El motor de la naturaleza misionera de la Iglesia

11:00 a.m. | 11 ago 21 (VTN).- Tiene un alma tan antigua como el Evangelio y el mandato intemporal de llegar a las “periferias” humanas y existenciales. El horizonte de acción de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos coincide con el mundo, donde la misión “ad gentes” (a todos los pueblos) requiere vocaciones, manos, inteligencia y estructuras. Es una obra de grandes “números”, apoyada en un presupuesto de 25 millones de euros, un dicasterio extenso y complejo. Luis Antonio Tagle, cardenal que lo dirige, explica su funcionamiento, sus proyectos y sus desafíos, como el potencial de la inculturación y del diálogo interreligioso.

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-El decreto Ad gentes del Concilio Vaticano II afirma que la Iglesia “es por naturaleza misionera” y que la labor de evangelización es un “deber fundamental del pueblo de Dios”. ¿Qué tipo de responsabilidad y compromiso implica esto para el dicasterio responsable de la “propagación de la fe” en los territorios de misión?

Desde el principio (1622), cuando se fundó la Sacra Congregatio de Propaganda Fide, hasta hoy, los pontífices han mantenido inalterada la intuición inicial de disponer de “un centro de propulsión, dirección y coordinación” (RM 75) para la actividad misionera, en el que la Missio ad gentes sea el criterio unificador de competencia. Esta visión se ha mantenido, aunque con algunas modificaciones, incluso en las diversas reformas de la Curia Romana. La Congregación tiene también la tarea de ayudar al Obispo de Roma en la promoción de la cooperación misionera. En esta perspectiva, las actividades de la CEP son propiamente servicios a las iglesias jóvenes.

Y tiene competencia territorial. En sus territorios asume diversas responsabilidades que son abordadas por los distintos dicasterios romanos. Sus competencias se refieren a la constitución (erección, modificaciones, supresión) y a la provisión de Iglesias particulares (nombramiento de obispos y sus equivalentes). Se ocupa de las cuestiones relativas a la formación del clero diocesano, el ministerio de los sacerdotes, la vida religiosa y consagrada, el apostolado de los catequistas y la vida de los fieles laicos. Todo eso con la finalidad de responder a las necesidades y exigencias de un funcionamiento eficaz de la prestación de servicios pastorales.

Actualmente el número de circunscripciones eclesiásticas (arquidiócesis, diócesis, ordinariatos militares, vicariatos apostólicos, prefecturas apostólicas, misiones “sui iuris”, administraciones apostólicas) del Dicasterio es de 1119. Las iglesias locales confiadas a la Congregación se encuentran en África (516), Asia (484), América (76) y Oceanía (46), (cf. Estadísticas 2020, agencia Fides). Con ese despliegue, es clave en el esfuerzo por fomentar las vocaciones misioneras clericales, religiosas y laicas, prevé una distribución adecuada de los misioneros, y promueve la creación de seminarios y supervisa su funcionamiento (más de 800 en todo el mundo, con un total de 23.138 seminaristas mayores, un 68% de ellos en África).

-Vista desde una perspectiva más “laica”, la realidad de la Congregación evoca a menudo la imagen de una poderosa maquinaria administrativa dirigida por un prefecto que, no por casualidad, es definido en los medios de comunicación como “el papa rojo”. ¿Puede darnos algunos datos sobre el personal y la estructura del dicasterio?

Los recursos humanos de la Congregación, además del Cardenal Prefecto, el Secretario, el Vicesecretario y el Subsecretario, están formados por tres Directores de Oficina, de los cuales dos son para la Secretaría, uno para la Administración, dos directores para los Archivos Históricos y los Archivos Modernos, respectivamente, y 60 empleados: 25 en la Secretaría, 20 en la Administración, 8 en los Archivos Históricos, 2 en los Archivos Modernos y 5 auxiliares.

La Sección de Secretaría está compuesta por 22 oficiales que son sacerdotes, procedentes de diferentes países (hasta 15 diferentes). También hay 4 religiosas, 2 laicas consagradas y 6 empleados laicos. Cada día la Congregación recibe diversos informes de los Nuncios Apostólicos, de las Conferencias Episcopales, de las diócesis y de diversos organismos. Describen situaciones sobre las relaciones Iglesia-Estado, la evangelización, la atención pastoral, la inculturación, la formación, la administración, el perfil de las Iglesias, las disposiciones para los obispos, los casos particulares. Todas las preguntas son estudiadas, y se dialogan con las oficinas vaticanas que sean necesarias. El Archivo Histórico, compuesto por unos 11 millones de documentos en 14.000 volúmenes, incluye auténticos tesoros que datan de 1622 a 1965. Emplea a 8 personas. El Archivo Moderno conserva los expedientes de los últimos 50 años.

Además, hay otros organismos dependientes de la Congregación, como la Pontificia Universidad Urbaniana, con cuatro facultades: Filosofía, Teología, Derecho Canónico y Misionología; la Fundación Domus Urbaniana (2005) y el Colegio Urbano (1627), que aloja clérigos de territorios de misión para un período adecuado de formación universitaria; el Centro Internacional de Animación Misionera, una casa de formación misionera al servicio de las cuatro Obras Misionales Pontificias; y la Agencia Fides, que es un medio de difusión de las misiones.

-La amplitud de los ámbitos de competencia del dicasterio se asocia también a la vastedad de su patrimonio material -sobre todo inmobiliario- en el que a veces se centra cierto periodismo sensacionalista. ¿Puede aclarar los términos de esta relación y los criterios de gestión de los bienes propiedad de la Congregación?

La Congregación dispone de los medios financieros para alcanzar sus fines institucionales exclusivamente de la gestión de su patrimonio (muebles e inmuebles). La autonomía administrativa de la que goza el Dicasterio no es de ahora, sino que nació con la propia fundación de la Congregación en 1622 y está regulada por la Constitución Apostólica Pastor Bonus de la Curia Romana.

La autonomía administrativa surgió, por tanto, cuando Gregorio XV erigió Propaganda Fide y la independizó de las demás de la Curia Romana y la dotó de recursos financieros para garantizar su perpetuidad. Esto reflejaba una doble razón, una de carácter moral y otra de orden práctico. En efecto, según un principio de justicia, válido para todas las épocas, los bienes y las contribuciones ofrecidas a las Misiones deben servir única y exclusivamente al fin establecido por la voluntad del donante. El respeto a su voluntad obliga al beneficiario en conciencia y determina su destino. Por ello, la administración autonómica garantiza que los fondos destinados a las misiones se utilicen exclusivamente para ese fin.

Este es el objetivo institucional al que se dirige toda la acción del Dicasterio y esta es también la tarea de la Administración: gestionar con profesionalidad y rigor el patrimonio fruto de la generosidad de quienes han donado sus bienes para promover la actividad misionera en todo el mundo. La Congregación debe dar cuenta de su gestión a la Secretaría para la Economía. Dado que los estados financieros de la Congregación forman parte de los estados financieros consolidados de la Santa Sede, la Secretaría para la Economía, a través de la Oficina del Auditor General, procede a realizar los controles habituales.

-Los fieles que contribuyen tienen derecho a saber en qué se emplean sus donaciones. ¿De qué herramientas disponen para garantizar la transparencia y la ética de los “costes” de la evangelización?

La distribución de las ofrendas y algunos de los proyectos realizados gracias al sacrificio de los donantes se publican en la página web: www.ppoomm.va. Obviamente, cada Dirección Nacional publica en su sitio local sus actividades y proyectos pastorales financiados. Además, los obispos envían a la sede de OMP en Roma informes sobre los proyectos realizados, documentados con fotos y vídeos. Estos informes se envían también a los Directores Nacionales que, a su vez, los ponen en conocimiento de los benefactores.

-Precisamente a las Obras Misionales Pontificias el Papa dirigió recientemente un mensaje en el que recordaba la centralidad de la acción del Espíritu en la obra de evangelización y advertía contra las tentaciones del funcionalismo, el elitismo y la autorreferencialidad. ¿Cuáles son los desafíos y las prioridades que le esperan para responder concretamente a las solicitudes de Francisco?

La animación misionera es una tarea primordial que debe realizar la CEP a través de las Obras Misionales Pontificias para despertar la conciencia misionera. La formación misionera debe ocupar un lugar central en la pastoral diocesana o parroquial para que la misión sea un verdadero paradigma de la vida y la acción de las Iglesias particulares. Otro reto importante es promover la apertura de las Iglesias locales a la Iglesia universal y al mundo. Jesús nos dijo: “Ustedes son todos hermanos”. (Mt 23,8). Por otra parte, en algunos territorios de misión son bastante frecuentes los excesos de nacionalismo, tribalismo o casta, que son preocupantes para el anuncio del Evangelio. Contra estas desviaciones, debemos comprometernos a construir un mundo más abierto, más fraterno y solidario.

Por otro lado, la Congregación está convencida del valor de encarnar la fe en las culturas, pero está igualmente convencido de la necesidad de estar atentos para evitar falsear o diluir la imagen de Jesús y su mensaje. El Espíritu Santo, afirma el Papa, embellece la Iglesia, con las nuevas expresiones de personas y comunidades que abrazan el Evangelio. Así, la Iglesia, asumiendo los valores de las diferentes culturas, se convierte en “sponsa ornata monilibus suis”, “la novia que se adorna con sus joyas”, de la que habla el profeta Isaías. Y por último, el Dicasterio está convencido de la importancia de promover el diálogo interreligioso en el cumplimiento de su misión.

Fuentes

Extracto de entrevista publicada en Vatican News, “Propaganda Fide, todos los días hasta el fin del mundo” / Video: Rome Reports / Foto: OMP

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