En la columna de Maki Miró Quesada (After Party/ Cómo pasar la cuarentena), entre las varias cosas que señala sobre como vive personalmente la cuarentena, hace una referencia a su empleada de hogar.

“A nosotros el lockdown nos agarró en el campo. Suerte dirán algunos. Pó darse. Salvo que al segundo día la hdp del ama de llaves -15 años con nosotros, tratada como familia con salario de ministro- se zurró en la cuarentena “porque es mi franco y mi derecho nadie me lo va a quitar”, sabiendo que luego no podía volver. Evita vive. Me quedé con la casa de tres pisos, el parque de veinte hectáreas, los 3 perros y el marido de 80 años”.
Actualizado el 29/03/2020 a las 06:47
https://peru21.pe/opinion/como-pasar-la-cuarentena-noticia/

Realizando un repaso del discurso, desde el marco del Análisis Crítico del Discurso, hay ideas que reproducen prácticas racistas y segregacionistas, desde el poder. La empleada no puede ir a su casa en cuarenta (a cuidar de los suyos) por su función de empleada (debería quedarse en la casa de la patrona), se deja entrever. Sin “Evita”, hay caos. La empleada está cosificada, se construye como objeto, a través de la nominalización (“tratada”) y la comparación (“como”). La empleada tiene agencia cuando pide ir a su casa (“se zurró”), o cuando es citada (estrategia de la intertextualidad), mientras que la columnista se construye como paciente, se mitiga. También se pasiviza en todo el marco contextual de como recibe o “pasa” la cuarentena, con un vocabulario de distancia, la selección léxica de lockdown (‘bloqueo’) muestra como representa la realidad desde ese ángulo cultural. Es agente cuando es ella quien “trata” a la empleada. Incluso cuando la vuelve a cosificar con un insulto hiriente (hjd), que registra con siglas, como un eufemismo, que oculta su forma de pensar. En el lenguaje coloquial hjd equivale a ‘hijo de puta’ o ‘hija de puta’, dependiendo de la referencia. Podría quedar la duda de si esa sigla significaba otra cosa. Pero más tarde el mismo diario se excusa indicando que se trataba de un insulto.

Cecilia Valenzuela ha pedido disculpa por lo publicado por MMQ, es decir por el insulto. Pero claramente no por la forma de pensar. Su carta parece dirigida más a los redactores de Perú21 y a Maki. Hace que ver que ellos se “sienten mal” porque no son responsables del escrito, pues están abocados a la redacción de la cuarenta. Y no contraviene a la columnista. Pareciera que se opone a su forma de pensar, pero la dirige solo al insulto (“Y si me toca jugarme por ideas que a veces no comparto, con mayor razón me toca hoy pedir perdón por haberse publicado en una columna del diario que dirijo, un insulto insensible e imperdonable”). Construye una imagen de víctima (“Podría decir que las manos y los ojos a veces no me alcanzan para leer todo”). Al mismo tiempo, representa al diario en forma positiva (“La línea de Perú21 se fundamenta en la verdad, la libertad y el pluralismo.”). No dice nada respecto de “Evita” o las empleadas domésticas en específico (estrategia del borrado). Generalmente, en los discursos cuando se pide disculpas se reduce a “los que se han sentido” (“Me disculpo con todas la personas que se han sentido agredidas e indignadas por lo publicado”). No es una disculpa verdadera y directa. Es a una masa abstracta. Se busca poner fin al asunto y seguir con el trabajo de redacción de estos días (continuar con la redacción sobre el coronavirus y la cuarentena).

La forma de pensar al otro en el Perú reproduce creencias de dominación, marginación y racismo. Estas formas de pensar están internalizadas, y muchas veces no son autocriticadas. No entran en la reflexión, más aún si se cree que “no hay nada malo en ello”. Se requiere trabajar en ello, sobre todo en una sociedad socialmente jerarquizada. Más aún si no se analiza o se normaliza, creyendo que solo se trata de un tema de “lenguaje políticamente correcto”. Esto no es solo de Carla, Cecilia, Maki, Priscila o Pablo o Frederick. Es una cuestión histórico-sociocultural.

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Correo en estos años también ha lanzado formas asimétricas de pensar a los demás. Dejo algunos ejemplos.

Columna editorial del 21 de febrero de 2008
…Sugiero un minuto de silencio por el tino de nuestros congresistas y dos minutos de silencio por las neuronas de la congresista Sumire, quien fue la autora de la genial y pertinente iniciativa. (vaticino su respuesta: “racista” o alguna sandez así. De eso vive políticamente.

Titular y columna editorial del 23 de abril de 2009
Supa no supo
…Y es indiscutible que una persona con una instrucción tan, digamos, elemental —siendo generosos— poco puede aportar en la elaboración de leyes, en la fiscalización de casos complejos, en la reflexión diaria de hacia dónde debe ir la nave del Estado… Una persona así posiblemente sólo se va a limitar a repetir lugares comunes, a oponerse a todo sólo por oponerse, a estar a la defensiva ante cualquier idea nueva, a ser prejuiciosa, a buscar llamar la atención mediante el escándalo

Adicional

En otro periódico hace unos años se publicó lo siguiente, excluyéndose de su comentario. Es una pista para analizar los diarios.

Recuerdo que fui muy criticado cuando hablé de napalm (repito, no pensé que lo tomaran literalmente). Bueno, ahora tengo una idea mejor y más espectacular para combatir a los barrabravistas: en pleno desarrollo del “clásico” “U”—Alianza, digamos, aparecen sobrevolando dos helicópteros artillados -negros y sin números de identificación— y descargan sus cañones ametralladores sobre las tribunas sur y norte. 450 muertos por lo menos, y chau barras bravas, per saecula saeculorum. Claro, se me va a adjetivar de racista, clasista, machista, traidor antiperuano, traidor prochileno, insensible, reaccionario, enemigo del pobre, déspota, imperialista, fascista, segregacionista, alienado capitalista, genocida, flagelo de la clase trabajadora, opresor del débil, odiador del pueblo, némesis del humilde, blanquito miraflorino, nazi y miembro del Ku Klux Klan. Bueno, todo eso cabría si estuviésemos hablando de seres humanos. No es el caso. Con el exterminio de las brarras bravas, de lo más que se me puede acusar es de delito ecológico o cacería clandestina de especies en peligro de extinción. Esto no es más que una simple fumigación…
Bedoya, Andrés. “Fútbol, cobardía, religión, árboles…”. El Correo: La Ortiga. Lima: 7 noviembre 2009.

 

Carta a nuestros lectores I Por Cecilia Valenzuela
Cecilia Valenzuela, directora de Perú21, se disculpa por el contenido expuesto en la columna de Maki Miró Quesada.
https://peru21.pe/…/carta-a-nuestros-lectores-cecilia-vale…/
Actualizado el 29/03/2020 a las 16:57

Hoy, en la página 20 del diario Perú21, en la columna After Party, firmada por la señora Maki Miró Quesada, se contraviene los valores que nuestro diario profesa.

Me disculpo con todas la personas que se han sentido agredidas e indignadas por lo publicado; con los lectores que nos siguen a pesar de las dificultades que enfrenta hoy nuestro país y el mundo entero; con los que no compran nuestro diario, pero han visto ese texto parafraseado en la internet; con la plana de redactores de Perú21 que trabaja a diario y sin descanso exponiendo su salud para contrastar y corroborar la información que les ofrecemos; con el Consejo Consultivo Editorial que nos acompaña y nos respalda de lunes a domingo; y con los ejecutivos y directores del Grupo El Comercio que libran una guerra aparte para sostener a la prensa bajo la convicción de que es y seguirá siendo, por siempre, la mejor arma a favor de la verdad y contra las mentiras que circulan en las redes sociales.

Podría decir que las manos y los ojos a veces no me alcanzan para leer todo el diario antes de su publicación, que a la crisis sanitaria que atravesamos se nos suma una inminente crisis económica y que, en mi condición de directora, debo prestarle toda mi preocupación a ambos temas que tanto angustian a nuestros lectores; pero no voy a hacerlo, no voy a excusarme. Es mi responsabilidad y la asumo. El insulto proferido nunca debió ser publicado, peor si está dirigido contra una trabajadora. La falta de sensibilidad social no caracteriza al equipo de periodistas del que formo parte.

La línea de Perú21 se fundamenta en la verdad, la libertad y el pluralismo. Los editores, podemos discrepar de la opinión de nuestros columnistas, pero siempre protegeremos su derecho a decir lo que piensan y a tener un espacio donde se escuche su voz, en tanto se trate de ideas. Cuando un columnista insulta a una persona, lo llamamos y le pedimos que retire el calificativo. Esta vez, no ocurrió porque no pude leer la columna antes de su publicación. Y si me toca jugarme por ideas que a veces no comparto, con mayor razón me toca hoy pedir perdón por haberse publicado en una columna del diario que dirijo, un insulto insensible e imperdonable a una persona que cumple con la ley y con su derecho a quedarse en casa durante una cuarentena obligada que busca, únicamente, protegernos de la enfermedad y la muerte.

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COPIO LA COLUMNA DE MAKI, ANTES DE QUE LA BORRE EL DIARIO

Cómo pasar la cuarentena…

MAKI MIRÓ QUESADA

Sin morir ni matar a nadie en el intento. Circulan mil tips. Todos somos expertos en el tema o por lo menos vamos acumulando experiencia, pero como a la larga nadie aprende en cabeza ajena, aquí va mi granito de arena.

Tres consejos. Rutina, rutina y rutina. Inventarse una y cumplirla como colimbo. A nosotros el lockdown nos agarró en el campo. Suerte dirán algunos. Pó darse. Salvo que al segundo día la hdp del ama de llaves -15 años con nosotros, tratada como familia con salario de ministro- se zurró en la cuarentena “porque es mi franco y mi derecho nadie me lo va a quitar”, sabiendo que luego no podía volver. Evita vive. Me quedé con la casa de tres pisos, el parque de veinte hectáreas, los 3 perros y el marido de 80 años. Solución: empezar a atacar el stock de champagne del cumple que no fue. Beber en serio. Quizás zafe del corona pero termino border alcohólica.

Regla 1. Juntarse con el marido solo durante las comidas.

Levantarse a las 8:30 a.m., sacar los perros al jardín -chequear si alguien se hizo pichi-caca durante la noche-; la Lab es vieja e incontinente, el Jack lo hace solo por jorobar. Limpiar pichi-caca. Hacer desayuno. Lavar las ollas del día anterior mientras marido levanta la mesa. Time out. Subir al ático a caminar -ya no estoy para trotar y menos correr- sobre la cinta una hora mientras veo cualquier película. Abrazar mi cinta adorada porque en esta montaña no hay quien camine más de 50 metros en plano. Una hora de baja policía en closets botando papeles. Back to the future. Leer todo antes. Libreta de primer grado del Villa María, invitaciones a mil eventos en París, cartas del amor muerto. Tirar todo. Medallas de primaria, París y amor. “Viajaría más liviano”, dixit Borges. Sabio. Buena terapia.

Regla 2. Nunca quedarse el día entero en pijama.

Hacer la cama y ducharse. Maquillarse cada dos días, cambiar de ropa -¡ojo, que combine!- mínimo cada tres. Hacer el almuerzo. Ensayar recetas de Google. Platos al lavaplatos. Marido a la siesta. Recorrer el jardín y el invernadero. Podar y sacar malas hierbas. Recoger tomates y frambuesas.

Regla 3. Nadie te debe quitar tus tareas.

Unas horas de compu. Contestar WhatssApps, chatear con amigos urbi et orbe, mirar lo último de Megan en Youtube. Entrar al Face, tratar de no pelearse con nadie. Leer posteos sobre la solidaridad en el Perú y el mundo. Extasiarse sobre las cualidades del ser humano. Derramar unos lagrimones. Escribir/corregir columna. Juntarse con el marido y entrarle en serio al champagne -hay suficiente champagne para el sitio de Estalingrado-. Darse gusto y comer burundanga. Brie, jamon crudo, palitos de queso. Ver una película por cable. Marido escoge. Dejar marido abajo y meterse a la cama con Netflix.

Regla 4. Dedicar solo 15 minutos al día a preocuparse como será el mundo de mañana porque no tenemos ni la más pálida idea.

 

 

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