¿QUIEN MANDA A QUIEN?

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12 DE MAYO DE 1995 EL PRESIDENTE ALBERTO FUJIMORI RECIBE LAS CREDENCIALES QUE LO CONFIRMAN COMO MANDATARIO DE LA REPUBLICA PARA EL PERIODO 1995-2000. LA CEREMONIA SE REALIZO EN EL SALON ELIPTICO DE LA RESIDENCIA DE PALACIO DE GOBIERNO. EN LA IMAGEN, LO ACOMPANA SU HIJA, KEIKO FUJIMORI. FOTO: SERGIO URDAY

FOTO: SERGIO URDAY

Una de las candidaturas expectantes de cara a las elecciones generales del 10 abril venidero es la de Keiko Fujimori (KF), según rezan las encuestas de hace algún tiempo.

Y una de las tareas más arduas que tiene por delante KF, lideresa de un partido heredado de su padre, para crecer en la preferencia electoral más allá del núcleo duro que la realidad le ha otorgado desde siempre, es tratar de desfujimorizar el fujimorismo base de su partido o movimiento.  Es decir, pretende presentar un fujimorismo sin Fujimori.

Para ello, ha empezado a abrir la cancha de la autocrítica y la reflexión, reconociendo los aciertos más importantes de la Comisión de la Verdad y Reconciliación Nacional, a realizar cierta autocrítica a los gruesos errores de su padre en la conducción del país en años pasados (autocracia, golpe de estado, corrupción, mal manejo de los recursos del Estado, injerencia exorbitada del SIN y, sobre todo, graves violaciones de DDHH en la lucha y represión legítima al flagelo terrorista.  Con ello pretende correr hacia la preferencia electoral que aún no la favorece pero, por sobre todo, superar aquel antivoto o rechazo absoluto a su candidatura.

Pero quizás –y sin quizás- el reto más grande que tiene por delante es aquel que define la esencia de su candidatura: el liderazgo. Es decir, siendo hija de quien es, habiendo recibido de su padre en calidad de herencia el “liderazgo” de su partido o movimiento (sólo en la medida en que el padre no puede participar por si mismo dado que cumple condena de 5 años -ratificada por la Corte Suprema- en un centro de reclusión penal), tiene por delante demostrar que élla, en efecto, es la lideresa, y no un simple instrumento del padre en prisión que hace de ventrílocuo.

Este reto pasa por definir y exponer que en efecto es una lideresa, que tienen las condiciones para ser tal y que ha hecho los méritos para serlo, y no una simple mandadera de lo que se agita y decide en la DIROES.

Dentro de ello, una de las varias fórmulas para desfujimorizar su partido o movimiento, fue el plantear que alguno de los personajes “históricos” y representativos del ala dura del fujimorismo del pasado y del presente fuera superado y dejado de lado, de cara a mostrar un nuevo rostro más juvenil, más aggiornado, más democrático, que no le haga recordar al elector permanentemente el anclaje en el pasado autoritario, prepotente y antidemocrático del partido o movimiento de KF en la égida de su papi a fin de procurar conquistar terrenos que aún le son vírgenes en el electorado.

Pero este intento acaba de ser malamente torpedeado por papi.  Desde la DIROES ha enviado urbi et orbi –via facebook- un úkase en el cual le ha ordenado a  KF que aquellos personajes “históricos”  (e histéricos en algún caso) del fujimorismo no pueden ni deben ser dejados de lado, ordenándole que los mantenga dentro de la lista congresal.  Para ello, papi cuenta con el apoyo incondicional de Kenyi, hermano de la lideresa y, al mismo tiempo, el verdadero delfín de papi, según cuentan las malas lenguas, con lo cual el liderazgo de la lideresa ha quedado mucho más horadado aún.

Cuentan también, quienes le escucharon en su forzado retiro japonés antes de iniciar la –para él- desventura chilena que le llevó a la detención, extradición, juzgamiento y condena; que papi siempre manifestaba que su “destino” estaba signado por gobernar el Perú, que “para eso había nacido”, poderosa razón por la que intentó regresar al Perú para cumplir ese sino, terminando el afán recluido en la DIROES, y por muchos años, según la cosa juzgada de la Corte Suprema.

El principal reto de KF es demostrar la esencia de su candidatura: que es la de élla, de KF, y no la de su padre interpósita persona; que en verdad élla tiene los méritos suficientes para ser tal y para liderar su partido o movimiento (y, eventualmente, para gobernar el Perú) y que no será marioneta o títere de su padre, impidiendo que indebidamente que él sea el nuevo gran gobernante del país, o su gran consejero, o su gran decidor.  Y convencer de ello al electorado que aún no le favorece. No la tiene fácil.

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