15/03/11: Una foto de campaña nunca debe comunicar los puntos débiles del candidato.

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La importancia de los detalles en una campaña nos son explicados con gran exquisitez por Luis Costa Bonino reconocido Consultor Politico Argentino ,Hacedor de grandes camapañas,a leer y aprender
Gianna

Ricardo Alfonsín. Una foto de campaña nunca debe comunicar los puntos débiles del candidato.

Luis Costa Bonino

La foto con la que se promocionó el lanzamiento de la candidatura de Ricardo Alfonsín, que se llevó a cabo el 3 de diciembre de 2010, muestra una mirada triste y un gesto poco expresivo del candidato. La mirada está cerca de hacer contacto visual con quien mira el afiche, pero se desvía hacia abajo. La mirada errática genera desconfianza y denota debilidad o incomodidad. Mal comienzo fotográfico para su campaña. Esta foto pudo ser buena para tapa de un libro sobre su padre, pero muy mala para captar votos. Especialmente votos argentinos; particularmente sensibles a la energía, el poder y la autoridad.

Por último. Una foto de campaña debe darle buenos augurios a los electores. Sonrisa, alegría y confianza en el futuro. Nada de lo que debe ser una buena foto de campaña fue recordado en esta oportunidad.
El otro Ricardo. Hay que comunicar algo más que inteligencia para tener un buen resultado electoral.
Los afiches de Ricardo López Murphy son mejores, pero no buenos. La foto ilustra bien el texto, Ricardo Piensa en la Ciudad. Pero además de ilustrar bien un texto tiene que seducir a los electores. Al parecer piensa en la ciudad, pero no piensa en cómo convencer a la gente para que lo vote. Que Ricardo López Murphy en un hombre inteligente y capaz nadie lo duda, pero lamentablemente, en la realidad, la inteligencia es uno de los atributos menores a la hora de seducir electores. La confianza y la lealtad personal entre el candidato y el elector, sin embargo, son poderosos y determinantes. Más vale empezar por una buena foto, que mire a los ojos, a la cámara, al elector, y pensar luego el texto y el concepto del afiche, y no al revés, como en este caso. Si esta campaña sigue como empieza, corre el riesgo de lograr un candidato muy bien visto, pero mal votado.

La foto, sin embargo, tiene sus méritos. Está contrapicada, es decir con ángulo de cámara bajo, por lo que se lo ve con autoridad. Como debe ser. Todo el problema radica en no mirar a la cámara. Este error parece estar condicionado por el punto de partida publicitario y no político del afiche. Las buenas campañas deben ser políticas y electorales de principio a fin. La lógica publicitaria es un camino por donde se llega muy frecuentemente a muy malos resultados con innegable elegancia.
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Un paso a la izquierda. El discurso antes del discurso.
La foto de campaña es el primer discurso del candidato. Es un discurso que habla abundantemente de sí mismo antes de que tenga la oportunidad de pronunciar el discurso de lanzamiento de su candidatura. Fernando “Pino” Solanas hace su evento de lanzamiento el martes 7 de diciembre de 2010. Elisa “Lilita” Carrió lo hará un poco más adelante. Ambos candidatos, en las fotos instaladas en sus sitios web de campaña, comparten un concepto parecido de fotografía. Sonrisa avara y contacto visual intenso.

Sus fotos son mejores que las de los Ricardos. La mejor es, sin duda, la de Pino Solanas. Tiene poder y autoridad (foto contrapicada), está en la posición correcta, mira con fuerza a la cámara, a los ojos de los electores. Los problemas que tiene esta foto son de dirección de cámara. La expresión de sus cejas y ojos es bastante maligna. La casi imperceptible sonrisa puede anunciar tanto amistad como escarmiento. Para decirlo cinematográficamente, como conviene al titular, se asimila de manera muy incómoda al personaje Ebenezer Scrooge, de Charles Dickens. Un buen trabajo de dirección sobre el candidato hubiera completado el perfecto desempeño del fotógrafo.
Lilita en cambio tiene una actitud bonachona y serena, dos contenidos muy adecuados. Una sonrisa generosa le hubiera venido maravillosamente. El principal problema de esta foto es mostrar demasiado el cuerpo de la candidata y mostrar también sus manos en actitud pasiva, sin ninguna función clara en el mensaje. Hay un principio absoluto, un dogma de imagen de candidatos. Nunca, jamás, en ningún caso, con ningún tipo de cuerpo, nunca, nunca se muestra el cuerpo del candidato. Tampoco deben mostrarse las manos a no ser que cumplan una función muy específica, de identidad, litúrgica, o cualquier otra bien clara y relevante.
Un último comentario, esta vez sobre las tipografías. La campaña de Barack Obama, una excelente campaña, sin lugar a dudas, generó una catástrofe imitativa, aún en lo que hace mucho mal imitar. Los valores seguros en toda campaña son las tipografías bold (firmeza, poder) e itálicas, es decir las letras inclinadas, que denotan dinamismo. Las combinaciones de tipografía light (finas) y romana (rectas, verticales), utilizadas en la campaña de Obama, y que casi invariablemente han comenzado a usar los precandidatos argentinos, son débiles y estáticas. En la duda, más vale introducir más cambios en los estilos y en las propuestas políticas, que en las tipografías de campaña.
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Cobos y Duhalde: la administración de la grandeza.
El Vicepresidente Cobos y el Dr. Eduardo Duhalde divulgaron en las últimas semanas del año 2010 afiches de vía pública de llamativa similitud.

Ambos exhibían fotos muy contrapicadas, tomadas de muy abajo, buscando una grandeza un poco mussoliniana, especialmente en la foto de Duhalde. En el fondo, la bandera argentina. La grandeza es un buen ingrediente político, siempre que se administre adecuadamente. Debe estar justificado. Toda sobredosis antojadiza de grandeza banaliza el mensaje y hace muy difícil la marcha atrás.

La mejor foto de ambas es la de Cobos. Muestra una sonrisa con algo de Mona Lisa, no mira a la cámara y sí a un espacio indeterminado, un poco más allá del presente, pero bastante más acá del futuro. El resultado general es adecuado a su rol de Vicepresidente de todos los argentinos. Es difícil sin embargo bajarse de ese pedestal para encaminar una campaña común y corriente, pero buena y efectiva.

La foto de Duhalde es más complicada. Echa mano también de una pose mussoliniana, pero se enreda en una madeja de significaciones complejas. Mira al pasado, pero sobre un caos incierto de cumbres o llamaradas, que pueden tener un significado clarísimo para el creativo que pensó el diseño, pero complicadísimo para todos los demás.

Más vale hacer campañas electorales con ideas sencillas y claras. Las ideas complejas nunca llegan a donde se quiere que lleguen.

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