El Papa en Bélgica, “mea culpa” por abusos: “La Iglesia debe avergonzarse y pedir perdón”
4:00 p.m. | 3 oct 24 (LN/CX).- La visita apostólica a Bélgica tuvo momentos difíciles para Francisco, ante críticas y exigencias por casos de abusos sexuales y sobre el papel de la mujer en la Iglesia. El primer ministro belga, Alexander de Croo, en un discurso muy duro, exigió al Papa “medidas concretas” para limpiar el pasado y priorizar los intereses de las víctimas. El Papa improvisó un fuerte mea culpa y se reunió con 17 sobrevivientes. En la visita también se abordaron cuestiones como las guerras, la crisis de migrantes y la emergencia ecológica. Días antes estuvo en Luxemburgo, al que señaló como ejemplo de compromiso en la construcción de una Europa unida y solidaria.
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En su primer discurso en Bélgica, uno de los países de Europa más impactados por el escándalo de abusos sexuales de menores en el clero, el Papa fue enseguida al nudo más dramático de esta gira e hizo un nuevo “mea culpa” sobre este “flagelo” que, aseguró, “la Iglesia está afrontando con decisión y firmeza, escuchando y acompañando a las personas heridas e implementando un amplio programa de prevención en todo el mundo”.
Al ver que incluso se refirieron a este espanto en sus respectivos discursos el rey Felipe de Bélgica y el primer ministro Alexander de Croo, que fue especialmente directo al exigir “medidas concretas” para limpiar el pasado y poner los intereses de las víctimas por delante de los de la institución, el Papa, consciente de las heridas, improvisó y tuvo palabras más fuertes de las que tenía previstas en su discurso.
“La Iglesia es santa y pecadora”, reconoció Francisco, que sin medias tintas habló de la “vergüenza de los abusos a menores” y que no tuvo problemas en aplaudir, antes, la intervención del primer ministro belga. Esta se destacó por ser una de las más fuertes que recibe el Papa en un viaje internacional, en un fiel reflejo del profundo sentimiento que hay en Bélgica respecto de este escándalo. Francisco -que se reunió al final de la jornada, en medio de máxima discreción, con un grupo de 17 víctimas-, definió a los abusos una “vergüenza que todos nosotros debemos asumir, pedir perdón y resolver el problema”.
“Cuando nosotros pensamos en los santos Inocentes decimos, ¡qué tragedia ha causado el rey Herodes!; sin embargo, hoy en la Iglesia sigue presente este tipo de crimen”, reconoció. “La Iglesia debe avergonzarse y pedir perdón y tratar de resolver esta situación con humildad cristiana. Y poner todas las condiciones para que esto no pase más”, agregó, improvisando. Y fue más allá: “alguien me ha dicho ‘Santidad, piense que según las estadísticas la gran mayoría de los abusos se da en la familia, en el barrio, en el mundo del deporte, en la escuela’. ¡Un solo abuso es suficiente para avergonzarse!”, clamó. “En la Iglesia debemos pedir perdón por esto (…) esta es nuestra vergüenza y nuestra humillación”, insistió.
El Papa, que habló así en un salón del castillo de Laeken, residencia de los reyes ubicada en las afueras de Bruselas, también se refirió a otro escándalo que dañó a la antes influyente y ahora desacreditada Iglesia católica: el fenómeno de las “adopciones forzadas” que hubo en Bélgica entre los años 50 y 70 del siglo pasado. “En esas historias espinosas se mezcló el fruto amargo de un crimen y un delito, con aquello que era lamentablemente el resultado de una mentalidad difundida en todos los estratos de la sociedad; hasta el punto que, quienes actuaban de acuerdo a esa mentalidad, pensaban en conciencia que estaban haciendo un bien, tanto para el niño como para la madre”, dijo.
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“Con frecuencia las familias y otras entidades sociales, incluida la Iglesia, pensaron que, para quitar el estigma negativo, que desgraciadamente en esos tiempos afectaba a la que era madre soltera, sería mejor para ambos, madre e hijo, que este último fuera adoptado. Hubo incluso casos en los cuales a algunas mujeres no se les dio la oportunidad de decidir si quedarse con el niño o darlo en adopción”, reconoció. “Y esto sucede hoy en algunas culturas, en algún país”, lamentó Francisco.
Por todos estos horrores y errores de la Iglesia, de ser uno de los más tradicionales países católicos del Viejo Continente, Bélgica es hoy uno de los más secularizados. Fue uno de los primeros países de Europa en legalizar la eutanasia en 2002 y los matrimonios homosexuales en 2003. Según un informe del episcopado local de 2023, el 50% de los belgas se considera católico -contra el 53% de 2018-, hubo una fuerte disminución de la práctica religiosa (en 2022 sólo el 9% de los belgas declaró ir regularmente a misa, contra el 50% de 1960) e incluso creció el fenómeno de quienes piden ser cancelados del registro de bautismos. Entre 2018 y 2022 fueron suprimidas del culto 131 iglesias; en algunos templos ahora funcionan discotecas.
El caso de pedofilia que más golpeó a Bélgica fue el que protagonizó el exobispo de Brujas, Roger Vangheluwe, que abusó de su sobrino cuando era pequeño, según él mismo admitió cuando renunció en 2010. Pese a ello Vangheluwe, hoy de 86 años, recién fue reducido por el Vaticano al estado laical en marzo de este año, justamente en vista de este viaje papal y cuando las presiones del gobierno y del Parlamento ya se habían vuelto insostenibles.
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Según cifras del Vaticano, hubo un total de 1046 denuncias de abusos sexuales en Bélgica, el 80% ocurridos hace más de 30 años. El 71% de las víctimas fueron hombres y en el 95% de los casos los abusadores fueron también hombres. La Iglesia belga volvió a caer en el ojo de la tormenta en diciembre de 2023, después de la salida a la luz de un podcast titulado “Los niños de la Iglesia”, con entrevistas a madres e hijos dados en adopción por institutos católicos que los habrían vendido por ingentes sumas de dinero a algunas familias. En 2015 la Iglesia belga, que desde 1995 comenzó a implementar medidas para la protección de menores, ya había pedido perdón por ese espanto y en respuesta de los testimonios del podcast mencionado, los obispos expresaron su compasión por el dolor y el trauma de las víctimas.
Tal como se esperaba, al final de una jornada intensa, en la que, fuera de programa visitó a una residencia de ancianos, y por la tarde, la prestigiosa Universidad Católica de Lovaina que cumplió 600 años y el principal motivo de este viaje, Francisco se reunió con 17 víctimas en la nunciatura. “En el curso del encuentro, que duró más de dos horas, los participantes pudieron contarle al Papa su historia y su dolor y expresarle sus expectativas en cuanto al compromiso de la Iglesia en contra de los abusos”, informó el Vaticano en un comunicado. “El Papa -agregó- pudo escuchar y acercarse a su sufrimiento, expresó su gratitud por su coraje y su sentimiento de vergüenza por lo que sufrieron de pequeños a causa de los sacerdotes a los que estaban encomendados, tomando nota de los pedidos que le hicieron”.
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El Papa con docentes y estudiantes en la histórica Universidad Católica de Lovaina
Pero la fuerte reacción a los escándalos de abusos no fue la única nota negativa que escuchó el Papa en Bélgica, ya que Luc Sels, rector de la Universidad Católica de Lovaina, también le presionó sobre el papel de la mujer en la Iglesia. “La autoridad de la Iglesia depende también de la medida en que acoge la diversidad en la sociedad”, dijo Sels, preguntando en voz alta por qué el catolicismo “tolera esta enorme división entre hombres y mujeres, en una Iglesia que de facto está a menudo dirigida por mujeres”.
“¿No sería la Iglesia una comunidad más acogedora si diera a las mujeres una posición más destacada, incluso en el sacerdocio?”, preguntó, sabiendo muy bien, por supuesto, que el Papa ya ha dado su respuesta, por lo que se trataba más bien de una pregunta retórica. Sels también abogó por una postura más abierta sobre las cuestiones LGBTQ+, afirmando que “la Iglesia en todo el mundo está llamada a poner en diálogo los recientes descubrimientos científicos con la teología”.
“¿No ganaría autoridad moral la Iglesia en nuestro rincón del mundo si tuviera un enfoque menos forzado del tema de la diversidad de género y mostrara más apertura hacia la comunidad LGBTQ+?”, preguntó Sels, señalando que le complacía que tanto los obispos flamencos como los teólogos de Lovaina hayan ampliado su acogida a los católicos homosexuales. En su amplio discurso -en el que elogió al Papa por su apoyo a los refugiados, sus esfuerzos para combatir el cambio climático y su compromiso con una mayor participación de los laicos en la vida de la Iglesia- el rector también lamentó que la Iglesia “ofrezca con demasiada frecuencia respuestas universales, definitivas”.
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Por último, Bénédicte Lemmelijn, decana de la facultad de teología y estudios religiosos de Lovaina, explicó al Papa de que, si bien la universidad está “al servicio de nuestra Iglesia”, ese compromiso se expresa de una manera que llamó leal y crítica. “Un verdadero amigo no siempre te dice lo que te gusta oír”, dijo Lemley. “También te dice (…) lo que necesitas mejorar”. Lemmelijn regaló al pontífice un libro titulado El obispo de Roma y los teólogos de Lovaina, que incluye, entre otras cosas, un capítulo dedicado a “repensar las normas de la Iglesia sobre sexualidad”.
El libro comienza con una admisión honesta: “Esta visita papal no está exenta de polémica, en parte debido a los numerosos escándalos en torno a los abusos sexuales, emocionales y espirituales en la Iglesia”, dice la introducción. “Quienes se asocian a ella no pueden contar con mucha buena voluntad por parte de la sociedad y la cultura”. Lemmelijn sugirió que la Iglesia podría necesitar replantearse algunos fundamentos.
“Creo que un problema al que se enfrenta la Iglesia hoy en día es que tiene tendencia a intentar encontrar verdades universales, dogmas universales, puntos de vista universales… eso es de alguna manera un problema porque tenemos tantos países diferentes con tantas culturas diferentes, y algunos están secularizados, otros no (…) Y mientras tratemos de tener una verdad universal e intocable para todos y cada uno, eso es difícil”, dijo, creando una vez más un pequeño dolor de cabeza para un Papa que representa a una Iglesia que pretende proclamar precisamente esas verdades universales.
A su manera, Francisco no retrocedió ante el desafío, diciendo a los profesores en Lovaina que “es una buena cosa ver a las universidades como generadoras de cultura e ideas, pero sobre todo como promotoras de la pasión por la búsqueda de la verdad, al servicio del progreso humano”. Francisco lamentó lo que llamó el “cansancio intelectual” de quienes se niegan a buscar la verdad y permanecen así en un “estado permanente de incertidumbre, carentes de toda pasión, como si la búsqueda del sentido fuera inútil y la realidad incomprensible”.
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Actividades principales del Papa en Bélgica
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Titular: Abusos a menores: “Un crimen del que la Iglesia debe avergonzarse y pedir perdón”
Reseña en Vatican News / Discurso completo / Transmisión en video
2) Encuentro con los profesores universitarios en la P. Universidad Católica de Lovaina (27 septiembre)
Titular: “Ensanchar las fronteras” para acoger a los inmigrantes
Reseña en Vatican News / Discurso completo / Transmisión en video
3) Encuentro con el clero, vida consagrada y operadores pastorales (28 septiembre)
Titular: “Caminen con el Espíritu, sin Él no hay nada de cristiano”
Reseña en Vatican News / Discurso completo / Transmisión en video
4) Encuentro con estudiantes universitarios en la P. Universidad Católica de Lovaina (28 septiembre)
Titular: “La arrogante indiferencia de los poderosos” ha causado la emergencia climática
Reseña en Vatican News / Discurso completo / Transmisión en video
5) Santa Misa en el estadio Rey Balduino (29 septiembre)
Titular: “Pido a todos, a los obispos, no encubran los abusos”
Reseña en Vatican News / Homilía completa / Transmisión en video
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Sobre el desarrollo y una advertencia contra “los trágicos caminos de la guerra”
Después de su larga gira a Asia y Oceanía a inicios de septiembre, donde pudo ver países jóvenes, de la periferia, donde reina un entusiasmo misionero, el papa Francisco viajó al corazón de Europa: Luxemburgo y Bélgica. Se trata de dos países ricos, marcados por sociedades envejecidas, fuertemente secularizadas y muy golpeadas por el terrible escándalo de abusos sexuales que minó la credibilidad de la Iglesia católica, ya no influyente. Además, se trata de dos países que sufrieron mucho durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, cuando fueron ocupados, que fundaron la Unión Europea (UE) y son sede de sus instituciones, donde viven muchísimos extranjeros.
En su primera escala de casi siete horas en Luxemburgo, país que es hoy un centro financiero internacional que tiene el PBI per cápita más alto de la UE y donde casi la mitad de sus 654.000 habitantes es migrante de 161 países, el Papa no sólo habló de la importancia de sus políticas de integración, que llamó a seguir de ejemplo, sino que también recordó que “la riqueza es una responsabilidad” y deploró “los horrores de la guerra”.
Al pronunciar su primer discurso ante el gran duque Enrique, la gran duquesa María Teresa (nacida en Cuba) y el primer ministro Luc Frieden, y unas 300 personas en el Cercle Cité, edificio histórico que es hoy un centro de congresos y conocido por su arquitectura art Nouveau y Art Déco, el Papa recordó que “el desarrollo, para ser auténtico e integral, no debe expoliar y degradar nuestra casa común ni debe dejar al margen a pueblos o grupos sociales”.
“La riqueza -no lo olvidemos- es una responsabilidad. Por esa razón, pido una vigilancia constante para no descuidar a las naciones más desfavorecidas, es más, para que se les ayude a salir de sus condiciones de empobrecimiento. Esta es una manera adecuada para conseguir que disminuya el número de los que se ven obligados a emigrar, a menudo en condiciones inhumanas y peligrosas”, dijo. “Dejemos que Luxemburgo, con su peculiar historia, con su igualmente peculiar situación geográfica, con algo menos de la mitad de sus habitantes procedentes de otras partes de Europa y del mundo, sea una ayuda y un ejemplo en el indicar el camino a seguir para la acogida e integración de migrantes y refugiados”, agregó.
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Lamentó luego el resurgimiento en el Viejo Continente de “enemistades” que en lugar de resolverse con negociaciones y diplomacia “desembocan en hostilidades abiertas, con su secuela de destrucción y muerte”. Señaló que “parece que el corazón humano no siempre sabe preservar la memoria y que periódicamente se extravía y vuelve a los trágicos caminos de la guerra”, al aludir, sin mencionarla, a la dramática guerra en Ucrania, que ha desestabilizado como nunca al Viejo Continente y al mundo.
“Para curar esta peligrosa esclerosis, que enferma gravemente a las naciones y corre el riesgo de lanzarlas a aventuras con inmensos costos humanos, renovando inútiles masacres, es necesario mirar hacia lo alto, es necesario que la vida cotidiana de los pueblos y de sus gobernantes esté animada por elevados y profundos valores espirituales, que impidan el extravío de la razón y la vuelta irresponsable a cometer los mismos errores del pasado, agravados además por el mayor poder técnico del que ahora dispone el ser humano”, añadió.
Francisco, subrayó asimismo que “Luxemburgo puede indicar a todos las ventajas de la paz en contraste con los horrores de la guerra, las ventajas de la integración y promoción de los migrantes frente a su segregación, los beneficios de la cooperación entre las naciones frente a las nefastas consecuencias del endurecimiento de posiciones y la búsqueda egoísta y miope, o incluso violenta, de los propios intereses”.
“En efecto -añadió-, es urgente que quienes están investidos de autoridad se comprometan, con constancia y paciencia, en llevar adelante negociaciones honestas con vistas a resolver los desacuerdos, con ánimo dispuesto a encontrar compromisos honorables que no socaven nada y que puedan, en cambio, construir seguridad y paz para todos”.
Antes de viajar a Bélgica, en un encuentro con la comunidad católica luxemburguesa en la catedral de Notre-Dame, el Papa volvió a insistir en la importancia de integrar a todos. “Todos, todos, todos”, dijo, al recordar que “el espíritu del Evangelio es espíritu de apertura a todos y que no admite ningún tipo de exclusión”.
“Los aliento a mantenerse fieles a esta herencia de ustedes, a esta riqueza que tienen de hacer de su país una casa amiga para cualquiera que golpee a su puerta pidiendo ayuda y hospitalidad”, dijo. Y citó palabras pronunciadas por Juan Pablo II cuando visitó Luxemburgo en 1985, cuando alentó a los jóvenes a trazar un camino para una Europa “no sólo de bienes y mercancías, sino de valores, de hombres y de corazones”, en el que el Evangelio fuera compartido “en la palabra del anuncio y en los signos del amor”.
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Actividades principales del Papa en Luxemburgo
1) Encuentro con las autoridades y representantes de la sociedad civil (26 septiembre)
Titular: “Que la democracia sea el antídoto contra los nacionalismos”
Reseña en Vatican News / Discurso completo / Transmisión en video
2) Encuentro con la comunidad católica en la catedral Notre-Dame (26 septiembre)
Titular: “Consolar y servir, con el ejemplo de María”
Reseña en Vatican News / Discurso completo / Transmisión en video
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Fuentes
La Nación (2) / Crux Now / National Catholic Reporter / Videos: Rome Reports – Vatican News – Perfil / Foto: Vatican Media
