“La ejecución de Saddam no resolverá los problemas”

Fecha 31.12.2006
Autor DW-WORLD / pk

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Sunitas y chiítas: ¿Qué es lo que los separa?

Superioridad numérica en el mundo musulmán. Sunitas: 87% de los musulmanes. Chiítas: 13% de los musulmanes.

Mientras que muchos gobiernos criticaron la ejecución de Saddam Hussein, los diarios dominicales opinan que no tendrá consecuencias sobre los enfrentamientos que destrozan a Irak.

No puede haber excepciones

Le Monde, París: “Si se defiende el principio de rechazar la pena de muerte, como es el caso en toda la Unión Europea, no puede haber excepciones. Tener en cuenta circunstancias excepcionales sería socavar el propio principio. El presidente francés, Jacques Chirac, lo ha comprendido y, en vista de una opinión pública que aún se siente atraída por la ley de la venganza, quiere fijar en la Constitución la abolición de la pena de muerte. George W. Bush no sabe por qué debe dejar a sus 140.000 soldados en Irak ni cómo sacarlos de allí. Bush saludó la ejecución de Saddam Hussein como “una importante etapa en la senda hacia la democracia”. Ésa es su concepción de la democracia, pero no la nuestra.

Amenaza terminar abruptamente con el análisis del pasado

NZZ am Sonntag, de Zúrich: “La muerte de Saddam luego de la conclusión de sólo uno de por lo menos una docena de juicios por crímenes de lesa humanidad amenaza con terminar abruptamente con el análisis del pasado. En un esmerado esclarecimiento del pasado no tienen interés ni los EE. UU. ni los chiíes, que hoy dominan la política en Irak. (…) Que con la muerte del déspota pasan a ser superfluos los juicios preparados contra él será asumido por muchas víctimas como un segundo castigo. Cuando el Estado no está en condiciones de permitir a sus ciudadanos hacer constar en actas sus sufrimientos y no llama a los responsables a responder por sus hechos, ese Estado ha perdido. Las imágenes de los sangrientos atentados desplazan ya hoy el recuerdo de los horrores del régimen de Saddam Hussein. Ahora, Saddam es historia. Su herencia destructora aún no.

Una gritería excesiva

Berliner Morgenpost, Berlín: “La gritería con que políticos de la Unión Europea, el Vaticano y defensores de los derechos humanos han salido a la palestra por el genocida Sadam es excesiva. Irak es sólo uno de 68 países en los que se practica la pena de muerte. ¿Dónde estuvo el enfado internacional cuando Japón ejecutó a cuatro personas la semana pasada? Da la impresión como si con la crítica a la ejecución de Saddam más de un crítico de EE. UU. quisiera vestir con nuevas ropas su rechazo a la guerra de Irak. El tribunal se atuvo a los preceptos de la ONU y satisfizo con la ejecución del criminal las leyes iraquíes, como dijo el primer ministro, Al Maliki. Se puede estar contra esa ley y contra la pena de muerte, pero sin una excesiva compasión con Saddam Hussein.”

No tendrá consecuencias

The Observer, Londres: “La muerte de Saddam ni tendrá consecuencias para los diversos levantamientos que destrozan al país. Quienes participan en ellos no luchen en memoria del dictador depuesto, sino por su propio futuro. El presidente Bush calificó la ejecución de “hito en la senda hacia la democracia”, pero es difícil reconocer cómo ello puede ser posible sin que la Casa Blanca modifique radicalmente su estrategia en Irak. Cada vez queda más claro que Bush y sus asesores rechazan por completo las recomendaciones del grupo de análisis sobre Irak bajo la dirección de ex ministro de RR. EE. James Baker. Ello es lamentable.”

Conclusión espantosa de una historia

Corriere della Sera, Milán: “El ahorcamiento de Saddam Hussein cierra espantosamente una historia que esperábamos hubiera tenido otro fin. Espantosa como toda pena de muerte, pero también porque enlaza la trágica aventura de la guerra de Irak con este oscuro hecho que pesará sobre la conciencia de todos. (…) La muerte de Saddam Hussein sólo puede ser útil de una forma: si lleva en Occidente a un rechazo tal que la comunidad internacionales se convenza de que algo así no puede repetirse más. Nunca jamás. Bajo ninguna condición. Por nada del mundo”.

En: DW 

Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí: “El DÁESH Para el Islam es como el Ku Klux Klan para los cristianos de América”

Biografía: Adel al-Jubeir

  • Adel al-Jubeir es Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí desde el año 2015
  • Es el primer Ministro de Asuntos Exteriores que no pertenece a la familia real de Arabia Saudí
  • Estudió en diferentes países y habla correctamente árabe, inglés y alemán.
  • En 2011 sobrevivió a un intento de asesinato

La atrocidad en la guerra de Siria, la inestable situación en Turquía, el Yemen también en guerra… Oriente Medio está en un momento complicado. Para hablar acerca de lo que está ocurriendo en la región, estamos con el Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, Adel al-Jubeir.

Olaf Bruns, periodista de Euronews pregunta:
“Ministro, durante décadas la política exterior saudí se trató con mucha cautela. Ahora vemos que están llevando a cabo una postura mucho más valiente. Están interviniendo en el Yemen, tienen una posición clara con respecto a Irán, en Siria luchan contra el grupo Estado Islámico, Al Qaeda y el Presidente Bachar al-Assad. ¿Hay que acostumbrarse a ver esta nueva Arabia Saudí?”

Adel al-Jubeir, Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, contesta:
“Vemos que existe un vacío, por eso hay que hacer algo. Vemos una falta de liderazgo y tiene que haberlo, así que trabajamos junto a nuestros aliados para parar esto y proteger nuestros intereses.

Tenemos una milicia radical que además se ha aliado con Irán e Hizbulá. Se está apoderando de el Yemen. Tienen misiles balísticos y fuerzas aéreas. Se convirtieron en una amenaza directa para el Reino de Arabia Saudí y el resto de países del Golfo.

Alguien tenía que hacer algo y por eso intervinimos.

Con respecto a Irán creímos que ya era suficiente. Llevaban 35 años agrediendo a Arabia Saudí y sus aliados, así que creímos que también teníamos que actuar, no íbamos a seguir tolerándolo.

En cuanto a Siria, nuestro objetivo es apoyar las facciones moderadas de la oposición y provocar un cambio en el sistema.”

Olaf Bruns, periodista de Euronews, pregunta:
“Cuando usted habla de “vacío”, ¿cree que la presencia de Estados Unidos ahora es más débil en la región?”

Adel al-Jubeir, Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, contesta:
“No necesariamente. Hemos visto como los hutíes se fueron apoderando de el Yemen muy lentamente en los últimos 7,8,9 años. Y nadie se enfrentó a ellos así que tuvimos que hacerlo nosotros. También vimos como atacaban a inocentes en Siria durante años y nadie hizo nada , por eso también tuvimos que actuar”.

Olaf Bruns, periodista de Euronews pregunta:
“La tentativa de golpe de Estado en Turquía ha traído más inestabilidad a la región. ¿Cómo evalúa el papel de Turquía con respecto a la política exterior después del golpe?”.

Adel al-Jubeir, Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, contesta:
“El desafortunado incidente, el fallido golpe en Turquía, no creo que tenga ni un impacto duradero, ni en el bienestar de Turquía”.

Olaf Bruns, periodista de Euronews pregunta:
“Sin embargo, los países occidentales están preocupados porque creen que Turquía puede volverse un país demasiado autoritario. El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, incluso dio a entender que la permanencia de la OTAN en Turquía podría estar en peligro. ¿Tiene miedo de que esto debilite la lucha contra el autodenominado Estado Islámico?”

Adel al-Jubeir, Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, contesta:
“No lo creo. Turquía es una democracia y se hará lo que el pueblo turco quiera. Turquía tienen que tomar las acciones necesarias para garantizar la seguridad. Nadie cuestiona a Estados Unidos cuando envían a miles de personas a Guantánamo en Cuba, nadie”.

Olaf Bruns, periodista de Euronews pregunta:
“Usted ha dicho más de una vez que está seguro de que el presidente Bachar al-Asad se va a ir. ¿Lo sigue pensando incluso viendo la debilidad de algunos actores regionales y lo que pasa en el campo de batalla?. Alepo está a punto de caer en manos del ejército sirio.

Adel al-Jubeir, Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, contesta:
“Al final habrá una nueva Siria sin Bachar al-Asad. Es cuestión de tiempo. Se puede llevar a cabo a través de un proceso político de forma rápida o más despacio, con una intervención militar, que costará más tiempo, habrá más destrucción, muerte y costará más dinero”.

Olaf Bruns, periodista de Euronews pregunta:
“Ahora el proceso político parece estar atascado por lo que podrían continuar utilizando las armas.¿Qué camino ve como el más realista?”.

Adel al-Jubeir, Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, contesta:
“Nosotros apoyamos la oposición moderada siria militarmente. Si hay un proceso político, perfecto, sino apoyaremos el proceso militar”.

Olaf Bruns, periodista de Euronews pregunta:
“¿Hasta donde van a seguir apoyándoles en términos de ayuda militar?”.

Adel al-Jubeir, Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, contesta:
“Hay un grupo de países que ofrecen ayuda militar a la oposición. Nosotros sabemos a que grupos, cuando y como les damos apoyo. Les ofrecemos cada vez más un buen equipamiento así que van a poder con Bachar al-Asad”.

Olaf Bruns, periodista de Euronews pregunta:
¿Debería Arabia Saudí enviar soldados al país?

Adel al-Jubeir, Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, contesta:
“Estamos preparados para enviar fuerzas especiales a Siria dentro del marco de las operaciones de la coalición para luchar contra el Dáesh”.

Olaf Bruns, periodista de Euronews pregunta:
“Usted habla del llamado Estado Islámico, en lugar de utilizar el acrónimo árabe Dáesh, supongo que no es una coincidencia, ¿Qués es el Dáesh para usted? ,¿Es islámico?, ?¿es un estado?”.

Adel al-Jubeir, Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, contesta:
“Ni es islámico ni es un estado. Son un grupo de criminales, psicópatas y perversos. El Dáesh para el islam es como el Ku Klux Klan para los cristianos de América. Nada que ver con ellos. Son un caso aparte. Cada religión tiene a sus fanáticos pero no reflejan la religión a la que pertenecen. Y el Dáesh, cree que forma parte de la creencia y no. Es intolerable”.

Olaf Bruns, periodista de Euronews pregunta:
“Si es un grupo de psicópatas ¿cómo pueden seguir existiendo y teniendo un área geográfica durante tanto tiempo y por qué siguen siendo un problema incluso para los militares?”.

Adel al-Jubeir, Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, contesta:
“Existen muchos ejemplos en la historia de psicópatas que hacen cosas indescriptibles. Adolf Hitler era por ejemplo un psicópata”.

Olaf Bruns, periodista de Euronews pregunta:
“Se ha llegado a un acuerdo nuclear con Irán. Arabia Saudí fue muy escéptico hace casi un año ¿Cómo ve la situación ahora?”.

Adel al-Jubeir, Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, contesta:
“Ya hemos dicho que todo acuerdo que evite que Irán obtenga armas nucleares, que haya sólidos mecanismos de inspección y que haya cláusulas que permitan restablecer las sanciones si Irán viola los términos acorados. De esta manera si aceptaríamos el acuerdo.

Lo que nos preocupó y nos preocupa son los fondos a los que Irán tendría acceso. Lo que veo es que Irán continúa con las acciones hostiles apoyando a Hizbulá en el Líbano, en Siria, en Irak e intentando dar armas a los hutíes. Por eso seguimos preguntándonos si Irán ha cambiado de actitud porque no lo vemos”.

Olaf Bruns, periodista de Euronews pregunta:
“Si ustedes tienen grandes sospechas de que Irán no se va adherir a los términos que se acordaron, ¿Arabia Saudí podría adquirir armas nucleares?”.

Adel al-Jubeir, Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, contesta:
“Arabia Saudí va a hacer lo necesario para proteger a su pueblo y su país. Como lo vamos a hacer o como lo hacemos es algo que no voy a decir. Y menos en la televisión”.

Olaf Bruns, periodista de Euronews pregunta:
“¿Cómo son las relaciones entre Israel y Arabia Saudí después del acuerdo nuclear?”.

Adel al-Jubeir, Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, contesta:
“No tenemos relaciones con Israel”.

Olaf Bruns, periodista de Euronews pregunta:
“¿No hay contacto ni extraoficialmente?

Adel al-Jubeir, Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, contesta:
“No”.

Olaf Bruns, periodista de Euronews pregunta:
“A menudo se acusa a Arabia Saudí de ser responsable de manera implícita de terrorismo islámico. El argumento es que Arabia Saudí financia mezquitas por todo el mundo, instruye imanes y esos imanes propagan una versión muy conservadora del islam, ¿cuál es el caldo de cultivo de los terroristas?, ¿Qué responde a esto?”.

Adel al-Jubeir, Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, contesta:
“¿Por qué vamos a apoyar ideas que nos están matando? Nosotros también somos el objetivo de los extremistas. Ellos quieren acceder a la Meca y a la Medina y por ello también hemos sufrido ataques, los hemos padecido. Porque hemos perdido personal de seguridad que intentaban defender a inocentes. Nosotros también luchamos para eliminar el terrorismo en la región y en el mundo.

Y aquellos que dicen que los saudíes financian el extremismo o su ideología… es absurdo.

Luchamos contra los hombres, el dinero y el modo de pensar que está detrás de todo esto. No vamos a tolerar el extremismo. Si existe un problema en una ciudad tienen que solucionarlo pero no culpar a otros. Lo que pasa en un país es culpa de los que gobiernan el país”.

Olaf Bruns, periodista de Euronews despide al invitado:
“Ministro muchas gracias por haber hablado con nosotros”.

Fuente y video original en: euronews.com

7 razones que explican la rivalidad entre Arabia Saudita e Irán

En medio de las tensiones por la ejecución de un prominente clérigo chiita, Arabia Saudita rompió sus relaciones diplomáticas con Irán.

El anuncio de Arabia llegó después de que Irán hubiera amenazado a este país con una “venganza divina” y de que unos manifestantes enfurecidos atacaran la embajada saudita en Teherán.

Esta disputa es solo el último ejemplo de las malas relaciones entre estas dos potencias musulmanas, que se encuentran en lados opuestos de varios de los conflictos que afectan a su región.

¿Por qué hay tanta rivalidad entre ellas? BBC Mundo identifica siete razones detrás de la animadversión.

1. Religión

Probablemente el factor más significativo detrás de la rivalidad entre Irán y Arabia Saudita es que ambos países se ven a sí mismos como los adalides de dos diferentes versiones del islam.

Pintura de la batala de Karbala

La batalla de Karbala –en la que perdió la vida Hussein, el último nieto de Mahoma– es considerada por muchos como el momento de la división entre sunitas y chiitas, en el siglo VII de nuestra era.

Efectivamente, el islam está dividido en dos grandes ramas: sunitas y chiitas. La fragmentación se produjo luego de la muerte del profeta Mahoma y la consiguiente pugna por el derecho a liderar a los musulmanes.

En el territorio saudita se encuentran dos de los sitios más sagrados del islam, La Meca y Medina, lo que les permite reivindicar cierto liderazgo entre los sunitas, la corriente mayoritaria y más conservadora del islam.

Irán alberga la mayor población de chiitas y, desde la revolución de 1979, es también el líder indiscutible de esa comunidad a nivel mundial.

2. Geopolítica

Irán y Arabia Saudita son los países más influyentes de la región y tienen las fuerzas armadas más poderosas.

Los dos compiten por influir en sus vecinos y hay grandes sospechas de que Irán pueda influir en la minoría chiita de Arabia Saudita, así como en las comunidades chiitas de Bahréin, Irak, Siria y Líbano.

El programa nuclear de Irán y la posibilidad de que un día cree armas nucleares también alarma a sus vecinos, en particular a Riad.

3. Ideología política

Arabia Saudita está gobernada por una monarquía que practica un islam conservador.

En cambio, Irán practica una variante más revolucionaria de la fe musulmana y el líder de la revolución iraní de 1979, el ayatolá Jomeini, consideraba que la monarquía en sí misma no era islámica.

Ayatolá Jomeini

Image copyright AP. Las relaciones entre Arabia Saudita e Irán empeoraron luego de la revolución islámica de 1979, liderada por el ayatolá Jomeini .

La agenda islámica chiita radical lanzada en la revolución de 1979 fue percibida como una provocación a los regímenes sunitas, particularmente en los países del golfo Pérsico, y hay profundas sospechas en el mundo árabe de que Irán quiera exportar su revolución a los países vecinos.

Irán ha dado un fuerte apoyo a la causa palestina contra Israel y ha acusado a los estados sunitas, como Arabia Saudita, de ignorar los problemas palestinos y de representar los intereses occidentales.

Históricamente, Arabia Saudita ha tenido relaciones cercanas con los países de Occidente, que la proveen con miles de millones de dólares en armas.

Desde 1979, las relaciones de Irán con Occidente han sido extremadamente tensas y Occidente ha impuesto años de sanciones económicas a Irán por la supuesta carrera de Teherán por tener armas nucleares.

4. Siria

Irán, como Rusia, es un gran aliado del presidente de Siria, Bashar al Asad.

Image copyright AFP. Unos militares iraníes llevan retratos del brigadier general iraní Hossein Hamedani, asesinado en el conflicto de Siria.

Se piensa que el apoyo militar de Irán y sus aliados libaneses de Hizbolá ha sido crucial para mantener a Al Asad en el poder.

Arabia Saudita es un patrocinador clave y financista de los grupos rebeldes sunitas, opuestos al gobierno de Al Asad.

El gobierno de Riad dio una conferencia llamada a unificar a los distintos grupos rebeldes opuestos a este régimen.

5. Irak

Arabia Saudita y los otros países del Golfo apoyaron a Sadam Husein durante la guerra entre Irán e Irak entre 1980 y 1988, y sufrieron ataques de Irán en su flota marina.

Las relaciones diplomáticas de Irán y Arabia Saudita fueron suspendidas por tres años después de la guerra.

Combatiente chiita

Desde la caída de Sadam Husein, la minoría chiita se ha vuelto cada vez más poderosa.

Desde la caída de Sadam Husein, la mayoría chiita en Irak ha dirigido el gobierno del país y ha mantenido relaciones muy cercanas con Teherán.

Esto ha extendido la influencia iraní hasta las mismas fronteras de Arabia Saudita y ha creado la llamada “media luna chiita”, que une a Irán, Irak, Siria y Líbano.

Bagdad ha acusado a Arabia Saudita de apoyar a los grupos sunitas radicales y de fomentar la violencia sectaria en Irak.

6. Yemen

Arabia Saudita comparte la península Arábiga con Yemen, país en el que vive una significativa minoría chiita, los hutíes.

Los hutíes se rebelaron y tomaron partes de Yemen, incluyendo la capital Saná, y en 2015 obligaron a exiliarse al gobierno que contaba con el apoyo de Arabia Saudita.

Los países árabes del Golfo han acusado a Irán de apoyar financiera y militarmente a los hutíes, aunque Irán lo ha negado.

La injerencia de Irán en el “patio trasero” saudita en un gran motivo de preocupación en Riad y una coalición liderada por Arabia Saudita ha venido combatiendo a los rebeldes.

7. Petróleo

El petróleo es importante para ambos países –Arabia Saudita es el mayor productor y exportador del mundo– pero tienen diferentes puntos de vista sobre cuánto debe producirse y a qué precio debe venderse.

Instalación petrolera en Arabia Saudita

Image captionArabia Saudita es el mayor productor y exportador de petróleo del mundo.

Arabia Saudita es un país relativamente rico y tiene una población más pequeña que la de Irán.

En este sentido, Arabia ha dicho que a corto plazo puede tolerar los precios bajos del petróleo.

Irán soporta una mayor presión por recibir ingresos y preferiría un mayor precio por barril.

Habiendo sido excluidos del mercado mundial de petróleo por años debido a las sanciones, un mejor precio daría un gran alivio a la complicada economía iraní.

Pero los analistas estiman que se están produciendo entre 0,5 y 2 millones de barriles de petróleo más de los que se necesitan.

Irán necesitaría que los países corten su producción para que los precios suban, pero Arabia Saudita no estaría dispuesta a hacer esto.

En: BBC 

La maldición del Sha de Persia

Alireza (segundo, izq.) junto a sus hermanos. | farahpahlavi.org

Alireza (segundo, izq.) junto a sus hermanos. | farahpahlavi.org

  • Su primera boda fue con Fawzia de Egipto, conocida como ‘la Venus de Asia’
  • El Sha repudió a su segunda esposa por estéril
  • Murió un año después de exiliarse de Irán, a consecuencia de un cáncer
  • Su hija pequeña fue hallada muerta en un hotel por una sobredosis
  • Ali Reza, el menor de los varones, se suicidó el pasado martes en Boston

La historia de la familia Reza Pahlevi podría titularse ‘lujo y lágrimas’. Los lujos de quien fue el último emperador de Irán, Mohammad Reza Pahlevi, las lágrimas de un hombre que tuvo que salir de su país en enero de 1979 tras el triunfo de la Revolución Islámica.

El lujo de quienes tenían importantes negocios en el extranjero, contactos al más alto nivel de EEUU y una relación inmejorable con la mayoría de las casas reales europeas. Las lágrimas de quienes arrastraron su casa por varios países como Marruecos, Bahamas, México, Estados Unidos, Panamá y finalmente Egipto, donde se instalaron durante un tiempo.

El lujo de quienes disponían de millones de dólares en bancos suizos que, según denunciaron en su momento, fueron desviados de los recursos iraníes. Las lágrimas de quienes tuvieron que enterrar al cabeza de familia, un año después del exilio, tras una larga y penosa enfermedad.

La reina Fawzia de Egipto.

La reina Fawzia de Egipto.

Mohammad Reza Pahlevi murió de cáncer el 27 de julio de 1980 en El Cairo. No sería el primero de la saga que sufriría un dramático final pese alos esfuerzos de su esposa, Farah Diba, por mantenerse fuerte y conservar a la familia unida.

Sin embargo, la maldición del último Sha de Persia pudo empezar años antes. Mohammad se casó tres veces. La primera boda fue con la princesa Fawzia de Egipto, una de las mujeres más guapas del momento (la revista ‘Life’ la llamó la ‘Venus de Asia’) y con la que tuvo una hija.

Se trató de un matrimonio de conveniencia que nunca satisfizo a Fawzia, acostumbrada a otro tipo de corte, mucho más europea que la iraní. De hecho, ni siquiera hablaba persa y se comunicaba con su marido en francés.

Soraya, 'la princesa de los ojos tristes'.

Soraya, ‘la princesa de los ojos tristes’.

Quizá por eso, nueve años después de desposarla, el sha de Persia se divorció y Fawzia volvió a Egipto. En 1951, Mohammad se casaba con Soraya Esfandiary, hija de un diplomático iraní y una alemana. El matrimonio no duró mucho porque Soraya era estéril y el pueblo de Irán, más bien el sha, quería un heredero.

La joven tenía 16 años cuando conoció a quien iba a cambiar su destino. El Sha de Persia, 32. Cuentan que la que iba a ser la nueva reina de Irán se enamoró al instante de Mohammed. Sin embargo, Soraya se ganaría el apodo de ‘la princesa de los ojos tristes’ porque siete años después era repudiada por su marido por estéril.

Esfandiary volvió a Europa con un profundo dolor en su alma y con una historia que contar que acabó convirtiéndose en unas exitosas memorias: ‘El Palacio de las Soledades’.

Farah Diba o la sonrisa del Sha

El Sha de Persia, junto a Farah Diba y tres de sus hijos, durante su coronación. | Afp

El Sha de Persia, junto a Farah Diba y tres de sus hijos, durante su coronación. | Afp

Era el turno para la tercera esposa, la elegantísima Farah Diba, que llegaba a palacio sólo un año después de la marcha de Soraya. Farah cumplió el deseo del sha: tener un heredero.

Su primer hijo, Reza Pahlevi nació en 1960, devolviendo la tranquilidad a la corte iraní y la sonrisa al Sha. Después de él, llegaron al mundo la princesa Farahnaz Pahlevi, en 1963; el príncipe Ali Reza Pahlevi, en 1966; y la pequeña princesa Leila, en 1970.

El triunfo de la Revolución Islámica terminó con la felicidad de la familia en Irán. El exilio, según han explicado diversos miembros de la realeza persa, acabó trastornando, sobre todo, a los más pequeños.

Leila y Alireza Pahlevi.

Leila y Alireza Pahlevi.

De hecho, después de la muerte del Sha de Persia, Farah trató de mantener el espíritu de su casta y los llevó a todos a EEUU, donde los hijos crecieron con la cabeza en una elite cultural y económica pero el corazón en la imagen de un país que se iba desvaneciendo, y alejando, cada día; para acabar asentándose en París, donde la emperatriz había estudiado de joven.

En su querido París, Farah recibió la noticia más dolorosa de su vida, hasta el pasado martes. El 10 de junio de 2001, su hija pequeña, su Leila,aparecía muerta en la habitación de un lujoso hotel de Londres por una sobredosis de somníferos.

La familia asegura que ninguno superó el exilio

Su madre, en un comunicado, aseguró que Leila estaba muy deprimida y que nunca superó ni el exilio ni la muerte de su padre, “con el que tenía una relación muy cercana”. Farah aseguró en aquél momento que su hija “nunca pudo superar la injusticia del exilio ni la situación en la que vivía Irán”.

No fue la única en sufrir esa presión. Diez años después de su entierro en París, el pasado martes 4 de enero, el cabeza de familia Reza Pahlevi anunciaba el suicidio de su hermano menor, Ali Reza, en su casa de Boston.

Su hermano aseguraba en el comunicado que “como millones de jóvenes iraníes, estaba profundamente dolido con todo lo que estaba ocurriendo en su país, además de la muerte de un padre y de una hermana”.

Otro capítulo más de la maldición del Sha con todos sus ingredientes: Ali Reza llevaba años luchando contra una depresión que le marcó su salida de Irán y murió sin poder pisar de nuevo su país y con la impotencia de superar un destino que creyeron injusto.

Farah Diba, en una de las entrevista que dio con motivo de la presentación de su libro ‘Memorias’, aseguró que fue peor perder a su hija que ver morir a su marido: “Fue muy injusto cómo trataron al Rey pero siempre he pensado que pudo vivir su destino. Pero en el caso de mi hija no. Su juventud fue destruida por la revolución“. Ahora ya tiene otro dolor más que unir a su lista.

En: elmundo.es

Irán y el Islam Chiíta

15 de junio de 2015 00:00 AM

Imagen en: http://yalibnan.com/2015/07/24/yemens-war-shifts-in-favor-of-saudi-arabia/

Imagen en: http://yalibnan.com/2015/07/24/yemens-war-shifts-in-favor-of-saudi-arabia/

Una ola de enfrentamientos entre seguidores del sunismo y el chiísmo azota actualmente al Medio Oriente. Las causas de esta confrontación son múltiples y complejas, pero en la revolución islámica que tuvo lugar en Irán en 1979 podemos encontrar atisbos de una explicación.

En enero de 1979, el Shah (monarca) de Irán es derrocado. Un consejo supremo religioso, presidido por el Ayat-Allah (ayatola) Jomeini, asume el poder. Con el consentimiento de Jomeini, el liderazgo religioso iraní va a elevar y promover los principios del chiísmo en el Medio Oriente, generando entusiasmo entre sus seguidores y tensión entre sus detractores.

Para ese momento los chiítas predominaban en Irán (89%) y constituían una mayoría de la población de Yemen, Bahrein e Irak. También existían importantes comunidades chiítas en la costa este de Arabia Saudita y el Líbano. Sin embargo, sólo en Irán gobernaban los chiítas. El temor de que esta nueva efervescencia del chiísmo pudiera cruzar las fronteras y fomentar rebeliones internas, alarmó al liderazgo político y religioso sunita de muchos países de la región, posiblemente desencadenando una fiebre de radicalización religiosa cuyos efectos se hacen sentir hoy día.

Durante siglos, las diferencias entre chiítas y sunitas habían quedado relegadas al plano interno de los Estados. Con la llegada del ayatola Jomeini al poder surgía la posibilidad de una confrontación más amplia. Para comprender mejor lo que estaba en juego debemos hacer un breve recuento histórico.

En el año 610, el profeta Mahoma funda el Islam. Para el momento de su muerte en 632, Mahoma había consolidado su poder sobre Arabia, y sus sucesores construirían un imperio que se expandiría desde el centro de Asia hasta España en menos de un siglo. Pero un debate sobre su sucesión dividiría la comunidad del Islam.

Mientras parte de los seguidores del Islam, quienes luego serían conocidos como sunitas, consideraban que el sucesor del profeta Mahoma debía ser elegido por la comunidad, otros argumentaban que el profeta había escogido a su hija Fátima y -en particular- a su yerno Alí (y sus descendientes) para sucederlo como líderes del Islam. Los seguidores de Alí pasarían a ser conocidos como chiítas. Esta es la esencia del gran cisma del Islam.

Los sunitas dominarían el mundo del Islam durante nueve siglos. Hasta que en el año 1501, Persia (actualmente Irán) se independiza del Imperio Islámico y adopta el chiísmo como credo oficial del Estado. No se trataba de cualquier país, Persia había sido un gran imperio entre el año 550 a.C. y la conquista islámica en 651 d.C. A pesar de que los chiítas representaban, para ese momento, apenas una minoría del pueblo persa, la declaración del chiísmo como religión oficial del Estado contribuyó a elevar y proyectar esta rama del Islam en toda la región.

Lo más importante a destacar es que hasta entonces, la división entre sunitas y chiítas había sido comunal u horizontal, no había estado acompañada por una segregación territorial. Pero con la secesión de Persia de la unidad islámica y su adopción del chiísmo como religión oficial del Estado, el cisma se iba a tornar territorial y pondría en curso una fragmentación definitiva de la casa del Islam (Majid Khadduri, 1988).

Persia va a erigirse en contraposición a los sultanes del imperio Turco-Otomano, quienes se habían convertido en herederos del imperio Islámico y portavoces del credo sunita. Se creaba así, por primera vez en la historia, una gran división territorial entre las dos grandes ramas del Islam (sunismo y chiísmo).

Durante dos siglos (XVI y XVII), persas y turco-otomanos, chiítas y sunitas, se enfrentarán sin cesar. Eventualmente, agotados por la guerra, ambos se verán obligados a someterse al orden de las naciones europeas y aceptar las reglas de juego del Tratado de Westfalia que relegaba las confrontaciones religiosas al plano interno. El Islam, ya sea chiíta o sunita, seguiría jugando un papel fundamental en la vida de los musulmanes e influiría en la conformación de los Estados independientes que surgieron en el Medio Oriente después de la I Guerra Mundial, pero al menos por un tiempo dejaría de ser una fuente de conflicto en la región. Sin embargo, la tensión sólo estaba latente.

En 1979, con la llegada del ayatola Jomeini al poder, la conflictividad entre chiítas y sunitas resurgiría. Jomeini le recordaba al mundo musulmán que hace casi 500 años, Persia (hoy día Irán) se había independizado del imperio Islámico y había adoptado el credo chiíta como religión oficial del Estado. Con la revolución islámica de 1979, Irán volvía a reafirmar su carácter chiíta y lo proyectaba sobre un Medio Oriente gobernado, casi en su totalidad, por sunitas. Parecía inevitable que el legado de la rivalidad ancestral entre sunitas y chiítas, se hiciese presente una vez más.

alfredotorocarnevali@gmail.com
@alfredotoro1

En: eluniversal

The British East India Company — the Company that Owned a Nation (or Two)

George P. Landow, Professor of English and the History of Art, Brown University

The East India Company is, or rather was, an anomaly without a parallel in the history of the world. It originated from sub-scriptions, trifling in amount, of a few private individuals. It gradually became a commercial body with gigantic resources, and by the force of unforeseen circumstances assumed the form of a sovereign power, while those by whom its affairs were directed continued, in their individual capacities, to be without power or political influence. — Bentley’s Miscellany 43 (1858)

Compañia de las Indias Orientales

One of the strangest parts of the history of the British Empire involves that commercial venture generally known as the East India Company, though its original name when founded by royal charter on the very last day of 1600 was the Governor and Company of Merchants of London Trading into the East Indies. As its name suggests, the company was the enterprise of London businessmen who banded together to make money importing spices from South Asia. For centuries the valuable spice trade with the East Indies (as they were long known) relied on land routes across Asia and the Middle East, but by the sixteenth century, the superior navigational technology and skills of the Portuguese for the first time permitted Europeans to cut out intermediaries and hence make themselves far greater profits. The Spanish and Portuguese had a monopoly of the East Indies spice trade until destruction of the Spanish Aramada in 1588, which permitted the British and Dutch to seek their share of this wealthy import business.

The company with the long name first entered the spice trade in the form of an old-fashioned or early capitalist venture, essentially conducting each voyage as a separate business venture with its own subsribers or stock-holders. This approach lasted for a dozen years, and then in 1612 the company switched to temporary joint stocks and finally to permanent joint stocks in 1657. Supposedly a monopoly, the company evenentually faced competition from another group of English investors and merchants, and the two merged in 1708 as the United Company of Merchants of England Trading to the East Indies.

According to the Encyclopedia Britannica,

The company met with opposition from the Dutch in the Dutch East Indies (now Indonesia) and the Portuguese. The Dutch virtually excluded company members from the East Indies after the Amboina Massacre in 1623 (an incident in which English, Japanese, and Portuguese traders were executed by Dutch authorities), but the company’s defeat of the Portuguese in India (1612) won them trading concessions from the Mughal Empire. The company settled down to a trade in cotton and silk piece goods, indigo, and saltpetre, with spices from South India. It extended its activities to the Persian Gulf, Southeast Asia, and East Asia.

The company’s encounters with foreign competitors eventually required it to assemble its own military and administrative departments, thereby becoming an imperial power in its own right, though the British government began to reign it in by the late eighteenth century. Before Parliament created a government-controlled policy-making body with the Regulating Act of 1773 and the India Act eleven years later, shareholders’ meetings made decisions about Britain’s de facto colonies in the East. The British government took away the Company’s monopoly in 1813, and after 1834 it worked as the government’s agency until the 1857 India Mutiny when the Colonial Office took full control. The East India Company went out of existence in 1873.

During its heyday, the East India Company not only established trade through Asia and the Middle East but also effectively became of the ruler of territories vastly larger than the United Kingdrom itself. In addition, it also created, rather than conquered, colonies. Singapore, for example, was an island with very few Malay inhabitants in 1819 when Sir Stamford Raffles purchased it for the Company from their ruler, the Sultan of Johor, and created what eventually became one of the world’s greatest trans-shipment ports.

In: victorianweb.org

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