Voto de no confianza al gabinete Jara..los congresistas no se disparan a los pies

La presidenta del Congreso solo ha suspendido la sesión para la cuestión de confianza al gabinete de la premier Ana Jara. Con las bajas votaciones y las abstenciones del día de hoy a las 3 de la madrugada pareciera que el Congreso busca reafirmarse como poder del Estado frente al Poder Ejecutivo.

Sin embargo, dicha reafirmación no hará que los congresistas se hagan el harakiri al no otorgar el voto de confianza a este gabinete o al siguiente que venga en caso de que las cosas no sean favorables para el Ejecutivo hoy.

Constitución Política del Perú de 1993
Artículo 134°.- El Presidente de la República está facultado para disolver el Congreso si éste ha censurado o negado su confianza a dos Consejos de Ministros.

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Los nuevos amos de África

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En medio de la nada, a 14 kilómetros de Maputo, un millar de operarios trabaja en la construcción del nuevo estadio nacional de la capital de Mozambique, que en 2011 albergará los Juegos Pan Africanos. Una cúpula de inconfundible estilo oriental corona la entrada del coliseo en obras, que recibe al visitante con varias frases en caligrafía china y en portugués. “Este proyecto será hecho con la mayor perfección para dar gloria a China”, dice una de ellas. Las mismas señas de identidad adornan la construcción de la terminal nueva del aeropuerto internacional, que ejecuta también una empresa china, con un crédito blando del banco de exportaciones e importaciones de China (EXIM Bank). “Estar unido, ser pragmático, pedir excelencia?Calidad, rapidez, eficiencia”. Son consignas que el nuevo amigo de África disemina por todos los rincones del continente.

Desde Argelia a Mozambique, de Sudán a Zambia, o de Mauritania a Congo, la huella de China es cada día más visible. La ecuación es simple: el gigante necesita materias primas para mantener un ritmo de crecimiento imparable (entre 7% y 9% de promedio en la última década). Petróleo, madera, cobre, hierro, níquel, aluminio, carbón?oro, diamantes y otras piedras preciosas, viajan desde África a Extremo Oriente para alimentar una maquinaria insaciable. A cambio, miles de obreros chinos trabajan a destajo en la construcción de carreteras, puentes, presas, centrales eléctricas, estadios, edificios públicos. La cara de muchos países africanos ha empezado a cambiar desde el aterrizaje masivo de la cooperación china. El presidente Hu Jintao prometió en el cuarto Foro de Cooperación China-África, celebrado en Egipto en noviembre pasado, un préstamo de 10.000 millones de dólares para poner en pie un sistema financiero robusto en el continente africano.

China ha desplazado a Estados Unidos como mercado principal de diversos minerales y, en consecuencia, tiene mucho que decir en la configuración de los precios internacionales. Todo ha ocurrido muy rápido. La necesidad de materias primas determina en gran medida la política exterior de una potencia. Ha sucedido con Reino Unido y Estados Unidos desde el siglo XIX, y lo mismo ocurre con China.

Un marcador electrónico indica que faltan 154 días para la conclusión del estadio nacional de Maputo. Los trabajos avanzan a buen ritmo para cumplir el plazo de entrega. Setecientos mozambiqueños están en el eslabón más bajo de la cadena -pocos pasan de peones-, mientras que unos 300 chinos acaparan los puestos directivos y técnicos. “Ellos son los jefes, nosotros, los esclavos”, dice Eduardo Abrar, director de recursos humanos en un despacho destartalado. El idioma impide una comunicación fluida entre dos mundos tan distintos. Dos intérpretes del chino al inglés y del portugués al inglés poco pueden hacer para que todos se entiendan en este enjambre humano.

Los obreros chinos viven en pabellones dentro del recinto del estadio. A la entrada de muchas viviendas hay ropa colgada, monos de trabajo de color gris y rosa, y cascos. Aquí trabajan, comen y duermen los siete días de la semana. Sólo un grupo sale para comprar en el mercado alimentos frescos. Los demás productos llegan de China.

Es sábado por la mañana y una delegación oficial, encabezada por el ministro de Juventud y Deporte, visita el avance de las obras. La tensión sube varios grados cuando los representantes del Gobierno se quejan de la mala calidad del asfalto en la zona del aparcamiento, y de las maderas utilizadas en el interior del estadio. Caras largas de Deng Lai, director general de las obras, ante los lamentos del ministro.

Maputo vive un boom inmobiliario sin precedentes. Los edificios en construcción o en rehabilitación suman más de 140 en una ciudad de 1,4 millones de habitantes. En la mayoría de las obras están los chinos, que han instaurado una nueva filosofía de trabajo, con subcontratación de empleados y jornadas de trabajo interminables.

“La ley protege claramente a la mano de obra local. Sólo puede trabajar el extranjero especializado que no compite con un mozambiqueño”, explica Fernando Lima, presidente del grupo de comunicación Mediacorp. La realidad es bien distinta: “En la construcción civil los chinos ocupan hasta puestos de trabajo no especializado. Ningún medio informativo mozambiqueño ha publicado una línea del tema. Ni nosotros”, revela Lima.

Casi tres cuartas partes del territorio de Mozambique está cubierto de bosque y selva, que producen una amplia variedad de maderas de todas las calidades. China ha entrado en este sector con su voracidad habitual, con la complicidad de quienes otorgan las licencias, y se ha convertido en el primer comprador de madera en África oriental. Carlos Serra Jr., reputado ambientalista, fue uno de los fundadores de la organización Justiça Ambiental y trabaja actualmente en la formación de jueces en Derecho del Medio Ambiente. “Aquí hubo una época que parecía el Far West, depredación de bosques y selvas sin control”. Todo es posible cuando falla la fiscalización y el rigor a la hora de conceder licencias de explotación forestal. “Es un misterio y resulta que aceptamos a cualquier pirata”, lamenta Serra Jr. En la sede de Justiça Ambiental, la directora, Anabela Lemos, muestra fotos recientes de troncos cortados y abandonados en la provincia de Gaza para explicar las consecuencias de la crisis y de la caída del precio de la madera.

La ayuda a Mozambique, país al que España destina 40 millones de dólares al año, ha sido objeto de interminables debates entre los países donantes en los últimos seis meses. Una serie de naciones, encabezadas por el grupo nórdico, proponían un recorte drástico de la ayuda por considerar que Mozambique es un pozo sin fondo. Finalmente seguirá la ayuda, pero el debate está abierto. China ha actuado por su cuenta en toda la crisis. Eduardo López Busquets, embajador de España en Maputo, asegura que en las múltiples reuniones multilaterales sobre cooperación, el representante chino siempre ha brillado por su ausencia. Toda una señal.

Los intercambios comerciales de China con África se han multiplicado por siete desde el cambio de siglo. En 2008 alcanzaron 107.000 millones de dólares en valores absolutos, una cifra que queda lejos todavía del comercio de China con la Unión Europea (425.000 millones de dólares), y con Estados Unidos (334.000 millones). En el terreno político, el gigante asiático ha logrado un éxito más rotundo con el respaldo de la mayoría de naciones africanas al principio de “una China”, que implica el desconocimiento de la independencia de Taiwan.

Sólo cuatro de los 54 países del continente reconocen actualmente a Taiwan en lugar de la República Popular China. Uno de ellos, el reino de Suazilandia, antiguo protectorado británico, es el único que jamás ha tenido relaciones diplomáticas con Pekín. A cambio de este reconocimiento, el apoyo de la República de China (Taiwan) a Suazilandia es visible en grandes carteles con la bandera azul, roja y blanca que anuncian aquí y allá un proyecto agrícola, una planta de tratamiento de aguas, un tendido eléctrico, un centro de salud o la construcción de una autopista.

Este pequeño país de un millón de habitantes, enclavado entre Mozambique y Sudáfrica, vive esencialmente del turismo, la agricultura de subsistencia, una industria minúscula y las remesas de los trabajadores suazis en la vecina Sudáfrica, de la que depende económicamente. Y de la ayuda de Taiwan. “Suazilandia es nuestro hermano. Estamos muy contentos con la cooperación entre ambos países”. En su amplio despacho, el embajador Peter M. Y. Tsai, 57 años, se deshace en elogios al rey Mswati III, único monarca absoluto del continente, de 42 años, polígamo con 14 mujeres y 23 hijos.

El diseño de la embajada en Mbabane, capital de Suazilandia, recuerda una gran pagoda de tejado verde. Peter Tsai, estuvo destinado en Malawi hasta que este país rompió con Taiwan y reconoció a la República Popular China en enero de 2008.

A las seis de la mañana, la carretera desde Lusaka a la provincia minera de Copperbelt, en el norte de Zambia, está repleta de camiones. Aquí están las minas de cobre y cobalto, las mayores fuentes de riqueza y artífices del crecimiento económico del país, que en los últimos años ha superado el 5%. La producción de cobre (líder de África y séptimo del mundo) ha estado sometida a los vaivenes de los precios en los mercados internacionales. El año pasado alcanzó las 667.000 toneladas.

China es el mayor cliente de Zambia y primer consumidor mundial de cobre, que emplea en la construcción, electrónica, informática, automóvil y otros bienes de consumo, que exporta a gran escala. Tras el colapso de los precios de los años noventa, que desembocó en la privatización del cobre zambiano, el consorcio China Nonferrous Metal Mining (CNMC) compró en 1998 la mina de Chambishi, que estuvo cerrada durante varios años, y años más tarde, las minas de Luanshya y una fundición.

Bajo un intenso aguacero, la primera parada en la provincia de Copperbelt es en Kitwe, segunda ciudad del país e importante polo minero e industrial. En la sede de la Unión de Mineros de Zambia, el sindicato más poderoso que cuenta con 20.000 afiliados, espera el secretario general, Oswell Munyenyembe. “Llevo más de treinta años trabajando en las minas. He tenido jefes de muchas nacionalidades, y puedo decir que los chinos son los peores”, comenta. Chambishi es una localidad de 14.000 habitantes junto a la frontera con la República Democrática de Congo, poco agraciada. Mil mineros chinos viven a la entrada del pueblo, aislados del mundo. Los locales, en cambio, viven en el Zambia Compound, el peor barrio, sin luz ni agua corriente.

En el recuerdo de todos está el desastre de 2005 en una fábrica de explosivos de la CNMC, que saltó por los aires y mató a los 54 mineros que había en su interior. Todos eran zambianos. El accidente levantó las iras de la población y una manifestación de protesta fue reprimida a tiros por la policía, que causó cinco muertos. “La gente acusaba a los chinos de no haber evacuado el lugar”, cuenta Lilian Pungwa, funcionaria del Ayuntamiento de Chambishi. En cinco años no ha habido ni un detenido ni un procesado por el caso de la explosión.

Cuando la CNMC compró la mina, adquirió también varias casas en la calle principal del pueblo para los directivos. Todas menos una, de Kenel Tembo, que se negó a vender. “Nunca hicieron una oferta aceptable”, explica. Como representante de la Comisión Justicia y Paz de Chambishi, Tembo recibe numerosas denuncias sobre las condiciones laborales en la mina. “Al principio hubo muchos accidentes que no fueron reportados a las autoridades. Recuerdo casos de mineros que perdieron los dedos, nunca fueron indemnizados”.

A las cuatro de la tarde termina el turno de la mañana. Los mineros zambianos llegan a una plaza del pueblo en autobuses de las distintas compañías. La queja es unánime contra los salarios bajos, malas condiciones de trabajo y el maltrato de los jefes chinos. “¿Qué puede hacer con un salario de 500.000 kwachas al mes (107 dólares) un trabajador que tiene una familia que mantener?”, pregunta Katu, de 27 años, tres de ellos en la mina. Evans, de 32 años, trabaja como operador de una máquina. Lleva dos años en la mina y gana 700.000 kwachas mensuales (150 dólares). “No me gusta mi trabajo”, es su escueta respuesta. Kay Kabwela, 26 años, dos de ellos en la mina, es el único que no habla más del trabajo. Claro que como contable su salario es superior al de la mayoría, 1,8 millones de kwachas (385 dólares). “No es lo mismo trabajar y ver el sol, que hacerlo a 1.006 metros bajo tierra, colocando explosivos para extraer el mineral”.

En la entrada de la mina de Chambishi pido ver al director general, Xu Ruiyong. Un guardia de seguridad responde: “Tiene que enviar una solicitud por fax. En 15 días recibirá la respuesta”. Gracias, buenas tardes.

La llegada de los chinos a Zambia se remonta a los años setenta, cuando construyeron el Tazara, ferrocarril Tanzania-Zambia, la primera gran obra de infraestructura de África. Durante seis años, 25.000 chinos enviados por Mao Zedong instalaron 1.860 kilómetros de vía, perforaron montañas y cruzaron ríos. El tren recorre el trayecto desde la ciudad zambiana de Kapiri Mposhi hasta el puerto de Dar-es-Salaam, capital de Tanzania. Esta obra mastodóntica permitió una salida hacia el océano Índico para el cobre zambiano.

Tras la inauguración del Tazara, los chinos se marcharon y no regresaron a Zambia hasta los años ochenta, en una nueva oleada de expatriados. Como la doctora Kenan Gao, de 61 años, que llegó a Lusaka en 1988 para trabajar en el hospital militar, primero, y abrir un consultorio de dentista más tarde. “Los zambianos ven hoy a los chinos con otros ojos. En la época comunista, China construyó el ferrocarril, carreteras, sin pedir nada a cambio. Ahora vienen con los bolsillos llenos para seguir llenándolos. Su actitud es otra: negocio, negocio, negocio”.

La presencia china en Lusaka es visible en restaurantes, tiendas de productos baratos, motocicletas Jialing y numerosos edificios en construcción bajo licencia china. Según la embajada en Lusaka, hay registradas unas 300 empresas chinas en minería, construcción y agricultura, con una inversión total de 1.500 millones de dólares.

Jack Ni llegó a Zambia a finales de 2005 como director general de la empresa china Wah Kong Construction Limited. La sede de la compañía en Lusaka está en una extensa propiedad que alberga las oficinas y las viviendas de los empleados. Curiosidades de la transición china, el señor Ni, empresario agresivo como el que más, es miembro del Partido Comunista. “Pero soy un hombre de negocios. China vive una situación especial”, puntualiza.

Un ejemplo de la importancia que los dirigentes de ambos países otorgan a la relación bilateral es la visita que realizó el presidente de Zambia, Rupiah Banda, a China en febrero pasado. Después de 10 días en el país, regresó a Lusaka con un préstamo millonario y cinco contratos firmados.

El enemigo público número uno de los chinos en Zambia es el líder de la oposición, Michael Sata, 72 años, del Frente Patriótico, apodado Rey Cobra, que prometió reconocer a Taiwan y romper con Pekín si ganaba las elecciones de 2006. Perdió por escaso margen. “Los chinos no aportan ningún valor añadido, ocupan empleos que deberían ser para los zambianos”, dice en el salón de su casa. Sata, que fue ministro durante 10 años, acusa al Gobierno de dar un trato privilegiado a los ciudadanos chinos y de permitir que dilapiden los recursos del país.

El modelo chino de intercambio de minerales por infraestructuras ha sufrido un revés, quién sabe si momentáneo, en la República Democrática de Congo, vecino del Norte de Zambia. El Gobierno del presidente Joseph Kabila ha dado marcha atrás al principio de acuerdo que había firmado con un consorcio de compañías estatales chinas, de construcción de carreteras, vías férreas y hospitales a cambio de la licencia de explotación de una mina de cobre y cobalto. La operación, valorada inicialmente en 9.000 millones de dólares, fracasó tras intensas presiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y países donantes occidentales.

Siguiendo camino hacia el Norte, Sudán es el aliado más incómodo de China y, probablemente, el que tiene peor imagen. Omar al-Bashir, el presidente reelegido en los comicios del pasado 11 de abril que fueron boicoteados por la oposición, tiene una orden internacional de captura del Tribunal de La Haya por crímenes de lesa humanidad. La guerra entre el Norte y el Sur, y posteriormente el conflicto de Darfur han causado millones de muertos y de desplazados. Las denuncias de violaciones de derechos humanos contra el régimen de Bashir son una constante, y el país sigue sometido desde 1997 a sanciones económicas de Estados Unidos.

El petróleo es un elemento esencial en la política de Sudán, primera fuente de ingresos y motor del crecimiento económico. China aprovechó la retirada de muchas empresas occidentales y llegó a Sudán con inversiones millonarias. Según el Gobierno de Jartum, ha desembolsado más de 6.000 millones de dólares en 50 proyectos, que incluyen oleoductos, refinerías, la mayor presa de África (Merowe, en el Nilo), plantas eléctricas, carreteras y todo tipo de obras públicas. Con las nuevas infraestructuras, Sudán ha aumentado la producción de petróleo, por encima de los 500.000 barriles diarios. A cambio, el 43% del crudo que se extrae de los pozos sudaneses navega rumbo a China en los petroleros que zarpan de las terminales de Port Sudán y Port Bashir, en el mar Rojo.

Con Sudán, la cooperación no es sólo económica. China ha suministrado aviones de combate, helicópteros de transporte de tropas y otro material militar al régimen de Bashir, y desde su puesto en el Consejo de Seguridad ha maniobrado para evitar sanciones de la ONU a Sudán.

En la polvorienta Jartum las cosas se ven con otros ojos. “China vino sin imponer condiciones. Los occidentales se meten en todo, en nuestras tradiciones y nuestras constumbres”, dice el doctor Abdelrahman Ibrahim Elkhalifa, que intervino en el proceso de paz que puso fin a la guerra Norte-Sur.

Diversos interlocutores me remiten a la Embajada de la República Popular China para obtener datos más precisos de la ayuda, inversiones y proyectos. Una larga espera en una sala con un cuadro de Mao Zedong rodeado de niños, y numerosos folletos de empresas chinas con inversiones en África, termina con la llegada de un joven diplomático. “No tenemos la información que busca. Puede preguntar en la Cámara de Comercio China. Gracias por su visita”.

Qian Zengde es el presidente de la Cámara, director general de una empresa constructora y accionista principal del hotel Plaza de Jartum. Recita cifras con muchos ceros para explicar la presencia de China como primer inversor en Sudán. Quince mil millones de dólares desembolsados hasta la fecha, 15.000 chinos trabajando y unas 120 empresas instaladas en el país.

En Al Dbagair, unos 40 kilómetros al norte de Jartum, Qian Zengde compró 100 hectáreas de tierra desértica que ha convertido en un vergel, gracias a la canalización del Nilo desde 10 kilómetros de distancia. “Hemos plantado de todo, hasta árboles de Australia”, explica, mientras 20 empleados sudaneses y dos ingenieros chinos trabajan en la construcción de una piscifactoría. Lleva gastados dos millones de dólares y piensa invertir hasta cinco. Es un ejemplo del poderío de los nuevos ricos chinos.

El viaje llega a su fin y el debate sobre las implicaciones de la presencia china en África sigue abierto. Entre las opiniones recogidas y fuentes consultadas, las siguientes reflexiones resumen con lucidez la situación del continente: “Los africanos, las élites, los líderes, están más educados y mejor preparados que en el pasado para hacer frente a un eventual neocolonialismo chino” (Abdelrahman Ibrahim Elkhalifa, consultor político sudanés). “En los últimos 50 años, los países ricos transfirieron un billón de dólares en ayuda a África. ¿Ha mejorado esta asistencia la vida de los africanos? No”. (Dambisa Moyo, economista zambiana, autora de Dead aid). P

En: elpais.es

Ver: China da un giro a su política exterior en África

El neocolonialismo chino se adueña de Africa

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Expertos chinos: cautas aperturas sobre las relaciones con el Vaticano

Para Zhuo Xinping de la Academia de las Ciencias sociales de Beijing, el Papa Francisco “mejorará” las relaciones, siendo él un “jesuita” y un “latinoamericano”. Li Xingping habló de una “nueva atmósfera”. Pero ningún medio del Partido comunista reportó las frases del papa ni sus telegramas. Un sito web recuerda “a las dos montañas” que hay que superar: la relaciones diplomáticas con Taiwan y “la injerencia en los asuntos internos de China” La genérica declaración del vocero del Ministerio de exteriores.

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Beijing (AsiaNews)- Ser un “jesuita” y “latinoamericano” son dos cualidades del Papa Francisco que podrían mejorar las relaciones entre China y la Santa Sede. Es cuánto afirma un experto chino de religiones después de las aperturas hechas por el pontífice durante su viaje a Corea del Sur. En un artículo firmado por Huo Liqiang, publicado en el China Daily ayer el director del instituto para las religiones mundiales, perteneciente a la Academia de ciencias sociales, el profesor Zhuo Xinping, afirma que el Papa Francisco estuvo muy “activo en el mejorar las relaciones entre el Vaticano y China” desde el día de su elección. Por esto el cree que el pontífice tendrá un rol siempre más positivo en el incrementar las relaciones entre la Santa Sede y Beijing. Entre las cualidades a él atribuidas están de hecho que es un jesuita, una orden religiosa “que tiene una larga tradición de relaciones con China. Mateo Ricci, un miembro de la sociedad, visitó China hace centenares de siglos”.

Otra cualidad es ser argentino, “amigo de las economías en vías de desarrollo”, con “sentimientos especiales hacia sus pueblos, a causa de su ser latinoamericano”.

Otro periódico, el Global Times,cita a un profesor de la East China Normal University de Shanghai, Li Xiangping, que habla de la “nueva atmósfera para una posible distención” que se creó con “el ramo de olivo” ofrecido por el Papa a china y “con gran gentileza”.

El artículo cita la entrevista que Francisco ha dado a los periodistas en su viaje de retorno a Roma la entrevista que Francisco dio a los periodistas en su viaje de retorno a Roma, donde él expresa su deseo de visitar China también “mañana”, y donde subraya que la Iglesia pide sólo “libertad para su ministerio, para su trabajo. Y ninguna otra condición”.

El articulista, Li Yan, hace notar que en esto el Papa Francisco “reafirma la posición del Vaticano sobre el nombramiento de los obispos” y China “podría considerar la posibilidad de un encuentro”.

Otra publicación que cita al Papa y las relaciones China-Vaticano es el sito web China net. En el artículo firmado por un cierto Joke, se habla de “dos montañas” que hay que superar: las relaciones diplomáticas con Taiwan y la injerencia en los asuntos internos de China. El mismo autor reconoce que el problema de Taiwan es secundario y que “la injerencia” (sobre todo en el nombramiento de los obispos) es debida a la concepción que la Iglesia católica tiene sobre sí.

Joke alaba la “diplomacia del espacio aéreo” inaugurada por Francisco y por China y admite que el mejoramiento de las relaciones con la Santa Sede daría a China una mejor “imagen internacional”.

Ningún órgano del Partido comunista, ni siquiera Xinhua, han publicado noticias sobre las palabras del Papa en Corea- a proposito del dialogo con los Países que no tienen relaciones diplomaticas – y en los telegramas enviados a Xi Jinping

El Global Times, en el artículo citado, recuerda una declaración de Hua Chunying, vocero del Ministerio de Exteriores, publicada el 19 de agosto, según la cual “China fue siempre sincera y ha trabajado mucho para mejorar las relaciones con el Vaticano”. Tal genérica declaración es hasta ahora la única palabra semi-oficial por todos los gestos y las aperturas del Papa Francisco.

En: asianews

Imagen: aciprensa

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El hombre fuerte en Irak

El próximo primer ministro debe formar un gobierno de unidad en una sociedad profundamente dividida, así como luchar contra el EI.

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“Que Dios lo ayude”. Las palabras llegaron el día en que Haidar al Abadi, próximo primer ministro de Irak, fue nominado para una posición en la que, ciertamente, va a necesitar toda la ayuda que pueda invocar si ha de sacar a su país de un amplio abismo de guerra, destrucción y odio entre los varios sectores de una población que, al menos hasta hoy, no termina de sentirse como una sola.

Al Abadi reemplazará a Nuri al Maliki, primer ministro desde 2006, quien deberá conservar el cargo durante poco menos de un mes mientras se conforma un nuevo gobierno. Ambos políticos pertenecen al mismo partido y el entrante primer ministro fue durante un largo tiempo consejero del saliente. Ambos pertenecen a la mayoría chiita del país, que junto con los suníes y los kurdos conforman gran parte de la población de Irak.

Como otras figuras del panorama político actual en Irak, Al Abadi vivió en el exilio el régimen de Sadam Hussein. Inglaterra se convirtió en su segundo hogar a finales de los años 70, cuando su padre (Jawal al Abadi, quien llegó a ser inspector general del Ministerio de Salud de Irak) fue acusado de “insuficiencia de lealtad” y obligado a huir del país; murió en el exilio y fue enterrado en Londres. Al Abadi, el hijo, se doctoró en ingeniería eléctrica en la Universidad de Manchester y regresó a su patria en 2003, de la mano de la invasión de EE.UU. que terminó por acabar con la era Hussein y con una buena parte de Irak, de paso. Para su regreso, el próximo primer ministro tenía un pasaporte cancelado y había perdido dos hermanos (ejecutados públicamente por Hussein); uno más estuvo encarcelado durante 10 años.

En el exilio, Al Abadi fue un prominente activista contra Hussein, de la misma forma que lo fue Al Maliki, aunque este último ejerció buena parte de su oposición desde Irán. Curiosamente, el gobierno iraní recientemente le dio una pública, y algo calurosa, bienvenida a la figura política que reemplazará al que antiguamente fue su protegido. El gesto es elocuente, cuando menos.

Para lo mucho que ambos políticos pueden llegar a parecerse, el mayor capital político de Al Abadi es, precisamente, no ser Al Maliki e incluso representar lo opuesto. Mientras el actual primer ministro ha hecho más profundas las divisiones entre la población iraquí, el aspirante al cargo es reconocido por ser un líder moderado, además de haber sido nominado por el presidente iraquí, Fuad Masum, un kurdo.

Algo de unidad no le caería mal a Irak en momentos en los que los militantes del Estado Islámico (EI) retienen el control de importantes posiciones en el país, como la ciudad de Mosul. En combates recientes el EI, sin embargo, perdió el control de la presa de Mosul, la mayor instalación de su tipo en el país, que fue recuperada en una avanzada de los kurdos y las tropas del gobierno central.

Alí Hatem Suleiman, uno de los líderes tribales suníes más importantes del país, abrió recientemente la posibilidad de que este sector de la población se una al combate contra el EI de la mano de las fuerzas del gobierno de Bagdad. El apoyo de esta figura se suma al del gran ayatolá Alí al Sistani, el líder religioso chiita más importante en Irak, quien incluso llegó a presionar la salida de Al Maliki, un movimiento altamente inusual para una personalidad de este nivel.

En: elespectador.com

Ver: El presidente iraquí, el kurdo Fuad Masum, aparta del poder a Al Maliki

Al Maliki: “La designación de Haider al Abadi es una grave violación de la Constitución”

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