Cuatro elementos clave de las universidades católicas

11:00 a.m. | 10 feb 23 (FIUC).- “No podemos limitarnos a ver únicamente las Universidades desde nuestra propia realidad (…) necesitamos que muchas miradas reflejen la originalidad de las Instituciones de educación católica”. Así empezaba su intervención el cardenal José Tolentino de Mendonça, Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, en un evento de la Federación Internacional de las Universidades Católicas. Al considerar las perspectivas de todas las personas que buscan un bien común, “nuestra mirada a futuro se convierte en un acto de esperanza”, explicó en su discurso con título “Qué espera la Iglesia de las Universidades católicas”.

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“La educación es un acto de esperanza que, desde el presente, mira al futuro”. Estas palabras del papa Francisco en un videomensaje de diciembre de 2020 son el disparador para la exposición del cardenal José Tolentino de Mendonça, Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación. La pronunció durante la inauguración de la nueva sede de la Federación Internacional de las Universidades Católicas (FIUC).

Al Purpurado le pareció conveniente proponer que se examine un camino a seguir, ahora en el presente, “para que avancemos con certeza hacia el futuro”, dijo. Explicó que, como Iglesia, “tenemos la esperanza de que nuestra educación católica sea algo más (que conceder títulos profesionales de calidad). Es decir, que esté más enraizada en el ethos cristiano y, por ende, que sea más audaz en la búsqueda de la verdad. Que sea más innovadora culturalmente. Que sea más atenta socialmente: más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión”.

Considerando el desafío mencionado, para avanzar hacia el futuro consideró una reflexión sobre 4 aspectos: la identidad, la misión, el diálogo y la pastoral universitaria de las instituciones educativas católicas.

El primer concepto que desarrolló fue el de la identidad, pues, “sin ella, la universidad se alejaría de la misión de educar, a ejemplo de Jesús, el Maestro, y se convertiría en una fábrica de títulos profesionales”. Mendonça planteó que hoy existen varias tentaciones que rodean a las instituciones, “de las que, si no se está alerta, se correría el peligro de consentirlas sin darnos cuenta”.

Una tentación que quebranta la identidad es la introversión excesiva hacia la preservación de formas, ritos, normas y acciones que paralizan el dinamismo educativo católico, convirtiendo a quienes trabajan en estas instituciones como “funcionarios de la educación”, desapareciendo las obras y los gestos de la vida cotidiana, dejándonos de sentirnos hermanos. La otra tentación es la autorreferencialidad, “que ocurre cuando cuando en el fondo sólo se confía en las propias fuerzas y se experimenta, como Institución, una cierta superioridad”.

El segundo rasgo que expuso el Prefecto fue la misión, que es el vínculo “con el que se une a la hermosa tarea de la evangelización”. En este ámbito, esa tarea se traduce en “una presencia pública, continua y universal del pensamiento cristiano en todo esfuerzo a promover la cultura superior y en la formación de los estudiantes -un diálogo continuo y científico entre la fe y la razón”.

En este punto también advirtió sobre dos tentaciones: el fideísmo y la razón autónoma. “Ambas desconfían la una de la otra, despreciándose y entronizándose como si fueran únicas. Una Institución educativa católica debe evitar la aspiración de convertirse en una parroquia o en un grupo de devoción”, explicó. De la misma manera, “debe alejarse de la presunción de proclamar que solo algunas ciencias aceptarían la presencia de la fe y que otras estarían exentas de ella”. Cerró este punto recordando la invitación del Papa a que las universidades católicas implementen cuanto antes el principio de la interdisciplinariedad.

Tras los dos componentes (la identidad y la misión), Mendonça presentó otros dos aspectos que, según él, “necesitan renovación ahora para sembrar un futuro prometedor”. Uno de ellos es el diálogo, que forma parte de la dimensión constitutiva de todo ser humano y que en una institución católica se desarrolla considerando el intercambio tanto entre Dios y el hombre, como entre los hombres mismos.

Explicó que “las instituciones educativas católicas estén llamadas a compartir el diálogo como un elemento constitutivo de su identidad. En otras palabras, invitadas a practicar la gramática del diálogo, no como un expediente tecnicista, sino como modalidad profunda de relación, como expresión de sinodalidad. Las comunidades educativas católicas no pueden ser, si no son sinodales. Deben permitir que la persona se exprese y crezca humanamente en un proceso de relación dialógica, interactuando de manera constructiva, ejercitando el respecto, comprendiendo los diferentes puntos de vista, creando confianza en un ambiente de auténtica armonía”.

Luego, repasó tres indicaciones fundamentales del Papa para favorecerlo. Ellas son: el deber de la identidad, la valentía de la alteridad y la sinceridad de las intenciones. El Purpurado advirtió sobre el riesgo de las instituciones educativas a aislarse si se cierran al diálogo. Igualmente, si se preocupan solo por dialogar, olvidando la identidad que las caracteriza, “terminarán siendo meras instituciones arrastradas por las modas de turno”, manifestó. “La virtud busca el equilibrio”, recordó Mendonça.

Respecto al último elemento desglosado, la pastoral universitaria, el Prefecto reconoció que “ha sido poco lo que se ha hecho”. Y así explicó su parecer: “Algunas Universidades católicas siguen considerando que la pastoral se limita a poseer una capilla, una imagen de Cristo, o de la Virgen, o de algún santo. Ellas piensan que son católicas porque tienen asignado un capellán o algún agente de pastoral. En algunas otras universidades, los signos cristianos no están presentes”.

“Por eso, agregó, si queremos que nuestro futuro esté comprometido con la sociedad fraterna que deseamos, se hace necesario reflexionar, partiendo del Kerygma, en la pastoral universitaria que necesitamos ahora y que podría influir en el advenir”. Mendonça comentó que en el Dicasterio para la Cultura y la Educación, el último documento sobre la presencia de la Iglesia en la Universidad y en la cultura universitaria tiene fecha de 1994. “Son muchos años y son tantos los cambios que el mundo ha experimentado”, remarcó.

Al cierre de su mensaje, Mendonça compartió su augurio a todos los que conforman las comunidades académicas de las universidades católicas: “Deseo que, a partir de nuestro presente, con sus pros y sus contras, vislumbremos con seriedad el futuro. Que todos, como dijo el Papa Francisco, en el video mensaje que cité al inicio, lleguemos a ser «los poetas de una nueva belleza humana, una nueva belleza fraterna y amigable, como de la salvaguardia de la tierra que pisamos”.

LEER. Discurso completo (PDF)

Conferencia completa “Qué espera la Iglesia de las Universidades católicas”
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Fuentes

Vatican News / FIUC / Video: FIUC / Foto: FJCU

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