vida?”, “¿cómo se siente al ser el representante de la Iglesia católica?”. En pocos minutos de pregunta-respuesta con más de doscientos niños y jóvenes, en un pequeño teatro de una parroquia romana de la periferia, el Papa discutió los “secretos del cónclave”, reveló algunas particularidades de su vida personal, explicó el rol del obispo de Roma y tocó también, con una catequesis dialógica y atractiva, algunos misterios de la fe cristiana.

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Quizá es inevitable, en la tendencia actual de los medios de comunicación, que la noticia del Papa en la parroquia se limite a grabaciones televisivas, a alguna breve frase, con crónicas e indicaciones de comentarios, que también ayudan. Pero quien quiere realmente entender al Pontífice más allá de los estereotipos que no corresponden a la realidad debe mirar precisamente a las horas que el obispo de Roma, visitando las parroquias de su diócesis, pasa sin prisa con los fieles. Aquí de hecho se recoge su cercanía a la gente común, a los niños, a las madres que llevan en brazos a sus bebés, a los ancianos, con una capacidad de encuentro en el que a menudo basta la escucha, una oración en silencio y con los ojos cerrados, una bendición, invocada durante la visita a Ponte di Nona también sobre algunos musulmanes.

Una cercanía que Bergoglio en su vida precedente de religioso y después de obispo siempre ha mostrado hacia todos, tratando de encontrar a los alejados, los descuidados, los pobres, y como recordó durante la sede vacante. “La Iglesia está llamada a salir de sí misma y a ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las existenciales: esas del misterio del pecado, del dolor, de la injusticia, de la ignorancia y de la ausencia de fe, esas del pensamiento, esas de todo tipo de miseria”, dijo, delineando después el perfil del Papa que había que elegir, “un hombre que, a través de la contemplación de Jesucristo y la adoración de Jesucristo, ayude a la Iglesia a salir de sí misma hacia las periferias existenciales”.

Emocionan por tanto las imágenes de Francisco en la parroquia romana rodeadas de niños, pero aún más hace reflexionar el diálogo con ellos, extraordinario en su sencillez, sobre la figura papal.

Alessandro preguntó: “¿Por qué te convertiste en Papa?”. Francisco respondió: “Porque hay ‘culpables’. Uno de los culpables es este [dijo indicando al cardenal Agostino Vallini, Vicario de Roma. Los niños se echaron a reír]. Porque, ¿tú sabes cómo se hace el Papa? Pues bien, te lo explico yo. ¿Ustedes saben cómo se hace el Papa?”. “¡Nooooo!”, respondieron los niños. “¿Se paga para volverse Papa?”. “¡No!”. “Pero, si uno paga mucho, mucho, mucho, ¿al final lo hacen Papa?”. “¡No!”. “No. ¿Se sortea el Papa?”. “¡No!”. “No, no se sortea. ¿Y cómo se hace? ¿Quiénes son los que eligen al Papa? Piensen bien: ¿quiénes son?”. “Los cardenales”. “Los cardenales. Y don Agostino [Vallini] es un cardenal, es el Vicario de Roma, y él era uno de esos 115 que estaban reunidos para elegir al Papa. ¿Entendieron?”.

“Y ellos se reúnen –continuó Francisco–, hablan entre ellos, piensan… ‘Eh, pero pensemos en esto, pensemos en esto, y este tiene estas ventajas, este tiene otras ventajas’, y razonan… Pero, sobre todo (y esto es lo más importante), se reza. ¿Entendido? Esta gente que está en clausura, es decir que no pueden hablar con gente de fuera, están como aislados, de la Casa Santa Marta van a la Capilla Sixtina a elegir al Papa. Hablan entre ellos sobre lo que necesita la Iglesia hoy, y por esto es mejor una personalidad de este perfil o de ese otro, todos razonamientos humanos. Y el Señor envía al Espíritu Santo y el Espíritu Santo ayuda en la elección. Después, cada uno da su voto y se cuentan, los sufragios, y el que tiene dos terceras partes de los números es elegido Papa”.

“Como ven –añadió Francisco– es un proceso que se hace con mucha oración. No se paga, no hay amigos potentes que impulsan, no, no. Entonces, ¿quién hace al Papa? No, mejor hago la pregunta así: ¿cuál es la persona más importante en ese grupo que hace al Papa? ¡Piénsenlo bien! ¿Quién es?”. “El Papa”; dijo uno de los chicos. “No, todavía no hay Papa”. Otros respondieron: “Dios”. “Dios, el Espíritu Santo, que mediante el voto hace al Papa. Luego, el que es elegido, tal vez no es el más inteligente, tal vez no es el más listo, tal vez no es el más rápido para hacer las cosas, pero es el que Dios quiere para ese momento de la Iglesia. ¿Entendieron?”. “¡Sí!”, respondieron los chicos.

Después, Francisco hizo una pregunta a sus interlocutores: “Les hago una pregunta, pero piénsenlo bien. En la elección, tú hiciste la primera pregunta, Alejando, en la que me hicieron Papa a mí, éramos 115. Les hago una pregunta: ¿quién era el más inteligente de estos 115?”. “Tú”; respondieron los chicos. “¡No!”. Otros dijeron: “Todos”. “No, no, el más, más”. “Dios”, respondieron los chicos. “Dios. Dios es el 116… pero, no se sabe, pero el que es elegido no es necesariamente el más inteligente. ¿Entendieron? Hay más inteligentes que él, pero Dios eligió a ese.

Y, como en todas las cosas de la vida, el tiempo pasa, el Papa debe morir como todos, o jubilarse, como hizo el gran Papa Benedicto, porque no tenía buena salud, y llegará otro, que será diferente, será diverso, tal vez será más inteligente o menos inteligente, no se sabe. Pero llegará otro de la misma manera: elegido por el grupo de los cardenales bajo la luz del Espíritu Santo. ¿Entendieron? Dime, Alejandro, ¿estás satisfecho con la respuesta? ¿Es verdadera? ¿No me equivoqué? ¿No he dicho una mentira? Gracias”.

Seguidamente, el Santo Padre habló sobre su vida personal, recordó que cuando era niño quería ser carnicero y que uno de los momentos más difíciles de su juventud fue cuando, a los veinte años, estuvo a punto de morir a causa de una enfermedad, “me extirparon un trozo de pulmón”. Acto seguido añadió una enseñanza para todos: “Hay y habrá siempre dificultades en la vida, pero no hay que asustarse. ¡Las dificultades se superan, se sigue adelante, con fe, con fuerza, con valor!”.

Una vez que se hubo despedido de los niños, el Papa Francisco se dirigió a las salas donde le esperaban algunos enfermos y familias con sus niños recién nacidos. Los más pequeños, especialmente, capturaron una vez más su atención: a uno de ellos le explicó que los colores de los solideos eran diferentes para un Papa, un cardenal o un obispo; otro le dio un dibujo y un caramelo.

Después de unos minutos, el Papa entró en el “cuartel general” del grupo de Caritas, y se dirigió a sus miembros diciendo: “Pensad en esto: Cuando una persona viene a pedir ayuda, una señora o un señor, o cualquier persona, esa persona es Jesús. Porque también Jesús tuvo que pedir ayuda cuando era un refugiado en Egipto”. El Papa Francisco les invitó a no hacer diferencias entre buenos y malos, entre creyentes y no creyentes: “Este paquete se lo doy a Jesús y esta sonrisa se la doy a Jesús. Este es vuestro camino de santidad. Si hacéis así, seréis santos”.

Por último recordamos además que este no es la primera dinámica “pregunta-respuesta” del Papa Francisco con niños, tenemos un antecedente en marzo del año pasado, del que incluso se publicó un libro.

Más detalles sobre el Cónclave (Vatican Insider)

Entonces, no es necesariamente el más inteligente o el más preparado, sino el que a ojos humanos y en el silencio de la oración sus colegas consideran que se adapta mejor al perfil que se discutió antes de la elección, a las necesidades de la Iglesia en ese momento, cuya elección (respetando los procedimientos canónicos) es consagrada por el 116° protagonista, el Espíritu Santo. Teniendo en cuenta siempre la máxima que se atribuye a San Vincenzo de Lérnis, quien afirmó en el siglo V: “Dios algunos Papas los da, otros los tolera y otros más los inflige”.

Un gran obispo de Génova, el cardenal Giuseppe Siri, celebrando en agosto de 1978 una de las misas de sufragio por Pablo VI con las que comenzaba el Cónclave, tendía a no reducir demasiado el factor humano, recordando a los colegas purpurados: “Me parece que necesario que me dirija a los venerados hermanos del sacro colegio y les recuerde que la tarea a la que nos preparamos no sería decorosamente recibida diciendo: ‘¡Se ocupa de todo el Espíritu Santo!’. Y abandonándonos sin trabajo y sin sufrimiento al primer impulso, a la sugestión irracional”.

También son famosas las palabras de la carta número 24 en el epistolario de San Bernardo, abad de Claraval, llamado “doctor melifluo”, en la que hablaba de la virtud necesaria para los que gobiernan. La resumió así, maravillosamente, Albino Luciani, en un capítulo de su afortunado libro “Ilustrísimos”, escribiendo justamente a san Bernardo: “Había un Cónclave. Los cardenales se movían inciertos entre tres candidatos conocidos uno por la santidad, el segundo por la cultura y el tercero por sentido práctico. Un cardenal acabó con la indecisión, citando su carta. Es inútil titubear más, dijo, nuestro caso ya está contemplado en la Carta 24 del Doctor Melifluo. Basta aplicarse y todo saldrá a pedir de boca.

¿El primer candidato es santo? Pues bien, oret pro nobis, que diga algún Padrenuestro por nosotros pobres pecadores. ¿El segundo es docto? Pues qué maravilla, doceat nos, que escriba algún libro de erudición. ¿El tercero es prudente? Iste regat nos, que este nos gobierne y sea Papa”. “Inclinémonos, pues, ante los que entre nosotros son sabios y tienen piedad, pero elijamos al que está dotado de prudencia”, añadió el mismo Luciani durante un discurso en la Universidad Federal de Santa María, en Brasil, en noviembre de 1975.

Otra vez san Bernardo, doctor de la Iglesia, dedicó una serie de advertencias a su alumno Eugenio III, que reinó entre 1145 y 1153, tituladas “Consejos para un Papa”. Se trata de un librito todavía precioso: “Tú eres Papa, actúas como siervo: a los apóstoles se les prohíbe el dominio”, afirmó Bernardo. “Es tiempo de podar, el Papa es sucesor de Pedro, no de Constantino”. Particularmente significativas, sobre todo si se aplican a la situación actual, son las palabras dedicadas a los colaboradores que rodean al Pontífice y al ambiente de la Curia: “Entre más se digan tus siervos, más querrán el dominio”.

Fuentes:

L’Osservatore Romano / Dicastery for Laity, Family and Life / Vatican Insider

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