Hace dos semanas, aproximadamente, he empezado a leer el libro “El malestar en la globalización”, de Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001. En la parte del prólogo el autor señala que no pretende sino que “el libro abra un debate, un debate que no debe transcurrir solo en la reclusión de los despachos de los gobiernos y las organizaciones internaciones, ni tampoco limitarse a la atmósfera más abierta de las universidades. Aquellos cuyas vidas se verán afectadas por las decisiones sobre la gestión de la globalización tienen derecho a participar en este debate, y a saber cómo se tomaron esas decisiones en el pasado. Como mínimo, mi libro debería aportar más información sobre lo que ocurrió en la década pasada. Seguramente la mayor información llevará a mejores políticas que obtendrán mejores resultados. Si ello es así, sentiré que algo he aportado”.
Una pregunta inicial que se plantea es ¿Por qué la globalización –una fuerza que ha producido tanto bien-ha llegado a ser tan controvertida?
Algunas reflexiones que plantea Stiglitz, quien trabajó en el Consejo de Asesores Económicos del presidente Clinton y luego desde el año 1997 hasta el 2000 pasó a trabajar al Banco Mundial, donde fue economista jefe y vicepresidente senior, refieren que “La globalización tuvo efectos negativos no solo en la liberalización comercial sino en todos sus aspectos, incluso en los esfuerzos aparentemente bienintencionados. Cuando lo proyectos agrícolas o de infraestructura recomendados por Occidente, diseñado con el asesoramiento de consejeros accidentales, y financiados por el Banco Mundial fracasan, los pueblos pobres del mundo subdesarrollado deben amortizar los préstamos igualmente, salvo que se aplique alguna forma de condonación de la deuda. Si los beneficios de la globalización han resultado en demasiadas ocasiones inferiores a los que sus defensores reivindican, el precio pagado ha sido superior, porque el medio ambiente fue destruido, los procesos políticos corrompidos y el veloz ritmo de los cambios no dejó a los países un tiempo suficiente para la adaptación cultural (…)”.
Han transcurrido 8 años, aproximadamente, desde que se editó por primera vez el citado libro; sin embargo, si se lee o investiga un poco más sobre el Banco Mundial veremos que las críticas que han recaído sobre él se mantienen vigentes. Transcribiré el caso del Préstamo ESKOM, publicado en la página web: brettonwoods.project.org, para entender las razones de las críticas y protestas.
“Los préstamos del Banco a la energía producen airadas protestas
El debate sobre el portafolio de energía del Banco Mundial y su impacto sobre el cambio climático llegó al punto de ebullición pues cientos de organizaciones de la sociedad civil están haciendo campaña contra el préstamo de US$3.750 millones del Banco Mundial, la mayor parte del cual financiará una nueva planta de carbón en Sur África.
A comienzos de abril de 2010, la junta del Banco aprobó un préstamo para Eskom (ver Boletines 65, 64), el servicio de energía de Sur África, con US$3.050 millones asignados para finalizar la construcción de la planta de carbón Medupi, una de las más grandes del mundo en su tipo. Además, US$440 millones irán a un proyecto ferroviario para transportar el carbón de las minas asociadas, con tan solo US$260 millones dedicados a la energía del viento (eólica) y la solar.
Estados Unidos fue el accionista más vociferante oponiéndose al proyecto, posponiendo su voto a comienzos del año y absteniéndose en abril de 2010. Mencionó sus preocupaciones sobre el cambio climático, la falta de planes para equilibrar las grandes emisiones del proyecto y la incompatibilidad con la estrategia del Banco para ayudar a los países a lograr su crecimiento económico y la reducción de la pobreza en formas que sean sostenibles con el medio ambiente. Durante el intenso debate despertado por el préstamo para Sur África, también se expresaron preocupaciones sobre la falta de consistencia de los procedimientos de adquisición con las directrices del Banco Mundial, sobre las deficiencias de las evaluaciones del impacto ambiental, y los inadecuados esfuerzos para mitigar la contaminación local. Estados Unidos continuó enfatizando el hecho de que el proyecto no es consistente con las directrices de préstamos 2009 del Banco para el carbón (ver Boletín 69).
El Reino Unido también se abstuvo de votar escondiéndose tras las restricciones sobre la toma de decisiones antes de las elecciones. “La abstención del gobierno británico a última hora sirve poco y llega demasiado tarde, pues permitió que los fondos de ayuda británicos fueran usados para apoyar una de las plantas de energía más contaminantes del mundo. La abstención solo evade la responsabilidad política por esta decisión tan dañina durante una campaña de elecciones” dice Ruth Davis de Greenpeace UK. El Reino Unido tiene metas de tres años para limpiar el portafolio energético del Banco, sin embargo no mencionó éstas como la razón de su abstención.
Los holandeses, quienes también se abstuvieron, publicaron un documento político en marzo de 2010, detallando sus metas para la reforma energética del Banco y pidiendo un cambio significativo de la institución. El documento también hace hincapié en las inconsistencias en la forma como los informes del Banco hablan de su inversión en la energía renovable, diciendo que más de la mitad de los préstamos a la energía renovable y eficiente están relacionados con la eficiencia de los proyectos fósiles de energía. ‘La mayor parte de los programas de energía renovable del Banco están financiados por fondos específicos de donantes y no son parte estructural de los préstamos energéticos del Banco Mundial’, dice el informe.
Enormes emisiones de carbono
La planta Medupi producirá unos 25 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono anualmente, o sea más de las emisiones de 115 países incluyendo a Kenia, Luxemburgo, Birmania y Croacia, según dice el periódico The Guardian.
Esta planta en general, producirá energía para usuarios industriales a gran escala, a los cuales se ha garantizado energía de bajo costo. Por lo tanto se espera un aumento en los precios para los hogares de Sur África para poder pagar este préstamo.
Tristen Taylor de Earthlife Africa dice que, “Con la masiva desconexión debido a la duplicación de las tarifas eléctricas, la pérdida de millones de empleos el año pasado, y una tasa de desempleo efectiva del 40 por ciento, uno pensaría que la erradicación de la pobreza sería la prioridad del Banco Mundial y del Gobierno de Sur África. Ninguna parte de la producción de la Medupi será para las personas pobres, pues su objetivo es servir las necesidades de las compañías multinacionales.”
El Banco Mundial defendió su apoyo al uso del carbón diciendo que se necesitan los recursos respaldados públicamente para financiar la planta de carbón Medupi después de la crisis financiera.
En medio de todo esto, al ministro financiero de Sur África parece no importarle el voto: “Sur África durante sus 16 años de democracia nunca ha tenido que tomar ningún préstamo del Banco Mundial… Si no se da el préstamo, podremos afrontarlo. Esta es una oportunidad para que el Banco Mundial construya una relación con Sur África.”
El borrador del plan de recursos Eskom ha sido muy referenciado por los expertos del Banco Mundial evaluando el préstamo, pero no está disponible para el público, elevando con ello preocupaciones sobre la transparencia y la participación.
Se quejan los residentes
Los residentes en las áreas cerca de la planta de carbón Medupi en la provincia de Limpopo de Sur África, radicaron una queja con el organismo de quejas independientes del Banco, el Panel de Inspección, señalando los costos escondidos del proyecto y la carga que ellas/ellos llevarán con la contaminación del aire y el agua, la degradación de la tierra y los impactos en sus medios de vida.
Antecedentes del Banco Mundial
La controversia Eskom arroja dudas sobre la revisión en curso de la estrategia energética del Banco Mundial (ver Boletines 69, 68, 67). A pesar de las afirmaciones sobre cuidado y apertura, desde el comienzo del proceso de consulta, el Banco continúa protegiendo sus inversiones de carbón. En París, en febrero de 2010, durante la primera consulta sobre la estrategia energética, el director de energía del Banco, Jamal Saghir, afirmó que era poco probable que cambiara el controversial acercamiento del Banco Mundial hacia el carbón.
Como parte de las consultas, una coalición de ONGs del Reino Unido publicó un documento en abril de 2010, proponiendo solo un rol limitado del Banco Mundial enfocado en su apoyo al acceso a la energía para las personas pobres, y pidiendo que se hiciera un retiro gradual de los préstamos a los combustibles fósiles.
Además y de acuerdo con una investigación reciente, los préstamos del Banco Mundial a la energía sostenible todavía se ven superados por los préstamos a las inversiones en combustibles fósiles. Un documento de las ONGs CRBM, Urgewald y el Proyecto Bretton Woods también mostró un aumento en préstamos energéticos a través de intermediarias financieras privadas que no aparecen en el informe de energía del Banco, a menos de que sean específicamente para energías renovables.
David Wheeler, antiguo economista del Banco, afirma que el Banco se está quedando atrás. “Gerencia del Banco Mundial tenga cuidado: El estatus de su institución como jugador central del siglo 21 está claramente en peligro. Sus más importantes clientes ahora están invirtiendo en la energía limpia a niveles donde sus propios recursos se ven diminutos, al tiempo que ustedes continúan subsidiando proyectos de carbón.”
Ver: http://www.brettonwoodsproject.org/art-566228
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