El Acompañante: con cinco chicas a mi lado PARTE II
Ni bien pasó el sujeto con cuchillo, otro indeseable pasó por nuestro lado y se escondió detrás de una de las chichonas para luego sacar una reluciente arma de fuego automática que haría gritar a todas las que lo vieron. Parecía un coro de locas y ya me estaban pasando su desesperación. Luego de pensar dije algo que nos salvó la vida esa noche: “CORRAN!”.
Huímos como locos, buscando un escondite a prueba de rocas. Yo corría con dos chicas colgadas en mi brazo derecho y tres que me jalaban el brazo izquierdo. Todo un ganador y con 5 hembras al costado, Gua!. Creo que hasta ahora no he superado esta proeza. Todas me agarraban (Ok, por miedo) y su nerviosismo se notaba en sus punzantes uñas que ya estaban clavadas en mis extremidades. Con tanta tensión en el ambiente no sentía nada, sólo queríamos salir de ahí rápido.
Paró un mototaxi y tres de ellas me soltaron. Que decepción. Se subieron y a los que quedamos nos gritaron “Concordia!”, “Concordia!” (existe un paseo denominado “La Concordia”), pasó otra moto, la detuvimos y le gritamos “Concordia!”. El mototaxi dudó en pasar por donde estaba la bronca, obviamente no lo iba a hacer, y tomó la peor ruta que puede tomar cualquier motorizado: Un camino de tierra no asfaltado. La hermana que más me gustaba estaba a mi lado y las imperfecciones del camino generaban mi deleite cuando, de reojo, miraba al costado un sensacional efecto de la física: Boing, Boing!
Llegamos a “La Concordia” y decidimos cenar algo por ahí. Con cinco chicas al costado, más calmado y sonriente, les dije que contaran lo que pasó por su mente durante lo ocurrido. Todas pensaron que les iba a caer una roca en la cabeza pero que gracias a mi, que les dije que se agacharan, no les pasó nada (aunque en verdad les dije que se agacharan para ver las “lolas” de la hermana más dotada). Esa noche de fuertes emociones la pasé con cinco mujeres y todas sudaron conmigo y me dieron las gracias a su manera (luego fuimos a un bar y todas me bailaron como odaliscas). Por supuesto que yo tenía impresa en la cara una gran sonrisa de ganador. Bien hecho!. Al día siguiente y como consecuencia de aquella acelerada noche, me desperté con arañazos en los brazos y los hombros.