Marco Arana visitó la PUCP en el mes de marzo para participar como ponente del Seminario ‘Comunicación y Cambio climático’, organizado por la Especialidad de Comunicación para el Desarrollo. En el evento compartió la mesa con profesionales de la comunicación social, peruanos y extranjeros, además del Ministro de Medio Ambiente, Manuel Pulgar Vidal, quien estuvo a cargo de las palabras de cierre.
El fundador y militante del movimiento Tierra y Libertad (único partido de izquierda con inscripción vigente) es actor importante en el Frente Amplio de Izquierdas, el más reciente intento del sector progresista peruano por unificarse y defender un proyecto político común. Esta semana, el FAI vive sus momentos más críticos, pues la postulación a la alcaldía de Susana Villarán y su posible alianza con Perú Posible podrían ser el detonante de su ruptura definitiva, a menos de un año de haber sido creado.
El ministro Pulgar Vidal ha dicho que eres un especialista en marchas…
Por fortuna dijo marchas legitimas (ríe). Yo le agradezco, aunque también pudo haber dicho que soy un experto ayudando en la construcción de una ciudadaniza ambiental en el país. En el Perú, la movilización ciudadana es el gran actor ausente. Tomo las palabras del ministro como un reconocimiento.
En tu presentación has mencionado que existe un discurso hegemónico cuando nos referimos a los conflictos sociales. En esa línea ¿Crees que la concentración de medios perjudicará la manera en que se muestran los conflictos?
El discurso hegemónico al que me refiero plantea que solo hay una vía de desarrollo: la que se basa en el crecimiento económico producto de la explotación de recursos naturales. En el Perú, esto se traduce en una economía primario exportadora que se consolida a través de los medios de comunicación. Yo tengo claro que la concentración de medios apunta a fortalecer ese discurso. Basta con notar que varios de esos medios de comunicación están vinculados a empresas con concesiones o con inversión directa en actividades extractivas. Esos medios se van a convertir en el brazo comunicacional de esos intereses económicos.
A diferencia de lo que muchos técnicos creen, tú afirmas que el Perú no es un país minero ¿En qué te basas?
Sé que mi afirmación causa enojos. Siempre me pregunté si esa categorización era un invento nacional o realmente había estudios científicos que la avalaran. Lo que encontré fue un texto escrito en los años setenta por un economista de la Universidad de Montana. Él dice que, cuando el 5% (o más) del PBI de un país proviene de la minería, podemos clasificarlo como un país minero. Pero ese mismo autor señala que las economías primario-exportadoras corren graves riesgos, porque si pretenden desarrollarse a través de la extracción de recursos deben invertir en el desarrollo tecnológico y en la generación de valor agregado, cosa que no ocurre ni por asomo en el Perú. Vivimos en un país forestal, pesquero, turístico, un país diverso económica y socialmente. No somos un país exclusivamente minero.
Bajo esas condiciones de casi nula inversión en desarrollo ¿Es posible promover la inclusión social?
No. Lo que se promueve en el Perú es el asistencialismo. Eso refuerza la imagen patriarcal del estado y la idea de que le debemos mucho a “papá Estado” por resolver nuestras necesidades puntuales. Estamos reforzando la idea de un gobierno o gobernante que te dan de su propio bolsillo. Eso debilita la institucionalidad democrática en el país, porque lo que se genera es un bolsón de asistencialismo, no se avanza en el uso de los programas sociales enfocados a la generación de empleo digno para que no tengamos que depender más de lo que nos repartan.
En el evento se habló mucho de responsabilidad social corporativa y de la necesidad de que el Estado fiscalice más, pero se habla poco sobre el sistema económico en el que estamos inmersos ¿Es posible no dañar el medio ambiente siguiendo la lógica del capitalismo?
Hay toda una discusión al respecto, pero lo que tenemos claro es que la matriz y la finalidad del capitalismo es la acumulación del capital. Muchos señalan que en América Latina (especialmente en el Perú) vivimos un nuevo proceso de acumulación y concentración del capital sobre la base de la destrucción de nuestros recursos naturales. El capitalismo guarda una contradicción. Para concentrar el capital tenemos que empezar destruyendo ecosistemas. Luego, se necesita recortar las libertades fundamentales, como ocurre cuando hacemos leyes para criminalizar la protesta. El capitalismo está directamente relacionado a una visión mercantil e instrumental de la naturaleza.
El “eco-socialismo” ha empezado a extenderse por todo el mundo ¿Cómo fue que la lucha medioambiental se volvió una bandera de la izquierda en nuestro siglo?
Las bancadas de izquierda en el parlamento europeo se han definido como eco-socialistas. Eso es un avance importante, porque las izquierdas tradicionales no habían incorporado esa lucha como algo central, a pesar de que Marx hablaba del metabolismo social, es decir, de la presión que la economía y la sociedad tiene sobre los recursos naturales. Esos temas están siendo retomados. Aún está por verse cuan profunda es esa perspectiva y cómo se incluye en la lógica redistribucionista que plantea la izquierda. En ese sector también es fuerte la visión economicista y desarrollista. La lucha por justicia social debe ir de la mano con la lucha por la justicia ambiental. En el Perú, nuestra propuesta es eco-libertaria y plantea tres variables de desarrollo: Justicia social, Justicia ecológica y la Radicalización de la democracia.
Y en el contexto peruano ¿El Frente Amplio de Izquierdas (FAI) tendrá estas demandas como una reivindicación central?
El gran desafío del Frente Amplio es unir los intereses de los partidos con las demandas de los ciudadanos de izquierda. Ese proceso, aún incipiente, genera expectativa porque es prometedor. Una de las grandes dificultades que tendremos que afrontar es lidiar con aquellos que solo ven al Frente Amplio como una plataforma electoral. La victoria de ese sector sería el fracaso del FAI. Nosotros vemos al Frente Amplio como un instrumento de trasformación social y de creación de poder. Ese es un gran reto porque, como todos los partidos políticos en el Perú, los que forman parte del Frente Amplio también sufren por la crisis de representación. Por eso resulta clave no estancarnos en lo electoral y pensar en el Frente Amplio como un proyecto a mediano o largo plazo. Solo así podemos soñar con ser un actor político relevante en las transformaciones que el país necesita. Las campañas del 2014 y el 2016 van a ser duras pruebas en las que se medirá la madurez de esa apuesta. Entonces veremos si el Frente Amplio sobrevive o solo algunos de sus miembros lo logran. La historia no absuelve. Puede liquidar proyectos por decisiones políticas equivocadas.