Lo de las diaconisas va en serio. Francisco crea comisión
9:00 a m| 10 ago 16 (AGENCIAS/BV).- En mayo, en una reunión con líderes de órdenes religiosas femeninas, el Papa expresó la intención de constituir una comisión oficial que pueda estudiar la cuestión del diaconado femenino, “sobre todo en lo que respecta a los primeros tiempos de la Iglesia”. Según ha hecho oficial la Santa Sede, “después de intensa oración y de madura reflexión”, Francisco ha decidido instituir la Comisión de Estudio sobre el diaconado de las mujeres. Esta contará con 13 miembros, seis mujeres y seis hombres, más un presidente.
Uno de los miembros seleccionados por el Papa, Phyllis Zagano, profesora de religión en la Universidad de Hofstra y autora de varios libros sobre el papel de las mujeres en la Iglesia católica, recordó en una entrevista publicada en The New York Times que Francisco “quiere ver a más mujeres en puestos de autoridad”, pero en algunos casos no pueden porque no están ordenadas. Según Zagano, lo más importante que puede ofrecer la comisión es demostrar que en la historia “las mujeres han servido en el diaconado”.
Un reciente comunicado de la Sala de Prensa recordó que el 12 de mayo pasado, durante un encuentro con 900 religiosas superioras de diversas congregaciones de todo el mundo, el Papa aceptó la propuesta de formar una comisión oficial para estudiar el diaconado de las mujeres, “sobre todo en lo que respecta a los primeros tiempos de la Iglesia”.
“Después de intensa oración y madura reflexión, Su Santidad decidió instituir la comisión de estudio sobre el diaconato de las mujeres”, agregó el comunicado, que también difundió los nombres de quienes la componen. El presidente es el sacerdote jesuita español Luis Francisco Ladaría Ferrer, secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
En un dato significativo, en la comisión hay cuatro laicas, dos religiosas y personalidades de tendencia teológica variada, tanto progresista como conservadora. De hecho, figura la laica estadounidense Phyillis Zagano, académica que enseña en la Universidad Hofstra, de Nueva York, conocida por su fuerte postura en favor de las mujeres diácono. También está la laica italiana Francesca Cocchini, docente de Historia de los Primeros Siglos de la Iglesia en la Universidad La Sapienza y en el Instituto Patrístico Augustinianum de Roma; la también italiana y laica Michelina Tenace, docente de Teología Fundamental en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, y la laica austríaca Marianne Schlosser, docente de Teología Espiritual en la Universidad de Viena y miembro de la Comisión Teológica Internacional del Vaticano.
Hay dos religiosas: la italiana sor Mary Malone y la española sor Nuria Calduch-Benajes, de las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret, que es también miembro de la Pontificia Comisión Bíblica, al parecer cercana al fallecido cardenal Carlo Maria Martini.
Entre los hombres figuran monseñor Piero Coda, cercano a los focolares, rector del Instituto Universitario Sophia; el reverendo Robert Dodado, rector del Instituto Patrístico Augustinianum de Roma y docente de Patrología; el sacerdote español Santiago Madrigal Terrazas, jesuita, docente de Eclesiología en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid; el reverendo alemán Karl-Heinz Menke, docente emérito de Teología Dogmática en la Universidad de Bonn; el sacerdote salesiano originario de Ruanda, Aimable Musoni, docente de Eclesiología en la Pontificia Universidad Salesiana de Roma, y el sacerdote belga Bernard Pottier, también jesuita, docente en el Instituto de Estudios Teológicos de Bruselas.
La apertura a las mujeres diácono podría representar un giro histórico para la Iglesia, que no acepta el sacerdocio femenino y que le pondría fin, de esta forma, a un clero exclusivamente formado por hombres.
En la tradicional conferencia de prensa que concedió en el vuelo de regreso desde Armenia, el 26 de junio pasado, sin embargo, Francisco bajó la expectativas. Ante una pregunta, en efecto, se quejó de cómo la prensa había reaccionado a ese anuncio. “¡Al día siguiente (titularon) ‘La Iglesia les abre las puertas a las mujeres diácono!’ En serio, me enojé un poco con los medios, porque eso es no decir la verdad de las cosas”, dijo.
Contó que había hablado del tema con el prefecto de la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, que le dijo que existía un estudio sobre la cuestión realizado en los años ochenta y que había hecho consultas con él y con la presidenta de las superioras para conformar la comisión.
Según el concilio Vaticano II, las funciones litúrgicas y pastorales del diácono son: “administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, llevar el viático a los moribundos y leer la sagrada Escritura a los fieles”. También figuran las funciones de “instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y oración de los fieles, administrar los sacramentales (y) presidir el rito de los funerales y sepultura”.
En su carta apostólica Ordinatio Sacerdotalis, de 1994, Juan Pablo II les cerró las puertas de la Iglesia Católica a las mujeres sacerdote, al recordar que Jesús eligió a 12 apóstoles hombres como servidores.
Muchos historiadores de la Iglesia, sin embargo, sostienen que hay numerosas pruebas de que algunas mujeres sirvieron como diaconisas en los primeros siglos de la Iglesia.
Entrevista a Phyllis Zagano en The New York Times
-¿Por qué este es un asunto importante para la Iglesia católica actualmente?
El Papa Francisco ha insistido en que quiere ver a más mujeres en puestos de autoridad y hay algunos cargos que las mujeres no pueden desempeñar porque no están ordenadas. La forma tradicional de obtener el estado eclesiástico es a través de la ordenación del diaconado. Esta es una manera sencilla de tener a mujeres capacitadas, ordenadas y con facultades dadas por sus obispos para oficiar en nombre de la Iglesia.
-¿Qué podría lograr esta comisión?
No sé si la comisión por sí misma llegue a alguna conclusión; quizá haga una recomendación al Papa sobre lo que la historia ha demostrado, y esta muestra con claridad que las mujeres han servido en el diaconado. La pregunta importante aquí es si las mujeres pueden ser ordenadas como diaconisas y esa es la cuestión teológica que debe estudiarse con profundidad.
-¿Qué esperanzas tiene para la comisión?
Espero poder participar en una discusión seria no solo sobre la historia de las mujeres en el diaconado del cristianismo, sino acerca de las posibilidades que hay para ellas en el futuro.
-¿Cuándo se enteró de que había sido seleccionada para formar parte de la comisión?
Ayer a las 8:30 de la mañana. El anuncio de los integrantes de la comisión me sorprendió. Es un gran honor para mí, para mi investigación y para los muchos académicos que han apoyado mi trabajo. Creo que en esta comisión hay un buen grupo de personas, la mayoría europeas, que tienen diferentes perspectivas y provienen de distintas disciplinas.
-¿Ya sabe cuándo se reunirán o cuánto tiempo tiene la comisión para realizar su trabajo?
No, aún no lo sé.
Otros argumentos de Phyllis Zagano publicados en Religión Digital
En septiembre del 2015 dio una presentación en el marco de la conferencia del grupo Women’s Ordination Worldwide (“La ordenación de las mujeres para todo el mundo”) en Filadelfia, y este mayo ofreció una conferencia virtual en el portal de Futurechurch (“La Iglesia del futuro”), una organización que aboga por la participación plena y activa de todos los católicos en la toma de decisiones en la Iglesia.
Pero los argumentos que sostiene Zagano a favor de que se les ordene a las mujeres van más allá de gestos de reivindicación y activismo, como sería de esperar de una académica que ha dedicado muchos años de su vida a la investigación sobre el tema.
Partiendo desde la observación de que en su Carta a los Romanos (16.1) el apóstol Pablo llama a Febe “diácona”, y no “diaconisa” -usando la misma palabra que se emplea para los varones diáconos- la profesora Zagano demuestra que mujeres como Febe estaban involucradas, de modo igual que los hombres, en servicios en la Iglesia primitiva como la evangelización, la catequesis, la unción de los enfermos y la oración litúrgica.
No solo eso, porque como Zagano evidencia los ritos de las Constituciones Apostólicas codificadas por los Concilios de Nicea (325) y Calcedonia (451) -y, más claramente, el ceremonial contenido en el manuscrito bizantino del siglo VIII conocido como “Barbarini 336”- especifican que a las mujeres se les ordenaba sacramentalmente, en estrecha proximidad al altar.
Para la profesora Zagano, entonces, el meollo del asunto es que si durante una parte sustancial de la historia las mujeres podían ser diáconas, de forma igual que los varones -y si el diaconado forma parte del sacramento de orden sacerdotal- entonces las mujeres ya han participado en ese sacramento. Pero si la disciplina de la Iglesia no permite, por el momento, que a las mujeres se les ordene presbíteros, aún se podría recuperar la sacramentalidad de su ministerio histórico como diáconas.
Si no se les permite actuar, como hacen los sacerdotes varones, en persona de Cristo Cabeza de la Iglesia –in persona Christi capitis– podrían conducirse, por ejemplo, in persona Christi servi, en persona de Cristo Serviente, descripción del ministerio del diaconado formulada por la Comisión Teológica Internacional en el 2002.
Es vital, explica Zagano, que las mujeres puedan identificarse con Cristo, porque la alternativa implicaría no solo que los hombres y mujeres difieran ontológicamente sino que hubiera una parte de la naturaleza humana que Jesucristo no habría redimido, por no haberla asumido en sus carnes.
Esto sería un resumen de los argumentos que la profesora Zagano traerá a las reuniones de la Comisión de Estudios sobre el Diaconado de las Mujeres.
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