Por Marco Lovón
Una de las maneras de saber que somos peruanos es escuchándonos emplear los peruanismos. A un peruano se le reconoce por usar voces como trome ‘el mejor’, cocho ‘viejo’, cachina ‘lugar donde se venden cosas usadas’, roche ‘vergüenza’, paltearse ‘avergonzarse’, pata ‘amigo’, templado ‘enamorado’, mermelero ‘coimero, que está inclinado a recibir sobornos a cambio de favorecer o perjuriar a alguien, especialmente de un periodista’, mecer ‘postergar el cumplimiento de obligaciones o compromisos’ o ‘despitar a alguien’, serruchar ‘obrar generalmente en secreto para restar el prestigio de alguien o para quitar un puesto laboral o una pareja sentimental’, atorrancia ‘cinismo, sinvergüencería’, pituco ‘persona de clase alta’ y ‘persona o lugar elegante o aparente’, caviar ‘político acomodado con ideologías de izquierda’, degustadora ‘mujer que invita a probar productos, especialmente en supermercados’, calancas ‘piernas flacas y largas’, cachuelo ‘trabajo eventual poco remunerado’. Por nuestras formas de hablar, particularmente por nuestro léxico, desde dentro y fuera del país, nos reconocen. Los migrantes que arriban al país nos identifican lingüísticamente y algunos aprenden peruanismos en su contacto y convivencia con peruanos. Actualmente, la presencia venezolana en el país identifica las palabras y formas de hablar peruanas, las asimilan o, con humor, hacen referencias a ellas. Estar en el Perú implica conocer las voces y los usos lingüísticos.
Los peruanos nos reafirmamos en nuestra identificación cuando defendemos palabras que consideramos nuestras. Quienes nos observan nos dicen que solo en el Perú pendejo significa ‘vivo’, que causa se refiere tanto a una comida como al amigo, que anticucho se usa para una comida y para aludir a antecedentes penales, que chambero refiere a una persona muy trabajadora o chambón a una actividad o tarea pesada. El peruano reconoce sus voces como suyas en el habla oral y escrita, incluida la virtualidad.
En relación con la creatividad lingüística, debe subrayarse que las lenguas originarias han aportado a la particularidad del castellano peruano y han dado paso a la aparición de peruanismos. Voces como olluquito, isaño, chirimoya, cuy, guanaco, huaylarsh, chala, pongo, canchita, pucho, puquio se han incorporado en el vocabulario de los peruanos, procedentes de campos semánticos como la flora, la fauna, los bailes, la geografía y otros aspectos culturales variados. Es decir, han ingresado, de forma adoptada, sin modificaciones, o adaptada, con modificaciones, por medio de préstamos léxicos de lenguas andinas (Cerrón-Palomino, 2013), como del puquina, con la palabra inca; del quechua, con el término llanque ‘ojota’, o del aimara, con las voces apacheta y amauta. Del quechua han penetrado muchas palabras en el castellano peruano: apu, ayahuasca, cancha, cushma, huaico, tara, tarwi, pampa, tócosh (Calvo, 2014). Y se han fomentado derivaciones a partir de las bases léxicas: ayahuasquero (de ayahuasca) ‘chamán’, cuyero (de cuy) ‘dedicado a la crianza de cuyes’, pampera (de pampa) ‘mujer de vida ligera, que puede ejercer la prostitución en lugares públicos o abiertos’. De otras lenguas como las extintas y las lenguas amazónicas se tienen sicán ‘templo’ (del mochica), tari ‘vestimenta’ (del shipibo), pituca ‘tubérculo’ (del asháninka). Muchas palabras han reclamado su lugar mediante alcances y observaciones al trabajo realizado en el diccionario de la Real Academia Española, particularmente cuando se omite injustamente la marca geográfica Perú (Baldoceda Espinoza, 2016).
La presencia afroperuana también se ha manifestado en el registro de afronegrismos peruanos (Romero, 1988), tales como bichía ‘ave nocturna’, cancato ‘frijol silvestre’, chimpuca ‘agua con limón, chancaca y galletas’, chipo ‘choza’, pacuato ‘hierba aromática’, pichingo ‘ave pequeña’ (Carazas Salcedo, 2018).
También el peruano ha adaptado palabras de lenguas extranjeras y las ha incorporado en su repertorio. Algunas de ellas son panetón para ‘bollo de frutas confitadas y pasas’ (del italiano panettone), faite para ‘maleante’ (del inglés figther), luquear para ‘mirar’ (del inglés look). También se han adoptado tantas otras como wifi para ‘conexión’ (del inglés), táper para ‘envase plástico’ (del inglés), tofi ‘golosina de caramelo’ (del inglés), delivery ‘servicio de entrega a domicilio’ (del inglés), pusanga ‘remedio’ (del portugués), chifa ‘restaurante’ (del chino). En la comida se encuentran palabras como croissant, ciabatta, cinnamon roll, taipá, wantán, min pao, espagueti, al dente, que se usa con naturalidad.
Algunas otras palabras llegan a través de las variantes del castellano como sucede con casos como bacán para ‘bien’ o ‘persona bien vestida o presuntuosa’ (que procedió primero del italiano baccan), o boludo para ‘necio’ que entraron al castellano argentino y luego al peruano; o voces como pana ‘amigo’, tequeño ‘masa de pan con queso blanco’ y chévere ‘excelente’, que pasaron al castellano peruano procedentes del castellano venezolano, como se ve ahora en usos juveniles con la palabra chamo para referir no solo a niño o adolescente, sino a todo venezolano en el Perú.
Los peruanos han elaborado expresiones propias como producto de procesos morfológicos, semánticos y fonéticos por su capacidad creativa. A través de recursos de inversión léxica se ha generado argot como jerma por ‘mujer’, grone por ‘negro’, jonca por ‘cajón’, lleca por ‘calle’, rioba por ‘barrio’, lonsa por ‘salón’, merfi por ‘firme’, ñoba por ‘baño’ (Nieto y Paco, 2019). Tombo ‘policía’ viene de invertir la palabra botón, en alusión a los botones metálicos que se usaban en los uniformes policiacos (Hildebrandt, 2011, p. 328). Las metátesis pueden verse en voces de tres sílabas como dorima por ‘marido’ o tolaca por ‘calato’, y casos como choborra por ‘borracho’, joyenca por ‘callejón’. De ciertas añadiduras de aparentes sufijos se encuentran grupos con –acio (cholifacio ‘cholo’, bonifacio ‘bueno’), –oco (vinoco ‘vino’, chicoco ‘chico’), –uco (maluco ‘malo’, terruco ‘terrorista’), –irei (calatieri ‘calato’, huachafieri ‘huachafo’), que indica Ramírez (1996, p. 152). Su morfología es rica en derivaciones nominales (Lovón y Garay, 2019). Del morfema –eo, hoy en día, se registran los siguientes términos: floreo, terruqueo, hueveo, serrucheo, cogoteo, raqueteo, basureo. Sobre la base de morfemas aumentativos, el peruano ha generado hipérboles llamativas: golazo, partidazo, camionazo, tonazo, problemón, temón, que evidencian intensidad. Algunas terminan siendo fórmulas lexicalizadas como chancón, teletón, shontolón o blancón. Algunas familias léxicas se han formado a partir de raíces o lexemas. Verbigracia, de quechua se tiene quechuahablante, quechuismo, quechuista, quechuística, quechuización, quechuizar, quechuólogo, quechuización, quechumara (Calvo, 2014); o casos como cogote, cogotear, cogoteo, cogotero (Lovón, 2015). Por analogías semánticas se han creado palabras como faroles ‘ojos’, lomo ‘mujer’, arruga ‘deuda’, blanca ‘cocaína’. Se ha echado mano de las metáforas para comparar situaciones: achicar la bomba ‘orinar’, levantamuertos ‘leche de tigre’, arrimar el piano ‘fornicación’. Y por polisemia se han generado extensiones de significados de un contexto hacia otro, como sucede con la palabra ampay, que como interjección refiere al descubrimiento de una persona en el juego de las escondidas, del mismo modo que en su posterior uso sustantivo sirve para aludir a cualquier descubrimiento de algo o alguien que trata de esconderse. Por analogías fonéticas con otras voces se registran celofán ‘celoso’, sobrino ‘sobrado’, servilleta ‘sirvienta’, serrucho ‘serrano’ (Ramírez, 1996). De nombres propios han sido creados nombres comunes también por asociación semántica: charlie ‘de buen aspecto’, caín ‘desafortunado’, natacha ‘empleada’, rambo ‘militar’; y por asociaciones fonéticas se tiene alicia ‘alas, sobaco’, zambrano ‘zambo’, solano ‘solo’, piscoya ‘pisco’, aguirre ‘agarre’ (Lovón, 2012a). De supresiones de sílabas se presentan voces como comi de ‘comisaría’, cami de ‘camisa’ (Ramírez, 1996, p. 153). Y otras se originan de siglas y marcas comerciales, como bivirí o bividí (de BVD) para referir a prenda de vestir, sapolio (de Sapolio) para referir a ‘chismoso’, misionera (de Misionera) para referir a velitas, sibarita (de Sibarita) para referir a ‘sazonador’, ajinomoto (de Ajinomoto) para referir al ‘glutamato de sodio’.
Algunas creaciones aparecen y tienden a desaparecer en corta frecuencia como hacer click ‘conectar con alguna pareja’, estar chihuán ‘estar sin dinero o necesitado de mayor dinero’, plancha fría ‘moroso’, pampa de los cuatro caminantes ‘mesa’, vegetal ‘viejo’, tetuán ‘teta’. Pero sus rastros son testimonios de la habilidad lingüística de los hablantes.
Estas voces y otras más están en boca de los peruanos. De forma natural e inconsciente se usan en las situaciones comunicativas en las que los hablantes están envueltos. Espontáneamente, se emplean vocablos en sus distintos niveles (local, regional, nacional, juvenil, vulgar). Los medios de comunicación, tanto la prensa escrita, digital o televisada como la literatura y las redes sociales difunden los peruanismos que nos caracterizan (Lovón, 2012b).
Desde hace unos años, vengo promoviendo la celebración del Día de los Peruanismos. Al igual que el Día Nacional del Pisco (cuarto domingo del mes de julio), el Día Nacional del Pisco Sour (primer sábado del mes de febrero), el Día Nacional del Cuy (segundo viernes del mes de octubre), Día Nacional del Cebiche (28 de junio), el Día del Pollo a la Brasa (tercer domingo de julio), como se promueven en el país, el establecimiento del Día de los Peruanismos reforzaría la identidad peruana y, específicamente, conmemoraría los peruanismos que usamos, así como el castellano peruano que nos identifica, pues es un día para invocar nuestras palabras e incluso nuestras formas de hablar. Usualmente, en diversas sociedades, las celebraciones recuerdan asuntos culturales como bienes o producciones materiales; sin embargo, otros aspectos, como el lenguaje, también son posibles de ser rememorados. La memoria lingüística es parte de la memoria cultural. Según Álvarez Vita (2015), «el Perú debe proyectar su cultura y la lengua es un componente esencial de ella» (párr. 4). Con justa razón, por ejemplo, en el Perú celebramos el Día de las Lenguas Originarias cada 27 de mayo para reconocer el uso, la preservación, el desarrollo, la recuperación, el fomento y la difusión de todas las lenguas originarias del Perú y a sus hablantes (Lovón, 2018).
Los peruanismos son palabras, giros o expresiones que crean y usan los peruanos. Hay peruanismos arcaicos o históricos, novedosos o neologismos, desaparecidos o vigentes. Muchos han sido atestiguados o registrados por especialistas y lexicógrafos de alta talla como Martha Hildebrandt (1994), Miguel Ángel Ugarte Chamorro (1997) o Juan Álvarez Vita (2009), precedidos por Juan de Arona (1883/1975) y Ricardo Palma (1896, 1903), además de Guillermo Bendezú Neyra (1977) y José Bonilla Amado (1957). Actualmente, se cuenta con el Diccionario de peruanismos de la Academia Peruana de la Lengua (APL) (2016) y su versión en línea (2022). En publicaciones diversas se encuentran los estudios de Luis Jaime Cisneros (1998), Rodolfo Cerrón-Palomino (2008), Enrique Carrión Ordóñez (1977, 1978, 1981, 1997), así como los aportes de los regionalistas Juan Guillermo Carpio Muñoz (1999) con arequipeñismos, y Esteban Puig Tarrats (2007) y Carlos Robles Rázuri (2012) con piuranismos. Los estudios lexicográficos y lingüísticos permiten ver usos locales, regionales, nacionales y transnacionales. Reconocemos que hay vocablos que compartimos con países vecinos, muchos de los cuales fueron parte del virreinato del Perú o del Imperio incaico, por lo que es fácil encontrar voces, significados y usos similares. Compartimos palabras como cancha, aillu, aini, amaru, chupe, sayar, soroche, quincha, suertero o terramoza, por ejemplo. Y otras se han extendido a nivel mundial, como ha sido los casos léxicos del tubérculo papa, el roedor cuy, así como de los auquénidos alpaca, vicuña o llama.
Hace unos años, en conversaciones personales con el diplomático Juan Álvarez Vita, coincidimos en promocionar la importancia de los peruanismos. Comenté que era pertinente plantear la celebración del Día de los Peruanismos y él consideró con sumo interés la idea y su creación. La Fundación Ricardo Palma había planteado el mismo proyecto y para entonces se había acordado invitar a la Academia Peruana de la Lengua para celebrar conjuntamente el Día de los Peruanismos, ceremonia que se realizó en la Casa Museo Ricardo Palma el 17 de agosto de 2017. Así la Fundación Ricardo Palma, presidida por el embajador Juan Álvarez Vita, aprobó la propuesta. Socialmente, considero que la celebración amerita ser promocionada y difundida para que cobre mayor valor y, de esta manera, los peruanos se identifiquen aún más con su vocabulario.
Un día como tal permitiría conocer los usos y costumbres lingüísticas, identificar las voces empleadas en los diversos espacios comunicativos, recordar la producción lexicográfica y, ante todo, recordar que somos peruanos por nuestras palabras, por las maneras diversas de hablar y por el respeto que tenemos para interactuar y comunicarnos entre los hablantes del castellano peruano libre de discriminaciones. Los peruanismos permiten ver que dentro del conjunto de americanismos e hispanismos hay un aporte peruano único.
La Academia Peruana de la Lengua puede contribuir a reforzar su celebración. Desde que inició sus funciones el 30 de agosto de 1887 en Lima ha dado pautas sobre usos lingüísticos, resolviendo consultas, fomentando eventos en que participan profesionales del lenguaje y la literatura, publicando trabajos humanísticos importantes en relación con los peruanismos. Junto con la Fundación, centrada en los estudios palmistas, la Academia representa una de las instituciones que viene colaborando con la comunidad académica y la sociedad.
Los peruanismos ameritan ser celebrados; tener un día para ellos nos permite pensarnos y enorgullecernos. Una sociedad tiene vida por sus hablantes. Recordar esta fecha promueve encuentros académicos, eventos culturales, producciones editoriales, movilidad en redes sociales, conexiones entre los peruanos residentes en el país y los connacionales que se encuentran en el exterior, valoración del aporte de las lenguas y los pueblos originarios, como Alberto Escobar (1978) subrayaba de pensarnos como país plurilingüe.
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¿Cómo citar este texto?
Lovón, M. (2022). Día de los Peruanismos. Boletín de la Academia Peruana de la Lengua, 72(72). https://revistas.apl.org.pe/index.php/boletinapl/issue/archive
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