Ecuador vs. Costa Rica: el país que se disfrazó de otro para atraer turistas

¿Puede un país disfrazarse de otro?

Parece que sí: Ecuador lo hizo.

Y a la hora de elegir el mejor disfraz para invitar a los locales a visitar sus propias maravillas naturales, el país que hace unos meses se gastó US$3,8 millones en un anuncio turístico durante el super Bowl, decidió volverse, por un rato, Costa Rica.

Partiendo de la premisa “Ecuador quiere que los extranjeros vengan a visitarnos, pero también que los ecuatorianos no se vayan”, el video muestra cómo 40 ecuatorianos son invitados a pasar unos días en el popular balneario tico de Golfito, ubicado sobre el Pacífico costarricense.
Pero la realidad es que nunca salen de su país.

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El video publicitario fue retirado por el gobierno de Ecuador.

Viajeros “engañados”

El viaje comienza como si se tratara de una excursión turística desde Quito, pero las imágenes muestran cómo un grupo de empleados va modificando el aeropuerto de Tena, en la Amazonía ecuatoriana, con oficinas de migración, souvenirs del país centroamericano y carteles con un enorme “Bienvenidos a Costa Rica”.

Y cuando salen del puente aéreo los 40 viajeros tampoco se enteran de nada, pues también han sido modificados los carteles de la carretera y el bus que los transporta tiene instalado un dispositivo para bloquear la señal de sus celulares.

Según se desprende de las imágenes, los turistas lo pasan de maravilla en los ríos y montañas de la Tena disfrazada de Golfito: practican senderismo, bajan por rápidos en balsa y se lanzan en clavados en los ríos.

El video define la experiencia con las siguientes palabras: “La pasaron muy bien”.

Y los viajeros parecen estar tan satisfechos que nunca advierten que Golfito es una ciudad costera, famosa por sus playas, mientras que Tena está en el medio de la selva amazónica, a unos 600 kilómetros del mar.

Cuando están en el aeropuerto listos para “regresar” a Ecuador, sin embargo, los productores del anuncio les confiesan a los felices turistas que nunca estuvieron en el país centroamericano, que las camisetas y tazas que dicen “Yo amo Costa Rica” las compraron en el aeropuerto de Tena.

Entonces los aplausos llenan la sala.

“Fue hermoso”, “Aquí está todo”, dicen los turistas cuando descubren las bondades del paisaje de su propio país.

La molestia

Hace una semana el anuncio fue emitido y comenzó a circular en las redes sociales.

Sin embargo, cuando el gobierno de Costa Rica se enteró que Tena se había hecho pasar por su joya del Pacífico con fines publicitarios y con el auspicio del gobierno ecuatoriano envió una nota de protesta.

“El Gobierno de Costa Rica expresó su malestar por el uso de la imagen del país en la publicidad turística de Ecuador”, se lee en un comunicado publicado en la página de internet del Ministerio de Relaciones Exteriores del país centroamericano el pasado 12 de abril.

“El canciller Alejandro Solado conversó con las más altas autoridades ecuatorianas sobre lo expuesto en el video publicitario y el país sudamericano procederá a retirar el video de internet”, agrega la comunicación.

El retiro del video sería confirmado luego por el propio canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, quien además hizo un pedido público de disculpas a Costa Rica.

“No es necesario hacer una publicidad que nos compare con otro país diciendo que somos mejores. Nosotros procedimos a sacar esa publicidad del medio y le enviamos una nota al gobierno de Costa Rica y esperamos que con esto quede superado este percance”, dijo Patiño.

Y el presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solis, señaló este martes que las disculpas ya habían sido aceptadas.

“Las autoridades de Ecuador ya ofrecieron una disculpa, nosotros la aceptamos y el asunto quedó zanjado”, dijo Solís durante una rueda de prensa.

Y con la polémica zanjada la pregunta tal vez ahora sea: ¿quién ganó más con todo el asunto, Costa Rica o Ecuador?

En: BBC

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Las relaciones con Rusia provocan la primera tormenta política sobre Grecia

Los servicios de seguridad europeos escrutan la cercanía de varios ministros al Kremlin. La UE maniobra para suavizar el veto griego a las sanciones a Rusia.

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Colosal error de cálculo o as en la manga a la hora de defender estrategias de negociación en Europa. Entre estos dos extremos basculan las explicaciones que se dan en Atenas al primer movimiento diplomático del Gobierno de Alexis Tsipras, decididamente pro-Rusia, lo que ha desatado la primera tormenta política sobre el nuevo Ejecutivo.

El lunes, nada más tomar posesión como primer ministro, la oficina de Tsipras lamentó que la Unión Europea hubiera incluido a Grecia sin consulta previa en un comunicado que instaba a Moscú a aplicar los acuerdos de alto el fuego de Minsk en el este de Ucrania, y amenazaba con nuevas sanciones. El martes, el número tres de Exteriores dijo que “Grecia no está de acuerdo con el espíritu de las sanciones”, mientras el mismo ministro de Defensa, Panos Kamenos —líder del partido de derecha nacionalista que apoya a Syriza—, abría la puerta “a una mayor colaboración con Rusia en la compra de armamento”. El miércoles, el superministro de Reconstrucción Productiva y Energía, Panayiotis Lafazanis —único representante en el Gobierno de la facción más izquierdista de Syriza—, declaró: “Estamos contra el embargo impuesto a Rusia”.

A todo ello se suma un gesto no por simbólico menos importante. Hasta ahora, el primer embajador que se reunía con el nuevo primer ministro griego era el norteamericano (EE UU tiene una importante base militar en el país, en la isla de Creta; vital para la cobertura del Mediterráneo oriental). Tsipras rompió con esa tradición el lunes, al elegir al embajador ruso en Atenas, Andrei Maslov, para su primer contacto diplomático. Nada pudo entusiasmar más a los medios rusos, unánimes en los titulares: “Grecia da una lección de democracia a Bruselas” o “Syriza es el nuevo aliado de Rusia”. Dos días después, el presidente Barack Obama llamaba por teléfono a Tsipraspara para reiterarle la “tradicional alianza” entre ambos países.

Las relaciones de Grecia con Rusia vienen de lejos, pero nunca habían alcanzado este protagonismo. El año pasado, durante su gira internacional como candidato a presidente de la Comisión Europea, Tsipras visitó en mayo Moscú, donde clamó contra “la presencia de neonazis en [el Gobierno de] Kiev” —el mensaje oficial de los prorrusos de Ucrania y de Moscú— y denunció las sanciones contra el Kremlin. En el viaje le acompañaba su actual ministro de Exteriores, Nikos Kotziás, procedente del Partido Comunista de Grecia (KKE, afín a Moscú). El nacionalista Kotziás mantiene una buena relación con el también nacionalista radical Alexander Duguin, uno de los ideólogos del eurasianismo —y próximo a Vladímir Putin—, a quien ha invitado a la Universidad del Pireo, donde Kotziás era profesor de Relaciones Internacionales.

Pero no es el único que frecuenta Moscú, también lo ha hecho Panos Kamenos. Tanto este como Kotziás han sido cortejados por el círculo más íntimo del Kremlin, donde figuran algunos de los nombres que tienen prohibido viajar a la UE y EE UU por las sanciones. Estas relaciones peligrosas —Dugin es muy conocido entre los radicales populistas europeos— están bajo la lupa de los servicios de seguridad europeos.

De todo lo dicho se desprende “la preocupación” con que el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, visitó este jueves Atenas. En la reunión que mantuvo con Tsipras se abordaron “todos los temas europeos”, incluidas la crisis de Ucrania y la postura hacia Rusia, el único asunto en el que, según fuentes de Exteriores, Tsipras y Schulz no se pusieron de acuerdo. “Estamos trabajando para evitar una ruptura de la UE y Rusia”, apuntó por su parte Kotziás en Bruselas.

“Me sorprende muy negativamente esta actitud del Gobierno hacia Rusia, porque aleja a Grecia de Europa en un momento crítico. Antes de que hayan empezado las negociaciones con la troika, el Gobierno de Tsipras ya ha creado una seria divergencia”, subraya el profesor Dimitri Sotirópulos, de la Universidad de Atenas. “No creo que Grecia vaya a cambiar sustancialmente su discurso pero sí va a utilizar este asunto como herramienta para sus negociaciones. Tsipras quiere ampliar su agenda internacional y abrir otros frentes para poder negociar con Bruselas; algo así como decirle a la UE “ya tienen bastantes problemas con nosotros, pero podemos crearles más”, explica Kostas Pliakos, editor de Internacional del diario Eleutheros Typos. “Las relaciones con Rusia son un tema tabú, porque EE UU aún está muy presente en este país; pero Rusia, por cuestiones estratégicas y energéticas [el trazado del gasoducto alternativo a South Stream], interesa mucho más”, concluye.

En: internacionalelpais

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