Fascinación por Arguedas: Gabriela Núñez es una de nuestras dos docentes investigadoras 2014

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Gabriela Núñez solo había leído algunos cuentos de Arguedas cuando empezó su doctorado en la Universidad de Pittsburgh. Allí, abrumada por la soledad de ser la única latina de su clase, trató de buscar espacios donde sentirse más cómoda. Lo encontró en el Centro de Estudios Culturales Latinoamericanos. Una beca le permitió llevar el curso “Literatura andina” en esa unidad. Cuando se inscribió no imaginó que un autor captaría tanto su atención, al punto de que dedicaría su tesis y otros estudios posteriores a entenderlo. La lectura completa de los textos de Arguedas la acercaron a un país que no conocía del todo y a una realidad fascinante de la que no ha podido escapar hasta hoy. “Arguedas es múltiple. Es literato, antropólogo, educador, promotor cultural y poeta. Cuando uno entra en él, ya no sale” nos confiesa.

Gabriela es una de las profesoras de nuestra Facultad reconocidas por el Departamento con el rol de investigador docente durante este año. Su trabajo “Arguedas: difusor de la música andina en el Perú’ intenta abordar el trabajo del destacado escritor desde un aspecto poco investigado.

¿Por qué Arguedas?

Me interesa Arguedas como un autor completo. Se le ha estudiado mucho desde el punto de vista literario y antropológico, pero es un escritor que tiene muchas otras aristas. Fue un pionero en la comunicación intercultural y en el tendido de puentes entre la cultura andina y la costeña. Uno de esos puentes es la música. Hay algunos estudios sobre ese tema, pero no están sistematizados. Yo quiero sistematizarlos y añadir un estudio sobre la forma en que Arguedas difundió la música andina en el Perú. Una primera fase es exploratoria, qué se ha dicho y qué se ha hecho.

¿Cuáles son las etapas que seguirá la investigación?

La primera fase es exploratoria. Buscaré qué es lo que ya se ha dicho sobre el papel de la música en Arguedas. Una segunda fase está orientada a encontrar qué hizo Arguedas, sus proyectos cuando ocupó cargos públicos en el Ministerio de Educación y en la Casa de la Cultura. Qué música recopiló, qué entrevistas grabó. La tercera fase será de entrevistas, buscando definir el impacto de Arguedas en los músicos de la época, algunos de los cuales aún viven. Por último, debo incluir de todas formas la parte literaria. Me estoy centrando en tres novelas: Yawar Fiesta, Los ríos profundos y El zorro de arriba y el zorro de abajo.

¿Por qué es importante investigar a Arguedas desde las comunicaciones?

Arguedas me parece un caso muy paradigmático para las comunicaciones. No solo por el interés en la comunicación intercultural, sino por su capacidad de moverse entre diferentes tipos de lenguaje. Arguedas creció en comunidades andinas, orales y estaba embebido en esa percepción del mundo, mucho más integrada con el contexto, sinestésica. La visión occidental, en cambio, orientada a la escritura, nos separa del entorno. Arguedas está tan embebido de oralidad que la trasmite en su escritura. Entonces hay cruces de discursos entre lo oral y lo escrito. Hay cultura popular y cultura de élite. Era amigo de músicos, gente del campo, pero también amigo de personajes ilustres de la cultura y la política. Esa capacidad de moverse entre diferentes estratos, clases, zonas geográficas, discursos, lo hace muy rico para estudiar en las comunicaciones, porque es una síntesis de lo que somos.

¿Parte de alguna hipótesis especial?

Siempre se dice que Arguedas estuvo entre lo andino y lo costeño. Se ha destacado más su parte desgarrada. Su vida termina en un suicidio. Muchos dicen que eso, simbólicamente, representa la imposibilidad de la síntesis. Pueden haber existido otras explicaciones más personales, pero algunos ven en esa tragedia el final, luego de la decepción por la imposibilidad de la síntesis transcultural en nuestra sociedad. Yo no hablaría de una hipótesis, sino de una exploración desde el otro lado. No investigaré al Arguedas desgarrado, sino del que integra. Él tenía la capacidad de, en medio de la situación más dramática, pensar siempre en una esperanza. Esa esperanza se daba a través de la resistencia cultural o una memoria mítica que está en los peruanos. Yo creo que eso se estamos viendo en Lima, a pesar de las transformaciones.

¿Cómo se expresa eso en nuestra ciudad?

En las transformaciones y la música. Creo que la estética andina en general está mucho más integrada en la música que se escucha en Lima. Es cierto que aún hay discriminación en zonas de élite, pero creo que por sobre eso podemos descubrir integración. En el Perú pasa todo al mismo tiempo. Estamos abigarrados entre diferentes expresiones. Pero entre todo, como en el medio de una roca amalgamada, pueden verse algunos intersticios de filtración que nos conectan a todos. El mensaje de Arguedas fue dejar una esperanza, aunque dentro de un realismo muy grande. Esa esperanza la veo a través de la música. El Perú es un país muy musical y creo que Arguedas hizo un esfuerzo por difundirlo.

El Perú es un país que ha cambiado desde la muerte de Arguedas. Supuestamente vamos camino al desarrollo y a la integración. ¿Siguen siendo válidas las contradicciones internas de Arguedas?

Yo creo que si Arguedas viviera estaría escribiendo otro libro. Lo han dicho muchos, como Ricardo Gonzales Vigil. Arguedas siempre sintió el pulso del Perú. Cada libro suyo representa una fase de la historia de nuestro país. Sus cuentos son regionalistas, luego se extiende, sale del pueblo, se mueve. En ‘Todas las sangres’ intentó sintetizar a todos los representantes de la sociedad peruana: el gamonal, el indígena, el migrante, el mestizo. Hizo un esfuerzo enorme. En ese momento se le criticó mucho por querer usar la literatura como herramienta sociológica. Luego se le ha entendido más. Después abordó el proceso de la migración en su lado más oscuro con ‘El zorro de arriba y el zorro de abajo’. Arguedas trató de mostrar la evolución histórica de la realidad peruana a través de sus obras.

Si Arguedas estuviese vivo, ¿En qué estaría centrando su atención?

En los movimientos indígenas. Quizás en Conga o en lo que pasó en Bagua. Él deja de lado el indigenismo tradicional que lo precedió. Vivir con esas personas a las que luego retrató lo hizo sentir que tenía la misión de contar las cosas con la verdadera complejidad que las caracterizaba. A pesar de eso él no era indígena, siempre estuvo más cerca de lo opuesto. Él logró que aquellos que habían sido invisibilizados fueran visibles. Ahora tenemos narradores o artistas de la sierra y la selva. Tenemos gente de esas mismas comunidades que tienen voz propia, incluso en la política. Hay personas de esas comunidades que son altamente preparadas. La mirada que ellos tienen al abordar su realidad es mucho más completa. En su momento Arguedas era una excepción en el mundo académico. Era una suerte de puente vivo entre esos dos mundos. Ahora tenemos a muchos como él, que también son puentes. Yo siento que, a pesar de todo, Arguedas estaría contento.

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