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Margarita Ramírez en la Cumbre Mundial de Infografía

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La profesora Margarita Ramírez, coordinadora de la Especialidad de Periodismo, estuvo presente en la edición número 22 de la Cumbre Mundial de Infografía Alejandro Malofiej, que se lleva a cabo cada año en la ciudad de Pamplona, España. El evento organizado por la Universidad de Navarra incluye exposiciones, conferencias, workshops y concluye con una premiación a los mejores trabajos del año. A pocos días de su regreso a Lima, Margarita nos cuenta más sobre esta experiencia que la ha hecho reflexionar sobre el rol de la infografía en la prensa.

¿Tú participación fue gracias a una invitación o debido a una motivación personal?

Yo estaba al tanto de la existencia de esta cumbre hace muchos años. Allí premian anualmente al mejor infografista del año. Un jurado busca los mejores trabajos publicados por categorías, especialmente en diarios. Además hay un taller de tres días en los que haces infografías con los expertos.

¿Viste algo que puedas implementar en tu curso?

Creo que ese fue el objetivo central de mi viaje. Yo fui a refrescar lo que desarrollamos aquí con lo que se hace en las publicaciones periodísticas a nivel mundial. Debo decir que no estamos tan lejos del objetivo. Tenemos claros nuestros objetivos periodísticos. Una de las cosas que más me llamó la atención fue el trabajo de un brasilero Alessandro Alvin. Su ponencia estuvo muy bien ilustrada, porque grabó todo su trabajo de campo en el Cristo del Corcovado. Esa experiencia, de haber estado dentro del monumento, se nota en su trabajo. Es muy interesante la profundidad de su trabajo de campo previo a la realización de la infografía. No solo graficó lo que encontró en internet, sino que trata de explicar con detalles su experiencia a alguien, buscando que sienta lo mismo que él sintió.

Entonces ¿Crees que para hacer infografías no basta solo con ser diseñador, sino que es necesario tener una manejo periodístico?

Sí. La mayoría de ellos son periodistas dedicados al recurso grafico o gráficos metidos en el quehacer comunicativo. No son diseñadores que hacen infografías como un estilo más. Son gente adaptada al manejo de la información y comprometida con hacerla visual. Eso es super interesante. Otro trabajo muy interesante fue el del sueco Mats Odéen. Él es diseñador y está a cargo de la presentación del periódico “Dagens Nyheter”. Su propuesta, en lo que respecta a la definición del público objetivo del diario me atrajo mucho. Ellos dicen que la publicación está dirigida a una mujer llamada María que tiene 36 años, es profesora de una escuela primaria, casada, tiene hijos y participa activamente en su sociedad. Ellos orientan su trabajo hacia el entendimiento de María, trabajan con un público definido por las características de entendimiento que ella tiene. A veces decimos habla de que la publicación está dirigida al sector A, B o C, pero todas esas cosas son abstractas. Es interesante que se materialice el público, no como una masa de gente, sino como una persona concreta. Creo que si aplicáramos esa idea en el Perú, quizás tendríamos una educación más eficiente.

En materia visual ¿Hubo algún trabajo que llamara tu atención?

La presentación del infografista de The Times, John Grimwade fue una de las más reveladoras. Él dirige todo el trabajo grafico a lo simple. La parte ilustrativa es dejada de lado. Los dibujos y el virtuosismo visual no eran su tendencia. A veces uno piensa que hacer una infografía es como hacer una ilustración. Lo que presentó John fue el trabajo que hace con sus alumnos en la escuela de Visual Arts en Manhattan. En esos trabajos, lo gráfico es lo que habla, lo que transmite la información. Yo sé que eso tiene sus limitaciones, pero la simpleza de lo grafico también es interesante, porque nos permite concentrarnos en la información y dejar un poco de lado lo estético.

¿Lograste reconocer alguna tendencia en los trabajos presentados?

Lo que la mayoría enfatizaba era la necesidad del uso de gráficos para la presentación del análisis de datos. Todas las estadísticas, informaciones económicas y datos comparativos son tratadas con infografías. Por ejemplo, podríamos hacer aquí un mapa del Perú en el que indiquemos cómo se gasta la energía eléctrica por región, además del género, edad y actividades de los usuarios. Esa es la tendencia en las infografías. Ya no solo nos cuentan cómo ocurrió un hecho, sino que contiene información dura, de índole económica y política. Eso llama la atención, porque en el Perú estamos a años luz de eso. Estas infografías presentan datos que pueden ser reveladores según lo que quieras analizar, porque te permite verlo desde distintas perspectivas.

¿Por qué crees que eso no se hace en el Perú?

Es que tenemos limitaciones. Estamos muy atrasados con respecto al primer mundo. Esos países tienen otro desarrollo. La primera limitación es que nosotros no trabajamos con tanto material ni recursos para análisis de datos. Los nuevos espacios que forman periodistas académicamente permitirán que tengamos periodistas diferentes. Yo creo que ese es el aporte de la Universidad. Queremos periodistas que sean capaces de manejar datos e información de un nivel complejo pero que logren hacerla accesible a gente de a pie. Ese es el reto. El periodista debe transmitirnos la información y estimular nuestro criterio, no manipular la información.

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Raúl Riebenbauer: El compromiso periodístico con la memoria.

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Todo empezó cuando tenía solo 23 años. Raúl, un joven valenciano de ojos verde esmeralda, acababa de graduarse como periodista. La curiosidad lo llevó a ojear un libro, sin saber que dentro una imagen estaba a punto de cambiarle la vida. “Ejecutados” decía el titular de un periódico sensacionalista publicado durante el gobierno franquista. La portada mostraba el rostro de dos hombres, muertos a garrote vil, acusados de asesinar a un guardia civil del régimen. La mirada misteriosa, perdida, de uno de ellos, capturó especialmente su atención. Se trataba de un supuesto apátrida de origen polaco. Raúl dedicó diez años de su vida a develar la identidad y el drama real de este hombre, víctima de la injusticia de un régimen asesino.

Los periplos y revelaciones de esta investigación son narrados en el libro “El silencio de Georg: La investigación periodística de un crimen de Estado”, editado por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). El lunes, Raúl presentó la publicación en el marco del curso ‘Periodismo de investigación’, a cargo del profesor Orazio Potestá. Conversamos con él sobre el libro, la responsabilidad de los periodistas en la preservación de la memoria y su experiencia como inmigrante español. Los dramas de dos paises, marcados por la violencia política, se funden en él.

¿Tenías conocimiento de lo ocurrido en la dictadura antes de tu investigación?

Yo tenía 6 años cuando Franco murió tranquilamente en 1975. No fui consciente de la dictadura, por mi edad y porque mi entorno no era político. Mi madre era austriaca y mi padre era español, pero era una persona con muy poca formación y pocos conocimientos políticos. No tuve una conexión con el pasado de la dictadura. No supe de su horror hasta mucho después.

Quizás esa es la causa de tu posterior interés en el tema.

La curiosidad llegó cuando tenía 23 años. Encontré un libro con la portada de un periódico que mencionaba a dos hombres ejecutados a garrote vil. Esta era una forma de ejecución de origen medieval muy usual cuando existía la pena de muerte. Es un aparato de hierro que se fija a una silla y tiene una argolla que aprieta el cuello. Se supone que producía la muerte al fracturar las cervicales, pero usualmente la gente moría por asfixia. Si la pena de muerte es espantosa, esta forma de morir lo era aún más.

Investigaste la historia de un hombre en especial ¿Quién era él?

Era un supuesto apátrida de origen polaco. El régimen lo acusó de matar a un policía de carácter militar sin razón alguna. Decían que también había asesinado a otro policía días antes en Barcelona. Él lo negó hasta el momento de su muerte. Siempre se le conoció como “el polaco”. Muchos decían que su muerte fue un complemento de la otra ejecución, que era la de un anarquista catalán. El catalán fue asesinado para vengar la muerte del presidente del gobierno de Franco, Luis Carrero Blanco, a manos de ETA. La dictadura quiso dar un golpe de dureza y decidió ejecutarlo. Para maquillar la represalia, decidieron condenar tambien a un preso civil. Eligieron al apátrida de origen polaco.

Diez años pasaron desde tu encuentro con el tema hasta la publicación del libro ¿Fue difícil la investigación?

Me tomó 10 años encontrar las respuestas. Cuando me crucé con la fotografía me vinieron muchas preguntas ¿Quién era este hombre? ¿Qué hacía en España? Lo primero que hice fue buscar a su abogado. Supuse que si había sido sometido a un proceso, debía haber tenido un defensor. Logré contactar con su abogado civil, que en verdad fue un elemento decorativo para aparentar imparcialidad. Lo difícil fue conocer los detalles del proceso. Para hacerlo, debía acceder al archivo del caso. Entonces descubrí que en 1995 existía un deseo de amnesia sobre lo que había ocurrido en la dictadura. No se podía acceder a los archivos. El tribunal militar me negó el acceso. En ese momento se disparó un resorte dentro de mí. Probablemente la negación me estimuló. No fue un proceso fácil. Debí entablar un juicio contra la administración del estado. Luego de varias sentencias contrarias, un juez me dio la razón.

¿No hubo periodistas anteriores a ti que investigaran la dictadura?

Yo fui el primer periodista que accedió a un archivo militar de la dictadura. Fue importantísima la labor de mi abogado, porque no era una lucha periodística sino jurídica. En el camino, todo me mostraba que había un deseo de olvidar lo que sucedió en España. Recién un año después de la sentencia favorable pude ingresar a revisar el sumario del caso. Los militares continuaron bloqueando mi acceso. Decían que no sabían de la sentencia. Tuve que ir acompañado de una agente judicial para poder ingresar. Debí trascribir todo el historial a mano durante varios días.

¿Qué te hizo venir al Perú?

Vine por temas personales. En 2012, cuando quise volver, España se había descompuesto mucho económica y socialmente. Ya no había las mismas oportunidades laborales. Entendí que debía quedarme aquí. En España era guionista de muchos programas de televisión, probábamos formatos muy innovadores. El último programa en el que participé se llamaba ‘Acción directa’. Enseñábamos a los cooperantes españoles a grabar su vida cotidiana, a contarla en primera persona. Cuando llegué al Perú me di cuenta de que no podía seguir haciendo televisión. La fugacidad de ese medio ya no está acorde a mi ritmo de hacer las cosas.

¿El Perú te permitió libertarte de la tv?

Asumí un riesgo. El riesgo de reinventarme, plantearme la posibilidad de dictar clases de aquello de lo que sé un poco. Ya había dado conferencias a partir del libro, pero nunca había dictado clases. Quería dictar un curso en el que pudiese trasmitir pasión al alumno. Por eso no enseño cualquier materia. Eso tiene un costo. Mi economía aun es pequeña, pero la hago crecer a mi ritmo. Esa es la idea, crecer de una manera progresiva y controlada, sin necesidad de trabajar en cualquier cosa.

¿Pensaste alguna vez que tendrías que pasar por este proceso de migración?

No. Cuando empecé la búsqueda para el libro jamás hubiera imaginado que 20 años después estaría en Perú, presentando el texto y compartiendo mis experiencias con alumnos. Esto me ayuda mucho a crecer. Estoy tratando de encontrarme a los 44 años. Me siento cansado pero feliz.

¿Crees que tu libro contribuye a cerrar un capítulo de tu país?

Cuando accedí al sumario, accedí a que la persona sobre la que yo me hacía preguntas recobrara su identidad. De alguna manera le devolví su identidad perdida. El libro Permite cerrar historias familiares y personales. En ese sentido sí colabora con recuperar la memoria. Colabora con la lucha en contra de esa amnesia que encontré en mi país.

Has llegado a un país que también tiene heridas que no sanan…

El Perú en estos momentos está en una especie de filo de la navaja. En un lado está la amnesia y en el otro el recuerdo. Es imposible pedirles a las víctimas que olviden. Al celebrarse el décimo aniversario de la entrega del informe final de la CVR, asistí a un encuentro en el que participaron muchas víctimas del Conflicto Armado Interno. Me paré al lado de una mujer, que de pronto volteó y me contó la historia de Melissa Alfaro. Era la hermana de la periodista que murió cuando un sobre bomba le estalló en las manos. La joven que hablaba conmigo llevaba en los brazos una foto de Melissa. Esas cosas hacen que note la importancia de no olvidar. No para vengarnos, sino para buscar justicia. No se le puede decir a los hermanos o a la madre de Melissa: “¡Olvídense!, ¡Pasemos la página! ¡Estamos en tiempos de crecimiento! ¡Vamos hacia allá!” ¡Es imposible! Para ellos Melissa era irrepetible y se la quitaron.

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Periodista español presentará libro en la PUCP

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El valenciano Raúl Rienbenbauer dedicó diez años de su vida a investigar un hecho que lo obsesionó: La ejecución de un ciudadano alemán durante la dictadura franquista. El resultado de esta ardua tarea es un libro escrito en primera persona titulado El Silencio de Georg, que será presentado este lunes 23 a las 10:30 am. en la clase de Periodismo de Investigación, a cargo del profesor Orazio Potestá.

Margarita Ramírez, coordinadora de la Especialidad, invita a todos los intresados a asistir a este evento, en el que también se ofrecerán ejemplares a precios especiales.

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