08/09/14: Las visiones de la economía y el desarrollo desde el IEP en sus cincuenta años

LAS VISIONES DE LA ECONOMÍA Y DEL DESARROLLO DESDE EL IEP: Cincuenta años de reflexión sobre el Perú

(Publicado en Martín Tanaka (editor) 2014: IEP 50 años pensando el Perú: una reflexión crítica, Instituto de Estudios Peruanos, Lima Perú, pp. 207-238)

 A la memoria de Francisco Verdera y José María Caballero

Efraín Gonzales de Olarte[1]

Introducción

En un país como el Perú, celebrar cincuenta años de existencia de un instituto dedicado a la investigación social es en si mismo un acontecimiento. En una sociedad proclive a la fragilidad institucional, donde la investigación es vista como una actividad exótica y el Estado valora y apoya poco al avance del conocimiento, llegar a los cincuenta años es una demostración de haber logrado un lugar legítimo, por la fuerza de sus ideas, sus investigaciones, sus publicaciones y de sus investigadores.

Por ello, es importante hacer un balance sobre lo que se ha investigado, con qué propósito se hizo y se hace, de qué manera y cuánto de todo ello es o ha sido relevante para la sociedad peruana, tanto para mejorar nuestra percepción de  país y eventualmente para mejorar las políticas públicas o las acciones privadas. Es decir, un balance es un examen de consciencia de lo producido y de cómo se produjo.

El Instituto de Estudios Peruanos ha contribuido a conocer las distintas facetas sociales del Perú, entre ellas la económica. Desde sus inicios hubo interés por los aspectos económicos y por el desarrollo económico, temática que se fue incluyendo progresivamente en el quehacer del IEP. Inicialmente promoviendo la colaboración de economistas externos, a través de publicaciones de sus trabajos en la novísima editorial del Instituto, luego se crearía un área de estudios económicos con economistas provenientes de universidades renombradas tanto extranjeras como nacionales a tiempo completo, a partir de la cual se estableció la investigación económica como una actividad permanente y conectada con las investigaciones de las otras áreas del IEP. Paralelamente se creo varias colecciones relacionadas con la  economía dentro del fondo editorial. Es decir, hubo un esfuerzo deliberado de profesionalización de la investigación económica y de publicación de sus resultados. El conjunto de esta producción intelectual ha sido la contribución del IEP al Perú, que trataremos de reseñar y examinar. Aunque es importante señalar también que una contribución no menos importante ha sido la formación de economistas investigadores que, luego de su paso por el IEP, han ido a otras instituciones públicas  y privadas, nacionales e internacionales.

En este ensayo, nuestro objetivo es analizar los estudios económicos realizados, la producción bibliográfica y la interacción de la investigación económica con las otras disciplinas, en un instituto que hace investigación multidisciplinaria y a veces interdisciplinaria y que constituye la más importante casa editorial en ciencias sociales aplicadas abierta a investigadores externos.

En este trabajo queremos responder dos preguntas: 1. ¿Cuánto de los investigado y publicado por el IEP en los campos de la economía y el desarrollo ha servido para entender mejor el Perú? 2. ¿Cuánto y qué de lo estudiado ha servido para la acción?, ya sea para formular políticas, para orientar el accionar privado o, simplemente, para poner en la agenda pública temas que, sin la investigación, no habrían hecho parte de las preocupaciones del país.

Mis reflexiones provienen de dos momentos de mi vida. El primero corresponde a los veinte años ininterrumpidos, en los que hice parte del Área de Economía del IEP, entre 1979 y 1999, que me permiten hacer un balance “desde dentro”. El segundo es cuando me aparto de él laboralmente y lo veo y lo acompaño “desde afuera”.

Creo que el IEP fue fijando su agenda de investigación económica en función de varios factores: 1. De los problemas vigentes en cada momento, desde los cincuenta años. Así los temas de investigación tuvieron que prestar atención a dos movimientos combinados: la coyuntura económica internacional, los cambios políticos en el Perú y las variaciones en la orientación de las políticas económicas. 2. De los temas que se fueron fijando en la agenda internacional desde los centros académicos del norte y, sobre todo de las organizaciones multilaterales como la CEPAL, el Banco Mundial, el FMI o el PNUD. 3.  De los intereses temáticos de las fundaciones que financiaron al IEP, que de tiempo en tiempo cambiaban, en función de sus propias percepciones y prioridades. Hay que reconocer, sin embargo, que en varios casos las grandes organizaciones que apoyaron financieramente la investigación social, como la Fundación Ford, el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC), la Fundación Inter Americana (IAF), la Fundación Tinker, apoyaron a que el Instituto desarrollara su propia agenda en torno a temas que tenían que ver con el desarrollo económico, la democracia, la urbanización, la gobernabilidad y los temas de identidad nacional. Aunque el tema del financiamiento externo ha sido y es controvertido por la tensión entre autonomía y dependencia intelectual 4. De los intereses académicos particulares de los investigadores que estuvieron en el IEP. La combinación de estos factores explica la evolución de su producción bibliográfica y de sus principales líneas de investigación. Sin embargo, no estamos en condiciones de afirmar cuál de estos factores fueron los más determinantes. 

I. PRIMERA PARTE: LA EVOLUCIÓN 1964 – 2013 

1. Los estudios iniciales 1964 – 1970

El primer libro publicado por el IEP en temas económicos fue el de Bravo Bresani et al. (1964) sobre planificación, el mismo año de su fundación. Era la época del estado promotor, keynesiano y desarrollista. La planificación era parte del paradigma de la industrialización por substitución de importaciones, que a su vez hacia parte de corrientes más generales: la teoría de la dependencia, con varias vertientes ideológicas,

y del estructuralismo Cepalino. Precisamente el año 1972 el IEP publicó la segunda edición de dos libros de los principales teóricos del desarrollismo y dependentismo latinoamericano: Jaguaribe, Furtado, Di Tella, Sunkel, Cardoso y Faletto, Dos Santos Kaplan [2],  publicados anteriormente en 1968 en Buenos Aires. Paralelamente publicó temas sobre las relaciones de América Latina con los Estados Unidos, de Furtado, Pinto, Kñakal[3].

Así, el IEP se incorporaba en la corriente principal del pensamiento social  y económico de entonces, optando por la búsqueda de opciones de desarrollo peruanas y latinoamericanas. La economía aparecía imbricada en interpretaciones más amplias y propositivas de desarrollo que privilegiaban la relación asimétrica entre el norte y el sur. Comenzó a hacer parte de una red de centros e instituciones latinoamericanas como la CEPAL, Escolatina, Cebrap.

El trabajo de Whyte y Williams (1968), sobre una visión integrada del desarrollo también sería el preludio de una de las vetas que más ha trabajado el IEP: la sociedad y la economía rural.

Así, en un inicio los análisis económicos en el IEP fueron producto de las múltiples relaciones internacionales con economistas de América y Europa, que a su vez hacían parte de los paradigmas de los años sesenta y setenta centrados en las relaciones internacionales, en los estilos de desarrollo y en los sectores marginales.

2. Los estudios del período del capitalismo de estado y del reformismo militar, 1972 – 1980.

  1. a.      Antes del área de economía

Entre los años sesenta y setenta hay un cambio importante en el contexto económico y político del Perú. El golpe militar del General Juan Velasco Alvarado y el advenimiento del capitalismo de estado, al compás de las reformas nacionalistas y redistributivas emprendidas por aquel gobierno, comenzaría a redefinir la agenda de investigación para el IEP. El carácter dictatorial y “revolucionario” del velasquismo sensibilizó a varias fundaciones, sobre todo americanas, a apoyar la investigación social y económica en varios países: Chile, Perú, Argentina, Brasil, Bolivia países que también estaban bajo dictaduras militares. El apoyo a estos centros independientes y, en general, promotores de la democracia fue una manera indirecta de oposición a las dictaduras.

En el Perú la ruptura del régimen democrático era una preocupación para los americanos, no sólo por razones de principio  sino, sobre todo, por razones de seguridad, pues el gobierno militar  proponía una serie de reformas de carácter redistributivo como la reforma agraria o la reforma de la empresa en general, que llevaban  un sello de justicia social que a algunos asustaba y a otros preocupaba por la cercanía con el régimen cubano. Sin embargo, el régimen velasquista comenzó a proponer una tercera vía ni capitalista ni socialista, incidiendo en la participación de los trabajadores y promoviendo la autogestión, lo que constituía toda una novedad. Dentro de este contexto el IEP publica en 1971 el libro del economista americano de origen checo Jaroslav Vanek (1971), que proponía un modelo económico cuyo objetivo era la maximización del grado de satisfacción o utilidad de los participantes en una empresa o en una cooperativa. Se trataba de conciliar una alta producción con una distribución equitativa. Era obvio que la “revolución velasquista” generaba señales al lado académico y el IEP estaba alerta para emprender nuevas investigaciones.

Dado este contexto radical,  varias fundaciones[4] comenzaron a financiar investigaciones sobre los efectos de las reformas, tanto desde el punto de vista político como económico. El campo para la pesquisa social era propicio para el desarrollo de una institución como el IEP, que con la siempre intuitiva conducción de José Matos Mar aprovechó de la coyuntura para promover la investigación y la actividad editorial, tratando de incorporar investigadores y autores nacionales en sus proyectos.

Por ello, el primer libro de análisis económico hecho por dos economistas peruanos, en base a sus propias investigaciones, fue “La distribución del ingreso en el Perú” de  Richard Webb y Adolfo Figueroa (1974), dos economistas graduados en Estados Unidos, que evaluaron cómo estaba distribuida la riqueza y los ingresos en los años sesenta y los setenta, es decir dieron cifras de las desigualdades existentes en el Perú y al mismo tiempo pudieron comparar la distribución del ingreso antes y después de las reformas.

Lo interesante es que ambos economistas habían hecho sus tesis doctorales sobre el tema distributivo,  momentos en que el Banco Mundial, habían definido la desigualdad como el problema principal de los países en desarrollo, sobre todo en América Latina. La agenda de investigación venía del norte y el IEP apoyó la publicación del libro, que se convirtió rápidamente en una lectura obligada, dado el contexto socio político. El capítulo de Figueroa en el libro mostraba que pese a la radicalidad de todas las reformas de propiedad, la distribución del ingreso apenas había variado, lo que obviamente fue una conclusión que el gobierno no esperaba y no gustó mucho. A partir de entonces el Instituto hizo muestras de autonomía académica basada en el poder de la investigación académica.

Durante la década de 1970-80,  una buena parte de las investigaciones del IEP se concentraron en el análisis de las reformas militares en varios sectores: agrario, minero, industrial y educación. Dentro de las cuales los análisis económicos se efectuaron en el sector agrario y en la reforma agraria de 1969, área de preocupación del IEP desde sus orígenes, además las reformas atrajeron  la atención de las fundaciones. La idea central era que en el Perú había existido una estructura agraria con una mezcla de capitalismo y de feudalismo, en la cual las haciendas y los campesinos constituían formas de producción arcaicas, que generaban además gran desigualdad y demasiada exclusión social. Romper con esta estructura no sólo causó una conmoción social en el “establishment” social peruano, sino también una gran curiosidad sobre un proceso que prometía una sociedad más equitativa y más moderna.

El IEP conformó un equipo de más de una decena de investigadores encabezados por el recordado José María Caballero, economista español que con una mirada más neutral, propuso el estudio de varias de las aristas más importantes de los problemas agrario y rural peruanos. Probablemente la mayor contribución suya fue el libro “Economía agraria de la sierra peruana: antes de la reforma agraria de 1969”[5], que constituye una visión múltiple de esta barrera infranqueable que ha constituido la sierra para el desarrollo capitalista de la agricultura. La geografía, la disponibilidad de tierras de cultivo, la tenencia y concentración de la tierra, el minifundio,  la tecnología y el empleo, fueron diagnosticados y analizados, tanto como la estructura social, el gamonalismo y las movilizaciones campesinas, creando un fresco que le permitió diagnosticar los principales problemas de la sierra. Sus limitaciones ecológicas, los bajos rendimientos, la escasez de buenas tierras y mal distribuidas mostraban una realidad que la reforma agraria no tomo en cuenta y, como consecuencia, no contribuyó a generar el desarrollo que se esperaba en la sierra.

Uno de los grandes mitos ha sido considerar la sierra como una región con vocación agropecuaria, cuando la cantidad de tierras de cultivo irrigadas es limitada y de calidad muy dispersa en valles interandinos de pequeño tamaño, en relación a su población. El trabajo de Caballero ayudó a desmitificar aquella creencia.

De los múltiples trabajos producidos por el equipo de “Reforma Agraria” del IEP, tres de ellos dieron visiones de la economía agropecuaria peruana, analizaron los avances de la reforma agraria y evaluaron las políticas agrarias.

Raúl Hopkins (1981), hizo un análisis del conjunto de la agricultura peruana de los 25 años previos a la reforma agraria, preguntándose porque el crecimiento económico peruano de los años cincuenta no impulsó la agricultura peruana, lo que obviamente podría haber servido de  pretexto para hacer una reforma agraria. La conclusión más importante fue que en realidad no había una agricultura peruana sino cuatro, con distintas dinámicas, con diferentes  mercados de destino y con distintas tecnologías y organizaciones sociales. Una parte era exportadora, otra producía para el consumo urbano interno, la otra suministraba insumos a la industria y la cuarta producía para mercados restringidos rurales, esta era la economía campesina que empleaba a la mayor pare de la fuerza laboral rural, pero que producía apenas dos a tres puntos del producto bruto. Esta heterogeneidad, lindante en la segmentación, ha sido y, hasta cierto punto, sigue siendo un problema estructural del Perú, que hasta ahora no ha sido superado.

Elena Alvarez (1983), analizó las políticas económica y sectorial durante el período de aplicación de la reforma agraria 1969-1979. Siguiendo la tipología de cuatro sectores agrícolas y observando su desigual evolución llegó a dos conclusiones importantes. Por un lado, los abastecedores del consumo urbano de productos agrícolas fueron los medianos productores, mientras que el sector reformado tenía poca importancia. Demostrando que la reforma agraria no había tenido los efectos económicos esperados. Por otro lado, el consumo urbano se completaba con las importaciones de alimentos, lo que dejaba al margen a los campesinos, que debían competir con productores extranjeros con mayores productividades y además con precios subsidiados por el estado. Por ello, propuso una política de substitución de importaciones para poder reducir la pobreza de los campesinos, pero en los años ochenta la substitución de importaciones como política comenzó a caer en desgracia.

José María Caballero y Elena Alvarez (1980) publicaron dos pequeños libros sobre aspectos cuantitativos de la reforma agraria y sobre la pobreza campesina, que dieron una visión sucinta de estos problemas y dejaron la impresión que el grueso de las conclusiones sobre la reforma agraria en la costa, el análisis de las cooperativas, el balance económico de la reforma agraria, estaban por llegar, pero nunca se publicó.Pese a esto, el IEP contribuyó a conocer los problemas económicos el sector agraria peruano de una manera documentada y analítica.

También el IEP  publicó la traducción del libro “La economía política de las transformaciones económicas 1956-1978” de Valpi FitzGerald (1979), economista británico, quien hizo un detenido análisis de las causas económicas previas, que habrían llevado a la irrupción de los militares y a plantear otro modelo económico. Partiendo del diagnóstico que la economía peruana tenía desequilibrios económicos estructurales tales como: la disminución de las inversiones, dependencia de las exportaciones de materias primas que exponía a grandes fluctuaciones y una estructura dual – moderna/tradicional- y el predominio extranjero en la propiedad del capital, que en su conjunto generaba una estructura de clases.

Seguidamente, FitzGerald planteó como tema central del crecimiento peruano la acumulación del capital, que ante la debilidad de las inversiones privadas y el crecimiento urbano industrial, el Estado peruano se vio compelido a crecer y a convertirse en el principal inversionista, esto durante el primer gobierno de Fernando Belaúnde. Sin embargo, la excesiva dependencia de las exportaciones tradicionales hizo vulnerable el crecimiento en cada caída de precios internacionales o cuando se deterioraban los términos de intercambio, lo que debilitaba al gobierno de turno. Esto ocurrió en 1967, cuando la crisis externa fue el inicio de acontecimientos políticos que tuvieron repercusiones internas desfavorables para la democracia, dando lugar al golpe militar de 1968.

Los militares trataron de resolver algunos problemas, redujeron la injerencia del capital extranjero en la economía nacionalizando varias empresas, en consecuencia el estado se convertía en empresario e inversionista, para resolver el problema de la dependencia de la exportación de materias primas se relanzó la “industrialización por substitución de importaciones”, sin embargo el ahorro interno no era suficiente, lo que llevó a que   el estado se endeudará aceleradamente en el exterior, generando un nuevo modelo de acumulación, que no tuvo el éxito esperado porque el gobierno militar no logró generar una industria exportadora. Así, el Perú se convirtió al capitalismo de estado, modelo que finalmente fracasó porque la acumulación del capital no logró resolver el problema de las limitaciones del ahorro interno. Generando una crisis económica y social que llevaría a la recuperación de la democracia. El libro de Fitzgerald obviamente causó revuelo en su momento.

b. El área de economía

A fines de los años setenta, Julio Cotler, el politólogo emblemático del IEP y del Perú, estaba convencido que los análisis políticos sin un complemento económico eran insuficientes. Por ello, promovió la creación del área de economía y buscó a Oscar Ugarteche para encargarle su creación, quien a su vez convocó a Teobaldo Pinzás, recién llegado de sus estudios de posgrado. Cuando hicieron un balance de los principales problemas económicos a investigar, les pareció que uno de ellos era la inflación y buscaron quien había trabajado este tema y encontraron que yo había escrito una tesis sobre la inflación[6] en el Perú. Coincidentemente, yo estaba de profesor visitante en la Católica y me convocaron y me convencieron para trabajar con ellos y en 1979 entré al área de economía del IEP. Sin embargo, tengo que confesar que lo que más me atrajo del IEP era su carácter multidisciplinario y su afán de tratar de entender este turbulento país. Siendo mi segunda pasión la enseñanza, seguí dando clases en la Católica. Desde entonces y hasta hoy, sólo he trabajado en estas dos instituciones.

Ese fue el inicio del área de economía a la cual se fueron incorporando posteriormente en períodos variables: César Herrera, Francisco Verdera, Raúl Hopkins, Alfredo Thorne, Roxana Barrantes, Lucia Romero, Javier Alvarado, César Martinelli, Paul Collazos, Carolina Trivelli, Silvio Rendón, Juan José Díaz, Cecilia Lévano, Edmundo Paredes, Pedro Llontop, Johanna Yancari, Hildegardi Venero, Francisco Galarza, Giovanna Aguilar, Rosa Morales, Alvaro Tarazona,  . El número de investigadores principales y asistentes de investigación ha sido variable en el tiempo, dependiendo de los proyectos de investigación, de su envergadura y duración. Es importante precisar, que varios de los economistas del IEP han desempeñado cargos importantes en el sector público y en el privado.

Por ello, debemos admitir que el  área de Economía del IEP ha sido también una escuela de investigación económica, con mucha interacción con las otras disciplinas y con una importante producción bibliográfica sobre diversos temas que reseñaremos más adelante. Por ello, podemos dividir el aporte del IEP al conocimiento de los problemas económicos del Perú antes y después de la creación del área de economía.

El área de economía del IEP, desde sus inicios, se ocupó de problemas estructurales, con bastante espíritu crítico de las interpretaciones neoclásicas de otras instituciones y con una orientación hacia temas de equidad social, de desarrollo interno y de autonomía en las políticas económicas.

3. El retorno a la democracia, el advenimiento del ajuste estructural y el fujimorato 1980 – 2001.

  1. El      retorno a la democracia y la gran crisis.

Las publicaciones del área de economía se comenzaron a suceder paralelamente a la restauración de la democracia en 1980, sin embargo, los temas de investigación se originaron en el estudio de los problemas subyacentes en los períodos anteriores a su existencia. Empero, en la parte normativa se tomó en cuenta el nuevo contexto institucional, que incorporaba el debate democrático y la variedad de propuestas de economistas provenientes de distintas escuelas de economía.

La primera publicación del área de economía fue de Oscar Ugarteche (1980) sobre la deuda externa, que se había convertido en un importante problema financiero para el Perú desde fines de los años sesenta y que el gobierno militar se encargó de dejarla en mayores niveles, generándose un desequilibrio permanente tanto en las finanzas públicas como en el sector externo. Ugarteche introdujo la discusión del problema de la deuda externa en la arena pública y volvería a publicar otro libro comparativo sobre la deuda externa del Perú y Bolivia[7]. Años después, con la partida de Ugarteche este tema quedo desguarnecido, mostrando una de las limitaciones del área de economía y, en general del IEP, su reducido tamaño y la dificultad de generar áreas o temas de investigación de largo aliento, para lo cual se necesitaría cohortes de investigadores sobre determinados temas.

Por su parte, Teobaldo Pinzás (1981) hace el primer balance bibliográfico de la economía peruana 1950-1978, en el que analiza las etapas de su evolución, en base a libros y artículos producidos hasta entonces. El crecimiento primario-exportador y el laissez faire, la industrialización por substitución de importaciones, el incremento de la presencia estatal y la crisis económica de 1976-77, fueron procesos que se sucedieron de manera secuencial, en los que el manejo económico desde el estado dio distintos resultados según la orientación ideológica de varios gobiernos. Era evidente que el Perú era un país oscilante tanto en lo económico como en lo político. Este libro tuvo el propósito de ordenar los problemas estructurales de la economía peruana y, mostrar, los temas más importantes que se había investigado algo y los temas por investigar, en el área de economía.

Gonzales de Olarte, de quien se esperaba algo sobre la inflación, fue persuadido por el Director del IEP José Matos Mar –muy intuitivo para ver los problemas importantes del Perú- sobre la necesidad de estudiar el problema regional, para lo cual se necesitaba elaborar un proyecto de investigación. Lo curioso es que la primera versión del proyecto, comentada dentro y fuera del área de economía, se fue convirtiendo en casi un ensayo gracias a los variados comentarios y finalmente terminó en una investigación teórico-empírica que culminó con la publicación de “Economías regionales del Perú”[8], que se convertía en la tercera publicación del área de economía. El problema económico regional, con todas sus aristas, fue incorporado en la agenda de investigación, coincidiendo con la importancia que tenía y tiene la descentralización, la concentración económica territorial y sus derivaciones políticas.

El tema del empleo[9] sería el siguiente en incorporarse a la agenda de investigaciones, al llegar Francisco Verdera al IEP y publicar un primer libro sobre este tema, en el que estableció un estado del arte sobre el empleo y propuso un nuevo enfoque, que iría más allá del mercado de trabajo, incluyendo el tema de la reproducción de la fuerza de trabajo como un proceso mucho más complejo que el sólo hecho de tener un empleo o estar subempleado.

Luego vendrían los estudios sobre las economías campesinas y de sus comunidades, tema que por mucho tiempo había sido de exclusiva preocupación de antropólogos. Gonzales de Olarte[10] investigó y publicó varios temas, basado en trabajos previos en Antapampa (Cusco). Posteriormente, sobre la base de investigaciones en otras provincias del Cusco,  examinó la inflación de los campesino desde una perspectiva microeconómica, es decir, el análisis de un fenómeno monetario en economías semi-monetarias, toda una novedad.

A raíz de la reforma agraria, los movimientos campesinos se multiplicaron y generaron tensión en el campo en varios lugares del país, sin embargo, se conocía poco de la realidad económica de los campesinos, su economías familiares, la organización económica de sus comunidades, la tecnología, el cambio técnico, el crédito y la comercialización. El IEP, que tenía una larga tradición de estudios etnográficos y antropológicos sobre campesinos y organizaciones rurales, al incorporar a economistas comenzó a completar lo que se conocía sobre los campesinos. El sólo hecho de medir y contar las actividades productivas, el uso de la fuerza laboral, el intercambio y la distribución de la producción comenzó a cambiar la idea que se tenía de los campesinos y, sobre todo, las barreras económicas y sociales que impedían su salida de la pobreza  y su incorporación como ciudadanos de igual categoría. A menudo se pensaba que los campesinos estaban poco o nada integrados a la economía de mercado y que eran mas bien economías de autosubsistencia, idea que era equivocada.

Pero el proceso democrático, en un país endeudado, con serios problemas en el crecimiento y en la inflación, hacía necesario entrar en los temas macroeconómicos y de economía política. César Herrera comenzó a investigar estos temas, derivados de los problemas del modelo de crecimiento primario exportador, del peso de la deuda externa y los problemas de la inflación, además del problema de la “restricción externa”, es decir, las limitaciones de divisas de una economía con exportaciones estancadas y una deuda externa pesada: la restricción de divisas[11]. Dancourt (1986) escribió sobre las políticas económicas en el Perú, además el IEP como integrante del Consorcio de Investigaciones Económicas se enroló en el análisis de coyuntura que se efectuaba trimestralmente. El IEP estaba integrado a la corriente de investigaciones macroeconómicas, las cuales ciertamente son las más próximas a los problemas políticos.

Al llegar a los veinticinco años en 1989 el IEP organizó varias reuniones internacionales, una de ellas sobre economía y democracia, en la que se trató de analizar  los fundamentos económicos de la democracia[12]. Se trató sobre la distribución del ingreso como uno de los temas que tienen que ver con la gobernabilidad democrática, bajo el supuesto de que países con extrema desigualdad pueden ser ingobernables y, este, podría ser el caso del Perú (Webb y Figueroa). El peso de la política al parecer puede sobre determinar a las políticas económicas (Dancourt), tema que se vería confirmado años después a raíz del ajuste estructural neoliberal. Por otro lado, en régimen democrático el conflicto distributivo se traduce en inflación (Herrera), que es la manera de mantener la desigualdad en la medida que se favorecen los que perciben ingresos variables (capitalistas y rentistas) en despecho de los que reciben ingresos fijos (trabajadores). También se vio, qué tipo de crecimiento económico puede asegurar la estabilidad democrática (Iguiñiz) y qué percepciones sobre el futuro económico deben tener las personas para poder apoyar la democracia. Todos estos temas, señalados con clarividencia, permitieron en aquel momento que los economistas, en general reacios a tratar temas colindantes, propusieran vías de conexión entre disciplinas y entre los componentes de política públicas, que si se las tomaran en cuenta, el Perú mejoraría ostensiblemente.

Durante aquellos años el IEP puso en marcha un proyecto institucional de investigaciones: “Urbanización y Clases populares en el Perú”, el primer intento de investigación interdisciplinaria en la cual el área de economía se involucró estudiando el crecimiento y la economía urbana de Lima y la dinámica económica de los sectores populares, fruto de este proyecto que no logró ser interdisciplinario y fue mas bien multidisciplinario, se hicieron varias publicaciones, entre otras: la economía regional de Lima (Gonzales 1991) y el mercado de trabajo de Lima metropolitana (Verdera 1994). Este proyecto, visto en el tiempo nos dio la lección de la resistencia de las disciplinas y las dificultades del diálogo entre ellas. En este sentido el IEP fue también un lugar de experimentación metodológica y, hasta cierto punto, epistemológica.

En la segunda mitad de los años ochenta el Perú tuvo que soportar el gobierno de Alan García que llevó al país a una severa crisis económica con hiperinflación, que combinada con el ascenso de la violencia terrorista configuró un país al borde del desastre. A raíz de la traumática experiencia populista del gobierno aprista, que habiéndose iniciado bajo los vientos de políticas de corte intervencionista,  generaron la mayor inflación en la historia del Perú,  y terminó en un drástico ajuste neoliberal con políticas económicas totalmente opuestas. Esta experiencia no fue más que la repetición de la historia del “péndulo peruano” (Gonzales y Samamé 1991),  es decir, del ciclo económico-político combinado que  osciló entre el liberalismo y el intervencionismo desde los años cincuenta del siglo pasado. Este libro fue el más claro ejemplo de la necesidad de combinar el análisis económico con el político para entender las razones del lento desarrollo peruano. El tema principal de este libro fue la interacción entre el ciclo económico y el ciclo político, cuyos resultados distributivos afectaron directamente las oscilaciones políticas dando lugar a cambios pendulares que afectaron en el largo plazo el desarrollo peruano.

Bajo este escenario las investigaciones económicas se tornaron hacia problemas relacionados con la crisis económica y la violencia. Gonzales (1991) presentó una primera evaluación de los costos y efectos económicos de la violencia de la década de los años ochenta. Martinelli y Chinen (1991) evaluaron los efectos de largo plazo de las políticas de ajuste llevadas a cabo y que no tuvieron éxito. Gonzales (1992) se ocupó de la relación entre políticas de estabilización y la reforma del estado, mostrando que para que tengan éxito se requieren de acuerdos políticos previos. Así mismo Pinzás (1993) insistió en dos problemas cruciales de la economía abierta peruana: la restricción externa y la enfermedad holandesa alimentada por problemas de ilegalidad como el flujo de dólares provenientes del narcotráfico y o de fraudes como la sobrefacturación de importaciones. Problemas que han sido una constante del funcionamiento económico del Perú. Se investigó sobre los orígenes de las crisis y las respuestas de las políticas de ajuste, varias de las cuales fracasaron sucesivamente, pero era necesario entender también cómo se manejaba las políticas monetarias y fiscales, para ello era preciso el análisis institucional del Banco Central de Reserva y, en aquel entonces, de la Direccion de Contribuciones del Ministerio de Economía y Finanzas (Gonzales 1993). La nueva economía institucional fue incorporada en el análisis económico en el área de economía del IEP.

En las fronteras del mercado (Gonzales 1994) fue la síntesis de 15 años de investigaciones de la economía de los campesinos y de sus comunidades. Este libro analizó sus economías tanto empírica como teóricamente, desde su ubicación en la economía y sociedad peruana y las causas de su persistencia, la microeconomía política de la familia campesina, la meso economía de la comunidad campesina, la articulación de los campesinos en micorregiones y en regiones, y su escasa relevancia macroeconómica. Constituyó el fruto de una investigación de largo aliento, para la cual el ambiente del IEP fue propicio y favorable. Este es probablemente el libro que yo más aprecio y que el Instituto hizo posible que lo escribiera.

Los campesinos peruanos están en los lugares más agrestes de la geografía peruana, segregados y utilizados en función de quienes los dominaron, que con sus escasos recursos naturales y materiales tratan de incorporarse en la economía nacional. Obviamente, con tanto factor desfavorable su inserción en los mercados ha sido muy lenta. Este libro ayudó a entender los detalles micro, meso y macroeconómicos de porque persisten como campesinos y no se convirtieron en granjeros, obreros o empresarios. 

  1. El      ajuste estructural y el fujimorato

El fracaso económico y político del gobierno de Alan García, que condujo a una seria crisis de gobernabilidad, empeorada por el conflicto armado interno, finalmente terminaría en la elección de Alberto Fujimori un “outsider” de la política, que dado el descrédito y derrota de los partidos políticos, no tuvo mayor opción económica que la ofrecida por los organismos de Washington (FMI; WB BID y el Departamento del Tesoro Americano) y, además de acoger a Vladimiro Montesinos como asesor político, quien lo relacionó con los militares que se constituyeron en algo cercano al partido que no tenía. A partir de entonces, se estableció una extraña alianza: organismos multilaterales-Fujimori-militares que daba esperanzas a la gobernabilidad de un país colapsado[13], pero también se comenzó a perfilar un gobierno autocrático, que a la postre llevaría la corrupción a niveles nunca alcanzados.

El ajuste estructural basado en el denominado Consenso de Washington llegó al Perú en agosto de 1990. Era un fenómeno nuevo que se comenzó a seguir y estudiar desde el Instituto de Estudios Peruanos, en sus repercusiones de corto, mediano y largo plazo. Sobre este proceso los estudios privilegiaron el análisis de economía política. El ajuste estructural dio lugar a varios estudios con distintos horizontes temporales. Se analizó la reforma fiscal (Gonzales 1994), el impacto sobre los campesinos (Gonzales 1996), la inversión privada y el crecimiento (Gonzales 1996), respuestas empresariales a las reformas (Pinzás 1996), modelo económico, empleo y descentralización (Gonzales Editor, 1997) en la que John Sheahan, Shane Hunt, Jurgen Schuldt, Francisco Verdera, César Martinelli, Ricardo Infante y Jesús Marroquín analizaron el proceso de ajuste estructural en sus efectos sobre la pobreza, el modelo de acumulación, el empleo, la centralización económica y fiscal y las posibilidades de descentralización. Los determinantes del ahorro interno eran y son un tema crucial del crecimiento de largo plazo del Perú, que fueron analizados en los cambios ocasionados por el ajuste estructural (Gonzales, Lévano y Llontop 1997). Probablemente uno de los problemas más críticos del ajuste estructural fue la reforma laboral, que fue analizada por Verdera (1997).

Todos estos estudios permitieron una visión crítica del ajuste neoliberal, desde la perspectiva de sus efectos distributivos y del cambio del modelo de funcionamiento económico del Perú. Estos análisis confrontaron las visiones favorables al tipo de ajuste llevado a cabo, en los cuales se privilegiaba el crecimiento sobre la distribución, mientras que en el IEP se pensaba que un buen ajuste era aquel que generaba crecimiento con redistribución.

El balance de los siete primeros años del nuevo modelo económico fue analizado por Gonzales (1998), libro que fue una continuación del Péndulo Peruano, en el sentido que el “neoliberalismo a la peruana” fue el resultado del fracaso del modelo intervencionista, de la crisis de divisas y de políticas públicas muy voluntaristas, llevado a sus límites por el gobierno de Alan García, además del conflicto armado interno. El péndulo del largo plazo se había movido y logró cambiar varias estructuras importantes, como la propiedad y el papel del estado. El Perú pasó de un país estatista a uno privatista, el estado achicado a su mínima expresión por la hiperinflación tuvo que ser paradójicamente  reforzado por el modelo neoliberal, pues era necesario pagar deudas y ocuparse de las políticas sociales, para que el modelo tuviera viabilidad. Pero la forma como se hizo dejaría huellas en el futuro de la economía y sociedad peruana. Por un lado, la combinación de economía liberal y abierta combinada con un gobierno de corte autocrático y populista, la promoción de la inversión privada en el sector minero, en el gas y en servicios públicos, la disciplina macroeconómica impuesta por el FMI que generó estabilidad económica con baja inflación, pero también  un crecimiento con desigualdad y problemas de empleo, ante el cual la respuesta fueron políticas sociales compensatorias. La gobernabilidad se dio sobre la fórmula populista de política macroeconómica ortodoxa para los ricos con política social para los pobres directamente manejada por el presidente Fujimori. El modelo económico ha sido mantenido, incluso hasta ahora, con ligeras variantes.

El IEP estuvo como observador crítico de estos dramáticos cambios, navegando a menudo en contra de la corriente predominante, que ha sido muy fuerte y que ha creado todo un sentido común neoliberal, que ha constituido en la ideología que ha arraigado el modelo, factor a menudo olvidado.

Pese a la fuerza e importancia de las sucesivas reformas neoliberales, el IEP siguió investigando sobre los temas estructurales que lo caracteriza. El sector agrícola y el ámbito rural continuaron siendo estudiados, se hicieron también algunas investigaciones sobre medio ambiente y recursos naturales, aunque no todas por investigadores de casa.

Blum (1995) volvió al trabajo de campo para estudiar la economía campesina y la racionalidad del destino de la producción, en un tratar de volver a la tradición de los estudios campesinos de los año setenta y ochenta.  Smith (1999) se ocupó de una de las grandes interrogantes de la agricultura campesina andina: la viabilidad mercantil de los cultivos tradicionales.

A finales de este período se comenzó a estudiar problemas financieros vinculados al sector agrícola y al ámbito rural. Trivelli (1998) fundo esta etapa con un análisis de los cambios en la estructura de oferta del crédito para el campo, después de las reformas neoliberales, cuyo efecto fue la aparición de nuevos intermediarios financieros. La investigación sobre este tema fue profundizada posteriormente en varios estudios:  Trivelli, Alvarado y Galarza (1999), Trivelli y Venero (1999) analizaron tanto el tema de la aparición de los nuevos prestamistas rurales como también la coexistencia del crédito formal e informal.

Los estudios sobre economía de recursos naturales y medio ambiente surgieron a partir del libro de Barrantes y Trivelli (1996) sobre los bosques tropicales y el proceso de deforestación, llamando la atención sobre los derechos de propiedad como elemento central en el manejo sostenible. Al año siguiente Gonzales (1997) se ocupó de la relación entre medio ambiente  y pobreza, tratando de dilucidar el sentido de la causalidad entre ambos temas, siendo la pobreza un factor de sobre uso de algunos recursos naturales en aquel momento. Luego Gonzales y Trivelli (1999) estudiaron la situación de los andenes pre-colombinos  caracterizados por haber sido una de las mejores intervenciones humanas en  tierras de ladera para adecuarlas al uso agrícola y al mismo tiempo para resolver el problema de la erosión. Posteriormente Barrantes, Zárate y Durand (2005) analizarían la relación existente entre minería y pobreza en los principales sitios mineros operados en general por grandes empresas. Así el IEP también incursionó en los temas de sostenibilidad ambiental y explotación de recursos naturales en las tres regiones naturales del Perú.

Una vez más se incorporaba una temática trascedente para el desarrollo sostenible, aunque en parte dependiente del interés sobre estos remas por las fundaciones nacionales e internacionales. 

4. El neoliberalismo duradero, la globalización y la democracia 2001-2013.

A partir de la estrepitosa salida de Fujimori el año 2000 hubo cambios políticos importantes, pero muy pocos cambios en el modelo económico. Esto, además, coincidió con el cambio generacional del área de Economía, los antiguos asistentes se convirtieron en investigadores principales, y también con el estrechamiento de las fuentes externas de financiamiento, tanto porque hubo un cambio en las prioridades de las grandes fundaciones como la Ford o la Inter American Foundation, como porque el Perú comenzó a dejar de ser un país objetivo para la cooperación internacional. Frente a esta problemática el IEP tuvo que incursionar en la consultoría para completar sus fuentes de financiamiento. Todos estos aspectos configuraron un nuevo contexto para la institución, que siempre tuvo la virtud de amoldarse a situaciones nuevas, pero forzada por las circunstancias tuvo que comenzar a mezclar investigaciones académicas, con investigaciones más ligeras, más puntuales y a medida como son las consultorías.

Hubo también un notable cambio de nivel de análisis, pues durante las décadas pasadas el IEP se caracterizó por realizar análisis de problemas macro y de largo plazo, mientras que en los últimos quince años las investigaciones han sido más de corte microeconómico y de corto plazo. Quizás por esta razón, los estudios económicos se tornaron más hacia salidas puntuales en las políticas públicas, sobre todo sociales, a diferencia de las décadas pasadas que predominaron las propuestas más políticas, como grandes reformas, políticas macro económicas o sectoriales. En este sentido los estudios económicos del IEP se hicieron más propositivos y menos críticos.

El IEP, por su posición e investigaciones críticas no tuvo acceso al financiamiento de las instituciones promotoras del ajuste liberal como el Banco Mundial o el Banco Interamericano, como si lo tuvieron instituciones pares, que apoyaban las políticas propuestas por las multilaterales. La autonomía tiene sus costos en países donde el estado no financia la investigación.

En esta etapa los estudios económicos se concentraron en cuatro áreas: el crédito en pequeña escala, la pobreza y los programas y políticas de alivio, la descentralización y políticas y programas redistributivos. Esto sin dejar de tratar temas globales o de balance, en varios momentos.

El financiamiento informal ha sido una respuesta a la escasez de fuentes formales, no sólo por los costos de la formalización, sino también por los
elevados costos de transacción de las entidades bancarias. Alvarado et al (2001) estudiaron las diferentes aristas del crédito informal rural, cuyos principales demandantes son los hogares rurales, las micro empresas y los comerciantes minoristas y mostraron que el monto transado era muy pequeños en relación al crédito total, los montos de los préstamos eran también pequeños y la mayor parte de ellos constituían capital de trabajo. Pese a ello, la emergencia de este mercado fue una respuesta espontánea, dadas las limitaciones del sector formal.

En los siguientes años y de la diestra conducción de Carolina Trivelli el IEP ha producido una variedad de estudios sobre el financiamiento en las fronteras del mercado, es decir, los problemas de crédito de aquellos sectores que generan mecanismos propios para resolver el problema de la escasez de recursos financieros para sectores pequeños, informales, con escasa capacidad de ofrecer garantías reales seguras tanto en el ámbito rural como en el urbano.  El IEP se ha convertido en una referencia en esta temática.

En los distintos estudios no sólo se analizó el crédito en sus diferentes aristas, sino que también se lo vinculó con otros problemas. No hay que olvidar que la demanda por crédito es una demanda derivada, es decir que es un medio para llegar a un fin ya sea productivo, de consumo o de inversión. Los estudios del IEP abarcaron varios de estos temas, siempre teniendo en la mira la necesidad de promover el desarrollo a través del crédito. Así, se propuso incorporar en la posibilidad de obtener créditos para mejora de infraestructura básica en las zonas rurales,  para mejorar los activos de los pobres, con lo cual sus productividades podrían incrementarse (Trivelli 2003). También se analizó la morosidad en las instituciones microfinancieras (Aguilar y Camargo 2004), las ONGs y el crédito para las mujeres de menores ingresos (Alvarado 2004), cómo deberían financiarse las instituciones de microfinanzas? (Portocarrero et al 2006), los riesgos de los portafolios agropecuarios, en la experiencia de instituciones financieras de América Latina (Trivelli y Tarazona 2007). Siendo la escasez de crédito para sectores pequeños y marginales el IEP, fiel a su orientación ha tratado de entender a estos sectores que están en la frontera de los mercados financieros.

Quizás las mayores contribuciones sobre este tema fueron: La oferta financiera rural en el Perú de Trivelli et al (2004), que  presenta las diferentes fuentes de financiamiento para el campo de manera integrada, incluyendo la oferta formal e informal, la grande y pequeña, la privada y la pública, mostrando un nivel incipiente de desarrollo del sector que además está relativamente segmentado. Es obvio que esto es insuficiente para promover el desarrollo rural. Una segunda línea de investigación estuvo referida al Agrobanco, institución pública creada casi 20 años después que se cerrara el Banco Agrario aunque con mucho menores recursos y menos prerrogativas (Aguilar  2004) , luego Trivelli y Venero (2007) estudiaron la banca de desarrollo para el agro en América Latina. El tema central es la debilidad de los mercados de crédito rurales, en Perú y otros países de América Latina, frente a la cual la presencia del estado es imprescindible, aunque en estos tiempos en coordinación con la actividad privada.

La persistencia de la pobreza y de la desigualdad, sobre todo en el ámbito rural, pese al crecimiento económico del Perú de los últimos trece años, es un desafío no sólo real, sino también  para la investigación. Desde los tiempos de Webb y Figueroa (1975) este tema había estado presente en varios análisis como parte de diagnósticos globales (ver bibliografía). Durante esta década el IEP le puso atención y se constituyó en otra de sus líneas de investigación.

El libro del profesor del Williams College de los Estados Unidos  John Sheahan (2001), cuyo subtítulo “buscando una sociedad mejor” hace un balance de las razones por las cuales la desigualdad y la pobreza han constituido problemas latentes de la economía peruana, que no ha logrado un sistema económico y político capaz de resolver estos problemas de manera endógena. El desigual acceso a la educación, la falta de crédito y la lejanía del poder son las principales razones.  Francisco Verdera (2007) público un libro, quizás el más un importante en este tema, de balance sobre las causas de la pobreza en el Perú, con un conjunto de reflexiones sobre las políticas para enfrentarla.  El tema  principal es la relación existente entre ingresos laborales y productividad, lo que se traduce en bajos ingresos y pobreza en aquellos sectores con bajas tasas de capitalización y bajos niveles educativos. Frente a ello, su balance es que sólo un cambio de la estructura productiva y del empleo podrá atacar los orígenes estructurales de la pobreza y desigualdad, y que las políticas focalizadas de alivio a la pobreza sólo sirven para resolver problemas de necesidades básicas de corto plazo y mantienen latentes las causas de fondo. En estos dos libros, de análisis global,  el IEP vuelve a presentar su tradicional visión crítica y estructural de los problemas peruanos. Adicionalmente, Trivelli (2005) complementa estas visiones sobre la pobreza, con un análisis cuantitativo de la pobreza de los hogares indígenas, que incluyó variables sociales como la ubicación geográfica, la lengua y cultura, los niveles educativos. Obviamente, la pobreza tiene un carácter multidimensional y por no reconocer esta característica esencial las políticas anti pobreza no están bien diseñadas..

Complementariamente, el IEP investigó insistentemente sobre problemas puntuales de la pobreza las políticas sociales, desde perspectivas más sectoriales y microeconómicas y, en varios casos, con soluciones bastante creativas. Las transferencias monetarias condicionadas a los pobres es una  de las vertientes de programas de alivio a la pobreza muy de moda en América Latina, Higinio et al (2011) analizaron este problema y sugieren que el acercamiento a la banca puede facilitar el acceso al crédito, sobre todo porque empoderar a las mujeres. También se investigó sobre la promoción del ahorro en el programa Juntos (Trivelli et al 2011), tema que lleva a inquirir sobre el supuesto mito de que los pobres no ahorran. Luego, Zarate et al (2011) estudiaron las estrategias de egreso del programa Juntos, es decir  cuáles son las condiciones para “graduar” a aquellos beneficiarios de estos programas. Cárdenas (2012) realizó un útil mapeo de los proyectos de alivio de superación de la pobreza, promovidos por el sector privado, dando como resultado que en aquellos lugares donde hay empresas privadas extractivas no necesariamente se ha reducido la pobreza por no corresponder a las áreas de influencia de las empresas y que no necesariamente estos programas reducen la pobreza.

También el IEP ha investigado sobre algunos temas redistributivos, pero desde experiencias específicas, lo que permite ampliar la visión de lo difícil que es hacer políticas redistributivas efectivas.

Una de los medios de igualación de oportunidades que tiene el estado es  el conjunto de programas específicos de corte redistributivo, que Barrantes (2008) ha denominado Fondos Especiales. En su investigación ha identificado 66 fondos entre 1990 y el 2006, los que han tenido diferentes impactos redistributivos, sobre todo en gobiernos locales y regionales. El estudio muestra los mecanismos mediante los cuales distintos gobiernos han respondido a demandas redistributivas de manera puntual, en lugares específicos y con flexibilidad, es decir, ha explicado la ingeniería político-institucional que a diversos gobiernos les ha permitido responder a demandas económicas y sociales que exigen redistribución.

También se ha  abordado el tema de la desigualdad relacionado con la etnicidad, tema importante en un país multiétnico como el Perú, donde la pobreza tiene distintos colores de piel Thorp y Paredes (2011) es un compendio de artículos que abordan esta olvidada temática. Así mismo, Barrantes et al (2012) analizan las posibilidades de desarrollo inclusivo a partir de dos experiencias regionales.

Los estudios rurales también siguieron siendo seguidos por el IEP. Phélinas (2009) contribuyó con un estudio sobre el empleo rural, tema muy poco estudiado desde los años ochenta. Complementariamente, Smith y Trivelli (2001) se ocuparon del consumo urbano de los alimentos andinos tradicionales, en un estudio sobre la potencial conexión  de la producción proveniente de unidades de mediana y pequeña escala. Trivelli et al. (2006) exploraron las posibilidades de desarrollo de la pequeña agricultura comercial dada la alta heterogeneidad productiva y tecnológica. Se seguía inquiriendo sobre las posibilidades de incluir e integrar los sectores tradicionales en la economía de mercado y a las ciudades. El tema de la integración e inclusión de los sectores menos favorecidos tanto del campo como de la ciudad, ha sido una preocupación normativa constante del Instituto.

El IEP siguió también investigando sobre la centralización, la descentralización y los problemas geográficos económicos del Perú, de alguna manera acompañando el proceso de descentralización re iniciado el año 2001 con el gobierno de Alejandro Toledo. Es célebre la encuesta hecha por el IEP (Trivelli  ) sobre qué idea tenían los peruanos sobre la descentralización y se descubrió que había una variedad de percepciones y hasta cierto punto una confusión conceptual. ¿cómo llevar adelante una descentralización si la mayoría no coincide con lo que los académicos, los organismos multilaterales y los políticos consideran?

Las reformas neoliberales y el ajuste macroeconómico tuvo ciertamente repercusiones sobre la estructura productiva territorial y sobre la economía pública por regiones. Según Gonzales (2000) la principal ha sido la ampliación de la concentración económica en Lima por distintas causas, el neo-centralismo, el que, obviamente, se ha constituido en un desafío adicional para el proceso de descentralización. Por esta razón la descentralización fiscal, parte del proceso de descentralización estatal, se convirtió  en una meta más difícil de lograr, en la medida de la desigualdad económica territorial,  (Gonzales 2004).

Barrantes et al (2005), analizaron la relación existente entre desarrollo minero y mejora de las condiciones de bienestar en los sitios de operación minera y encontraron que el canon minero no ha tenido relación con la disminución de la pobreza en aquellos lugares y que ha sido insuficiente para tal fin, además, las operaciones mineras han generado amenazas ambientales en desmedro de los pobladores de las zonas de operación.

Uno de los temas más importantes de la descentralización del estado es que los gobiernos subnacionales ejecuten con eficacia el gasto público descentralizado para mejorar el bienestar y  reducir las desigualdades territoriales, para ello el proceso estipula transferencias intergubernamentales de recursos fiscales. La investigación de Aguilar y Morales (2005) se pregunta si estas transferencias generan pereza fiscal, es decir si debido a estas transferencias los gobiernos locales dejan de hacer esfuerzos para conseguir recursos propios.

Buena parte de los estudios que venimos de reseñar han sido el producto de consultorías solicitadas al IEP, que en su mayor parte están relacionadas con el diseño de acciones privadas y políticas públicas. La otra parte de estudios han tenido objetivos más académicos y más generales. Por ello, en esta etapa de su vida, el IEP se ha movido entre la propuesta concreta y la reflexión más general, en función del tipo de financiamiento disponible. En consecuencia, ha seguido siendo una institución principalmente dedicada a la investigación aunque también se ha organizado como consultora. Este doble estatus, genera obviamente repercusiones sobre la institución, por un lado las consultorías diversifican y eventualmente dispersan los esfuerzos de lograr mejores lecturas de la realidad económica peruana y, en consecuencia nos aleja de la tradición de autonomía en la elección de temas de investigación, pero por otro lado nos acerca a temas concretos definidos por la demanda. El IEP ha transitado en este doble camino en los últimos quince años.

II. SEGUNDA PARTE: LA REFLEXIÓN

El IEP ha sido y es una institución indispensable para pensar el Perú como sociedad y como país. Sus investigaciones, seminarios, conferencias y publicaciones han hecho de él el lugar de referencia en muchos temas y problemas. Sin embargo, todo lo que hace y ha hecho ha estado limitado por las fuentes de financiamiento, tanto en cantidad como en condicionalidades. Creo que es justo decir que el IEP no hubiera podido investigar y publicar todo lo que ha hecho si las fundaciones extranjeras no lo hubieran financiado. A parte de agradecerles debidamente por su apoyo, cabe preguntarse porqué lo hicieron. No tengo respuesta adecuada a tal pregunta, pero si puedo afirmar que los extranjeros tuvieron más curiosidad e interés en conocer los problemas sociales y económicos peruanos que el sector privado, el estado o la sociedad civil.

Dentro de este marco, la autonomía de la investigación ha estado definida básicamente por los intereses intelectuales de cada investigador, por el acceso a financiamiento y por las líneas de trabajo definidas por el IEP, lo cual siempre ha sido una tarea colectiva no siempre fácil de realizar.

Es importante recordar que el Estado nunca le ha dado un apoyo financiero institucional, en algunas ocasiones ha contratado algunas consultorías puntuales, pero nada más[14]. Mas bien en algún momento la producción intelectual del IEP ha sido incomoda a algunos gobiernos y a algunos sectores sociales. Por otro lado, tampoco el sector privado nacional ha visto al IEP como un centro de investigaciones a apoyar, quizás por su vocación progresista y desarrollista, aunque entidades como el BBVA si lo ha apoyado para actividades de promoción sobre todo en la educación. Sin embargo, estas circunstancias han contribuido a que el IEP haya gozado de una gran autonomía de investigación, opinión y publicación, lo que le ha dado legitimidad y credibilidad a sus actividades.

Los estudios económicos han contribuido a estos objetivos comunes, el área de economía ha investigado sobre todo los procesos de largo plazo y los problemas estructurales desde los años cincuenta del siglo pasado, los cambios estructurales, los cambios de modelo económico, las variaciones de las políticas económicas, las reformas estructurales, el empleo, el problema regional, la pobreza, la centralización, la cuestión agraria y el financiamiento del desarrollo. Sus aproximaciones teóricas se han basado en la economía política, la teoría económica y el análisis institucional, en sus distintas vertientes teóricas elegidas por cada investigador, lo que significa que el IEP ha tenido siempre una apertura y tolerancia académica, aunque su denominador común es la calidad de la investigación y la búsqueda de soluciones para los distintos problemas económicos peruanos.

Cincuenta años dedicados al estudio y  a la  interpretación de los problemas  económicos ha sido la contribución central del IEP para tratar de entender el Perú. Gracias a las investigaciones conocemos mejor los problemas de la sociedad rural y de la agricultura, la estructura económica, crecimiento económico, macroeconomía, los problemas regionales, los problemas del crédito, los ciclos económicos y políticos, el problema del empleo,  la pobreza y la desigualdad distributiva, los problemas institucionales y los recursos naturales. Realmente una gama bastante grande, como para entender las distintas dimensiones de los problemas económicos peruanos. El IEP tiene publicaciones que son referencia en estos temas, sobre cuya base se puede seguir investigando tanto en profundidad como en amplitud (ver bibliografía). Este acervo de conocimiento es el capital intelectual que ha ido acumulando el IEP a lo largo de los años.

Si pudiéramos calificar la naturaleza de la investigación económica del IEP, es sin duda estructural, sistémica y crítica, y casi siempre con propuestas normativas. Es decir, a lo largo de los años el Área de Economía del IEP, en sus tres generaciones de investigadores, ha estado comprometida con la misión del Instituto de entender el Perú en búsqueda de una sociedad más equitativa en función de una economía capaz de crecer y de distribuir mejor sus frutos.

Hay tres dimensiones en las cuales la producción intelectual del IEP ha sido útil para los peruanos: en la educación superior, en la formación de opinión pública y en las políticas públicas.

No hay duda alguna que la influencia más inmediata de la producción académica del IEP ha sido en la educación universitaria. No hay curso de economía relacionado con el Perú o con el desarrollo que no incluya publicaciones del IEP como parte de la bibliografía. Esto significa que el conocimiento de la economía peruana por los estudiantes universitarios se ha ampliado con las publicaciones del IEP, pero también han servido para emprender nuevas investigaciones tanto para obtener grados académicos como para buscar nuevas pistas y temas a estudiar.

De manera adicional, cada publicación o cada seminario nacional o internacional organizado por el IEP ha permitido que un público vasto pueda acceder y compartir nuevos conocimientos, asistir a debates, polémicas, presentaciones de libros. En este sentido el IEP ha sido también un centro de animación y difusión académica, no sólo de sus propias investigaciones sino también de un gran número de académicos nacionales e internacionales que han sido convocados e invitados por el IEP durante estos cincuenta años. Son inolvidables los seminarios de los años setenta sobre “El experimento peruano” (1978) del gobierno militar del General Velasco, promovidos y organizados por Abraham Lowenthal, Julio Cotler y Cynthia McClintock, la célebre reunión de 1983 en la que se presentó la Revista Pensamiento Iberoamericano y se hizo un balance sobre la economía y crisis de América Latina en los años ochenta, con la presencia de Raúl Prebisch, Aldo Ferrer, Aníbal Pinto, Enrique Fuentes Quintana, Enrique Iglesias, Ricardo French Davis, Pedro Malán, Augusto Mateus, Rolando Cordera, Emilio de la Fuente, Raúl Serrano (Director de la Revista)[15], la Conferencia Internacional de 1989: “Nuevos Rumbos para el desarrollo del Perú y América Latina” Gonzales (1991) conmemorando los 25 años del IEP, a la que asistieron:  Albert Berry, Rosemary Thorp, Oswaldo Sunkel, Francisco Albuquerque, Javier Iguiñiz, Adolfo Figueroa y Jurgen Schuldt. Todas estos seminarios y conferencias tuvieron una amplia difusión mediática colocando al Instituto como el espacio de discusión y debate económico y político del más alto nivel en el Perú.

Una vieja aspiración de los centros de investigación y de sus “Think-tanks” ha sido poder influir en las decisiones públicas y privadas a través de sus análisis y diagnósticos. Es más, algunas de las fundaciones que financian a estos centros suelen incorporar entre los criterios de efectividad de su apoyo, la capacidad de influir en las políticas públicas a partir de los resultados de las investigaciones. La idea es que la investigación tenga un carácter normativo y que, adicionalmente, los centros tengan la suficiente capacidad de influencia para llegar a los centros de tomas de decisiones en materia de políticas públicas, ya sea a través de la contundencia de sus investigaciones o de las relaciones que establezcan tanto con operadores políticos, con gobernantes o con funcionarios de alto rango. El IEP no ha logrado tener una gran influencia sobre las políticas públicas, por distintas razones como la fragilidad política, la reputación del IEP como centro progresista, la escasa conexión entre instituciones académicas y políticas, entre otras. Los resultados de las investigaciones y las propuestas normativas han sido adoptados por el estado, los políticos, empresarios o sociedad civil, en muy contadas ocasiones y en general como resultado de consultorías y no como resultado de las investigaciones. 

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