China arrests Christians who opposed removals of crosses

Human rights lawyer and church activists understood to be among people detained after Communist party campaign to take down religious symbols

A cut-down cross on a church roof in Zhejiang province. Photograph: Mark Schiefelbein/AP

A cut-down cross on a church roof in Zhejiang province. Photograph: Mark Schiefelbein/AP

Chinese security forces have launched a roundup of church activists who opposed a Communist party campaign to remove crosses.

“At least nine people I know have been taken away by the police and that figure is still rising,” a church leader in the eastern province of Zhejiang – the operation’s focus – told the Guardian on Thursday afternoon.

“We think it is a campaign targeting church leaders across the province. It can only be a co-ordinated action initiated by the provincial government.”

Among those understood to have been detained is Zhang Kai, a prominent Beijing human rights lawyer who had been offering legal support to a number of churches in the region.

Friction between the Communist party and the church has been building in in Zhejiang since late 2013 when authorities initiated a demolition campaign that they said targeted illegal buildings.

So far more than 1,200 crosses have been removed, activists say. Several churches have been completely demolished, including the Sanjiang mega-church in Wenzhou, a city known as “China’s Jerusalem” because of its large Christian congregation.

In recent months there have been series of protests against the intensifying campaign, with one Catholic leader denouncing the cross removals as an “evil act”.

Authorities appear to have been angered by the growing pushback. This month China’s government-controlled media warned Zhejiang’s Christians not to resist the removals or to speak out to foreign journalists.

On Tuesday a wave of detentions – apparently designed to extinguish any further dissent – began. Plainclothes officers arrived at the homes of their targets with a list containing the names and photographs of local Christians, the church leader said.

“They said people who were taken away would be put under residential surveillance,” the pastor said. “We are all very angry. They didn’t inform people what charges they were being held on and they didn’t produce any documents. There are people outside my house. I know if I go out they might arrest me too.”

Zhang Kai, known for his work defending underground Christians, was seized in the early hours of Tuesday, activists told RFA, a US-funded news organisation.

“They did it on the quiet, in the middle of the night,” a church member said. “They didn’t tell anybody in our church that this would happen. By the time we got there, he had already been taken away.”

William Nee, Amnesty International’s China researcher, said his group was monitoring the “very worrying” situation in Zhejiang.

China Detains Lawyer in #Zhejiang Amid Ongoing Cross Demolition Program http://t.co/O1HaeJM99E Release #ZhangKai now! pic.twitter.com/lLgALATJR6

China Detains Lawyer in #Zhejiang Amid Ongoing Cross Demolition Program http://t.co/O1HaeJM99E Release #ZhangKai now! pic.twitter.com/lLgALATJR6

“Zhang Kai’s case is incredibly important because it represents the intersection of China’s unprecedented campaign against human rights lawyers and the ongoing campaign against Christianity and other unauthorised forms of religious expression,” Nee said.

Since July, some of China’s most respected civil rights lawyers have been detained as part of a sweeping crackdown. They include Li Heping, 45, and Wang Yu, 44, whose whereabouts are still unknown.

In an email, Bob Fu, a US-based Christian activist, attacked the wave of detentions. “The persecution in Wenzhou has entered into a new phase,” he said.

The church leader said Zhejiang’s Christians would not be cowed by the police operation. “We are not intimidated by their tactics. We have not done anything wrong or against the law. Our actions are all restrained and reasonable while theirs are shady.”

En: theguardian

Acciones chinas caen, recorte de tasas no logra convencer a inversionistas

El índice CSI300 de las mayores compañías que cotizan en Shanghái y Shenzhen cerró con una baja de un 0.6%, mientras que el índice Shanghai Composite cayó un 1.3%.

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Hong Kong/Shanghái (Reuters).- Los agitados mercados bursátiles chinos cayeron nuevamente el miércoles debido a que nuevos estímulos del banco central no lograron convencer a los inversores de la capacidad de Pekín para sacar a la segunda economía más grande del mundo de una desaceleración.

Tras ver un desplome del precio de las acciones cercano a un 25% en poco más de una semana, el Banco Popular de China volvió a intervenir el martes al recortar las tasas de interés y aliviar aún más las restricciones sobre préstamos bancarios.

La respuesta de los dos principales índices bursátiles chinos -que nunca son referentes confiables sobre la economía interna- fue típicamente errática, oscilando entre ganancias y pérdidas de más de un 3% para luego cerrar la sesión levemente a la baja.

Los mercados europeos habían subido con fuerza tras la medida del martes del banco central chino, pero los índices cambiaron de tendencia y cayeron tras el salto inicial, fijando el tono para una rueda sin mayor brillo en Asia el miércoles.

“El sentimiento de todo el mercado aún es averso al riesgo, por lo cual los mercados han tomado la más reciente decisión de Pekín en su justa medida y creen que se necesita más para restaurar la confianza de los inversores”, dijo Grace Tam, estratega de mercados globales de JP Morgan Asset Management en Hong Kong.

El índice CSI300 de las mayores compañías que cotizan en Shanghái y Shenzhen cerró con una baja de un 0.6%, mientras que el índice Shanghai Composite cayó un 1.3%.

El jefe de inversiones de DBS Bank, Lim Say Boon, dijo que la cautela de los inversores es entendible, dado que las medidas de política monetaria tendrían poco impacto en el consumo en un país de ahorristas, o en las inversiones en un país donde el Gobierno, y no “los espíritus animales del sector privado”, toma la iniciativa.

OCBC Bank observó que el recorte del encaje bancario era necesario para aliviar las presiones de liquidez creadas por salidas de capital que fueron intensificadas por una reciente devaluación del yuan y agregó que espera al menos otra reducción del encaje bancario de 100 puntos básicos este año.

Pese a todo, la mayoría de los economistas pronostican una desaceleración continua, en vez de un desplome, de la economía china y desestiman comparaciones con la crisis financiera global de 2008 o con la crisis asiática de 1997/1998.

En: gestion

La Bolsa de Shanghai cae un 8,5% pese a las nuevas medidas de Pekín

Las bolsas chinas y de Hong Kong prosiguen su hundimiento a pesar de las medidas anunciadas el domingo por el Gobierno de Pekín autorizando a los fondos de pensiones a invertir en los mercados de valores.

ROLEX DELA PENA - EFE

ROLEX DELA PENA – EFE

El índice general de la principal bolsa china, la de Shanghái, ha cerrado con un desplome del 8,5%. Con esta caída, la bolsa china de referencia ya se sitúa en números rojos en lo que va de año.

Las pérdidas eran especialmente fuertes en las empresas del sector petrolero debido a la nueva caída del crudo en los mercados internacionales, y así PetroChina perdía un 9% poco antes de la media sesión, mientras que Sinopec caía un 8,21%.

En el segundo mercado del país, el de Shenzhen, con mucho peso de los valores tecnológicos, las pérdidas se situaban en el 7,61%. Mientras, en Hong Kong, el índice de referencia Hang Seng, llegó a la media sesión con un fuerte descenso del 4,64% (1.039,92 puntos) hasta quedar en 21.369,7 enteros.

La firma de inversiones hongkonesa KGI señalaba hoy en un comentario que el espacio para una recuperación del Hang Seng a corto plazo “es limitado” debido a la fuerte presión a la baja del mercado.

UBS señaló en otro comentario que la volatilidad de los mercados mundiales va a continuar por un tiempo debido a las dudas sobre la economía mundial que ha hecho que los inversores dejen la renta variable en favor de bonos gubernamentales. Aún así, UBS señaló su confianza en que este mal momento pasará, comenzando en los mercados de los países desarrollados y en la estabilización de los datos macroeconómicos en China, ayudada por nuevas medidas del Gobierno de Pekín si fueran necesarias.

Este inicio tan negativo de la semana en las bolsas chinas y de Hong Kong se ha producido a pesar de la decisión anunciada ayer por el Gobierno chino de permitir a los fondos de pensiones del país invertir hasta un máximo de un 30 % de sus activos en bolsa.

La medida, tomada tras las fuertes pérdidas en los parqués del gigante asiático durante la semana pasada, podría suponer la entrada en los mercados de valores del país de hasta dos billones de yuanes (unos 328.000 millones de dólares, 298.000 millones de euros), según los cálculos oficiales.

Sin embargo, esta decisión parece no haber tenido hoy repercusiones en las bolsas, donde los operadores no esperan un efecto inmediato ni tan amplio como el anunciado por las autoridades.

En: expansion

China vuelve a devaluar el yuan

El banco central de China volvió a intervenir hoy como lo había hecho el martes para bajar la cotización del yuan (renminbi) un 1,6 por ciento frente al dólar respecto de la del día anterior.

Se desconoce si la nueva medida cierra por el momento las intervenciones o si se producirán más. Un comunicado del Banco de China señala este miércoles (12.8.2015) que “de momento no hay motivo para seguir con la devaluación del tipo de cambio”. Pero el martes la entidad también había dicho que era una “medida única” y, sin embargo, se ha repetido hoy.

La entidad situó el valor de referencia en los 6,3306 yuanes por dólar. El martes el banco había bajado este valor ya un 1,9 por ciento respecto del lunes, con lo que hizo caer la moneda a su menor nivel en tres años.

La maniobra es vista como un apoyo a la industria exportadora, que se encuentra muy debilitada. En julio las exportaciones cayeron un 8,3 por ciento respecto del mismo mes del año anterior. En los últimos 12 meses el yuan había ido subiendo casi a la par que el dólar frente a muchas divisas internacionales. Frente al euro subió casi un 20 por ciento en un año, lo que encareció de manera clara los productos chinos en su principal mercado, Europa.

FMI saluda devaluación del yuan

La devaluación fue saludada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), porque implica que a partir de ahora el mercado tendrá un mayor papel en la determinación del tipo de cambio. También la Comisión Europea en Bruselas consideró positivo el giro en la política.

La moneda china sigue sin estar en flotación totalmente libre como otras, por lo que el valor de referencia que se fija cada día es de gran importancia. El banco central permite solamente oscilaciones de hasta un dos por ciento hacia arriba o abajo de la cifra fijada.

Hasta ahora el valor era establecido por la entidad, mientras que las autoridades anunciaron el martes que con la nueva política la cifra se orientará de acuerdo al cierre del día anterior, lo que da al mercado una mayor influencia.

Pekín espera con ello aumentar sus posibilidades de que el yuan pase a formar parte de la cesta de monedas de referencia mundial del FMI. En mayo el organismo había certificado que Pekín ya no manipulaba artificialmente el yuan y que era apto para entrar en el grupo, formado hasta ahora por el dólar, el euro, la libra esterlina y el yen japonés.

CP (dpa, rtr, efe)

En: DW

Video: AFPES

Los enigmas del Banco Central Chino

El Banco Central Chino devaluó dos veces consecutivas el yuan. Lo que parece una agitada reacción a débiles datos económicos tiene razones de fondo, opina Rolf Wenkel.

La política monetaria china es actualmente enigmática. El “Banco del Pueblo de China” (como llama el Gobierno al Banco Central) ató hace años el yuan (también conocido como renminbi) al dólar. Todos los días fijaba un tipo de cambio de referencia, permitiendo que oscilara solo un dos por ciento hacia arriba o hacia abajo. Ahora permitió dos días seguidos su devaluación. El martes, el yuan perdió casi el dos por ciento su valor. El Banco Central prometió simultáneamente permitir que los mercados pudieran influir más sobre el tipo de cambio. Lo que no impidió que interviniera nuevamente el miércoles y devaluara el yuan otro 1,6 por ciento.

¿Es el Banco Central de China esquizofrénico? Por un lado promete desacoplar a largo plazo al yuan del dólar. Pero no porque, como dice el ministro de Hacienda norteamericano, China mantenga el valor del yuan deliberadamente bajo para beneficiar sus exportaciones. Pero por otro lado, Pekín aspira en realidad a que el yuan adquiera el carácter de una moneda mundial de reserva. Y sabe exactamente que el FMI no permitirá el ingreso del yuan al club del dólar, el yen y la libra si este no puede comprarse y venderse libremente.

¿Viejos modelos?

¿Para qué entonces esas intervenciones? Se podría sospechar que Pekín vuelve a viejos modelos: un yuan subvaluado abarata las exportaciones chinas. Y las exportaciones aseguran todavía muchos millones de puestos de trabajo en el país. El Gobierno quiere reducir a largo plazo esa dependencia de las exportaciones. Pero no por eso pone a disposición esos puestos de trabajo. Quizás, la clave para entender las intervenciones chinas sea el método con el que el Banco Central de China planea calcular en el futuro el tipo de cambio de referencia. Este no será más fijado solo por el Banco Central, sino que se orientará por el tipo de cambio de cierre de la víspera.

Una revaluación es inevitable

Si partimos de que el Banco Central efectivamente va a aplicar ese plan y además permitir la existencia de un corredor de más o menos dos por ciento, puede suceder que el yuan se aprecie por día hasta un dos por ciento. En ese caso, la forzada devaluación actual del yuan se vería rápidamente compensada. En realidad, Pekín no se lo puede permitir, ya que se sabe que la Reserva Federal de EE. UU. aumentará a partir del otoño boreal paulatinamente los intereses guía. Eso hará crecer las inversiones financieras en Estados Unidos, sacará capital de los países emergentes y revaluará el dólar. Si el dólar y el yuan se revalúan juntos, poco pasa en el tipo de cambio entre ambos. Los daños para las exportaciones chinas no serían muy grandes.

Pekín elige el momento adecuado

Hasta ahora, China intentó impedir, con intervenciones, una revaluación del yuan. China no quiere ser el chivo expiatorio de las turbulencias globales, pero hasta ahora estimaba que los tiempos no eran aún los adecuados. Todos los programas estatales en China tienen solo un objetivo: el desarrollo de una clase media con un alto poder adquisitivo, el fortalecimiento de la demanda interna y la producción de máquinas y productos innovadores y con alto valor agregado. La razón: no ser algún día más dependiente de la exportación masiva de productos baratos.

Pero eso no puede suceder de la noche a la mañana. Si China permitiera flotar libremente al yuan mañana, el dólar perdería valor en relación con el yuan entre un 10 y un 40 por ciento, de inmediato.

Que también las reservas de divisas de China perderían valor en esa proporción es lo de menos. Miles de empresas de exportación deberían declararse en quiebra y millones de personas se quedarían sin trabajo. Eso, Pekín no se lo puede permitir. China revaluará el yuan, pero se toma tiempo. No se deja dictar el ritmo. Y menos por el ministro de Hacienda de EE. UU.

En: DW

Video: europapress

Beijing Is Finally Getting Serious About Climate Change

As the world’s largest emitter of greenhouse gases, China has made a number moves in the past year to reduce emissions and clean up its environment. Most recently, on June 30, Chinese Premier Li Keqiang said China would reduce its carbon intensity, the amount of carbon dioxide emitted per unit of GDP, by 60 to 65 percent of 2005 levels by 2030. The pledge comes ahead of the U.N. climate change summit to be held in Paris later this year. Li also reiterated that renewable energy should make up 20 percent of China’s primary energy supply by the same date. Could Beijing’s announcements signal it is at last getting out in front of China’s pollution problem, or do they reflect a low-balled target that could let polluters off the hook in the coming years? Could the announcement pave the way for greater cooperation between China and the United States, the world’s second-largest emitter? In this ChinaFile conversation, experts discuss.

Climategraph
Source: Global Carbon Atlas (1970-2013 data); 2030 estimate, Dept. of Climate Change, National Development & Reform Commission of China

Barbara A. Finamore, senior attorney and Asia director at the Natural Resources Defense Council (NRDC):

Beijing has been moving out in front of the pollution problem over the past few years — just look at the regional coal caps or the ban on new coal, steel, and cement plants in Beijing and Tianjin, among other areas. The carbon intensity target that was announced does come in somewhat below our expectations, given the slate of policies that can be implemented to further reduce emissions. In fact, the Natural Resources Defense Council (NRDC) has been working with partners in China on a national China Coal Cap that, if implemented, would reduce emissions significantly and see them peak earlier than 2030.

The renewable energy target is a serious commitment from China. They are adding renewable power between now and 2030 that truly dwarfs comparison — it is the equivalent of adding the entire U.S. power grid, but only in the form of non-fossil fuel energy. We have seen a lot of cooperation between the United States and China, especially through the Climate Change Working Group and EcoPartnerships between the countries — and there will be more of these types of initiatives as we go forward.

Given that China’s population is over four times that of the United States, it is not surprising that China emits twice as much. The real question is at what point China starts to bend the curve on emissions growth. As policymakers in China like to point out, China’s emissions will peak at a much lower GDP per capita than that of developed countries. In 2030, when emissions are supposed to peak, China’s GDP per capita will be at about $10,000 in 2005 dollars. The United States peaked when its GDP per capita was at about $40,000. The EU peaked when its GDP per capita was at about $20,000, while some other developed countries still haven’t peaked at $50,000. Comparing the peak value per capita, China’s emissions per capita when it peaks will be no more than 10 tons greenhouse gas (GHG) per capita. The U.S. peaked at 19.5 tons GHG per capita, while Germany peaked at 14.1 tons GHG per capita and the UK peaked at 11.3 tons GHG per capita.

What China is trying to accomplish is really setting a new type of growth trajectory that must take the environment into account..

China will need a greater annual reduction rate of carbon intensity than most developed countries to reach its commitment of reducing carbon intensity by 60 to 65 percent by 2030. China would have to maintain a 3.6 to 4.1 percent annual reduction rate from 2005 to 2030. The U.S. rate since 1990 was 2.3 percent, and from 2005 to 2025 it would need to average 3.5 to 3.6 percent to reach the 26 to 28 percent total emissions reduction target as laid out in the U.S. climate pledge. The EU reduction rate since 1990 was also 2.3 percent, and the rate required to meet the EU goal of a 40 percent total emissions reduction in 2030 from 1990 levels would be 3.2 percent.

The comment above was coauthored by NRDC International Climate Advocate Han Chen.

Sam Geall, research fellow on Low-Carbon Innovation in China at the University of Sussex:

China’s commitments to the U.N. climate negotiations illuminate a real turnaround underway in its economy: from energy-intensive industries towards innovation and services as the basis of higher-quality future growth.

Until recently, China’s headline-making targets would have sounded unachievable, but last year, China’s coal consumption fell by 2.9% from 2013 and continued to fall in the first quarter of 2015.

For many analysts, this doesn’t just show the short-term effect of a slowdown. It indicates the country’s coal industry is in structural decline, underpinned by aggressive pollution-control policies and support for clean energy sources.

The country’s target to reach 20 percent non-fossil fuel sources in primary energy consumption, for example, will entail adding a huge 800 to 1,000 gigawatts (GW) of renewables over the next 15 years — around the capacity of the entire U.S. electricity system to date.

China plans to install 200 GW of wind and 100 GW of solar by 2020. The country is now world’s leading investor in renewables, and these industries can expect continued support in the 13th Five Year Plan (2016-2020).

Does this mean that Beijing’s smog has lifted? That China has overcome its local enforcement problems? That the expansion of infrastructure envisioned by the “One Belt, One Road” plan will be carbon-neutral? Of course not. But there are reasons to be hopeful.

First, at the local level: it seems like Beijing is finally getting serious about addressing its chronic implementation problems. Traditionally, collusion between regulators and polluters and misaligned political evaluation metrics for officials have thwarted environmental initiatives. However, the unpromisingly titled Central Document Number 12, “Opinions of the Central Committee of the Communist Party of China and the State Council on Further Promoting the Development of Ecological Civilization,” published in April, suggests that local government officials will be promoted according to environmentally adjusted benchmarks, rather than simply GDP growth, and that environmental black marks will remain on their work records.

Second, at the elite level: it seems like climate-friendly policies align with the Chinese government’s self-interest. While vested interests and an overriding focus on high growth rates traditionally have worked against green policies, climate policies clearly have other major benefits for China: from addressing rising public concern about air pollution, to positioning the country as a leading exporter of clean technologies.

It is now widely believed that China will overachieve on its climate targets — and that its emissions, for example, are on track to peak by 2025. The balance of evidence suggests China’s transition is underway, and we would be unwise to ignore it. 

Angel Hsu, joint faculty at the Yale School of Forestry and Environmental Studies and Yale-NUS College:

First, under its new “intended nationally determined contribution” (INDC), China only has to achieve half of its average annual percent reduction in carbon intensity (5 percent over the last four years) to achieve its 12th Five-Year Plan target. At the low end of the target (16 percent), China will only need to reduce carbon intensity by about 1.6 percent this year and 2.6 percent to achieve the higher end (17 percent). Given these results, it seems China is on track to complete its previously committed 2020 target of 40 to 45 percent reduction. While some say that this progress demonstrates a lack of ambition regarding China’s pledge, we know that China often “under-promises but over-delivers,” so it is not unlikely that it will peak emissions sooner than 2030.

When China is anticipated to peak emissions in 2030, however, it will achieve a per capita emissions much lower than many European countries and the United States. China’s target per capita emissions are expected to peak at an estimated 8 tons of CO2per capita. The United States peaked its carbon emissions in 1973 with around 23 tons per capita, nearly four times what China is expected to achieve. China’s population is also expected to peak in 2030 at 1.465 billion, so further reductions of emissions beyond 2030 will also result in lower per capita emissions.

While the 20 percent non-fossil target has also been widely lauded, it is worth noting that this goal does not solely rely on renewables like wind and solar. China will also increase its reliance on nuclear power generation. Projections estimate that China’s online nuclear capacity will provide about 10 percent of China’s total electricity generation in 2030. The share of nuclear power generation will exceed the percentage of hydropower, which is only expected to increase slightly from around 7 percent in 2020 to 8.5 percent in 2030. Some countries, such as Brazil, have committed to renewable energy targets without hydro. Given hydropower’s controversy in China due to large-scale projects like the Three Gorges Dam, its marginal growth can be seen as a positive, although nuclear power has its own precautions.

China’s pledge proposes “low-carbon living” and a “social participation mechanism” to engage the public to help achieve the country’s carbon goals. This is the first time China has mentioned enlisting the public in a climate pledge to the United Nations Framework Convention on Climate Change (UNFCCC), signaling a heightened awareness that the government cannot achieve its ambitious pledges without popular support and assistance.

China’s INDC has set the bar for other large, rapidly-developing countries and the remaining half of the world that have yet to make their commitments public.

India, for example, is not expected to announce its climate pledge until September. Indications so far suggest that India will not commit to a peak year for emissions but instead will propose two tracks of commitments contingent upon funding. With only a few months left before the Paris climate negotiations, China’s INDC can serve as a critical model for what others can aspire to deliver.

The comment above was edited from a post first published at the Paulson Institute’s blog.

Joanna Lewis, associate professor in the Science, Technology and International Affairs Program at Georgetown University’s Edmund A. Walsh School of Foreign Service:

China’s climate targets are mobilizing actions across the country. The announcements coming from Beijing have clearly demonstrated that China is ready to be a constructive player at COP21, starting with last November’s U.S.-China joint climate announcement and followed up most recently with the INDC submission to the UNFCCC. But it is only with aggressive local action that Beijing’s ambitious national targets can be carried out.

A common criticism of China’s INDC is that a 2030 emissions peak is not sufficiently ambitious, though few projections support that claim. For example, the US Energy Information Administration’s most recent reference scenario for China shows emissions peaking sometime after 2040. It is also important to note that since China’s provinces are at widely varying levels of economic development, in order for China’s total emissions to peak by 2030, most of China’s wealthier provinces will in fact need to achieve a significantly earlier peak. For example, Shanghai municipality has been told that its emissions need to peak by 2020.

Of course, that doesn’t mean that China couldn’t do better and achieve an earlier emissions peak. The key to any emissions peak, including both the timing and level of the peak, will be when a peak in coal consumption can be achieved. A recent study released by China’s National Center for Climate Change Strategy and International Cooperation as part of the China Coal Cap Project demonstrates how carbon emissions could peak between 2020 and 2025 if coal consumption was capped by 2020. The transition away from coal in China is not going to be easy, however, as the coal sector is a major employer in many provinces and a key driver of local economic growth. Employment is key for stability, and few provincial leaders want to risk the social insatiability that could come with massive coal sector layoffs.

Aware that one of the biggest challenges to limiting carbon emissions will be measuring and enforcing the targets being implemented, provincial and local governments have been tasked with developing rigorous measurement, reporting and verification (MRV) procedures. Many of the provinces and municipalities that have been selected to implement an emissions trading scheme for carbon on a pilot basis have made impressive strides in tracking emissions from large emitters and are beginning to impose emissions restrictions in anticipation of a forthcoming national trading scheme. Shanghai, for example, has developed a MRV system based on those used in the European Union and California that includes annual reporting requirements for companies and third party verification. Since tracking carbon is a new requirement for most Chinese companies, provincial government agencies and universities are working hard to train them in correct procedures.

So while China has a ways to go in achieving the emissions reductions needed, all signs point to its government — at all levels — taking the challenge seriously.

Li Shuo, senior climate and energy policy officer for Greenpeace East Asia:

There are two sides to China’s post-2020 climate plan, the environmental and the political; and they are tightly connected to each other and are affected by China-U.S. relations.

On the environmental side, the 60 to 65 percent carbon intensity reduction target and the peaking around 2030 should be viewed as only the floor of action instead of as the “ceiling.” This is because the targets do not fully reflect the significant current energy trends. Coal consumption, which contributes to almost 80 percent of China’s fossil fuel related CO2 emissions, was down in 2014 by 2.9 percent year on year. This brought absolute energy-related CO2 emissions down by about 1 percent — something unthinkable even just a few months ago. Thus, it is likely that China will go beyond what it put on the table last week. In fact, there is already growing consensus that instead of peaking around 2030, the tipping point of China’s emissions may come much earlier than previously thought.

On the political side, one should always realize that China’s emission commitments are very much influenced by political considerations. In this regard, China has followed its traditional diplomatic approach of under-committing and over-delivering. It is also fair to say China’s offer was also shaped by what it perceived to be a fair contribution relative to the U.S. level of ambition (and its own consideration and assessment of whether the United States could deliver its target in the end).

This makes it difficult to answer the question of whether China’s greenhouse gas emissions limits are meaningful — it depends on what the metrics are for something to be “meaningful.”

However, if we were to focus on whether these commitments are meaningful towards addressing global climate change, then the answer is “no.” Given the current pledges by the United States, China, and other major emitters, we are still emitting far too much to stay below 2 degrees temperature rise required by climate scientists. Therefore, more must be done.

Nonetheless, it is significant that the two largest emitters — U.S. and China — are working with each other. The cooperation has already injected valuable political momentum to international climate process, and is a drastically different dynamic compared with six years ago before Copenhagen.

Today, extensive bilateral cooperation is clearly apparent; note the long list of climate related outcomes of the recent U.S.-China Strategic and Economic Dialogue. (A comparative reading of the much thinner E.U.-China climate announcement, signed just a week later, indicates how much more advanced the U.S.-China relationship is). Also note that the politics around climate change in the United States and China are bound closely. While there are further challenges ahead — for the U.S. in getting Congressional support, and for China in implementation — both targets were signed and led by top political leaders, and so it is hard to see how either side can simply walk away without carefully considering the broader political ramifications.

There is still much more work to be done though. It would be short-sighted if the current bilateral cooperation was aimed merely for Paris. It is already clear that there is much that work beyond Paris that would require sustained China-U.S. cooperation extending beyond the term of the Obama administration. Thus, far sighted political fortitude and a continued focus on the implementation by both sides, is key.

En: foreignpolicy

What’s the future of world order?

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The latest G-7 summit, in the beautiful Alpine setting of Garmisch-Partenkirchen in Germany, has come and gone. No longer the G-8, owing to Russia’s suspension, the forum is again composed exclusively of traditional Western powers. At a time when the emergence of large, densely populated economic powerhouses like Brazil, China, India, and Indonesia is challenging Western dominance, many believe that the current international system is due for an overhaul.

In fact, a new world order is almost certain to emerge – and very soon. The shape it takes will be determined by two key phenomena: globalization and digitization.

Globalization is enabling economies that are not yet fully industrialized to reap the benefits of industrialization and become integrated into global markets – a trend that has redefined the global division of labor and transformed value chains. The revolution in digital communication technology has underpinned this shift.

Of course, the impact of digitization extends beyond economics; it has broken down many cultural barriers, giving ordinary citizens in even remote regions access to information and ideas from all over the world. As globalization-enabled economic development continues to raise incomes, this cultural integration will undoubtedly lead to broader political participation, especially among an increasingly large – and increasingly demanding – middle class. Already, this trend is complicating governments’ efforts at domestic monitoring and control.

In terms of the global economic balance of power, however, the impact of globalization and digitization remains difficult to predict. While these trends have undoubtedly fueled the economic rise of some developing countries, the West – especially the US – retains a technological and innovative edge. Indeed, America’s technological lead – together with its enormous capital assets and dynamic business culture, exemplified in Silicon Valley – could ultimately reinforce its global standing.

But, with major emerging economies like China and India working hard to foster innovation, while still benefiting from technological catch-up, it is also possible that continued globalization and digitization will propel continued “de-Westernization” of the international order. Only time will tell whether these countries will successfully challenge the established powers.

Even if the US – and, to some extent, Western Europe – does retain a competitive edge, it is unlikely to retain the kind of global geopolitical control that it has had since World War II and, especially, since the Soviet Union’s collapse left it as the world’s sole superpower. In fact, even though the US remains dominant in military, political, economic, technological, and cultural terms, its global hegemony already seems to have slipped away.

The reality is that America’s global geopolitical supremacy did not last long at all. After becoming overstretched in a series of unwinnable wars against much weaker – and yet irrepressible – opponents, the US was forced to turn inward. The power vacuums that it left behind have produced regional crises – most notably, in the Middle East, Ukraine, and the South and East China Seas – and have contributed to a wider shift toward instability and disorder.

The question now is what will replace Pax Americana. One possibility is a return to the kind of decentralized order that existed before the Industrial Revolution. At that time, China and India were the world’s largest economies, a status that they will regain in this century. When they do, they might join the traditional powers – the US and Europe, as well as Russia – to create a sort of “pentarchy” resembling the European balance-of-power system of the nineteenth century.

But there are serious questions about most of these countries’ capacity to assume global leadership roles. With the European Union facing unprecedented challenges and crisis, it is impossible to predict its future. Russia’s future is even more uncertain; so far, it has been unable to rid itself of the phantom pains over its lost empire, much less arrest the deterioration of its society and economy. India has the potential to play an important role internationally, but it has a long way to go before it is stable and prosperous enough to do so.

That leaves only the US and China. Many have predicted the emergence of a new bipolar world order, or even a new Cold War, with China replacing the Soviet Union as America’s rival. But this, too, seems unlikely, if only because, in today’s interconnected world, the US and China cannot allow conflict and competition to obscure their common interests.

As it stands, China is financing America’s public debt, and, in a sense, subsidizing its global authority. And China could not have achieved rapid economic growth and modernization without access to US markets. Simply put, the US and China depend on each other. That will go a long way toward mitigating the risks that a new global power’s emergence inevitably generates.

Against this background, it seems likely that the new world order will resemble the bipolar order of the Cold War – but only on the surface. Underneath, it will be characterized by engagement and mutual accommodation, in the name of shared interests.

The G-7 represents a dying order. It is time to prepare for the G-2.

This article is published in collaboration with Project Syndicate. Publication does not imply endorsement of views by the World Economic Forum.

Author: Joschka Fischer was German Foreign Minister and Vice Chancellor from 1998-2005, a term marked by Germany’s strong support for NATO’s intervention in Kosovo in 1999, followed by its opposition to the war in Iraq.

Image: A boy touches a 45-metre (148-feet) long wall lighted by colour rays at an exhibition hall in Wuhan, central China’s Hubei province May 1, 2007. Picture taken May 1, 2007. REUTERS/China.

Posted by Joschka Fischer – 13:38
All opinions expressed are those of the author. The World Economic Forum Blog is an independent and neutral platform dedicated to generating debate around the key topics that shape global, regional and industry agendas.

En: worldeconomicforum

El impacto del billonario derrumbe de la bolsa de valores en China

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En cuestión de semanas la bolsa de valores de China perdió un tercio de su valor, afectando a millones de pequeños inversionistas.

Puede que la ciudad vieja de Shanghái, con sus callejones estrechos, olorosa comida callejera y minúsculas casas de una habitación, esté a punto de desaparecer por causa del desarrollo inmobiliario, pero todavía hospeda a una vibrante comunidad.

Y, a inicios de este año, la mayoría de los rumores y conversaciones de los dueños de tiendas y puestos callejeros de la zona tenían como tema favorito a las fortunas que se podían hacer al otro lado del viejo y sucio río Huangpu, en la Bolsa de Valores de Shanghái.

“Yo nunca había invertido en la bolsa de valores”, cuenta Lin Jinxia, una vecina de la zona.

“Pero me dejé influenciar por la conversación“.

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Lin Jinxia y su esposo perdieron buena parte de sus ahorros como resultado del derrumbe de la bolsa.

 

Lin vive en el séptimo piso de un edificio lleno de viejas y polvorientas bicicletas, en un minúsculo apartamento que comparte con su esposo y su hijo de cuatro años de edad.

Ella y su marido emigraron desde la provincia de Fujian hace cinco años. Y gracias a su trabajo duro, vendiéndole botones a la dinámica industria textil local, lograron ahorrar una pequeña fortuna.

Luego, en mayo de este año, invirtieron buena parte de la misma en la bolsa, colocando más de 200.000 yuanes (unos US$32.000) en cuatro compañías diferentes.

Parecía una inversión inteligente, con acciones en el mundo de la electrónica, la moda y la industria automotriz.

Pero el momento no podía ser peor: el valor colectivo de todas sus acciones se desplomó hasta la mitad de su precio original, lo que significó una pérdida de unos 100.000 yuanes.

“Perdí mucho del dinero por el que había trabajado tan duro”, cuenta Lin. “Ahora tengo que ahorrar y reducir mis gastos”, le dice a la BBC.

Comportamiento de rebaño

Parte del problema es que en China, a diferencia de en Europa y Estados Unidos, el 80% de los inversionistas son individuos.

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La mayor parte de los inversionistas chinos son individuos.

 

Y muchos de ellos son nuevos e inexpertos, por lo que a menudo se dejan guiar por caprichos y rumores.

Eso hace al mercado particularmente susceptible a rápidos cambios provocados por el denominado comportamiento de rebaño.

Y, precisamente, después de haber hecho subir los precios de las acciones en China de forma sostenida por más de un año, el 12 de junio el rebaño decidió repentinamente dar la vuelta.

Tres semanas después, el valor del mercado se había reducido en un tercio, provocando una pérdida de US$3,2 billones.

Ante esta situación, el gobierno chino les prohibió este jueves a los invididuos con una cantidad de acciones mayor al 5% del valor de una empresa que vendan sus títulos durante los próximos seis meses.

“Sabía que había riesgos”

La pequeña sastrería de Chen Zhihui se encuentra en un callejón cerca de la casa de Lin Jixia.

Y, como su vecina, él también actuó siguiendo el consejo de aquellos que, hasta hace poco, habían estado viendo crecer el valor de sus acciones, sin darse cuenta que entraba al juego en el peor momento posible.

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Chen Zhihui es otra víctima del desplome de la bolsa de valores china.

 

“Personalmente, sabía que había riesgos“, admite sin embargo en su pequeño taller y en medio del ruido de una máquina de coser.

Chen puso todo su dinero en una sola compañía: 100.000 yuanes en acciones de una acerera china que rápidamente pasaron a cotizarse a la mitad de su valor original.

Y aunque sus pérdidas son relativamente pequeñas, el modesto sastre dice que en casi todas las casas y tiendas de su barrio y alrededores hay alguien que pasa por un predicamento parecido.

O que teme que pronto podría verse en la misma situación.

“Si todo el mundo perdió 5.000 yuanes, la suma total podría ser inmensa”, advierte Chen.

Y para muchos analistas eso explica por qué el gobierno chino está haciendo todo lo que puede para evitar que el mercado caiga todavía más.

Impacto económico

Parte del problema es que, para el Partido Comunista chino, una pujante bolsa de valores era un componente clave para la transición hacia una sociedad de consumo.

El creciente número de accionistas servía tanto pararecapitalizar a las compañías locales como para hacer quecada vez más chinos se sintieran más ricos.

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Una bolsa de valores llena de pequeños inversionistas era parte de la estrategia de crecimiento económico de China.

 

Pero ahora las autoridades se ven enfrentadas a la tenebrosa posibilidad de que el mercado tenga el efecto contrario.

Y, con sus ahorros evaporándose rápidamente, millones de pequeños inversionistas podrían empezar a apretarse el cinturón.

Algo que podría tener un impacto negativo tanto para la economía china como para a nivel mundial.

Por ahora, sin embargo, son solo los recién llegados a la bolsa de valores los que se han visto afectados, pues en el largo plazo la reciente depreciación ha sido fácilmente compensada por las ganancias obtenidas con anterioridad.

Pero las medidas tomadas por las autoridades en los últimos días son parte de un intento, quizás inútil, para evitar que las cosas se pongan peor.

Y las mismas han sido criticadas por observadores externos como una peligrosa interferencia política en los mercados y su habilidad para valorar adecuadamente el riesgo.

Aunque también podría argumentarse que la misma acusación también cabría para sus intentos originales por dinamizar los mercados.

Política, no economía

Varios analistas creen además que un colapso total del mercado de valores chino no debería tener mayores repercusiones a nivel global.

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Por el momento, el problema parece más político que económico.

 

Su bolsa de valores es muy pequeña, minúscula, caso completamente irrelevante”, dice Chen Long, un economista especialista en China que trabaja para al firma Gavekal Dragonomics.

Equivale a nada más el 5% de la riqueza de los hogares chinos“, explica.

“Y además el mercado todavía está por encima de donde estaba el año pasado”.

Desde esta perspectiva el precio de las acciones chinas todavía podría caer más antes de que nadie, y especialmente el gobierno, tenga realmente motivos para entrar en pánico.

Lo que sugeriría que las acciones Pekín podrían estar motivadas más por preocupaciones políticas que económicas.

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Las actuales preocupaciones del gobierno chino parecen ser más políticas que económicas.

 

Efectivamente, en medio de la actual desaceleración de su economía lo último que necesita el gobierno es hordas de pequeños inversionistas saliendo a la calle a protestar.

Y, al menos por el momento, esa parte de la estrategia parece estar funcionando, pues no se ven signos de enojo.

Lin Jinxia, por ejemplo, planea conservar sus acciones con la esperanza de que su valor vuelva a subir.

“Confío en que el gobierno va a saber aplicar las estrategias necesarias”, le dice a la BBC.

Confianza inversionista

Liu Changrong vende fideos, chuletas de cerdo y arroz en un restaurante que queda a más o menos una cuadra de la sastrería de Chen.

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La situación no ha disuadido a pequeños inversionistas como Liu Chnagrong.

 

Es muy astuto o muy afortunado, o ambas cosas a la vez. “Nada más hay que comprar en el momento justo”, le dice a la BBC.

Eso fue justamente lo que hizo al poner 200.000 yuanes en acciones de un gran conglomerado chino el año pasado para luego vender en mayo, por poco menos de su precio máximo.

Obtuvo pingues ganancias: más de un 50%. Pero no ha perdido el apetito.

Y a pesar de los problemas de sus vecinos, confía en que el gobierno va a solucionar los problemas.

“Cuando el mercado mejore, voy a volverlo a intentar”, dice mientras pone un caldero con agua a hervir.

En: BBC

Indecopi dictó medidas antidumping a la importación de tubos de acero de China

Medida se debe al dumping detectado por el Indecopi en el comercio de estos productos y al impacto en la utilidad de las empresas de producción nacional.

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El Indecopi resolvió hoy aplicar derechos antidumping definitivos sobre las importaciones de tubos de acero laminado en caliente (LAC), originarios de la República Popular China, por un período de 3 años a partir de la fecha.

La medida impone un derecho antidumping de entre US$60 y US$89 por tonelada, según la empresa China exportadora del tubo LAC.

El estudio del Indecopi concluyó que entre el 2010 y 2013 los precios finales de los tubos de acero LAC de los productores nacionales bajaron en 15%, pese a que los costos subieron 11%. Esta alza de costos no pudo ser trasladada al precio final debido a los menores precios –en 25%- de los tubos importados de China.

Ello generó una reducción de 15 puntos porcentuales en el margen de utilidad de las empresas nacionales.

El informe del Indecopi también concluye que existen márgenes de dumping de 16% a 11% en la importación de tubos LAC de China, en el mismo periodo de estudio.

El fallo desestimó los cuestionamientos a la medida, formulados por Comercial del Acero, Tradi, 3A, la Embajada de la República Popular China en Perú y la Asociación de Empresas Privadas Metal Mecánicas.

En: gestion

Ver: Importaciones de tubos de acero chinos tendrán derechos antidumping

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La ‘gran muralla de arena’ de China que preocupa a Estados Unidos

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“En el transcurso de unos meses, China ha creado un gran muro de arena con dragas y buldóceres. Hasta ahora, China ha creado más de cuatro kilómetros cuadrados de terreno artificial”.

Así lo advirtió el martes, en un discurso en Australia, el almirante Harry Harrys, comandante de la Flota del Pacífico de Estados Unidos.
Dijo que estos hechos llevan “a preguntarse seriamente” sobre las intenciones de Pekín.

Según el alto militar estadounidense, lo que ha llevado al gigante asiático a crear ese “gran muro de arena” en el Mar de China Meridional, son los reclamos territoriales que mantiene en la zona.

“China está construyendo terrenos artificiales trasladando arena sobre arrecifes de coral vivo, algunos de los cuales están sumergidos, y luego pavimentándolos con cemento”, declaró el militar.

Y dijo que considerando el “patrón de acciones provocadoras hacia naciones más pequeñas que tienen reclamos” en el Mar de China Meridional, el nivel de construcción genera “serios interrogantes sobre las intenciones chinas”.

El almirante Harrys describió la recuperación de tierras de China en el mar como “sin precedentes”.

Proyecto “acelerado”

Pekín no ha reaccionado al discurso del almirante estadounidense.

Pero según Vincent Weifeng Ni, del Servicio Chino de la BBC, el proyecto de construcción de islas artificiales en el Mar de China Meridional lleva ya algunos años.

Y en los últimos meses se ha acelerado, explica.

“China considera la zona como parte de su territorio y, desde su punto de vista, tiene el derecho a hacer estas construcciones”, señaló Weifeng Ni.

Añadió que en el sitio extraoficial China Military Web se reconoció que uno de los propósitos de estos terrenos reclamados del mar era para ejercicios militares.

Pero un artículo de la agencia Reuters en chino, publicado el 26 de febrero pasado, interpretó dos estructuras en una foto como posibles pistas de aterrizaje.

Reclamos territoriales

EE.UU. está pendiente de la disputa por las islas en el Mar de China Meridional, conocidas en Japón como Senkaku y Diaoyu en China.
Las reivindicaciones territoriales chinas inquietan también a otros países de la región.

En los últimos meses, han circulado fotografías de construcciones chinas en los arrecifes de las islas Spratly para crear islas artificiales con instalaciones que podrían ser para uso militar, incluyendo una pista de aterrizaje.

La BBC realizó un reportaje sobre el tema en 2014 y, en respuesta a éste, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Hua Chungying, dijo que las operaciones de su país en la islas Spratly caían “completamente dentro de la soberanía de China y eran totalmente justificables”.

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Cuando se le preguntó si la recuperación de tierras era para uso comercial o militar, Hua respondió que era “principalmente para mejorar las condiciones de trabajo y vida de las personas apostadas en estas islas”.

Tensiones

Otros países como Vietnam, Filipinas y Taiwan, también reclaman la propiedad del territorio en las islas Spratly.

Las disputas territoriales en el área han aumentado en años recientes, lo que ha causado más tensiones regionales.

Filipinas interpuso una queja ante la Corte Permanente de Arbitraje de la ONU, pero China dice que no se involucrará en el caso.

En Vietnam, hubo brotes de violencia contra Pekín el año pasado, después de que China trasladara una plataforma perforadora hacia aguas disputadas frente a las islas Paracelso.

En: BBC

Ver: Las islas que China fabrica para extender su dominio marítimo

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