Cronología: La visita de Francisco a Corea

7.00 p m| 19 ago 14 (VIDA NUEVA/AGENCIAS/BV).- Fue un maratoniano viaje de cinco días a Corea del Sur que pasará a la historia por los llamamientos a la unidad de dos estados enfrentados, la denuncia de los excesos del capitalismo y la reivindicación de una Iglesia cada vez más universal y que se ejemplifica en el Papa “del fin del mundo”, que ha viajado hasta el otro extremo del globo para volver a dar testimonio de la fe en Cristo. Aquí una cronología con las actividades del Papa y sus mensajes, para profundizar en detalles de su visita.

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Primer día (Jueves 14 de agosto)

El Papa es recibido por la presidenta surcoreana y se reúne con los obispos del país

Durante el vuelo, según informa Radio Vaticana, Francisco saludó a los periodistas con especial recuerdo para Simone Camilli, periodista italiano fallecido el 13 de agosto en la Franja de Gaza por la explosión de un misil israelí que policías palestinos intentaban desactivar. También aprovechó para enviar desde el avión telegramas a los jefes de Estado de los países que sobrevolaba: Bielorrusia, Rusia, Mongolia y muy especialmente China.

Debido al desfase horario, el programa del primer día no estuvo cargado para el pontífice, de 77 años de edad. Fueron dos actividades importantes, primero la ceremonia de bienvenida en la Casa Azul (sede de la presidencia de la República) donde Francisco pronunció el primero de los once discursos durante su visita, ante 800 personalidades del país.

“La búsqueda de la paz por parte de Corea es una causa que nos preocupa especialmente, porque afecta a la estabilidad de toda la región y de todo el mundo, cansado de guerras”, aseguró Francisco en lo que fueron sus primeras palabras, pronunciadas en inglés, en territorio surcoreano. Luego recordó que la Pení­nsula de Corea “es una tierra que sufrió durante mucho tiempo la ausencia de paz” e hizo un llamamiento a “derribar los muros de la desconfianza y del odio promoviendo una cultura de la reconciliación y de solidaridad”.

Más tarde, el Papa se encontró con los obispos de Corea en la sede de la Conferencia Episcopal nacional, donde pronunció su segundo discurso. Con sus palabras alentó especialmente a ocuparse de la educación de los jóvenes, a ser “custodios de la memoria y de la esperanza” y a ejercer la denuncia profética “en favor de los pobres”.

“De tierra de misión, Corea ha pasado a ser tierra de misioneros; y la Iglesia universal se beneficia de los muchos sacerdotes y religiosos enviados por el mundo… Ustedes son los descendientes de los mártires, herederos de su heroico testimonio de fe”.

Segundo día (Viernes 15 de agosto)

El segundo día de su visita a Corea del Sur, el papa Francisco presidió la Misa por la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María a la que asistieron en torno a 50.000 fieles que llenaron el estadio mundialista de Daejeon, a unos 160 kilómetros de la capital.

Para ese traslado el Papa alteró el programa previsto y en vez del helicóptero anunciado, eligió un tren bala de Korean Train eXpress (KTX) para ir a Daejeon, causando gran sorpresa entre los demás viajeros.

Sonriente apareció Bergoglio en el coche Kia que hace las veces de Papa-móvil, momento en que la multitud congregada empezó a agitar pañuelos blancos y a vocear “Viva Papa” y “Mansei” (“larga vida” en coreano). El Papa se detuvo varias veces para repartir saludos y besos entre los presentes. La Misa tuvo lugar en un escenario cubierto y con pantallas gigantes a cada lado para aquellos situados en lo alto de las gradas.

En la homilía, leída en italiano y traducida al coreano, el Papa pidió a la Virgen:

“Que los cristianos de esta nación sean una fuerza generosa de renovación espiritual en todos los ámbitos de la sociedad. Que combatan la fascinación de un materialismo que ahoga los auténticos valores espirituales y culturales y el espíritu de competición desenfrenada que genera egoísmo y hostilidad. Que rechacen modelos económicos inhumanos, que crean nuevas formas de pobreza y marginan a los trabajadores, así como la cultura de la muerte, que devalúa la imagen de Dios, el Dios de la vida, y atenta contra la dignidad de todo hombre, mujer y niño.

La esperanza que nos ofrece el Evangelio, es el antídoto contra el espíritu de desesperación que parece extenderse como un cáncer en una sociedad exteriormente rica, pero que a menudo experimenta amargura interior y vacío”.

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Tras la celebración de la Misa, un almuerzo con los jóvenes del Seminario Mayor de Daejeon esperaba al Papa Francisco. Ahí saludó a un grupo de 18 jóvenes de diversos países del Asia, con quienes almorzó. Participaron además el Obispo de Daejeon, Mons. Yu, y el joven jesuita coreano que estos días acompaña como traductor al Papa.

Como era de esperar, la atmósfera en el comedor del Seminario Mayor fue muy alegre y familiar, incluso con algunas bromas. Compartiendo algunas especialidades de la cocina coreana, estos jóvenes asiáticos han contado a Francisco sus inquietudes personales y lo han ilustrado acerca la realidad de sus iglesias locales. Entre pequeños presentes y muchas fotos de grupo e incluso selfies, casi todos lo han invitado calurosamente a visitar su país. Diversos cantos han animado el almuerzo, entre los conocidos el himno de la Jornada Mundial de la Juventud.

Finalmente se dirigió en helicóptero al Santuario de Solmoe, la tierra donde nació el primer sacerdote católico coreano, el mártir San Andrés Kim Tae-gon. El santo nació en Solmoe en 1821 en el seno de una familia católica que siendo niño tuvo que exiliarse por las persecuciones. Su bisabuelo había muerto martirizado en 1814, como le ocurriría a su padre en 1839 y a él mismo en 1846.

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Andrés fue ordenado diácono en China y recibió la orden sacerdotal en Shangai, regresando a Corea en 1845 como asistente del tercer Vicario Apostólico que tuvo el país. Apenas un año después fue arrestado al tratar de facilitar la entrada en Corea de misioneros franceses. Tras tres meses de presidio, fue decapitado cerca de Seúl a la edad de 26 años.

Tercer día (Sábado 16 de agosto)

Francisco celebró la Misa de beatificación de los mártires coreanos perseguidos en los siglos XVIII y XIX. El Papa homenajeó la fe de Paul Yun Ji-chung y sus 123 compañeros “que vivieron y murieron por Cristo, y ahora reinan con Él en la alegría y en la gloria”. Asimismo, dijo que la victoria de los mártires y su testimonio sigue dando sus frutos en la Corea de hoy.

El centro de Seúl apareció completamente abarrotado horas antes de que comenzara la misa de beatificación ya que muchos de los asistentes habían pasado la noche en los alrededores.

La Misa comenzó a las 10:00, al aire libre, en la plaza de Gwanghwamun, lugar emblemático en tanto fue puerta principal del palacio Gyeongbokgung de la dinastía Joseon que tanto reprimió a los cristianos. Frente a las autoridades religiosas y a lo largo de más de 500 metros desde el Ayuntamiento hasta el palacio real, se concentraban 170.000 invitados oficiales a la ceremonia.

Primero el Santo Padre escuchó la petitio, solicitud que se hace para beatificar a un Siervo de Dios, y procedió a pronunciar la fórmula de beatificación en latín, leída a continuación en coreano. Tras el acto de acción de gracias y las lecturas de la Misa, el Pontífice leyó su homilía, que también subrayó el carácter laico de los primeros católicos de Corea, donde a diferencia de otros países de Asia el evangelio no fue introducido por misioneros.

“Aquellos intelectuales que conocieron el cristianismo a través de sabios chinos y lo extendieron por Corea mucho antes de que llegasen los primeros misioneros formaban una comunidad inspirada en la Iglesia primitiva, en la que los creyentes eran verdaderamente un solo corazón y una sola alma, dejando aparte las diferencias sociales”.

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Como resaltó un portavoz de la comisión organizadora del viaje, es de destacar que un Papa se encargue de una ceremonia de beatificación in situ en el país de los mártires, ya que suelen oficiarlas cardenales en el Vaticano. Junto a Jorge Mario Bergoglio en la celebración se encontraban el arzobispo de Seúl, Yeom Soo-jeong, y el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano.

También según los organizadores, además de los invitados oficiales se pudieron congregar hasta 800.000 fieles más con lo que la cifra total ascendería a cerca de un millón de personas.

La agenda papal del día continuó en Kkottongnae con el encuentro con las Comunidades religiosas de Corea en el Training Center School of Love a las que ha dirigido unas palabras, la visita al jardín-cementerio de los niños no nacidos donde se ha detenido a rezar y el encuentro con los líderes del apostolado laico en el Centro de Espiritualidad, a quienes también ha dedicado un mensaje.

En declaraciones a Radio Vaticano, el padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, resumió esa jornada como “la del martirio, de los laicos y de la caridad” y destaca el encuentro del Papa con los minusválidos en Kkottongnae, ya que se vivió “la realidad del amor cristiano por los débiles”.

Cuarto día (Doming 17 de agosto)

El domingo Francisco prosiguió su viaje apostólico en Corea del Sur viajando en helicóptero desde Seúl a Haemi, de nuevo un lugar vinculado al martirio de católicos coreanos como los beatificados el día anterior, puesto que allí se encuentra el castillo de Haemieup-seong donde fueron ejecutados muchos de ellos durante las persecuciones y hoy se levanta un Santuario y Ermita en su memoria.

Al llegar, Francisco ha sido recibido por el rector del Santuario en la entrada principal de la iglesia donde le esperaban 68 obispos de 35 países de toda Asia. Le dio la bienvenida el cardenal Oswald Gracias, arzobispo de Bombay y presidente de la Confederación de Obispos de Asia.

A continuación, el Papa dirigió unas palabras a todos ellos en las que les animó a salir al encuentro de los fieles y estar abiertos a la sociedad sin perder por ello su identidad ni dejar de estar prevenidos ante tres peligros: El relativismo, la superficialidad y “la aparente seguridad que se esconde tras las respuestas fáciles y frases hechas”.

Afirmó después: “Así pues, la fe viva en Cristo constituye nuestra identidad más profunda. A partir de ella comienza nuestro diálogo y ella es lo que debemos compartir, sincera y honestamente, sin fingimientos, mediante el diálogo de la vida cotidiana, el diálogo de la caridad y en todas aquellas ocasiones más formales que puedan presentarse. Ya que Cristo es nuestra vida (cf. Flp 1,21), hablemos de él y a partir de él, con decisión y sin miedo”.

Seguidamente y en mismo lugar emblemático de Haemi, El Papa Francisco celebró una Misa al aire libre ante 45.000 personas, jóvenes de 23 países asiáticos junto a feligreses surcoreanos, a modo de clausura de la VI Jornada de la Juventud Asiática.

El altar, presidido por cruces elaboradas por los jóvenes y ensambladas para formar una enorme cruz, ha sido instalado junto a la puerta oeste del castillo, conocida como la “puerta del cielo” ya que es el lugar por donde pasaban los mártires de camino a ser ejecutados. Durante la ceremonia se escucharon diversos idiomas según los participantes, desde inglés a vietnamita, indonesio, japonés, hindi o coreano.

Como no podía ser de otra manera, Francisco dirigió un emotivo mensaje a los jóvenes:

“Dejen que Cristo transforme su natural optimismo en esperanza cristiana, su energía en virtud moral, su buena voluntad en auténtico amor, que sabe sacrificarse”. Es la invitación llena de esperanza que hizo el Papa en la Eucaristía conclusiva de la VI Jornada de la Juventud Asiática.

“El lema ‘¡Juventud de Asia, despierta!’, se refiere a una tarea, una responsabilidad. Meditemos brevemente cada una de estas palabras. El continente asiático, rico en tradiciones filosóficas y religiosas, constituye un gran horizonte para su testimonio de Cristo, ‘camino, verdad y vida’. Como jóvenes que no sólo viven en Asia, sino que son hijos e hijas de este gran continente, tienen el derecho y el deber de participar plenamente en la vida de su sociedad. No tengan miedo de llevar la sabiduría de la fe a todos los ámbitos de la vida social”, exhortó.

Al terminar la Misa, también ha respondido las preguntas de los participantes en un evento de tintes festivos y amenizado por actuaciones musicales.

Quinto y último día (Lunes 18 de agosto)

Su último acto antes de partir ha sido oficiar una Misa por la paz y la reconciliación entre las dos Coreas, celebrada en la catedral de Myeong-dong en la capital surcoreana. Antes, según informó Radio Vaticano, a primera hora de la mañana se había encontrado con líderes religiosos de distintos credos en la antigua residencia de la Curia.

Ante un mural de los mártires coreanos el Papa saludó entre otros al obispo anglicano de Seúl, el presidente de la Iglesia luterana, al líder de las iglesias prebisterianas en Corea, al presidente de la Asociación por la Religión Nativa Coreana, varios representantes budistas y al arzobispo ortodoxo que le hizo entrega de una cruz bizantina que complació particularmente a Francisco y de hecho usó al final de la Misa.

Durante el encuentro, Bergoglio improvisó algunas frases en español con la ayuda del padre Juan Che-chon Chong, quien como se mencionó, acompañó al Papa desde que partieran de Roma haciendo las veces de traductor y que además recientemente fue nombrado Provincial jesuita para Corea. “Debemos continuar caminando juntos y con Dios yendo adelante. Recen por mi”, se ha despedido el argentino.

En la celebración de la catedral de 130 años de historia se congregó un millar de personas incluida la presidenta coreana Park Geun-Hye, mientras a sus puertas se reunieron centenares de fieles bajo la lluvia que pudieron seguir la ceremonia en pantallas gigantes instaladas a tal efecto.

Entre los colectivos representados hubo familias multiculturales, desempleados, inmigrantes, personas con minusvalías, estudiantes, así como siete ancianas víctimas de esclavitud sexual por el ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial. El Papa dedicó a todos un momento deteniéndose a saludar y conversar.

Especial mención merece en una Misa de estas características el grupo de refugiados de Corea del Norte que asistió al evento. Según informa la agencia UCA, el portavoz del comité organizador de la visita papal, Hur Yong-yup, especificó que también acudieron 30 sacerdotes y monjas nacidos en Corea del Norte y que viven exiliados en Seúl, así como 200 sacerdotes surcoreanos y cinco misioneros Maryknoll, todos ellos especialmente implicados en sus esfuerzos por la reconciliación entre norte y sur.

En su homilía, Francisco imploró “a Dios la gracia de la paz y de la reconciliación”, recordó que todos los coreanos son hermanos y forman una misma familia y afirmó:

“El don divino de la reconciliación, de la unidad y de la paz está íntimamente relacionado con la gracia de la conversión, una transformación del corazón que puede cambiar el curso de nuestra vida y de nuestra historia, como personas y como pueblo”.

El Pontífice recordó también que como cristianos estamos llamados a “rechazar con firmeza una mentalidad fundada en la sospecha, en la confrontación y la rivalidad, y promover, en cambio, una cultura modelada por las enseñanzas del Evangelio”.

http://www.youtube.com/watch?v=QdZS73di_ws?list=UUnB5vfb9FMMNTnC6-kAT3fQ

Poco después de la Misa, el Obispo de Roma ha emprendido el camino de regreso, sin embargo no habrá que esperar mucho para volver a verle en Asia, ya que en enero de 2015 viajará a Sri Lanka y Filipinas. La expectación ante este periplo es máxima, dado que más del 81% de los filipinos se declara católico y en la capital, Manila, san Juan Pablo II registró en 1995 un récord imbatido hasta ahora de cuatro millones de asistentes a una Misa y que sin duda Bergoglio pondrá a prueba.

La prensa surcoreana se rinde a Francisco

El director de programación en inglés de Radio Vaticano, Sean Patrick Lovett, analiza la reacción que ha suscitado en los medios surcoreanos la visita de Francisco, quienes sobre todo se preguntan cuál es el secreto del éxito del Papa.

Así, la prensa local señala el gong-gam de Francisco, entendido como “la habilidad de entrar en comunión con otra persona” y le describen como divertido, gran comunicador y que se expresa más poderosamente con hechos que con palabras, atributos quizá ya conocidos en otros países pero que el Corea del Sur no lo eran tanto.

Otra cualidad muy comentada ha sido la inagotable energía de Bergoglio. Teniendo en consideración las 11 horas del viaje de ida y las siete horas de diferencia horaria que ha tenido que sobrellevar, los medios valoran que estas circunstancias no le hayan afectado visiblemente ni a él ni a su actividad, resistencia que parecen atribuir a que come poco y le impulsa una poderosa voluntad.

La prensa surcoreana explica la enorme popularidad del Papa en que hace el tipo de cosas que les gustaría ver en sus políticos, como atender más las cuestiones sociales, las desigualdades económicas, las divisiones generacionales y las injusticias del país. Tampoco ha pasado desapercibido que haya compartido personalmente el dolor de las víctimas del ferry Sewol, quienes llevan cuatro meses esperando respuesta de las autoridades sobre los motivos que llevaron a que casi tres centenares de personas perdieran la vida, la mayoría jóvenes estudiantes.


Fuentes:

Revista Vida Nueva / Religión Digital / El Clarín

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