La Iglesia católica en Cuba no aspira a recuperar privilegios del pasado
Entre los católicos cubanos “hay un deseo de recuperar el espacio social, que no significa el espacio social privilegiado, sino igualitario”, señaló.
De 71 años, Cela era el superior de la Compañía de Jesús en Cuba y acaba de ser nombrado presidente de la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina, con sede en Río de Janeiro. Una de las figuras de mayor renombre intelectual en la comunidad católica del área, dirigió la única encuesta nacional (1998-2004) que se haya hecho hasta ahora sobre esa religión en la isla en el último medio siglo.
“La Constitución de alguna manera garantiza la libertad de religión, que todo el mundo pueda creer en lo que quiera, pero no que haya un reconocimiento de la pluralidad de creencias dentro del marco social”, apuntó. “Yo creo que ese es el camino. Lo que se está diciendo es: reconozcamos la diversidad de las creencias en el marco social cubano (…)no sólo individualmente, para el ámbito privado, personal, sino también para el ámbito social.”
¿Que un funcionario público pueda declararse católico, por ejemplo?
Eso ya se ha ido haciendo más fácil. También el acceso a los estudios. Pero expresarse como ciudadano en las actividades públicas, en los medios de comunicación y que tenga una presencia como cualquier otro ciudadano: ese es el espacio social que se reclama. Creo que es muy significativo en la Iglesia que no se está pensando en volver al pasado para los espacios de privilegio…
¿Se refiere a los años 50?
Sí. Eso no se veía en la encuesta y había preguntas que lo buscaban específicamente: “¿Cree usted que la Iglesia debe tener más poder o cree usted que la Iglesia debe estar más abierta a la participación?” Casi nadie respondía que debe tener más poder (…) La historia desmontó muchas cosas que tenía la Iglesia. Hay otros países donde algunos quisieran que le desmontaran todo lo que tiene. Aquí tuvimos la suerte de que nos lo desmontaron. Así uno puede empezar mucho más desde abajo…
En La Iglesia Católica durante la construcción del socialismo en Cuba (1994), Raúl Gómez Treto concluyó que en los años 50 esa institución “gozaba de trato preferencial” frente a otras confesiones y tenía “un peso social, económico y aún político único”. Con un clero de mayoría española y conservadora, tenía cuatro seminarios, más de 200 escuelas, tres universidades, más de 40 asilos, ocho hospitales y decenas de otras obras. En 1956, de los seis millones de habitantes 72 por ciento declaró profesar esa religión.
Tras la revolución de 1959 casi todos los bienes fueron expropiados y el Estado asumió el control total de la enseñanza y la salud. Hubo católicos que pasaron a la oposición, algunos con las armas; hubo sacerdotes y religiosos expulsados y otros salieron por su cuenta. Parte del clero alentó la emigración, en coincidencia con Estados Unidos y en la isla la Iglesia se replegó.
En contraste con ese período, parece que ahora la Iglesia subraya su actitud nacionalista…
Eso no es nuevo en la Iglesia. Por supuesto, Cuba fue un país colonial y la Iglesia vino en momentos de colonización, pero desde muy temprano hay figuras en la Iglesia que, junto a un nacionalismo muy fuerte, presentan una pertenencia eclesial muy fuerte también. Hay tensiones dentro de la Iglesia desde muy temprano, precisamente por eso, por las pulsiones más nacionales, de independencia. En la Iglesia hay muchas figuras que han construido mucho de la nacionalidad cubana. Yo creo que nunca se pudo hablar de que la Iglesia se identificó con Estados Unidos o con gobiernos extranjeros. Uno podría decir que tales sacerdote en tales hechos, pero no fue tan significativo.
¿Fueron casos particulares?
Yo creo que sí. Es evidente que hubo sectores que apoyaron a la revolución con mucha fuerza desde la Iglesia. En los años 60, cuando no se hablaba de diálogo entre marxistas y cristianos ni mucho menos, la declaración del marxismo fue lo que provocó las tensiones más fuertes, no fue una visión de la Iglesia más ligada a Estados Unidos o a España.
Cela recordó que en el conflicto hubo quienes “tuvieron que decidir entre dejar la revolución o dejar a la Iglesia de alguna manera”, aunque siempre persistió el deseo de “una presencia social” de los católicos.
Ahora el gobierno está devolviendo inmuebles al clero. Cuando se levantó la encuesta se calculaba que un poco más del uno por ciento de la población (110 mil de 11 millones de habitantes) iba a la misa dominical y en la última década esa cantidad aumentó “lentamente”, relató Cela. “El pueblo cubano es muy religioso. Al fin y al cabo tiene la tradición española y la africana, ambas de muy fuerte religiosidad”, aunque no se exprese en una organización eclesial.
Pero el jesuita subrayó que se nota más libertad que antes para expresar la religiosidad popular, como mostró el recorrido de 16 meses (2010-2011) de la Virgen de la Caridad, en el cual hasta en los más pequeños poblados hubo demostraciones masivas.
Si la visita del papa Juan Pablo II a Cuba, en 1998, fue un “momento clave” en la mejoría de las relaciones con el Estado, que en los últimos años “se han fortalecido”, el viaje de Benedicto XVI, dentro de tres semanas, “viene a ahondar ese camino”.
Imagen:(Reuters) En La Habana un auto pasa delante del cartel de bienvenida a Benedicto XVII