José Ignacio López, docente de nuestro Departamento, participó en el encuentro internacional Communication in/through Electroacoustic Music en Nagoya, Japón. El evento fue organizado por la Electroacustic Music Studies Network (EMS), una red de estudios relacionados con la música electroacústica. El profesor López presentó su ponencia titulada “Hybrid Modulations: Report on the Culture of Electroacoustic Music in Contemporary Peru”.
¿Cuál fue la idea central de su ponencia?
Presenté un estudio en el que veo cuáles son las posibles problemáticas que han existido en el desarrollo de la música electroacústica en el Perú, cuál es la situación actual y qué necesitaría suceder para lograr que se desarrolle.
¿Cuáles fueron esas problemáticas?
La música electroacústica es una cultura que tiene muchísimos años. Empieza en Alemania en los años 50. En el Perú no ha habido una pegada muy fuerte ni un desarrollo natural de esta cultura. Como no hemos tenido mecanismos de discusión, presencia académica o programas educativos relacionados, normalmente la gente no tiene una percepción compleja del sonido o de estas culturas musicales, en general. Nos hemos quedado en el discurso acústico o en el discurso eléctrico, pero no hemos implementado el desarrollo tecnológico tal cual se ha dado desde los 50. No ha habido una evolución de percepción. Ha habido una evolución logística. Es decir, ahora puedes comprar equipos más caros, aparatos más complicados, pero no los aprovechas porque no entiendes los cambios que ha habido en la percepción sonora en todo este periodo. Se usan como medio y se hacen las mismas cosas que musicalmente se hubieran hecho sin la necesidad del equipo. No hay una presencia artística, mental, intelectual, relacional. Es simplemente el proceso mecánico de utilizar las máquinas.
Los músicos deben estar incómodos con esas afirmaciones…
¿El músico en el Perú? Claro. Pero es por una cuestión de falta de exposición. Todos los discursos se aprenden. En todo el desarrollo de las artes musicales, existe una visión parcial. ¿Por qué? Porque no tenemos una educación relacionada a estos temas, aún. Es decir, no estamos siendo entrenados ni expuestos a más información. La idea es que, cuando los que trabajan en Comunicaciones, en Artes visuales o en Artes plásticas reciban una educación relacionada al sonido y a las artes musicales, tengan una visión amplia y entiendan qué ha pasado en los últimos 150 años; y no sigan pensando que la música se quedó en alguna época perdida del medioevo europeo, en la música clásica o en el jazz. Han pasado mil cosas y uno tiene que estar al tanto. Esa es la diferencia entre un trabajo académico y un trabajo amateur. Un trabajo universitario tiene que estar preparado y tiene que entender por qué se hacen las cosas.
¿Qué espacios hay en el Perú para aprender estos temas?
¿Esta es la parte donde tengo que decir “ninguno”? Creo que sí hay espacios y los ha habido. Pero ¿qué espacios hay ahora para trabajar qué? ¿Para trabajar Arte sonoro, piezas electroacústicas, qué exactamente? En el caso de lo electroacústico, hemos tenido esfuerzos académicos como los de Sosaya, Mercier, Ahon y el trabajo actual de Nilo Velarde por implementar el espacio del Conservatorio. Pero por múltiples razones históricas y sociales, no hubo un desarrollo muy fuerte en el momento que tuvo que darse. La información nos llega a través del mercado de la industria musical y de la masificación de los instrumentos electrónicos. Entonces, espacios hay pocos. Yo dicto el curso de Arte sonoro y el de Apreciación musical en la PUCP para desarrollar estos temas y me parece que son espacios importantes de exposición; pero no es un semillero que necesariamente va a desarrollar músicos electroacústicos. La intención es generar una población que pueda comprender el mundo sonoro que nos rodea. Otro lugar, donde uno se puede desarrollar como ejecutante, es el Taller de Electroacústica que estoy dictando en el Conservatorio Nacional de Música (o Universidad de la Música ahora). Fuera de eso, no existen laboratorios de música electroacústica en el Perú, por el momento. Lo normal sería que existieran, por lo menos de los más básicos, en todas las instituciones, pero no hay. Espero que pronto podamos contar en la PUCP con un laboratorio diseñado para la experimentación sonora. Sería útil para múltiples áreas de la universidad.
¿Qué pudo concluir del evento?
Lo más resaltante fue observar que nosotros no tenemos presencia; no formamos parte de un network. Otros países sí. Por ejemplo, en esta conferencia el único peruano era yo. Y es importante ver cuál es nuestra presencia porque el mundo sigue avanzando. El aspecto tecnológico es fácil. Simplemente compras el equipo y lo tienes. Pero mantenerse como parte de la discusión mundial, y aprender cosas nuevas y enfrentarlas, no solo como quien compra la máquina, sino más bien interactuando, no existe. De alguna forma, ir a este festival tenía por objetivo mostrar la presencia del Perú; es decir, mostrar que Lima (porque tampoco tenemos aún la opción de extenderlo a otras partes del país) también puede participar de esta conversación y que eso nos sirva de retroalimentación; para que ellos se enteren que existimos. La idea es tener un sistema de interacción. Así puedo enseñarles a mis alumnos las cosas que trabajan otras personas en otro lado, pero no solamente desde el punto de vista histórico, sino de forma personal. Entonces puedo contactar con compositores que conozco, pedirles sus piezas (que normalmente no se encuentran en Youtube) y mostrárselas a mis alumnos, que conversen con ellos o que lean sus textos. Eso hace que toda la discusión sea mucho más cercana. Es completamente diferente. A veces se dan talleres en Telefónica o en el Centro Cultural de España, pero si tenemos instituciones universitarias que están dedicadas a la enseñanza, ¿por qué no son esos los canales naturales de aprendizaje?
El jueves 21 de septiembre, el profesor José Ignacio López realizó un concierto para arpa y computadora organizado por Estudios Generales Ciencias. Junto a Eve Matin, alumna de la Universidad de Música, presentaron una sesión de Ejercicios electroacústicos en donde se mezcló el arpa con procesamiento digital.
¿Cómo se relaciona el concierto con este discurso?
Voy a la conferencia; interactúo con personas de todo el mundo que participan de estos temas; hablo del Perú en otros lados. Eso retroalimenta mi trabajo y a mis alumnos, pero ¿dónde está la práctica? Tiene que haber una forma de explicitar esto. No todo se puede quedar en un papel, en tres o cuatro personas conversando. No puedes estar interesado en algo que no conoces, que no existe o que no ves. ¿Cómo lograr que los discursos estén presentes en los ambientes de la persona? Invadiendo los espacios para que la gente escuche y se interese; invadiendo los jueves culturales de la Universidad o los espacios de danza, por ejemplo; haciendo experimentos con los alumnos. Claro, no soy Tongo. No voy a llegar a ese tipo de exposición, pero sí al menos a la gente del ambiente académico, que tenga algún interés intelectual en maneras más complejas de ver la música y el sonido.
Y esos son temas que, para mí, tienen que ser obligatorios. No importa que haya interés o no. El interés se genera; no nace solo. Se tiene que tener una Facultad de Filosofía, de Antropología, de Música. No son opcionales. Es necesario tener una educación compleja y completa. Para eso son necesarios todos los posibles aspectos. No se puede decir: “No. Música y tecnología no van porque pensamos que la música es otra cosa”. Tiene que tener una presencia y existir junto con todo lo demás. No puedes enfrentarte a la vida en general sin tener una visión amplia de todos los aspectos, incluyendo las artes, las ciencias y las humanidades.