Fernando De Lucchi es profesor del curso de Análisis Musical en la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación. Es pianista y músico profesional. Dirigió el Conservatorio Nacional de Música y recientemente ha sido condecorado con la medalla de “Benemérito” por la Embajada de Polonia en el Perú. Participó como compositor musical en la realización de la obra teatral Fausto, basada en el libro de Goethe. Actualmente, la obra está en escena en el Teatro La Plaza, y las funciones van hasta la cuarta semana de junio.
¿Qué experiencias anteriores ha tenido en el ámbito de la musicalización teatral?
En el ámbito estrictamente teatral, he tenido la oportunidad de musicalizar obras tan interesantes y variadas como: “Sueño de una noche de verano”, “El alma buena de Se-Chuan”, “Doña Rosita La Soltera”, “Grande y pequeño”, “Woyzeck”, “Noche de reyes”, “La Marquesa Rosalinda”, “Los reyes”, “Ifigenia cruel”, “Diálogo secreto”, “Toda desnudez será castigada”, “Tango”, “Así que pasen cinco años”, “Pasaje de ida al paraíso”, “El lugar de las cosas salvajes”, “La resistible ascensión de Arturo Ui”, “La importancia del abrazo”, “Las tres viudas”, “Tartufo”, “Troilo y Crésida”, “La cantante calva” o “Un tranvía llamado deseo”.
¿Qué reto supone para un músico un trabajo como este?
Son varios los retos. Si bien es cierto la solvencia musical es requisito indispensable para esta labor, también lo es el conocer lo suficiente de teatro como para captar los deseos o planteamientos del director, ya que los directores generalmente desconocen los conceptos o terminología musical estándar y pueden llegar incluso a dar pistas erróneas al músico, provocando que este pierda tiempo al preparar propuestas que no funcionarán. Uno debe tener las herramientas suficientes como para adecuar las posibilidades reales que haya para la musicalización del montaje. Ello abarca aspectos estéticos, presupuestales, técnicos, comunicacionales, humanos y algunos otros.
¿Cómo fue el proceso para musicalizar las escenas de Fausto?
En este caso, la directora (Marian Gubbins) tenía muy claro desde antes de tomar contacto conmigo que la puesta sólo necesitaba música en dos escenas, y ya tenía decidido qué música iría en una de ellas. La otra escena, y para la cual se me estaba convocando, era nada menos que la noche de Walpurgis, escena que ha servido de inspiración a muchos compositores del ámbito académico, del rock o del folklore, pero que también se ha manoseado y llevado en ocasiones hasta los límites de lo huachafo. Marian no quería repetir el estilo rítmico desenfrenado de la mayor parte de lo que ya existe ni hacer algo que no fuese absolutamente original. Así las cosas, me senté a componer y tuve la suerte de que a Marian le pareciese muy precisa la propuesta desde un inicio. Lo siguiente fue desarrollar la composición ajustándola a la evolución de la escena y cuidar los detalles de su ejecución.
Al tratarse de una obra trágica que integra una serie de personajes de fantasía y momentos de intensidad emocional, ¿cuáles han sido los recursos de composición musical que más ha utilizado?
He utilizado el lenguaje tonal, que es para para mí uno de los que mejor procesa perceptualmente el ser humano en la actualidad, pero generando un poco más de tensión que lo habitual, especialmente en el aspecto armónico. La música debía sujetarse a un formato coincidente con la propuesta escénica, casi de cámara, y por ello la música tiene pocos instrumentos pero la combinación es poco común: violines, cello, contrabajo, cimbalón y acordeón. He utilizado el ritmo de habanera, famoso por la sensualidad que transmite, pero combinándolo con las secuencias de intervalos armónicos semi disonantes, lo que ha contribuido a generar la atmósfera extraña y tan especial que se necesitaba.
Luego de ver la obra, ¿qué le ha parecido el resultado final?
Me encantó ver cómo a través de la coreografía, la dirección y el estupendo trabajo de los actores y actrices que participan en esos momentos, se logró consolidar una escena complicada sin caer en lo común ni explícito y dotándola de profundo significado. Estoy muy contento de retomar, en calidad de músico, mis antiguos vínculos con la actividad teatral. También me ha dado mucho gusto constatar una vez más que la gente preparada en la PUCP es de primerísima calidad en el mundo del teatro nacional.