Francisco ajusta los sueldos más altos en el Vaticano
8:00 a.m. | 31 mar 21 (LN/VN).- A pesar de una crisis económica sin precedente, no está en los planes del Papa despedir trabajadores del Vaticano. Y va a hacer todo lo posible para contener el déficit este 2021, cuando la Santa Sede prevé ingresar un 30% menos que antes de la pandemia. Por eso, Francisco decidió recortar el sueldo de cardenales y altos cargos de la Santa Sede a partir del 1 de abril. Las finanzas del Vaticano dependen en gran medida de las donaciones y del turismo generado por los Museos Vaticanos. La pandemia por COVID-19, que dejó los museos vacíos y las donaciones afectadas, añadió más tensión a las ya mermadas finanzas vaticanas.
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Ajustar cinturones. En medio de una crisis económica sin precedente, también debido a la pandemia por el coronavirus, en una nueva medida extraordinaria para hacerle frente al déficit el Papa decidió bajarle el sueldo a cardenales, altos cargos y sacerdotes y religiosos de la Santa Sede, la Ciudad del Vaticano y demás entes, con el fin de “salvaguardar los actuales puestos de trabajo”.
En un nuevo motu proprio, documento por iniciativa propia, sobre “la contención del gasto para el personal de la Santa Sede, del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano y otros entes relacionados”, Francisco dictaminó que el recorte será a partir del 1 de abril próximo. El sueldo de los cardenales se reducirá en un 10%; el de los demás superiores, en un 8%, y el de clérigos y miembros de Institutos de vida consagrada o de sociedad de vida apostólica de escalafón menor, en un 3%. “La reducción no se aplicará” a quienes demuestren que les resulta “imposible” hacerle frente a gastos fijos relacionados con su estado de salud o el de algún pariente de segundo grado, indica el nuevo decreto.
Nadie sabe exactamente cuánto gana un cardenal, algunos creen entre 4500 y 5000 euros. Según una fuente muy informada consultada por el diario La Nación, “bastante menos”, pero lo cierto es que tienen grandes ventajas con el alquiler de departamentos –en algunos casos, espectaculares, propiedad de la Santa Sede-, a precios bajísimos. En base al nuevo decreto, firmado por Francisco, no se reducen los sueldos de los empleados laicos -la inmensa mayoría del personal-, a menos que sean jefes o subjefes de un departamento; en ese caso sí se les aplica el recorte del 8%.
La única medida que afecta a los casi 6000 empleados que suman la Santa Sede, el Estado del Vaticano, las basílicas papales, el vicariato de Roma, etc. es que dejan de contar los bienios por ancianidad, por lo que no tendrán aumento automático de sueldo en 2023. En los considerandos del nuevo decreto, el Papa, que pese a la crisis, nunca quiso despedir a nadie, admitió que “un futuro sostenible económicamente requiere hoy, entre otras decisiones, adoptar también medidas relacionadas con la retribución del personas”.
Y explicó su decisión de ajustar los cinturones recordando “el déficit que desde hace años caracteriza la gestión económica de la Santa Sede” y el “agravarse de tal situación después de la emergencia sanitaria determinada por la difusión del COVID-19, que ha incidido negativamente en todas las fuentes de ingresos de la Santa Sede y de la Ciudad del Vaticano”. El decreto señaló que estas medidas excepcionales se toman “con la finalidad de salvaguardar los actuales puestos de trabajo”, y teniendo en cuenta que los costos de personal constituyen “una relevante” parte de los gastos. De hecho, ese gasto es el mayor con gran diferencia.
Subrayó, además, que procedía con criterios de “proporcionalidad y progresividad” y que la decisión, sin precedente en tiempos modernos, se tomaba tras haberse consultado a la Secretaría para la Economía y “después de haber examinado con cuidado cada cuestión relativa a la materia”. La Secretaría para la Economía es el “superministerio” de Economía creado por el exarzobispo de Buenos Aires, que desde hace más de un año lidera el jesuita español Juan Antonio Guerrero Alves. Guerrero Alves, cercano al Papa, reemplazó en ese puesto considerado una “papa caliente” al cardenal australiano George Pell, exzar de las finanzas del Vaticana que debió irse para defenderse en su madre patria de un escándalo de pedofilia.
Fiel reflejo de la transparencia que quiere el Papa, hace dos semanas Guerrero Alves por primera vez publicó los números del presupuesto de la Santa Sede para 2021, que consignó una dramática caída de ingresos, del 30%, por lo que deberá gastar 30 millones de euros de su reserva de donaciones para cubrir un déficit de 80 millones, provocado principalmente por la pandemia. El ajuste es consecuencia de toda esta situación.
El Vaticano apunta a ser referente internacional en transparencia económica
El presupuesto de 2021 de la Santa Sede es el más ajustado de su historia, según reconoce el propio jesuita al que el papa Francisco ha puesto al frente de las finanzas vaticanas. Y es que los ingresos esperados son de 213 millones de euros, un 30% menos de lo ingresado en 2019 (307 millones), el último año sin pandemia.
La realidad es que aproximadamente el 50% del presupuesto está compuesto por gastos de personal. “Un momento de desafío financiero no es un momento para rendirse, para tirar la toalla, no es un momento para ser ‘pragmáticos’, olvidando nuestros valores. Esto significa que, al menos a corto plazo, el 50% del gasto no es flexible. Además, muchos departamentos cumplen su misión prácticamente solo apoyándose en los recursos humanos, el 70 u 80% de sus gastos son de personal”.
El padre Guerrero rinde cuentas sin alarmismos, pero siendo cauteloso. Y lo hace porque cree firmemente que el Vaticano –y la Iglesia– “debe aspirar a convertirse en un modelo de referencia internacional” en transparencia económica. Además, insiste en que “los fieles merecen transparencia, deben saber cómo gasta la Iglesia lo que recibe. Para nosotros es una cuestión de credibilidad”.
El jesuita español enumera algunas medidas adoptadas en 2020: reducir drásticamente los costes de consultoría (1,5 millones); cancelar todos los eventos programados para 2020, incluidas las visitas ad limina, asambleas plenarias, conferencias, congresos y eventos similares (1,3 millones); limitar todos los viajes (3 millones); suspender las compras previstas de mobiliario (0,9 millones); o bloquear y reprogramar obras de rehabilitación de edificios no urgentes o aplazables (4,8 millones).
“Siempre insisto en que no somos una empresa, no estamos tratando de lucrarnos. Ni siquiera somos un Estado como cualquier otro ni una ONG. La Santa Sede tiene una misión indispensable para la que presta un servicio que inevitablemente genera costes, cubiertos sobre todo por donaciones…” (click aquí para leer el artículo completo).
Antecedentes en Buena Voz Noticias
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Fuentes
La Nación / Vida Nueva / Religion News Service / Foto: AP – Andrew Medichini