Algunos de los ensayos que presentas en el libro, ya habían sido publicados hace algunos años ¿Cómo fue que decidiste compilarlos y darles esa particular estructura?
El libro está compuesto por ensayos que he escrito a lo largo de 40 años de trabajo. Algunos son inéditos, como las breves notas sobre música. Es una compilación de toda una vida de actividad intelectual. A pesar de tratar temas tan diversos (la música, la danza, la muerte de un actor), a pesar de eso me parece que constituyen en conjunto, una suerte de propuesta estética. Esa es la unidad que da sentido a este conjunto, en apariencia heterogéneo, de textos.
Estos textos son una combinación de crítica y reflexión sobre experiencias personales. ¿Te parece que el término ensayo es el más apropiado?
El ensayo, como género literario, es una expresión personal. Además de ser una investigación objetiva, es una búsqueda personal. Montaigne ya hablaba desde el yo a partir de sus inquietudes, experiencias, sensaciones y perplejidades hace muchos años. No es algo novedoso. El problema ha sido que con el paso del tiempo la palabra poco a poco ha ido convirtiéndose en una suerte de sinónimo de cualquier tipo de investigación. Entonces, un político escribe un texto y le denomina ensayo; un sociólogo escribe otro texto y le denomina ensayo. Me parece que se ha generado una acepción más amplia del término. Pero la acepción que yo uso es la que corresponde al ensayo como género literario, relativamente tradicional, que parte con Montaigne, y que tiene como carácter muy visible la participación personal del autor. El autor no se borra, se examina.
En realidad, yo solo he escrito ensayos. Mi libro Martin Chambi, fotógrafo es una investigación muy seria, muy objetiva, muy profunda, supongo; pero al mismo tiempo es una investigación personal en la medida en que yo conocí de niño a Chambi. De tal forma que la investigación se mezcla con los recuerdos personales del ámbito donde vivió Chambi. Desde la adolescencia, yo escribo ensayos inspirado en los libros de Unamuno y Mariátegui.
Has ordenado los capítulos de la siguiente manera: Cine, Danza, Música, Literatura. ¿Existe una relación proporcional entre ese orden y tu interés por cada uno de esos artes?
No, no, por lo menos no lo creo. Simplemente invertí ese orden con una intuición de lector. Porque si bien público desde los catorce años, en última instancia soy un lector. Creo que un buen lector. Entonces, con la intuición de lector creí que la mejor forma de componer ese conjunto de textos era ésa, porque de ese modo iba a conseguir mayor interés de parte de mis lectores.
En los capítulos amor por el cine y amor por las palabras, queda la sensación de una experiencia con el arte dividida por etapas: el arte como imaginación alterna en la infancia, el arte como escape al claustro del colegio en la niñez y pubertad, y el arte como amplificador de la vida cotidiana en la juventud. ¿Crees efectivamente que existe este tipo de relación?
No estoy seguro si en todos los casos. En el mío sí lo fue. Tal vez has omitido una sola etapa. Junto con las demás dispersiones, hay una, muy importante, que está entre ellas y que nunca ha desaparecido: el instante en que el arte empieza a preocuparme como oficio, como mecanismo, ya sea el arte del cine o la escritura, porque ambos son, además de su temática, una organización formal, ambos presentan la carpintería interior, como diría García Márquez. Entonces, empiezo a interesarme por el cómo se hacen las películas, las novelas. En lugar de interesarme por las historias o los actores, empiezo a interesarme por cómo se logran los efectos, y eso me parece característico de aquellos que tienen la vocación de escritor o de cineasta. No necesariamente de cualquier aficionado. Si uno es un aficionado no compulsivo, creo que podría prescindir perfectamente de esta estación que acabo de añadir, pero cuando uno sí está comprometido es necesario interesarse por estos mecanismos.
Las experiencias artísticas que narras en el libro son muy intensas. ¿Esta intensidad ha variado en todos estos años de vida?
No en intensidad. No voy a decir que haya crecido tampoco. La juventud tiene como signo la pasión por lo que uno hace y se supone que con los años esa pasión va cediendo. No en mi caso, continúa siendo el centro de mi actividad mental, que es otra forma de decir de mi vida. Todos los días tengo una grata preocupación por el cine y la literatura y por sus relaciones.
¿Se puede decir que El elogio de la luz es un libro autobiográfico”?
Claro que sí. En el prólogo lo menciono a modo de disculpa. Porque se suele pensar que cualquier referencia autobiográfica de una persona que no es famoso o importante tiene una carga de vanidad e impertinencia. Yo no creo eso. Yo creo que las cosas las entendemos de acuerdo con el cristal con el que las miramos. Entonces, es necesario saber primero cómo afecta ese cristal a las cosas que uno mira. Por consiguiente, tienes que hablar del cristal y, al hablar del cristal, tienes que hablar de ti y de tus circunstancias. Esa es la razón de por qué el factor biográfico tiene ese peso en este libro.
¿Tienes algún otro proyecto en mente?
Tengo un libro que ya está terminado. Creo que es el libro más importante que he escrito en toda mi vida. Se llama: del libro a la pantalla, relaciones del cine y la literatura. El cruce de esas dos disciplinas es lo que yo he venido estudiando desde la infancia, es mi genuina especialidad. De tal modo que creo que tengo amplio conocimiento del tema. El conjunto de textos que forman parte de este libro son muy ambiciosos; me parece que constituyen un aporte que no existe en Latinoamérica. No creo que se haya logrado una investigación tan amplia sobre esa temática. Por eso es que tengo aspiraciones con respecto a ese libro.
Lo tengo listo hace cinco años, pero aún no lo he publicado porque estaba esperando poder hacerlo en el extranjero. Hace un par de años estuve a punto de publicarlo en una editorial española, pero ésta cayó en problemas financieros por la crisis y no se concretó el acuerdo. Si no logro conseguir publicarlo fuera, lo más probable es que lo haga en el plano local. Será un gran aporte.