Archivo por meses: marzo 2020

31/03/20: Virus e ideología: el valor de la vida

VIRUS E IDEOLOGIA: ¿Cuánto vale la vida de una persona? 

Efraín Gonzales de Olarte

El coronavirus tiene características parecidas a la ideología: es invisible, cuando las personas se contaminan es difícil deshacerse, se transmite  facilmente y cuando se generaliza se convierte en una pandemia o en un pensamiento ideal. La diferencia es que la propia gente muere a causa del virus biológico, en el otro caso las ideologías pueden matarlo, como ha sido largamente demostrado en la historia, el nazismo alemán, el comunismos soviético o chino, mataron millones de personas en nombre de ideologías totalitarias y por acción de sus líderes.

Pero ahora el coronavirus también está matando por dos razones: porque los países están mal preparados para una eventualidad de esta envergadura, o porque algunos gobernantes, amparados en ciertas ideologías neoliberales o izquierdosas, han subestimado la potencia de este virus y están privilegiando sus intereses económicos y/o políticos.

La pandemia del coronavirus y el funcionamiento normal y simultáneo de la economía es una ecuación letal, con resultados bastante predecibles: el virus va a ganar, es decir va a matar más gente de la que debería. Esto nos plantea el tema central de la actual pandemia ¿cuánto vale la vida de las personas? Hay dos posiciones al respecto.

Por un lado, hay quienes como el presidente de Estados Unidos, el primer ministro británico y el presidente de Brasil -para quien el coronavirus es una “gripecita”- asumen que si tienen que morir algunas decenas de miles de personas con tal que no se pare la economía no importa, es el costo social de cualquier pandemia o crisis.

Por otro lado, hay quienes pensamos que la vida no tiene valor monetario ni precio y que hay que hacer todo lo posible para salvar al mayor número de vidas.

En el fondo de esta controversia están los principios éticos y la moral, que se plasman en los derechos humanos fundamentales como el derecho a la vida, que toda persona por el simple hecho de estar viva tiene. Este derecho la protege de cualquier atentado contra su vida por parte de cualquiera, incluyendo a los gobiernos. Por ello, cuando un gobierno toma la decisión de que las personas sigan trabajando pese a que hay el alto riesgo de que se contagien con el coronavirus, están atentando contra el derecho a la vida y contra la dignidad de las personas.

Por ello, el coronavirus está poniendo a prueba los principios que defienden la vida y está trazando una línea entre aquellos que el mundo no puede parar porque la economía no puede parar y aquellos que pensamos que si puede parar porque hay miles o millones de personas cuyas vidas, cuyos proyectos de vida, cuyos sueños no se realizarían y, en mi opinión, no hay justificación racional y práctica que los justifique. Este es el momento de la solidaridad, de la cooperación, del desprendimiento para que, parada la economía, los que menos tienen puedan acceder a un ingreso temporal y solidario y todos deberíamos colaborar a ese fin.

En consecuencia, es imprescindible hacer todo lo posible para que se infecte el menor número de personas y mueran los menos así sean viejitos, pues el derecho a la vida es también  el derecho a una vida completa.

19/03/20: The Coronavirus and ¿The end of capitalism?

THE CORONAVIRUS AND ¿THE END OF CAPITALISM?

Efraín Gonzales de Olarte

The pandemic unleashed by Covid19 is a bio-socioeconomic phenomenon that is testing not only countries but also the capitalist system. Beyond the number of infected and dead – which statistically is much lower than the current flu – has generated a paranoia that depends on the uncertainty of its evolution and on the countries’ ability to cope with it. Furthermore, it tests the effectiveness of democracy, the capacity of governments and the quality of States.

China was the first country to deal with the problem and, according to official information, appears to have controlled its spread. What was the formula: absolute quarantine, curfew and blocking of any type of mobility of people, which the Chinese complied immediately, this for two reasons, China has a strong state, an autocratic government and a population whose civic culture is forged vertically since centuries.

In the antipodes, Italy, which already has the highest number of deaths, did not take the first cases seriously, the measures were taken progressively until the moment when it was already a major public health problem, so they reacted and did something similar to China but very late, because there was probably democratic deliberation before taking the measures. Furthermore, unlike China, Italy has an old population, which is, more vulnerable.

The United States of Trump, almost in a similar way to Italy, have reacted late, with some arrogance and self-sufficiency, but suddenly they realized that Covi19 is a threat to “America first” and they begin to take measures. Immediately after the economic impact has begun to perceive. The reduction of economic activity in public areas is beginning to be felt, even Amazon that sells by mail, is having to fire 100,000 workers. The New York Stock Exchange has had several unprecedented crashes in recent days, that is, economic expectations – which are partly real and partly psychological – have begun to internalize the possibility of facing an economic recession, just before end of the year elections.

Obviously, the medium and small countries can only imitate China, to the best of our ability, to the extent that our states are capable and, above all, to the extent that our culture and needs allow. The world is paralyzed and the Covi19 – an exogenous and unexpected phenomenon – has put the capitalist system to the test, even in China, which prides itself on being socialist.

It is interesting to note various side effects of Covi19. On the one hand, environmental pollution decreased significantly in China and, probably, in the world, giving reason to those who maintain – among them Pope Francis – that the capitalist system is jeopardizing the ecological sustainability of the planet. Better proof for those, like President Trump, who deny the relationship between the economic system and climate change. On the other hand, it is becoming clear that the solution to the pandemic does not come from the market or the private sector, but from the state, the cooperation, solidarity and altruism. Lets see how China is cooperating with Italy and other countries, how employees of major companies are willing to reduce their wages, but also companies are willing to earn less so that their workers do not lose their jobs, the quality of health systems and especially their universal access has begun to be valued. Also, we realize that we could live well without so much consumerism, that at the end of the day we are forced by “states of emergency”, “quarantines”, “states of catastrophe”. In other words, the Covi19 questions us about our ways of life, our standards of consumption, but above all about our ethical values, within which individualism and selfishness turn out to be dysfunctional.

Finally, what is clear is that the economic and financial impact must be enormous, there will be many bankruptcies of companies of all sizes, unemployed masses, people will have spent their savings, tourism and all those activities that work based on contact of people will have to rethink their business strategies, it is also highly probable that poverty will increase in all countries. International trade itself will be restricted. In other words, the Covi19 is an important factor of deglobalization, which will favor those governments that say “my country first”.

The world will not be the same and I wonder if this is not the beginning of the end of neoliberal capitalism as we know it, and perhaps it will reinvent itself or drastically change. A virus smaller than a thousandth of a bacterium could change the world we know more than various revolutions and, most worryingly: this will not be the last virus.

We have to change.

03/19/2020

19/03/20: El coronavirus ¿fin del capitalismo?

EL CORONAVIRUS Y ¿EL FIN DEL CAPITALISMO?

Efraín Gonzales de Olarte

La pandemia desatada por el Covid19 es un fenómeno bio-socioeconómico que está poniendo a prueba no sólo a los países sino también al sistema capitalista. Más allá del número de infectados y muertos –que estadísticamente es bastante menor que la gripe corriente- ha generado una paranoia que depende de la incertidumbre de su evolución y de la capacidad de los países para afrontarlo. Además, pone a prueba la eficacia de la democracia, la capacidad de los gobiernos y la calidad de los estados.

China fue el primer país en afrontar el problema y, según información oficial, al parecer ha controlado su propagación. Cuál fue la fórmula: cuarentena absoluta, toque de queda y bloqueo de cualquier tipo de movilidad de las personas, que los chinos cumplieron sin chistar, por dos razones, China tiene un estado fuerte, un gobierno autocrático y una población cuya cultura cívica está forjada de manera vertical.

En las antípodas, Italia que tiene ya el mayor número de muertos, no tomó en serio los primeros casos, las medidas fueron tomadas de manera progresiva hasta el momento en que ya era un problema mayor de salud pública, entonces reaccionaron e hicieron algo parecido a China pero muy tarde, porque probablemente hubo deliberación democrática antes de tomar las medidas. Además, a diferencia de China, Italia tiene una población vieja, es decir más vulnerable.

Los Estados Unidos de Trump, casi de manera parecida a Italia, han reaccionado tarde, con cierta arrogancia y autosuficiencia, pero de pronto se han dado cuenta que el Covi19 es una amenaza a “América primero” y al comenzar a tomar medidas el impacto económico ha comenzado a percibir. La reducción de la actividad económica en los ámbitos públicos se comienza a sentir, incluso Amazon que vende por correo, está teniendo que despedir a 100mil trabajadores. La bolsa de valores de Nueva York ha tenido varios desplomes sin precedentes en los últimos días, es decir las expectativas económicas –que son en parte reales y en parte psicológicas- han comenzado a interiorizar la posibilidad de afrontar una recesión económica, justo antes de las elecciones de fin de año.

Obviamente, a los países medianos y pequeños solo nos queda imitar a China hasta donde se pueda, hasta dónde nuestros estados sean capaces y, sobre todo, hasta donde nuestra cultura y necesidades lo permitan. El mundo está paralizado y el Covi19 –fenómeno exógeno e inesperado- ha puesto a prueba el sistema capitalista, aún en China que se precia de ser socialista.

Es interesante observar varios efectos colaterales del Covi19. Por un lado, la contaminación ambiental disminuyó sensiblemente en China y, probablemente, en el mundo, dando la razón a quienes sostienen –entre ellos el Papa Francisco- que el sistema capitalista está poniendo en peligro la sostenibilidad ecológica del planeta. Mejor prueba para quienes como, el presidente Trump, niegan la relación entre el sistema económico y el cambio climático. De otro lado, está apareciendo claro que la solución a la pandemia no viene del mercado ni del sector privado sino de la cooperación y del altruismo, sino veamos como China está cooperando con Italia y otros países, cómo empleados de empresas importantes están dispuestos a reducir sus salarios, pero también las empresas están dispuestas a ganar menos para que sus trabajadores no pierdan el empleo, se ha comenzado a valorar la calidad de los sistemas de salud y sobre todo su acceso universal. También, nos damos cuenta que podríamos vivir bien sin tanto consumismo, que al final del día nos obligan los “estados de emergencia”, “las cuarentenas”, “los estados de catástrofe”. En otras palabras, el Covi19 nos interroga sobre nuestros modos de vida, nuestros estándares de consumo, pero sobre todo sobre nuestros valores éticos, dentro de los cuales el individualismo y el egoísmo resultan siendo disfuncionales.

Finalmente, lo que si queda claro es que el impacto económico y financiero ha de ser enorme, habrá muchas quiebras de empresas de todo tamaño, masas desempleadas, las personas habrán gastado sus ahorros, el turismo y todo aquellas actividades que funcionan en base al contacto de personas tendrán que replantear sus estrategias de negocio, es altamente probable también que aumente la pobreza en todos los países. El propio comercio internacional se verá restringido. Es decir, el Covi19 es un importante factor de desglobalización, que favorecerá a aquellos gobiernos que dicen “primero mi país”. El mundo no será el mismo y me pregunto si este no es el comienzo del fin del capitalismo neoliberal como lo conocemos y que tendrá que reinventarse o cambiar. Un virus más pequeño que la milésima parte de una bacteria podría cambiar el mundo que conocemos y ser mucho más efectivo que varias revoluciones. Pero, lo más preocupante: este no será el último virus. Hay que cambiar para esta preparados.

19.03.2020

 

11/03/20: La metastasis de la corrupción ¿qué hacer?

LA METASTASIS DE LA CORRUPCIÓN EN EL PERÚ: Estado débil, desigualdad social y moral

Efraín Gonzales de Olarte

La corrupción en el Perú se ha extendido y ramificado de tal manera que se asemeja a la metástasis de los cánceres malignos. El problema es que los países no se mueren de cáncer, pero si pueden convertirse en sociedades en las cuales las reglas éticas y morales pueden cambiar y lo que antes era una falta a la ética y una excepción, hoy el “coimear” o corromper es una práctica corriente y generalizada. Estamos frente a otros códigos éticos a los cuales nos estamos acostumbrado sin prisa y sin pausa y el resultado será un país que todo funciona con “aceite”. Toda acción con el estado tendrá su precio y se establecerá un mercado paralelo para todo trámite con el estado, que probablemente funcionará mejor que nuestro débil aparato estatal.

No es éste el lugar para hurgar sobre los orígenes de la corrupción, pero intuimos que está implícitamente ligada a la construcción del estado peruano desde la colonia hasta hoy y a las desigualdades económicas y sociales que no permiten erradicar la pobreza y que generan condiciones objetivas para el cálculo de cuánto se gana en algo material y cuánto se pierde en moral y dignidad. Para un pobre extremo o para un político o funcionario avezado la dignidad no vale nada.

El estado en lugar de ser un igualador de oportunidades, se ha convertido en un desigualador pues la corrupción tiene sus tarifas en función del grado de riqueza del corruptor. Observamos en el Perú, que el club de la construcción, Oderbrecht, etc. han favorecido a los sectores económicos más poderosos y a los funcionarios estatales de los más altos niveles del poder. Con seguridad también hay corrupción en niveles inferiores, pero las coimas y los “porcentajes” son bajos en términos absolutos, pero altos en términos relativos. Un alcalde distrital que gana 3,500 soles al mes y debe ejecutar una obra, obviamente va a estar tentado de “acumular” a partir de las licitaciones, pues tiene la única oportunidad durante cuatro años de hacerse de un patrimonio, que no se lo podría hacer en toda la vida si actúa con ética y dignidad.

Las soluciones clínicas frente a este cáncer serían la quimioterapia, la radiación o la quirúrgica.La quimioterapia equivaldría a generar una serie de desincentivos muy disuasivos, de tal manera que el tentado de “romper la mano” o el que se deja romper tenga que pensarlo dos veces. Obviamente, estos desincentivos no deberían pasar por el pesado y no siempre justo poder judicial, debería estar en el control de los funcionarios, los unos a los otros, a los políticos los unos a los otros, y las organizaciones sociales que estén en permanente vigilia y que se pueda comunicar de inmediato cualquier acto “torcido”. Para ello, se requiere de liderazgos y referentes morales, que podrían estar algunas instituciones de prestigio o en personas de intachable moralidad. La acción colectiva podría ser el gran antídoto contra la corrupción.

La radiación que apuntaría a los “peces gordos”, con tribunales especiales, distintos a los existentes, una suerte de tribunales sin rostro, que trabajarían con presteza. La dificultad de esta opción es que la radiación puede afectar también a inocentes, por confusión o por delación.

El método quirúrgico es el que se está aplicando actualmente, se identifica al corrupto, se hace una buena investigación, se lo condena dentro de un debido proceso. El problema de este método es que hay demasiada gente dentro y fuera de la sala de operaciones, que tratan de distorsionar la información, de atrasar la investigación y de distraer la intención, es decir, el club de los hermanitos, los jueces y vocales cuya moral se condice con el ordenamiento jurídico.

Estas metáforas nos permiten buscar salidas. Las primeras requieren de una decidida acción colectiva, de una toma de conciencia y de un rearme moral que permita volver a pensar en lo “malo” que es aprovecharse privadamente de lo que es público o colectivo. La segunda requiere de una reforma, aunque sea parcial, del poder judicial, para establecer una judicatura especial para los temas de corrupción. La tercera, debe ser apoyada con toda firmeza hasta que los fiscales y el poder judicial lleven a juicio a todos los sospechosos y los condenen.

Si no hacemos nada como sociedad, como instituciones y como personas el futuro del Perú es ófrico y siempre habrá la tentación de un gobierno dictatorial de derecha o de izquierda que tome las banderas de la anticorrupción como su plataforma política, para llegar al poder. Una vez allí, la historia se repetirá. Sino veamos el caso de Venezuela o Nicaragua.

 

Lima, 11 marzo 2020