EL ESTADO DE LA NACIÓN

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Como lo ordena la Constitución, corresponde al Presidente de la República dirigirse al Congreso este 28 de julio para dar el Mensaje a la Nación, haciendo una exposición personal y por escrito con el detalle de la situación de la República y las mejoras y reforma que juzgue necesarias y convenientes para la consideración del Congreso, a partir de lo cual éste podrá hacer el control parlamentario sobre las labores del Ejecutivo que se desarrollen en el curso del año de gobierno que así da su inicio.

El detalle de que sea personal excluye que el mensaje pueda ser delegado. El apunte a que deba ser por escrito, puesto desde la Carta de 1979(D), fue para contradecir los arranques de improvisación de que hizo gala el presidente Belaúnde, que si bien podía tener una retórica que a algunos gustaba mucho, distaban de ser serios, institucionales y de contener planes específicos sobre los cuales desarrollar un trabajo organizado, ni ejercer adecuadamente el control parlamentario y ciudadano sobre ello. Como para evitar que las palabras se las lleve el viento de la política doméstica.

¿Qué se espera para el mensaje de este 28 de julio? Cuando Ud. lea estas líneas, el Mensaje a la Nación ya se habrá dado y nada espectacular se habrá dicho. La semana pasada se ha inaugurado una nueva Premier en la cabeza del Ejecutivo que aún tiene en pendiente el voto de investidura ante el propio Congreso, previsto recién para agosto, ya que de ese modo fué zanjada la crisis ministerial provocada por la salida a trompicones del ahora exministro René Cornejo. Por lo tanto, los planes, logros y proyectos que se han presentado al Congreso, de cara al inicio del cuarto año del gobierno constitucional, están signados por estos cambios y con su infaltable cuota de improvisación y prisa.

No cabe duda que el Presidente, y su esposa, no han sido afortunados con la selección de sus primeros ministros. Fiel al temperamento desconfiado de la pareja presidencial, estos siempre han sido escogidos del estrecho círculo de confianza que han desarrollado desde que asumieron el control de la Casa de Pizarro. En vez de trabajar consensos políticos que les permitan llamar a técnicos o a líderes de prestigio, que prestigien su gobierno, han optado por la endogámica opacidad de sus allegados, alguno de los cuales han terminado el premierato sin quedar muy allegados que digamos. El resultado salta a la vista. Por ello, nada diferente se espera ahora en que se ha escogido de Premier a quien más eficazmente ha fungido de operadora política del Gobierno.

Sin entender la diferencia fundamental entre la Jefatura de Gobierno y la Jefatura de Estado, el Presidente y su esposa se han empeñado en sacar adelante algunas reformas esenciales para el país, manteniendo el sistema económico pero descuidando los aspectos de inseguridad ciudadana respecto de los cuales han exhibido conceptos como el de “histeria”, “percepción” y “bola de cristal”, cuando esta es una lacerante realidad. La negación de lo evidente y la impaciencia frente al reclamo ciudadano, ha sido las constantes con que han enfrentado el álgido tema de la seguridad y el notorio incremento de los índices de criminalidad. Recién con la designación del Ministro Urresti parece que, de relancina y por descarte, la hubieran achuntado luego del evidente fracaso en la designación del antecesor en un complejo encargo como el que impone el Ministerio del Interior, con toda la problemática del manejo de la seguridad ciudadana, el status de la Policía Nacional y el eficaz combate a la criminalidad de todos los niveles y órdenes.

Le quedará sólo un año para intentar resolver las metas prometidas. El 28 de julio del 2015 se inaugurará el año de la despedida y de plena efervescencia electoral en la busca del sucesor en Palacio de Gobierno. Es imprescindible que la pareja presidencial comprenda del modo más adecuado el apropiado manejo de los tiempos políticos –que no siempre van de la mano del calendario gregoriano-. Y también resultará más que necesario un mejor manejo de su mayoría parlamentaria en el Congreso (respecto de la cual carecen de un operador apropiado, máxime con la salida –poco decorosa, de ser jefe de un Poder del Estado a ministro de Estado- de Freddy Otárola para reponer la vacante del Ministerio de Trabajo), y que, como todo parece indicar, debutará fraccionada en la legislatura que se ha inaugurado este 28 de julio.

Finalmente, el Presidente y su esposa deberán mejorar su manejo con la prensa en general, con la que parecen estar en permanente confrontación, desde achacarle poner la agenda de los temas políticos (los que se ponen solos en nuestra variopinta política), hasta vender sólo escándalos, crímenes y accidentes, sin comprender que, en defecto de una institucionalidad democrática y de un adecuado manejo de la cosa pública, eso es lo que con generosidad ofrece nuestra pasmada realidad.

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