A 50 años de la muerte de Juan XXIII: El Papa que supo rejuvenecer la Iglesia

50 años muerte Juan XXIII

6.00 p m| 6 jun 13 (VANGUARDIA/ECCLESIA/BV).- El 3 de junio de 1963 falleció Angelo Giuseppe Roncalli, popularmente conocido como el “Papa Bueno”, tras cinco años de un pontificado que dejó huella con reformas históricas en la Iglesia. El que parecía un pontífice de transición, elegido tras tres días de cónclave, “supo rejuvenecer a la Iglesia y retomar el diálogo con el mundo moderno con una confianza afectuosa”, según lo describió Juan Pablo II.

Presidió el Concilio Vaticano II, que él llamaba la “puesta al día de la Iglesia”, durante tan sólo ocho meses. Su sucesor, Pablo VI, abrió el proceso de beatificación. Y Juan Pablo II lo beatificó en el año 2000, 37 años después de su muerte.

El domingo 3 de junio de 1963 se celebraba la fiesta de Pentecostés. Ese día fallecía el Papa Juan XXIII, que tantas veces había definido el Concilio Vaticano II como un nuevo Pentecostés para la Iglesia. Juan XXIII es recordado por muchas cosas, su figura bondadosa llamó la atención del mundo entero. Su talante espontáneo reflejaba una profunda paz interior y un sincero sentimiento religioso. Muchas personas, creyentes y no creyentes, lo veneraron en vida. Y otras tantas han seguido magnificando su figura con el paso del tiempo.

Nadie refutó su beatificación y su santidad le era ya reconocida en vida. Y los años no han hecho más que añadir nuevas pruebas de su espiritualidad, tan sencilla como exigente, de su sincero amor a Dios y a la Iglesia, de su profundo aprecio a la causa del hombre.

El que fuera sargento médico durante la I Guerra Mundial y más tarde capellán militar unido a su trayectoria apostólica hacía presagiar grandes  cambios. Siempre había demostrado poseer un espíritu abierto e innovador. Así, en Bulgaria estableció relaciones con otras comunidades cristianas, especialmente la Ortodoxa. En Turquía intervino en el socorro de judíos durante la persecución nazi. En París, gracias a su talante cordial y su talento diplomático consiguió reestablecer el desequilibrio en que había quedado sumida la Iglesia, coaccionada por la colaboración con los nazis.

Desde el inicio de su papado quedó claro que su ejercicio era revolucionario. Tan sólo dos meses después de su elección visitó las parroquias de su diócesis y dio muestras de su humanidad al visitar con motivo de la Navidad hospitales infantiles y cárceles, en concreto la prisión “Regina Coeli”.

Esos aires de innovación se hicieron patentes también en las primeras medidas de su pontificado, que fueron un claro retorno a los principios de los inicios del cristianismo. Una de ellas fue reducir los dispendios económicos, lo que provocó malestar en el resto de la curia. También se ocupó de mejorar los derechos laborales de los trabajadores del Vaticano.

El 25 de enero de 1959, tan sólo tres meses después de su elección, anunció el XXI Concilio Ecuménico, llamado después Concilio Vaticano II, el I Sínodo de la Diócesis de Roma y la revisión del Código de Derecho Canónico.

Por primera vez en la historia, nombró cardenales de otras razas. Así, entre los 37 nuevos cardenales se encontraban un tanzano, un japonés, un filipino, un venezolano y un mexicano. Pero esa no fue su única aportación. El 2 de diciembre de 1960, se reunió en el Vaticano con el arzobispo de Canterbury, Geoffrey Francis Fisher. Hacía más de 400 años, desde la excomunión de Isabel I, que la máxima autoridad de la Iglesia de Inglaterra no se reunía con el Papa. El 6 de mayo de 1962, canonizó a San Martín de Porres.

El 11 de octubre de 1962, Juan XXIII abrió el Concilio Vaticano II en San Pedro. Este Concilio cambiaría la cara del Catolicismo: una nueva forma de celebrar la liturgia (más cercana a los fieles, no más celebraciones en latín sino en el idioma local), un nuevo ecumenismo y un nuevo acercamiento al mundo. La renovación de la Iglesia debía ser total, la institución debía ser ahora capaz de transmitir el Evangelio de modo acorde a los nuevos tiempos, buscar la unidad de las Iglesias cristianas y abrirse al mundo a través del diálogo. Observadores de credos diversos acudieron invitados al Concilio, dando muestra de que el hermetismo de la Iglesia formaba parte del pasado.

Sus grandes encíclicas Mater et Magistra y Pacem in Terris son dos importantes documentos de la Doctrina Social de la Iglesia. La primera asombró al mundo por su realismo. La segunda, publicada el día de Jueves Santo (11 de abril de 1963), quería ser una “gran llamada al amor”, al desarrollo de la persona humana y a la promoción de una vida social basada en la verdad, la justicia, la paz y la libertad. Así se expresaba el Papa en la solemne celebración litúrgica de aquel mismo día.

Esas dos grandes encíclicas pueden ser estudiadas desde muchos puntos de vista, pero en ambas se contiene una rica enseñanza sobre el hombre y su dignidad. El Papa Juan XXIII revelaba en ellas su propio corazón.

En cinco años marcó huella con un pontificado que no pasó desapercibido y que aun hoy, como dijo él en su día después de medio siglo, sigue abriendo “las puertas y ventanas para que entre el aire fresco”.


Breve Biografía

El Papa Roncalli nació en 1881, en un pueblito llamado Sotto il Monte, a unos 12 kilómetros de Bérgamo, al norte de Italia. Sus padres, humildes campesinos, le inculcaron una fe firme, y desde pequeño se sintió llamado al sacerdocio. Tras pasar por el seminario de Bérgamo y lograr un doctorado en teología en Roma se ordena sacerdote en 1904.

Capellán militar en la Primera Guerra Mundial, tras el final de la guerra fue llamado a Roma para trabajar en la Congregación de la Evangelización de los Pueblos, donde trabajó en la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe. Según él mismo cuenta en la encíclica Princeps Pastorum, pasó cuatro muy felices años en esta labor.

En 1925 es nombrado Visitador Apostólico en Bulgaria, y es consagrado obispo. En 1934 pasa a ser Delegado Apostólico para Turquía y Grecia. Su incansable labor por todos y sobre todo los más perseguidos, los judíos, le granjearía, tras los difíciles años de la Segunda Guerra Mundial, el afecto del pueblo judío.

En 1944 es nombrado por Pío XII, Nuncio Apostólico en Francia, donde se ganaría día a día la estima de los franceses. En 1953 es nombrado Cardenal y Patriarca de Venecia, donde ejerció una intensa labor como pastor, gracias a su cercanía a todos.

El 28 de octubre de 1958 era elegido Papa y, poco después, convocaba el Concilio Vaticano II. El “Papa bueno”, como se le conoció, fallecería tras sólo cinco años de Pontificado que marcaron la historia de la Iglesia.


Documentos en Ecclesia Digital:

Vida de Juan XXIII – Cronología (PDF

Testamento espiritual de Juan XXIII 1954 (PDF

Datos del Pontificado de Juan XXIII (PDF

Lo que otros Papas dijeron de Juan XXIII (PDF

Texto completo de “El discurso de la luna” de Juan XXIII


Fuentes:

50 años de la muerte de Juan XXIII (Vatican Information Service)

Memoria de Juan XXIII: artículo de José-Román Flecha Andrés en Diario de León (Ecclesia Digital)

Juan XXIII, “il Papa buono”, descansa en paz (La Vanguardia)

Beato Juan XXIII, 50 años del fallecimiento del Papa que dio un nuevo impulso evangelizador a la Iglesia (Ecclesia Digital)

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