Cada dos semanas, los miércoles al mediodía, la profesora se reúne con un grupo de profesionales de diversas especialidades para establecer cuáles son las prácticas que resultan beneficiosas o no para la población. Buscan que las investigaciones que se desarrollan en el Instituto no dañen a los sujetos de investigación. “Mediante el cumplimiento del reglamento, hacemos que se respete el componente ético en la metodología, los marcos teóricos y hasta los supuestos de los que parten las investigaciones”, asegura.
Me invitaron por mi perfil profesional de comunicadora porque ellos sentían que tenían la necesidad de incorporar asuntos de orden público, interpersonales y sociales relacionados a la comunicación. A ellos les interesaba pensar en la formación de la opinión pública relacionada a la salud. Querían saber cómo recibía la población los hallazgos, descubrimientos y proyectos que ellos podrían promover.
¿Cómo ha contribuido esta experiencia a su labor como investigadora en comunicaciones?
Mi perspectiva de la investigación cambió por completo a partir de esta experiencia. El rigor en la investigación médica es muy interesante. Contraponerlo con las formas de investigación en comunicación me enriquece mucho.
Me recuerdan todos los días que trabajamos con seres humanos y no con medios de comunicación, y que la comunicación la hacen los seres humanos. Me recuerdan permanentemente que la autoformación, la autoeducación y la actualización es un asunto de todos los días porque ellos necesitan estar al tanto de los avances de la ciencia, y los avances de la ciencia vienen de la investigación.
Toda mi vida me ha gustado el mundo de la medicina, por eso terminé en ese Comité. Me hubiera gustado probablemente más ser médico que comunicadora, y entonces, gracias a este trabajo, me realizo.