Juan Gargurevich, uno de los más distinguidos periodistas y profesor universitario del país, publicó un interesante artículo que consideramos de gran actualidad:
Propongo como nuevo género periodístico La Demolición Mediática, cuya definición elemental es la siguiente: “Definido el objetivo a destruir, hágase uso de todo lo que un medio pueda esgrimir, desde fotos hasta blogs, pasando por redes sociales y la humilde pero eficaz pirámide invertida. Golpes diarios, rápidos y violentos para que no haya tiempo de responder, rectificar. De esta forma quedará fijado un estereotipo del personaje en cuestión”. ¿Las razones, la ética? Esos son otros temas.
Un buen ejemplo podría ser Ollanta Humala quien desde que se presentó como candidato a las elecciones con posibilidades reales de ganar fue objeto de una persecución mediática de tal envergadura que le cuesta trabajo deshacerse de la imagen de tremendista y hasta de subversivo que le encajaron en su Demolición. Ahora, en plena campaña para las elecciones rebrota ese retrato de extremista que le fue construido por medios de derechas durante meses de durísima persecución; y le está costando trabajo removerlo.
El caso del exalcalde de San Isidro Antonio Meier es otro ejemplo. Casi al terminar su gestión tuvo un traspiés político que le ha valido un torrente imparable de insultos desde medios importantes y que han llegado a calificarlo de ignorante, ruin y hasta de fascista. Nadie quiere recordar lo bueno de su administración, le boicotearon el reparto de sus últimos boletines municipales y se ha quedado solo, por supuesto, porque en política no se acompaña a los vencidos.
Susana Villarán, nuestra flamante Alcaldesa, afronta ahora una campaña que aunque innoble la obliga a tomar decisiones con extrema cautela, vigilando a sus funcionarios, investigando relaciones, etc. porque todo lo que consintieron alegremente a Castañeda no se lo perdonarán a ella. Al general Ketín Vidal le siguen dando de alma y Lourdes Flores jamás olvidará cómo Jaime Bayly la demolió con eficacia de cirujano.
Pero el caso más notable es sin duda el del aprista Jorge del Castillo, político muy experimentado y que a duras penas logra sostenerse en la contienda pese al auténtico tsunami mediático que le cae encima cada día y en primeras páginas. Si logra imponer su criterio sería un raro caso de triunfo por sobre toda una campaña de gran envergadura y de frentes diversos.
El sistema no es exótico ni exclusivo del Perú y tampoco moderno. Las campañas de Demolición Mediática de Fidel Castro, Salvador Allende, Omar Torrijos, Hugo Chávez y un largo etcétera son históricas y fueron coordinadas con las agencias internacionales de noticias por inspiración, la mayoría de las veces, de las organizaciones de propietarios de medios latinoamericanos
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