¿La producción es el cargo que más te interesa?
Desde que estudié en la Universidad siempre me gusto hacer producción, es lo que más disfruto. En Tren de juguete, por ejemplo, mi trabajo como productora no se restringió a conseguir la utilería, me encargué también de evaluar el guión, revisar el material y apoyar como productora ejecutiva.
En el caso de Chicama la producción fue compartida con Héctor Gálvez. Yo llegué al proyecto cuando la fase de guión estaba terminada, y por eso mi labor fue abocada exclusivamente al trabajo de campo y preproducción. También me encargué de la distribución de la película. Pese a que la película recién se ha estrenado, ya estamos viendo el tema de la distribución en festivales.
¿Qué es lo más difícil de hacer producción?
Curiosamente a mí me pasa que no me parece difícil el trabajo de conseguir la utilería necesaria para las películas. La parte más complicada es la preproducción, porque yo en el rodaje descanso. Si yo hago bien mi trabajo durante la preproducción, en el rodaje simplemente ejecuto. La parte difícil es empezar a construir el mundo de la película desde los personajes, el casting, las locaciones y el trabajo logístico que de eso deviene (los permisos, los pagos, toda la cuestión contable).
Creo que sí es importante, pero cuando yo empecé no tuve esa ventaja. Para mí es fundamental quedar bien con las personas con las que uno trabaja, siempre es bueno cumplir, nunca fallar. Las personas con las que trabajas en una película te pueden ayudar en los siguientes rodajes, recomendándote o apoyándote, por eso es importante quedar bien con ellos.
Crear una imagen de productor eficiente
Sí, una imagen del productor y en general de un cine peruano eficiente y cumplido. Me he topado con muchas personas que tienen el prejuicio de pensar que durante el rodaje vamos a destruir las locaciones, piensan que nos vamos a ir sin dejar las cosas como estaban, que no vamos a cumplir. Es una imagen que está muy presente. Creo que el cine peruano no ha tenido mucho cuidado con este trabajo y por eso existe este prejuicio.
A mí me da mucha satisfacción que las personas con las que he tratado en estas últimas películas me escriben con frecuencia, me saludan por mi cumpleaños, de alguna forma me estiman. Me parece que es importante construir esa relación e imagen.
En Emergencia Audiovisual trabajas con Rómulo Franco y Willie ilizarbe (ambos egresados de la Facultad de comunicaciones). Cuéntanos cómo surgió este proyecto.
Emergencia Audiovisual comenzó con más personas, todos de la Universidad Católica. Estaban con nosotros Verónica Pérez, Javier Becerra, Rómulo Franco, Willie Illizarbe, Gustavo Herrera y Carlos Sánchez. Éramos bastantes al principio, pero poco a poco algunos se fueron para lograr sus propios proyectos y metas. Ahora quedamos Rómulo, Willie y yo. La idea inicial de Emergencia fue precisamente llevar a cabo los proyectos que nosotros teníamos en ese momento, porque necesitábamos apoyo en la parte técnica. El nombre salió de ahí, porque en la Facultad había muchos problemas logísticos en relación a préstamo de equipos. Nosotros consideramos que esos problemas representaban una emergencia y por eso decidimos darle ese nombre. En ese momento no éramos una empresa, éramos un grupo de alumnos que trataba de establecer un dialogo con la jefatura de la Facultad para generar cambios. Luego de esa etapa decidimos conservar el nombre y creamos lo que hoy es Emergencia Audiovisual: una empresa productora de películas, documentales, videos con nuestra firma y que además presta servicios de producción audiovisual.
Hablando de problemas logísticos, ¿qué carencias y virtudes tiene la Facultad?
Yo supongo que siempre es un problema el préstamo de equipos.
Afortunadamente ahora son mucho más accesibles y hay más facilidad para hacer grandes proyectos con poco equipamiento. Yo creo que la variable técnica ya no es tan determinante como antes. Me gustaría que en la Facultad hubiera más apertura con respecto a esto, pero entiendo que siempre es una cuestión difícil de manejar.
El avance tecnológico facilita la realización de cine con menos equipo y más barato.
A mí me pasó algo muy curioso con Chicama y El limpiador (película que se estrenará en verano). Chicama es una de las últimas películas que se han filmado en analógico. El limpiador, por el contrario, fue para mí una experiencia digital muy grata. Los problemas que tuvimos con Chicama a la hora del revelado, todas esas cuestiones operativas y logísticas que son muy costosas, no las tuvimos con El limpiador. El limpiador es una película que se hizo en un año, un tiempo record. La diferencia fue sustancial. En un momento pensamos que debimos haber trabajado Chicama en digital.
¿Qué es lo que más rescatas de tu experiencia en la Universidad?
Yo tengo que agradecerle mucho a la universidad, porque estudié con préstamo universitario. En realidad, creo que la universidad confió en mí y me permitió estudiar ahí toda mi carrera. Otra cosa importante que reconozco es la base que tuve en estudios generales. Hasta hoy muchas de las cosas que aprendí en generales me ayudan bastante. No estoy de acuerdo con aquellas personas que creen que los estudios generales son una pérdida de tiempo. A mí me ha servido saber de literatura, de historia, de arte, todo me ha servido y me sigue sirviendo a la hora de hacer cine.