¿Cómo pensaban quienes dieron el voto a la mujer? (INFORME)

En 1955, argumentos en contra se referían al hogar, Dios y la naturaleza. Perú fue el penúltimo en Sudamérica en otorgarlo

20150413-voto_femenino_peru_-_elcomercio.jpg
El 17 de junio de 1956, se produjeron las primeras elecciones generales en las que las mujeres pudieron sufragar. Eligieron al sucesor de Manuel A. Odría. (Foto: Archivo histórico El Comercio)

“El voto político a la mujer no está en conformidad con la naturaleza de la mujer, con la naturaleza que le ha dado Dios, y la misma naturaleza. La mujer, señor presidente, está conformada para este misterio de la maternidad, misterio con el que ella se pone junto a Dios”. Con estas palabras, el diputado Agustín Bocanegra y Prada resumía –en noviembre de 1954– las posiciones contrarias a conceder el derecho de sufragio a las mujeres.

En otro pasaje del debate, el diputado José Antonio Parra del Riego hizo alardes líricos para sostener que existían diferencias entre hombres y mujeres: “Por una mujer, un imperio; por una mujer, la pérdida de un imperio […] si el hombre tiene la fuerza bruta para castigar, la mujer tiene las lágrimas para dominar”. Sus palabras, según el diario de debates, arrancaron los aplausos de sus colegas.

Las aseveraciones de entonces no sorprenden ahora a María Elena Reyes, directora de la ONG Manuela Ramos: “A lo largo de los años, hemos estado marginadas del espacio político: Hemos visto cómo se coloca a la mujer en el espacio privado de las labores domésticas, sin posibilidades de estar en el espacio de lo público”.

De acuerdo con María Elena Reyes, los hombres han ejercido una relación de tutelaje sobre las mujeres: Asumían que ellas no estaban preparadas para tomar decisiones y que, por lo tanto, los hombres debían hacerlo en su lugar.

Y eso es lo que se aprecia en los debates de hace más de 60 años. El diputado Francisco Viale, por ejemplo, sostenía que la madre “tiene la responsabilidad total en el hogar”. “Por razón del trabajo, por razón de negocios, muchas veces los padres o los jefes de casa no estamos presentes”, añadía.

Su colega José Vidal Faura destacaba que la “vida para la mujer” había “evolucionado notablemente” desde la Primera Guerra Mundial, y su participación en la Segunda no se había “limitado a actos subalternos y a actos domésticos”. “Ha actuado de acuerdo con las necesidades del momento, se ha superado y se ha nivelado con el hombre”, proseguía.

ASÍ SE PENSABA EN LOS 50

El Comercio revisó el diario de debates de la Cámara de Diputados en las sesiones de noviembre de 1954 y agosto de 1955, cuando se debatió y aprobó, en doble votación, la reforma de los artículos 84 y 86 de la entonces Constitución vigente a fin de otorgar a la mujer el derecho al sufragio.

El 13 y el 17 de agosto de 1953, los diputados Francisco Pastor y Luis Osores Villacorta habían presentado, respectivamente, sendos proyectos de ley para aprobar esa reforma.

El 27 de octubre de ese año, el Congreso invitó al entonces presidente Manuel A. Odría a una recepción por el sexto aniversario del llamado Movimiento Restaurador de Arequipa, que lo había llevado al poder. Odría sorprendió a todos al anunciar una “necesaria y ya impostergable conquista política”: “Es tiempo de que la mujer peruana, al igual que el hombre, alcance la plenitud de los derechos que la Constitución del Estado acuerda a los ciudadanos”. Así, el 28 de octubre de 1953, llegó al Congreso el proyecto de ley del Poder Ejecutivo sobre el voto de la mujer.

En: elcomercio

Vea además: María Jesús Alvarado Rivera

Puntuación: 5.00 / Votos: 1

Un comentario

  • Alegar la naturaleza o reconocer algo que efectivamente sucede o se requiere, sin que ello afecte los derechos de terceros, son dos opciones.

    Sin ser necesaria una mayor revisión de antecedentes, lo mismo se puede decir de instituciones como la adopción, la convivencia, la unión civil, y otros que seguramente se presentarán en el paso de lo socialmente aceptado a lo aceptado. Algo que en definitiva no toman en cuenta aquellos colectivos que en su afán fundamentalista lo descartan como un argumento válido y sobre todo fáctico.

    RPC

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *