Rasgos prometedores para la Vida Consagrada

2:00 p.m. | 12 may 23 (RVN/UISG).- En mayo de 2022, la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) elegía a Nadia Coppa como presidenta. Se convirtió en la cabeza de un organismo que, con más de 1.900 líderes de congregaciones femeninas a las que pertenecen más de 650.000 consagradas, es la asociación femenina más grande del mundo. Un año después de ser elegida, comenta cuáles son los desafíos a los que debe enfrentarse la Vida Consagrada. Y una jornada nacional en España, debate las mismas cuestiones actuales, con perspectivas de esperanza, en un contexto complicado de “reducción de instituciones y menor capacidad para expandir presencia”.

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Nadia Coppa: “Hay que contribuir a la transformación social caminando con otros”

Se ha cumplido un año desde su nombramiento como presidenta de la UISG, ¿cómo ha sido este periodo?

Ha sido un año muy intenso y prolífico. Durante este periodo no solo se ha ampliado mi conocimiento de la riqueza de la Vida Consagrada en el mundo, sino que también ha sido para mí una oportunidad para reflexionar junto a distintos organismos acerca de la realidad que atravesamos como consagrados y consagradas en diversas partes del mundo. Como presidenta y junto al consejo directivo de la UISG, siempre hemos buscado trabajar en reforzar la comunión, especialmente de aquellas superioras generales y congregaciones que viven un poco más lejos de Europa. Por ejemplo, hemos tenido una preciosa experiencia de participación visitando las delegaciones de Corea e Indonesia, entrando en diálogo con diversas conferencias de religiosas para favorecer una reflexión conjunta sobre algunos desafíos que, como Vida Consagrada, estamos atravesando.

Ha sido un año en el que hemos podido profundizar en lo que significa la sinodalidad, naturaleza de la Vida Consagrada, buscando caminos concretos de comunión, escucha recíproca y proximidad. Estamos llamados a peregrinar con otros en intercongregacionalidad, con una actitud de diálogo que haga posible que las riquezas de un carisma enriquezcan a los demás.

Además, estamos pasando por tiempos complejos: la pandemia, los desastres naturales, la guerra y la crisis energética. Abordar estas crisis, especialmente a largo plazo, requiere un compromiso sólido a todos los niveles. Nosotros, consagrados y consagradas, estamos llamados a redescubrir todo el potencial de nuestro estado existencial. Por eso, la crisis, que es siempre un desafío y una posibilidad, nos está ayudando a reelaborar las razones de la existencia y las motivaciones de la misión en la historia.

¿Cuáles son los desafíos a los que debe enfrentarse la Vida Consagrada?

Vivir en el escenario de una sociedad inestable es un gran desafío que se le plantea hoy a la Vida Consagrada, llamada a vivir la “radicalidad evangélica”. Necesitamos autenticidad para superar la superficialidad, concentración para evitar la dispersión y discernimiento para salir de lo secundario. En este sentido, la mujer consagrada es un signo que plantea interrogantes sobre la vida de los demás. Con sus opciones, propone un estilo de discernimiento y esperanza que interpela y, sobre todo, favorece nuevas y significativas relaciones a nivel humano y un auténtico encuentro con los pobres.

Es necesario, por tanto, un “camino profundo” hacia las raíces, para llegar al centro y dar respuestas nuevas y eficaces a los desafíos que se le plantean a la Vida Consagrada. Por otro lado, la Vida Religiosa está perdiendo visibilidad. El centro de nuestra presencia ya no está tanto el “hacer” como el “ser”. Ser, junto a los demás, elemento de transformación, ser levadura en la masa. En definitiva, contribuir a la transformación social desde dentro, caminando con los demás, asumiendo los desafíos que vive el mundo a través de respuestas concretas.

Se muestra entusiasmada con los aires de sinodalidad que se están abriendo. ¿Se ha reforzado su esperanza en este último año?

Desde luego. Se ha reforzado porque este año he tenido la oportunidad de experimentar no solo que podemos caminar con los demás, sino que es maravilloso hacerlo. Como UISG no solo tenemos muchos proyectos, sino que este año hemos reforzado el diálogo con el Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica y la Unión de Superiores Generales. Cuando reflexionamos juntos, descubrimos tanta riqueza que surge de la escucha mutua. Escuchar y dar cabida a otras visiones amplía el horizonte de comprensión, permite valorar la diversidad y reconocer la profecía de la Vida Consagrada. Entrar en la sinodalidad significa aceptar el ponerse en marcha, vivir como peregrinos y escuchar constantemente la realidad, el grito de los necesitados del mundo.

¿Se están abriendo nuevos espacios para las mujeres en la Iglesia en los últimos años?

Sí. A mí me gusta pensar que estamos en medio de un proceso que hay que recorrer. Aún queda mucho por hacer para que la mujer pueda, dentro de la Iglesia, tener esa visibilidad y esas oportunidades que son tan necesarias y que van ligadas a sus competencias y singularidad. Pero el papa Francisco ha abierto muchísimos espacios y posibilidades al mundo femenino, por lo que nosotras estamos siendo realmente animadas a continuar en este proceso. Además, la reflexión sinodal está ayudando a todo el Pueblo de Dios a reconocer el don que la mujer es en la Iglesia y en la sociedad.

En la UISG se puede apreciar de una manera muy clara cómo la Vida Consagrada está presente en las periferias. ¿Cuáles son los desafíos más apremiantes a los que han tenido que hacer frente en sus proyectos?

Uno de los mayores desafíos ha sido, probablemente, crear redes con estas periferias. En la Vida Consagrada hay muchas congregaciones que viven en las periferias, y que tienen que afrontar muchos desafíos en los que es vital la fuerza que da el estar juntos, el sentirse acompañados, la fuerza de una comunión que sostiene para hacer posible la misión. Son desafíos que están muy ligados, también, a la idiosincrasia de los propios territorios, donde a veces la Vida Religiosa no es acogida ni valorada como debería serlo. Son desafíos en los que también está presente el abuso hacia la Vida Religiosa femenina. Por ello, se trata de un acompañamiento que la UISG está tratando de dar favoreciendo el diálogo con las superioras generales y con los delegados que acompañan las diversas zonas.

Por otro lado, la Vida Religiosa femenina está tratando de dar respuesta a la pobreza que hay en muchas de estas realidades, así como a los movimientos de población en los que hombres y mujeres que se ven obligados a desplazarse por diversos motivos. La UISG trata de sostener a esas congregaciones que buscan dar respuestas concretas a estas situaciones tan complejas, en las que se incluyen también las nuevas formas de pobreza que están ligadas al cambio climático.

¿Cómo definiría, en líneas generales, el presente de la Vida Consagrada?

La Vida Consagrada es levadura en la masa de la historia, que puede contribuir a la transformación no tanto a través de obras visibles como de una vida radical, aquella que vemos en el Evangelio. Por eso es necesario narrar el ser humano marcado por Jesús, a través de nuevos modos de estar en relación, enfoques auténticos, concretos y ricos en humanidad. Y, con todo ello, que nos permita ser hombres y mujeres plenamente renovados.

¿Qué mensaje debe lanzar la Vida Religiosa a los jóvenes?

La llamada es un gran don que acoger. Por ello, mi deseo es que cada religioso y religiosa sea capaz de ser un fuego que encienda otros fuegos. Que seamos hombres y mujeres capaces de transmitir la alegría del Evangelio, porque es una alegría que está viva. Estamos llamados a ser signos de esa alegría que Cristo transmite con su presencia, y esta es una alegría que resulta contagiosa en la medida que seamos capaces de tenerle siempre a Él en el centro, porque Cristo es la esperanza que debemos testimoniar al mundo. Espero que las personas consagradas podamos ser sembradoras de esperanza, de esa luz que brilla en las tinieblas. Recuperar la generatividad de la esperanza dando testimonio de la victoria del Amor sobre la raíz del mal, una victoria que no “supera” el sufrimiento y la muerte, sino que los atraviesa transformándolos desde dentro.

Ante las crisis actuales: “Tenemos necesidad de frescura, de esperanza y de realidad”

Un teólogo de “la vida cotidiana”. Un teólogo de “la constante peregrinación iniciando siempre el camino de los descubrimientos inesperados, de los guiños de Dios”. Así se ha presentado Miguel Márquez, superior general de los Carmelitas Descalzos, ante el auditorio de la 52ª Jornada Nacional para la Vida Consagrada en España, que se celebra bajo el lema “Entretejer itinerarios de esperanza”.

“¿Existe alguna familia religiosa en la Iglesia que no haya nacido en el corazón de la crisis y de la tormenta?”, se ha preguntado. “No sé si hay un místico o un santo que no se haya labrado y gestado en el terreno de la vulnerabilidad, de los fracasos y persecuciones”, ha ido más allá. Para Márquez, “por crítico y negro que sea el presente, tiene dentro una semilla de vida insospechada”. Por ello, “con todo el mundo, asumimos la necesidad de un éxodo obediente. Tiempo de audacia y de valentía en fragilidad y vulnerabilidad”.

El superior general de los Carmelitas ha desarrollado su ponencia en cinco partes: 1. Quién nos separa del amor de Cristo; 2. Por qué me has abandonado ¡Basta ya! Adónde te escondiste; 3. Buscando mis amores: una herida de amor; 4. El ciervo vulnerado, por el otero asoma; y 5. Amanece el sol: los guiños de Dios en nuestra tierra hoy.

1. Quién nos separa del amor de Cristo: “¿Realmente, la razón y justificación de nuestra falta de pasión, de alegría y de brillo son las dificultades de la vida?”, se ha preguntado. Para luego volver a lanzar una cuestión al aire: “¿Cómo se vive en el corazón del COVID, en el territorio de la guerra en Ucrania y en cualquier guerra, y en medio de las ruinas de un país devastado por la guerra y la destrucción?”. Según Márquez, “esta inseguridad hacia el futuro marca la pregunta por la esperanza en nuestro tiempo: ¿Dónde se encuentra lo permanente dentro de lo provisorio?”.

2. Por qué me has abandonado ¡Basta ya! Adónde te escondiste: “No se interpreta bien la Noche en cada época de la historia, sin pasar por el no-ver. Un peligro puede constituir no hacer los procesos oportunos de muerte-vida. En los tiempos de crisis también aparece la tentación de la seguridad, la fuerza y la verdad incuestionable, las fórmulas mágicas y la búsqueda de milagros y apariciones. Humildad y escucha son el camino del buscador”, ha señalado.

Y se ha preguntado: “¿Respetar este silencio de Dios? ¿Dejarle marchar para que vuelva como Él quiere? ¿Aprender la pedagogía inédita de la amistad con Dios? ¿Atrevernos a la noche? ¿Quién se atreve al silencio, el silencio de las no-palabras, de las no recetas? ¿Quién se atreve a lo desconocido de Dios, dejándose herir? Me conmueve mucho la experiencia de Dios siempre por estrenar -ha continuado-, y la insistencia de los místicos, los maestros en que no les imitemos, ni repitamos su camino, sino que nos atrevamos al descubrimiento, donde no llegan los libros, los maestros, las ideas, en la pura confianza, sin prescindir nunca de la ayuda y la humilde compañía de los hermanos. Experiencia no escrita”.

5. Los guiños de Dios en nuestra tierra hoy: Márquez ha concluido su intervención llamando a la esperanza. “Lo mejor está por nacer aquí mientras lo que percibimos es un cambio de época, del que no debemos lamentarnos. No tenemos un problema de vocaciones ni de número ni de fuerzas, tenemos necesidad de frescura, de esperanza y de realidad. No es vana nuestra esperanza”. Y ha subrayado: “La Iglesia y la Vida Religiosa se abre a una vida por estrenar, en un sepulcro vacío, en la cruz y en el pesebre: morir, sufrir, nacer en cada paso. Porque en todo Él ha vencido y vencerá, y por eso vencemos fácilmente, por Aquel que nos ha amado”.

LEER. Reseña completa de intervención de Miguel Márquez

 

Más información sobre la Jornada Nacional para la Vida Consagrada
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Fuentes

Revista Vida Nueva (2) / Videos: UISG / Foto: Rhina Guidos (GSR)

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