Muere Ernesto Cardenal: una vida dedicada a la justicia, la fe y el arte

9:00 p.m. | 3 mar 20 (EP/LN).- Poeta, escultor, sacerdote, teólogo, revolucionario, funcionario político y, con el nuevo milenio, ferviente defensor de la ciencia como un camino más directo a Dios, el nicaragüense Ernesto Cardenal murió a los 95 años. Fue uno de los más destacados representantes de la llamada teología de la liberación, corriente latinoamericana inspirada en la pobreza de la región.

Ese compromiso contra la injusticia lo convirtió en la voz moral de la revolución sandinista (años 70s), y en apoyo de la lucha armada contra la dictadura de Somoza, una dinastía que gobernó Nicaragua por más de 40 años. Esa postura le valió la reprimenda de Juan Pablo II, por inmiscuirse en asuntos políticos. Más recientemente, encaró al actual gobierno de Daniel Ortega, cuyas arbitrariedades denunciaba donde viajaba a presentar su poesía.

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Candidato hasta en cuatro ocasiones al Premio Nobel de Literatura, entre otros galardones, se le ha reconocido con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y la orden de la Legión de Honor francesa en grado oficial. Su último trabajo lo firmó en 2019 con el título “Hijos de las estrellas”, un libro-poema sobre la dictadura, si bien estaba decidido a publicar una obra más.

Nació en Granada (Nicaragua), el 20 de enero de 1925. Heredero de una sólida tradición poética –con poetas prominentes como Rubén Darío–, Cardenal estudió literatura en Managua y México y cursó otros estudios en Estados Unidos y Europa.

En 1957, ingresó en la abadía trapense de Nuestra Señora de Getsemaní, en Kentucky, donde conoció al monje, escritor y activista social estadounidense Thomas Merton, pionero del diálogo interreligioso: la editorial Trotta publicó la correspondencia que ambos mantuvieron entre 1959 y 1968. De su aprendizaje en esa orden monástica proviene otro de los grandes libros de Cardenal, Gethsemani, Ky (1960). En ese entonces se afianza también su tarea como escultor, que se extendió hasta la década de 1990. El libro 50 años de esculturas reúne imágenes de sus obras, en su mayoría figurativas, de animales y plantas.

En 1965 fue ordenado sacerdote y más tarde se asentaría en el archipiélago de Solentiname, localizado en el Gran Lago de Nicaragua, donde fundó una comunidad de pescadores y artistas primitivistas que se hizo mundialmente famosa.

Su compromiso con el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia le impulsó a poner las bases de la teología de la Iiberación mano a mano con Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff y Jon Sobrino. En 1979 da un paso al frente al aceptar su nombramiento como ministro de Cultura del gobierno sandinista (después de la caída de la dictadura de Somoza. En 1983, Juan Pablo II viaja a Nicaragua y reprende públicamente al sacerdote en una imagen que dio la vuelta al mundo. El enfado del Papa polaco es tal que en 1985 le suspende “a divinis” por mantenerse en su cargo político.

“El cristianismo tal como lo vemos en el Vaticano, no es el que Cristo quiso para la iglesia; pero mi fe es en Cristo, no en el Vaticano; si el Vaticano se aparta de Cristo, yo sigo con Cristo”, le explicó a BBC Mundo Ernesto Cardenal en 2007, 20 años después de la prohibición vaticana.

Para entonces, el también escultor ya se había alejado del Frente Sandinista, al que renunció públicamente en 1994 para convertirse en un feroz crítico de Ortega. Su prestigio y credibilidad internacional, especialmente entre los movimientos de izquierda, lo hicieron objeto de lo que Cardenal denunció como una “persecución política” del líder sandinista que regresó a la presidencia de Nicaragua en ese 2007.

Así, luego de un proceso judicial por el que ya había sido absuelto en 2005, en febrero de 2017 el poeta fue condenado a pagar 800 mil dólares por “daños y perjuicios” a una antigua colaboradora de su proyecto de Solentiname, cercana al gobierno de Ortega, que lo demandó por incumplimiento de contrato. En ese momento, las autoridades nicaragüenses también ordenaron el congelamiento de las cuentas del sacerdote, para entonces de 92 años.

El acoso judicial, sin embargo, no logró acallar a Cardenal, quien también se hizo oír durante las protestas de abril de 2018 por las que se acusa de crímenes de lesa humanidad al gobierno de Ortega. “Ahora repentinamente en todo el país han surgido los jóvenes en protestas, tomándose las calles. Algo que no se esperaba porque la juventud parecía dormida, o que sobre ella había caído una losa sepulcral. Mi hermano (Fernando) lo habrá visto ahora desde la eternidad. Nicaragua en todas partes ha resucitado”, celebró en su momento.

Poco después sería internado en un hospital de Managua por causa de una infección. Fue ahí que el 17 de febrero de 2019, ya plenamente readmitido al sacerdocio, finalmente volvió a impartir misa, asistido por el nuncio papal en Nicaragua que le comunicó el perdón del Vaticano. Un perdón que le permitió morir como lo que él siempre quiso ser: poeta, sacerdote, y revolucionario.

ENLACES. Más sobre la vida y poesía de Ernesto Cardenal: 1, 2 y 3

Ernesto Cardenal en siete pistas y tres libros

Teólogo y poeta, místico y político, sacerdote y profeta, nicaragüense y ciudadano del mundo, monje y revolucionario, militante y esteta, solidario y solitario, comunista y evangélico, cristiano y marxista, creyente y anti-idolátrico, de este mundo y de otro. ¿Tan contradictorio era Ernesto Cardenal? ¿Tantas caras y tan diferentes tenía? No. En su persona estas dimensiones estaban en sintonía, sin aristas, al menos visiblemente.

La combinación de tantas notas y pentagramas, de tantos géneros literarios, de tantas vidas y tareas, era casi perfecta. A veces desentonaban, ciertamente, pero, cuando lo hacían, era para crear una polifonía conscientemente disarmónica que daba lugar a una pieza nueva, a una obra de arte. La fidelidad a cada una de las causas que defendía era proverbial. Cada una de sus experiencias de vida se caracterizaba por la coherencia. En él había pluralidad de registros, pero no doblez, se oían diferentes voces, pero un solo pensamiento.

1. Era poeta, sin duda uno de los más reconocidos del siglo XX, y sabía lo que era la inspiración. Alcanzó la cumbre literaria con Cántico cósmico (Trotta, 1992), considerada por muchos especialistas la obra poética de mayor impacto en América Latina junto con Cantos de Vida y Esperanza.

2. Cardenal era un místico con los pies en la tierra y la mirada en el acontecer mundano, un orante “político” que rezaba por el derrocamiento de Somoza. En Vida perdida describe su experiencia mística en el monasterio trapense de Gethsemani (Kentucky).

3. Era una persona comprometida política y socialmente, que colaboró en el derrocamiento de Somoza y, tras el triunfo de la Revolución, asumió el ministerio de Cultura en varios gobiernos del Frente Sandinista en un ejercicio de coherencia con su interpretación liberadora del cristianismo.

4. Cardenal fue autor del Quinto Evangelio, el que lleva el nombre del lago donde fundó una comunidad cristiana de resistencia contra la dictadura, una comuna de vida compartida, de contemplación del misterio de la Naturaleza y de la Divinidad, de trabajo solidario, de cultivo del espíritu, de creación literaria y artística: el Evangelio de Solentiname.

5. Cardenal vivió en permanente exploración de otros mundos: el arte, la ciencia, la filosofía, las religiones, la sabiduría de los pueblos, la vida interior, etc., en actitud de búsqueda, pero sin huir de la vida. Él mismo se presentaba con ejemplo de encuentro entre ciencia, mística y poesía en un texto realmente antológico: “En estos hechos científicos yo encuentro mucha inspiración mística y mucha inspiración poética. Por eso desde hace tiempo mi poesía se nutre de ciencia”… (leer aquí artículo completo).

La cultura nicaragüense despide a Cardenal

La cultura nicaragüense ha sido trastocada con la muerte de Cardenal, uno de los principales exponentes de la poesía latinoamericana. Escritores, artistas y músicos han expresado su pesar por el fallecimiento del sacerdote. Sobre todo, sus amigos como Mejía Godoy, quien era cercano a Cardenal desde las andanzas revolucionarias contra la dinastía somocista, las complicidades artísticas que aunaron poesía y música, y su oposición actual al Gobierno de Ortega que los persiguió por igual.

La historia de Mejía Godoy y Cardenal la cataliza la Misa Campesina, ese canto litúrgico inspirado en los campesinos y la opresión que sufrían. La pieza musical fue vetada por la iglesia Católica, pero su letra resonó en toda Latinoamérica como consigna… (leer aquí artículo completo).

Canto al Universo

¡Su poema “Canción cósmica”, publicado en 1990, abarca 600 páginas! Es una descripción exquisita de la evolución del Universo y de toda la magnitud estética de la Creación, lo que llevó al escritor Sérgio Ramírez a describir el trabajo de Cardenal como “poesía científica”. El trabajo comienza con estos versos: “Al principio no había nada, / ni espacio ni tiempo. / Todo el Universo se concentró en el espacio del núcleo de un átomo / y, antes, incluso más pequeño, mucho más pequeño que un protón, / y, sin embargo, aún más pequeño, / un punto matemático infinitamente denso. / Y ocurrió el Big Bang. / La gran explosión”.

Y así termina su poema más extenso: “¿Y qué vemos cuando miramos el cielo nocturno? / De noche solo vemos la expansión del Universo. / Galaxias y galaxias, y más allá de más galaxias y cuásares. / Y detrás del espacio no veríamos ni galaxias ni cuásares, / sino un Universo en el que nada se había condensado, / un muro oscuro, / antes del momento en que el Universo se volviera transparente. / Y antes de eso, ¿qué veríamos finalmente? / Cuando no había nada. / En el principio”… (leer aquí artículo completo).

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Fuentes:

El País / Vida Nueva / La Nación / Religión Digital / Foto: Niú

 

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