¿La Santa Sede sanciona por “mala práctica periodística”?
5:00 p.m. | 8 nov 24 (CX/NCR).- Entre los expulsados del Sodalicio de Vida Cristiana por el Papa se encuentra Alejandro Bermúdez, conocido periodista católico. Vaticanistas han analizado su caso por el riesgo de que el castigo se interprete como un ataque a la libertad de expresión. Se observa que su labor periodística no está en la raíz de la sanción, sino su rol como consagrado y autoridad espiritual, y su actitud polarizante e intimidatoria en medios. Es una forma de enfatizar que la Iglesia no avala estas actitudes, menos en su nombre.
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Sobre la ambivalencia de la sanción a Bermúdez. Comentario de John Allen Jr.
El individuo en cuestión, Alejandro Bermúdez, es el antiguo director de ACI Prensa en español y de la Catholic News Agency en inglés, propiedad de EWTN. En la actualidad trabaja de forma más o menos independiente y mantiene un perfil muy activo en las redes sociales. Lo conozco desde hace años, y en algún momento formé parte de un grupo que se reunía en Denver, convocado por el arzobispo Charles Chaput, en el que también participaba Bermúdez. De hecho, sería difícil haber estado involucrado en el periodismo católico, tanto en inglés como en español, durante el último cuarto de siglo y no haberse cruzado con Bermúdez en algún momento.
Entre otras cosas, las acusaciones contra Bermúdez incluyen que utiliza su posición en los medios para polarizar y avivar la división en lugar de fomentar la comunión eclesial, incluso intimidando y denigrando a la gente en público. (Por poner un ejemplo, hace poco se refirió a un colega periodista como “comadreja”, “cobarde” y “desgracia”, y esos son de los términos “más corteses” que a veces emplea). También se alega que en ocasiones Bermúdez ha utilizado métodos periodísticos cuestionables, como la invasión de la intimidad.
Sin entrar a valorar ninguna de esas acusaciones, permítanme estipular que, por regla general, no me gusta la idea de castigar a los periodistas por lo que escriben o dicen, por tres razones básicas. La primera es una preocupación obvia por la libertad de prensa, que es esencial para la salud de cualquier sociedad, incluida la Iglesia católica. La segunda es una preocupación del tipo “de no ser por la gracia de Dios”: es decir, una herramienta que hoy se utiliza contra otro periodista podría fácilmente, un día, dependiendo de quien la empuñe, volverse contra el resto de nosotros.
La tercera consideración es que, según mi experiencia, intentar castigar o intimidar a los periodistas, especialmente al subconjunto que llamamos “expertos”, casi siempre resulta contraproducente, convirtiéndolos en mártires entre sus seguidores más devotos y fomentando de hecho los mismos rasgos que la autoridad intenta suprimir.
Para que quede claro, no es que no haya una gran cantidad de odio y difamación disfrazados de periodismo, que hacen un daño tremendo no solo a las personas implicadas, sino a la salud básica de la vida pública. He escrito un libro entero sobre el tema, Catholics and Contempt (Católicos y desprecio), y en cierto modo es positivo ver que alguien en el Vaticano presta atención. Las redes sociales, en particular, se han convertido en un inmenso vertedero tóxico, razón por la cual las evito a toda costa.
A la mayoría de nosotros nos encantaría que alguien hiciera desaparecer todo eso por arte de magia. En realidad, sin embargo, los intentos de una autoridad de suprimir ese tipo de discurso, por detestable que sea, no solo son cuestionables desde el punto de vista ético, sino que por lo general solo empeoran las cosas. En lugar de intentar amordazar a quienes trafican con bilis, suelo sugerir simplemente ignorarlos, lo cual, para las personalidades que ansían llamar la atención como los adictos ansían su próxima dosis, quizá sea el corte más implacable de todos.
Y, sin embargo.
Sin embargo, es importante señalar que Bermúdez no ha sido sancionado en su condición de periodista: no ha sido expulsado, por ejemplo, de la Asociación de la Prensa Católica. Lo que se le ha revocado es su condición de miembro consagrado de una sociedad de vida apostólica reconocida por el Papa, ya que su actividad periodística podría interpretarse como realizada con la bendición de la Iglesia. En otras palabras, lo que el Vaticano parece haber considerado no son principalmente las obligaciones de alguien como periodista -que, francamente, no están facultados para juzgar- sino como católico.
Santo Tomás de Aquino se ocupó extensamente del pecado de iniuria verborum, o “injurias verbales”, e incluso proporcionó una breve lista de ejemplos en la pregunta 72 de la segunda parte de la segunda sección de la Suma Teológica: “La injuria, la maledicencia, las burlas y las maldiciones”. Escribió Aquino: “Si la intención del que la profiere tiende a quitar la honra a otro por medio de las palabras que pronuncia, esto es propia o formalmente inferir insulto o contumelia, lo cual es pecado mortal no menos que el hurto y la rapiña, pues el hombre no ama menos su honra que sus bienes materiales”.
Si la Iglesia va a contemplar este tipo de pecados, es de suponer que necesita un mecanismo para sancionarlos. Dicho de otro modo, expulsar a un miembro de una entidad católica oficial por incurrir en iniuria verborum equivale a que la Iglesia declare: “No en nuestro nombre”. No significa que el individuo reprendido no pueda ser periodista, simplemente no puede hacerlo con aires de aprobación eclesiástica.
Si Bermúdez es el caso de “ejemplo” apropiado para este nuevo estándar es algo que otros deberán evaluar. En el futuro, sin embargo, uno espera que tales medidas disciplinarias se utilicen con moderación y con gran precaución, para que no se conviertan simplemente en una herramienta para desalentar el discurso con el que alguien en la oficialidad no está de acuerdo. Por otra parte, si un castigo de este tipo sirve como llamada de atención para reconsiderar el desagradable, rencoroso e imprudente clima mediático que todos somos cómplices de crear, entonces habrá servido para algo. Como dijo el famoso maestro zen: “Ya veremos”.
VIDEO. Caso Sodalicio en Perú: El Vaticano expulsa a 10 miembros y la organización responde
Bermúdez, indignado por su expulsión del Sodalicio
Brusco. Poco caritativo. Abusivo. Alejandro Bermúdez reconoce que esas son las acusaciones que algunos críticos han vertido contra él sobre su comportamiento en las redes sociales, especialmente en X (antes Twitter). Pero incluso reconociendo que a veces ha sido polémico, Bermúdez dijo a los oyentes durante un vídeo en español, que publicó el 26 de septiembre en Facebook, que no había hecho nada malo porque estaba “diciendo la verdad”.
“Creo que detrás de todo esto hay gente que simplemente odia a mi comunidad”, dijo en un hilo de X del 28 de septiembre. Bermúdez, de 63 años, periodista católico peruano e influencer conservador en los medios de comunicación, contó su versión de la historia en un video publicado en redes sociales (ver al final del texto), de 24 minutos de duración, un día después de que el papa Francisco lo expulsara del Sodalicio de Vida Cristiana.
Contactado por National Catholic Reporter, Bermúdez declinó hacer comentarios, añadiendo por correo electrónico: “Como dije en mi post X, soy periodista. Hago preguntas, no las respondo. Pueden citar lo que ya he escrito”.
Bermúdez fue una de las 10 personas expulsadas, entre ellas un obispo y un sacerdote, del Sodalicio, según anunció la conferencia episcopal peruana el 25 de septiembre en un comunicado de la embajada del Vaticano publicado en el sitio web de la conferencia. La declaración del Vaticano decía que una investigación había descubierto abusos dentro del problemático movimiento, “incluso con sadismo y violencia”, así como abusos relacionados con la atención espiritual, el ejercicio de la autoridad y la gestión financiera.
Bermúdez era presentador de programas en español en la cadena de televisión Eternal Word Television Network (EWTN), con sede en Alabama, y formaba parte de la junta directiva de varios grupos católicos, entre ellos la Fellowship of Catholic University Students de Denver. Bermúdez dijo que en la actualidad colabora como asesor de CatholicVote, una organización de derechas sin ánimo de lucro dedicada a la política en Estados Unidos. Hasta su salida de EWTN en diciembre de 2022, Bermúdez se había desempeñado como director ejecutivo de la Catholic News Agency (CNA), con sede en Colorado, desde su fundación en 2004, así como del ACI Group, que EWTN adquirió en 2014.
Las expulsiones se produjeron tras la decisión del Papa en agosto de expulsar al fundador del Sodalicio, Luis Figari, después de que una investigación descubriera que había ejercido violencia física, psicológica y sexual contra reclutas, incluidos menores. Figari había fundado el movimiento en Perú en 1971.
En el caso de Bermúdez, había cometido “abusos en el ejercicio del apostolado periodístico” como miembro del Sodalicio, según el comunicado de la embajada del Vaticano. En su vídeo, Bermúdez se burló de los motivos de su despido. “Si el mal periodismo fuera un crimen canónico, entonces todos mis acusadores deberían ser acusados, y probablemente muchos otros”, dijo Bermúdez durante el vídeo en el que defendía sus acciones y criticaba a sus detractores, al tiempo que cuestionaba los motivos de la investigación del Vaticano.
La respuesta de Bermúdez no sorprendió a los periodistas católicos, profesionales de los medios de comunicación y antiguos miembros del Sodalicio, que afirman que a lo largo de los años han sido víctimas de los ataques de ira de Bermúdez, en persona y en Internet.
“Ahora que no está en el Sodalicio, no tiene obediencia. Así que es como un francotirador; puede decir lo que quiera, y lo está haciendo”, dijo Oscar Osterling, ex miembro de un consejo regional del Sodalicio en Perú. Osterling dijo a NCR que en 2007 los miembros querían expulsar a Bermúdez de la comunidad debido a su comportamiento. Sin embargo, Osterling dijo que el Sodalicio carecía de los protocolos necesarios para expulsarlo.
“Nadie podía decirle absolutamente nada, debido a su personalidad muy agresiva y a su comportamiento colérico”, dijo Osterling. “La obediencia era la columna vertebral del Sodalicio, pero a la única persona a la que eso no se aplicaba era a Alejandro”. Nombrado director de la agencia de noticias en español ACI Prensa en 1987, Bermúdez se hizo un nombre en los medios de comunicación católicos. Bajo su dirección, ACI Prensa amplió su presencia mundial con agencias de noticias en español, portugués, italiano, alemán e inglés.
Bermúdez colaboraba frecuentemente con medios católicos de EE.UU. y presentaba varios programas en español en las emisiones de radio de EWTN. Pero incluso mientras cultivaba una activa carrera en el periodismo católico, quienes le conocían dicen que podía ser excesivamente conflictivo con sus colegas de los medios de comunicación. Especialmente no se tomaba a bien a quienes lo criticaban a él o a sus agencias de noticias.
En abril de 2018, según el testimonio proporcionado al Vaticano durante su investigación al Sodalicio, Bermúdez envió un airado correo electrónico al periodista católico y biógrafo papal Austen Ivereigh después de que este último publicara en Twitter una crítica a un artículo de CNA. Ivereigh publicó una captura de pantalla del correo electrónico, en el que Bermúdez supuestamente escribió: “Si atacas a CNA te haré pagar. Punto. Revisa tu cuenta de Twitter”.
Bermúdez también arremetió en las redes sociales contra la escritora católica Dawn Eden Goldstein después de que ella criticara artículos de Catholic News Agency. Tras los comentarios que Goldstein publicó en Twitter en abril de 2019, Bermúdez respondió en parte acusando a Eden de consumir drogas. Ivereigh y Goldstein presentaron testimonios escritos al Vaticano, que Bermúdez mencionó en su declaración en video. Acusó a Goldstein de tener “una animadversión obsesiva e inexplicable” contra él. Dijo que Ivereigh tenía una “aversión particular” por EWTN, el antiguo empleador de Bermúdez.
“Está arremetiendo en todas direcciones”, dijo Goldstein, que también es abogada canónica. Dijo a NCR que la decisión del Vaticano de expulsar a Bermúdez del Sodalicio señala una nueva voluntad de tomar en serio las acusaciones de abuso en el lugar de trabajo como motivo de sanción eclesial. “Aquí está ocurriendo algo histórico”, dijo Goldstein. “La Iglesia católica, de arriba abajo, ha dicho que el abuso en el lugar de trabajo no es aceptable, y que si estás abusando de la gente en el lugar de trabajo, aunque puede que no te excomulguen, sin duda te apartarán de una posición de autoridad espiritual, que es de lo que se trata al formar parte de un movimiento laico o religioso”.
“El Vaticano está llamando a un momento me-too que sencillamente aún no se ha producido”, añadió Goldstein. “Creo que es absolutamente impresionante que el papa Francisco haya hecho esto desde los niveles más altos de la Iglesia, para decir que esta es una conversación que necesitamos tener”.
Mientras que el Vaticano tomó medidas contra el Sodalicio, la Arquidiócesis de Denver -donde Bermúdez y otros miembros expulsados viven- emitió una declaración defendiendo a Bermúdez como alguien que había servido “fielmente y con distinción” en la arquidiócesis. Las declaraciones caracterizaron las acusaciones contra los miembros expulsados como “acusaciones bastante antiguas desde Sudamérica”. El comunicado agregó que, “esta noticia es inconsistente con nuestra larga experiencia de los hombres que han servido dentro de la Arquidiócesis de Denver”.
Osterling dijo que ha escrito a la Arquidiócesis de Denver, pero no ha recibido respuesta, ofreciéndose a informarles en detalle de las acusaciones contra Bermúdez y los otros miembros del Sodalicio expulsados. “Me pareció, por su declaración, que la arquidiócesis no sabe nada del Sodalicio y que no sabe nada de los casos, que son bastante graves”, dijo Osterling.
En su declaración en vídeo (ver al final), Bermúdez admitió que se le acusaba de ser un “jefe del infierno”. Aunque reconoció que tiene un “temperamento volátil e impaciente”, Bermúdez dijo que las acusaciones de que había amenazado o intimidado a subordinados eran falsas, malentendidos o exageraciones absurdas. “He tenido muchos empleados y compañeros de trabajo en más de tres décadas como periodista, la gran mayoría dan testimonio de mi integridad profesional”, dijo Bermúdez.
Un periodista que trabajó en la Catholic News Agency mientras Bermúdez era su director ejecutivo dijo a NCR que les acosaba y hacía comentarios denigrantes sobre ellos, y que exigía que el personal estuviera disponible a todas horas del día, incluso cuando estaba de vacaciones. “Yo solo quería hacer mi trabajo y hacer el mejor periodismo que pudiera”, dijo el periodista, que habló bajo condición de anonimato porque no quería incurrir en la ira de Bermúdez en línea. “Él cree que no ha hecho nada malo, y eso me aterra absolutamente”, dijo el periodista.
En su declaración, Bermúdez también identifica a Christopher White, corresponsal de NCR en el Vaticano, como uno de sus acusadores. Aunque White ha escrito anteriormente sobre Bermúdez y el Sodalicio en su calidad de periodista, no participó como testigo en la investigación del Vaticano. Bermúdez dijo en su declaración en vídeo que, a pesar de ser expulsado de su comunidad, viviría el resto de su vida como “sodálite” consagrado. También prometió seguir produciendo su podcast en español y mantener su presencia en las redes sociales.
VIDEO. Mi expulsión del Sodalicio
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Fuentes
Crux Now / National Catholic Reporter / Videos: Rome Reports – Alejandro Bermúdez (Canal YT) / Foto: Vatican Media