Universidades católicas: ¿Qué dice el Papa de su misión?
7:00 p.m. | 8 feb 24 (NCR/VA).- ¿Qué nos dice el pontificado de Francisco sobre el papel de las universidades católicas para este tiempo? El teólogo y especialista en historia del cristianismo, Massimo Faggioli, revisa los mensajes del Papa a estas instituciones, identifica los temas más recurrentes y relevantes, y luego analiza esos discursos en el contexto del pontificado del primer Papa jesuita proveniente de América Latina.
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La Iglesia católica estableció y sigue desarrollando una red mundial de escuelas y universidades. En buena medida, el catolicismo se ha identificado, desde la Edad Media hasta hoy, también con el valor de la educación y de la enseñanza superior, y en los tiempos modernos aún más por el papel que la Iglesia asumió en la historia de las migraciones y en la necesidad de ayudar a los miembros de una minoría religiosa, social y étnica a ser aceptados e integrados en sus nuevos países.
Desde este punto de vista, la relación entre el Papa y las universidades católicas nos da importantes indicaciones sobre la trayectoria del catolicismo, siempre que tengamos en cuenta que hay un Papa en la Santa Sede y, por otro lado, una gran diversidad entre los diferentes tipos de instituciones católicas -diferentes en tamaño y dotaciones, estatutos y reglamentos, orientaciones teológicas, posiciones dentro de los distintos tipos de relación entre la Iglesia y el Estado, y entre el sistema universitario católico y el sistema universitario público o estatal.
Mirando hacia el futuro, al servicio de un mundo fracturado
Francisco se ha dirigido a los colegios y universidades católicas en múltiples ocasiones. Uno de los documentos más importantes del actual pontificado es la constitución apostólica Veritatis gaudium del 8 de diciembre de 2017, que trata sobre las facultades y universidades eclesiásticas. En el prólogo, Francisco afirma que “la tarea urgente en nuestro tiempo consiste en que todo el Pueblo de Dios se prepare a emprender ‘con espíritu’ una nueva etapa de la evangelización. Esto requiere un proceso decidido de discernimiento, purificación y reforma”.
Esta llamada es específica para el sistema de estudios eclesiásticos, pero gran parte del prólogo refleja la visión global del papel de las instituciones de educación superior católicas, que resulta “indispensable para una Iglesia ‘en salida’, puesto que hoy no vivimos solo una época de cambios sino un verdadero cambio de época, que está marcado por una crisis antropológica y socio-ambiental”.
La Veritatis gaudium, por muy específica que sea para las instituciones pontificias, contiene los grandes temas del mensaje de Francisco a las universidades católicas (eclesiásticas y no eclesiásticas), uno de los cuales es el estímulo a orientarse a la apertura y al servicio de un mundo fracturado. Como dijo a los participantes en la plenaria de la Congregación Vaticana para la Educación Católica el 9 de febrero de 2017:
“Nuestro mundo se ha convertido en una aldea global con múltiples procesos de interacción, donde cada persona pertenece a la humanidad y comparte la esperanza de un futuro mejor con toda la familia de las naciones. Al mismo tiempo, por desgracia, hay muchas formas de violencia, pobreza, explotación, discriminación, marginación, enfoques restrictivos de las libertades fundamentales que crean una cultura del descarte. En este contexto, las instituciones educativas católicas están llamadas en primera línea a practicar la gramática del diálogo que forma el encuentro y a la valorización de la diversidad cultural y religiosa”.
Francisco invita a las universidades católicas a ser parte de un proceso cultural y social de transformación, “como signo de una mayor responsabilidad ante los problemas de hoy, ante la necesidad del más pobre, ante el cuidado del medio ambiente” y “para generar espacios de verdadera investigación, debates que generen alternativas para los problemas de hoy”, como dijo a la Universidad Católica de Portugal el 26 de octubre de 2017.
En un reciente discurso a la Federación Internacional de Universidades Católicas (enero 2024), explicó que “es esencial que las universidades católicas sean protagonistas en la construcción de la cultura de la paz, en sus múltiples dimensiones que se tienen que afrontar de modo interdisciplinar (…) una universidad católica tiene que tomar decisiones, y estas deben ser un reflejo del Evangelio. Debe tomar una postura y demostrarlo con sus acciones de un modo trasparente, ‘mancharse las manos’ evangélicamente en la transformación del mundo y al servicio de la persona humana”.
Francisco enfatiza también la responsabilidad en mantener la idea de universitas (en latín), “del todo”, en la vida de las universidades, especialmente en la educación superior católica. En su discurso de octubre de 2017 a los estudiantes y profesores de Bolonia, Francisco habló del papel de la universidad en nuestro mundo dividido: “La identidad de pertenencia es la de la casa común, universitas. La palabra universitas contiene la idea del todo y la de la comunidad”.
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Migrantes, ecología integral y misión de la Iglesia
Dentro del tema general de una universidad “en salida” al servicio de un mundo fracturado, hay cuestiones más específicas que Francisco abordó en sus mensajes a las universidades católicas. Uno de ellos es el papel de estas instituciones en la educación de refugiados y migrantes, como mencionó en un discurso de septiembre de 2022.
Esta visión del papel de la educación superior católica en los grandes temas de nuestro tiempo es visible también en las frecuentes menciones de su encíclica medioambiental de 2015 Laudato si’ en sus mensajes a instituciones de educación superior, por ejemplo en su discurso a la conferencia de octubre de 2019 sobre “Nuevas fronteras para líderes universitarios: El futuro de la salud y el ecosistema de las universidades”.
Las universidades de hoy, dijo Francisco, “deben preguntarse qué contribución pueden y deben hacer a la salud integral del hombre y a una ecología solidaria”. Las universidades católicas, en particular, necesitan convertirse en lugares “donde las soluciones para el progreso civil y cultural de las personas y de la humanidad, caracterizado por la solidaridad, se persigan con constancia y profesionalidad”, dijo. Las universidades tienen “una fuerza intelectual y moral cuya responsabilidad va más allá de la persona a educar y se extiende a las necesidades de toda la humanidad”.
Francisco ve la misión de los colegios y universidades católicas como parte de la misión de la Iglesia, de una manera particular. Como dijo en su discurso del 25 de febrero de 2023 a las Universidades Pontificias en Roma:
“La universidad, de hecho, es la escuela del acuerdo y de la consonancia entre voces e instrumentos diferentes. No es la escuela de la uniformidad: no, es el acuerdo y la consonancia entre voces e instrumentos diferentes. San John Henry Newman la describe como el lugar donde diferentes saberes y perspectivas se expresan en sintonía, se completan, se corrigen, se equilibran entre sí. Esta armonía pide ser cultivada en primer lugar en vosotros mismos, entre las tres inteligencias que vibran en el alma humana: la de la mente, la del corazón y la de las manos, cada una con su timbre y carácter, y todas necesarias. […] Especialmente después de la pandemia de COVID-19, es urgente iniciar un proceso que conduzca a una sinergia efectiva, estable y orgánica entre las instituciones académicas, para honrar mejor los propósitos específicos de cada una y promover la misión universal de la Iglesia”.
La cuestión de la inclusión está en el centro del llamado de Francisco a las universidades, y no sólo a las católicas. En agosto de 2023, Francisco creó la Universidad del Sentido, una nueva universidad autónoma con sede en el Vaticano y gestionada por la organización educativa internacional Scholas Occurrentes. Esta iniciativa concibe la universidad como una institución global de educación superior que responde a la necesidad de centrar la educación en torno a la persona como individuo y a la comunidad como expresión de pluralidad.
Ante la Federación Internacional de Universidades Católicas observó que la educación superior católica debe ir mucho más allá que conceder títulos académicos u ofrecer carreras competitivas, “se debe promover el descubrimiento de vocaciones fecundas, inspirar caminos de vida autentica e integrar la aportación de cada uno dentro de las dinámicas creativas de la comunidad”. Hizo una referencia también a la lógica monetaria y señaló la amenaza de la educación como un negocio: “En la universidad debe palpitar una pasión más grande, se debe notar una búsqueda común de la verdad, un horizonte de sentido”.
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Relación con la teología
Un caso particular es el de la teología en las universidades católicas. Francisco no se ha involucrado con los teólogos de forma tan directa (y no tan controvertida) como sus dos predecesores que provenían de un ámbito académico. Pero ha enviado mensajes directos e indirectos inequívocos a los teólogos durante todo el pontificado. Entre los mensajes directos, está la carta al Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica Argentina en 2015, cuando escribió:
“No se conformen con una teología de despacho. Que el lugar de sus reflexiones sean las fronteras. Y no caigan en la tentación de pintarlas, perfumarlas, acomodarlas un poco y domesticarlas. También los buenos teólogos, como los buenos pastores, huelen a pueblo y a calle y, con su reflexión, derraman ungüento y vino en las heridas de los hombres. Que la teología sea expresión de una Iglesia que es ‘hospital de campaña’, que vive su misión de salvación y curación en el mundo.
La misericordia no es sólo una actitud pastoral, sino la sustancia misma del Evangelio de Jesús. Les animo a que estudien cómo, en las diferentes disciplinas -dogmática, moral, espiritualidad, derecho, etc.- se puede reflejar la centralidad de la misericordia. Sin misericordia, nuestra teología, nuestro derecho, nuestra pastoral, corren el riesgo de caer en la mezquindad burocrática o en la ideología, que por su propia naturaleza quiere domesticar el misterio. Comprender la teología es comprender a Dios, que es Amor”.
En general, Francisco ha mantenido con la teología académica una relación distante, o no ha prestado a la teología universitaria una atención privilegiada, lo que dice algo de su relación con las universidades católicas en su conjunto.
Una relación complicada entre dos voces cambiantes
Antes de intentar cualquier valoración de la relación entre Francisco y las universidades católicas, es importante añadir una serie de consideraciones. En general, los colegios y universidades católicas de todo el mundo se encuentran en un amplio espectro entre los sistemas educativos y culturales en los que:
- La religión y la Iglesia católica siguen siendo una presencia social y cultural importante, aunque no son inmunes a la secularización;
- Países de Europa y América donde el catolicismo pasó por una fase de diáspora (tras la Revolución Francesa) o de exilio (a causa del comunismo en Europa Central y Oriental), de éxodo continuo (tal vez Alemania hoy), o está regresando hoy (como en Escandinavia) gracias a la inmigración y a la iniciación cristiana de los adultos;
- Países del “sur global” donde la enseñanza superior católica es en parte herencia de un pasado colonial-misionero y en parte -una pequeña parte- expresión de iglesias que crecen en número tanto de fieles laicos como de miembros del clero y de órdenes religiosas.
En todas estas diferentes situaciones en todo el mundo, las universidades católicas (pero también los “institutos” católicos que en los últimos tiempos pueden derivar en instituciones no católicas de educación superior) se han convertido en lugares y centros de conexiones para que los católicos se encuentren a sí mismos y a los demás, de un modo que las parroquias, los conventos y los monasterios (por no hablar de las escuelas públicas) ya no pueden ser.
En este complejo panorama, las universidades católicas deben seguir articulando la universitas, pero tienen que hacerlo dentro de un mundo de particularidades y minorías, una de las cuales es la misma cultura católica y sus valores. También se trata de un orden cultural en el que todos se ven a sí mismos como miembros de una minoría dentro de la sociedad en general, y también dentro de su propia Iglesia. En segundo lugar, tienen que articular la universitas en una Iglesia católica que está más visiblemente fracturada también en su interior, y no solo afrontar como una sola un mundo fracturado.
Las universidades y un Papa para el pueblo
Mi argumento es que el pontificado de Francisco ha interactuado menos que sus predecesores con el mundo de las universidades, también debido a la reticencia del antielitismo de Francisco a entablar un diálogo con académicos católicos (no sólo teólogos). En este sentido, Francisco no ha mostrado una atención diferenciada entre la enseñanza superior católica y las universidades en general. Las repetidas y acertadas referencias del Papa al riesgo de autoaislamiento y exclusividad social de los académicos son algo más que un riff sobre sus ideas originales de la Iglesia como “un hospital de campaña”, sino que representan un verdadero desafío para la educación superior católica.
La lectio facilior, es decir, la interpretación más simple posible -pero también simplista- podría ser que este distanciamiento es propio de un Papa como Jorge Mario Bergoglio, que no procede del mundo académico, ni de la élite social. Esto es parte de la verdad, pero creo que hay más. La relación entre Francisco y las universidades católicas revela la dinámica entre dos entidades en movimiento, dos objetos en movimiento, en direcciones diferentes. Esto se refleja en el título de esta conferencia: “El propósito de la educación superior católica en un mundo cambiante”. Y es que en este mundo cambiante hay también un papado cambiante y un sistema universitario cambiante.
Por un lado, el papado de Francisco ha exhibido, con más intensidad en comparación con sus predecesores posteriores al Vaticano II, algunas de las características cambiantes del papado romano:
- Una institución en sintonía con una Iglesia católica cada vez más global, y mucho menos occidental-europea;
- Menos magisterial y propositiva, más testimonial;
- Menos dogmático, más pastoral;
- Menos “alta cultura”, más pop; y,
- Menos conexiones directas con las élites sociales y políticas, más interesados en provocar el cambio social desde la base.
Por otro lado, estos cambios en el papado han reformulado el modo en que éste se relaciona con la educación superior católica, que a su vez está experimentando enormes transformaciones:
- La crisis de la universitas como idea;
- La hegemonía del sistema de mercado y la desaparición de muchas de las pequeñas instituciones de educación superior católica;
- La transición del liderazgo de los miembros del clero y del orden religioso al liderazgo laico (es decir, a los miembros de otro tipo de sacerdocio en el sistema capitalista);
- El riesgo de dilución o incluso disolución de la identidad católica;
- La incierta relación con la misión evangelizadora de la Iglesia; y,
- El alejamiento de las universidades de los clásicos, pero también de la religión y la tradición.
Todo esto hace que la distinción entre la educación superior católica y las universidades no católicos sea relevante de una manera diferente, o menos relevante.
Preguntas abiertas y una conclusión
Francisco ha dejado claro que el papado -al menos su papado, salvo en algunos casos aislados- se ha alejado de un enfoque de confrontación con el liderazgo de las universidades católicas y ha dado más libertad, lo que también es consecuencia del auge del liderazgo laico. Lo que no está claro hoy es cómo las universidades católicas siguen considerándose a sí mismas con un papel eclesial, cooperando en la construcción de la tradición católica. El debate tiende a centrarse en cuestiones de “identidad” católica y (o frente a) “misión”, en un marco político-eclesiológico enfocado en gran medida en la cuestión de la relación entre las instituciones católicas de enseñanza superior y la Iglesia institucional: el papado y los obispos.
Está claro el mayor grado de libertad con respecto a la Iglesia institucional en la actualidad. No está tan claro hasta qué punto las universidades católicas están dispuestas y son capaces de responder al verdadero señor, el amo de nuestro mundo, es decir, el mercado. Pero tampoco está claro cuál es la visión que el papado tiene del mundo académico en términos de papel eclesial en la Iglesia “como hospital de campaña”. ¿Cuál es el papel de los intelectuales, y de la formación de intelectuales, en la iglesia vista como “un pueblo”? La educación superior desempeña un papel en el mensaje de Francisco de transformar el mundo, pero las universidades no son los interlocutores inmediatos y naturales del Papa. En este sentido, el papado de Francisco ha captado con gran profundidad el valor de la encrucijada ante la que nos encontramos.
Ciertamente, es necesaria una recepción más profunda del mensaje de Francisco en nuestras instituciones, a todos los niveles: profesorado, administradores, antiguos alumnos y donantes. Esta recepción ayudaría a corregir algunas percepciones erróneas sobre los desafíos eclesiales y culturales a los que se enfrenta la educación superior católica en el mundo de hoy. Pero esto también transformaría de manera profunda e inesperada el futuro de los colegios y universidades católicas.
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Fuentes
National Catholic Reporter / Vatican.va / Videos: Vatican News – Rome Reports / Foto: Vatican Media