Irán y el Islam Chiíta

15 de junio de 2015 00:00 AM

Imagen en: http://yalibnan.com/2015/07/24/yemens-war-shifts-in-favor-of-saudi-arabia/

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Una ola de enfrentamientos entre seguidores del sunismo y el chiísmo azota actualmente al Medio Oriente. Las causas de esta confrontación son múltiples y complejas, pero en la revolución islámica que tuvo lugar en Irán en 1979 podemos encontrar atisbos de una explicación.

En enero de 1979, el Shah (monarca) de Irán es derrocado. Un consejo supremo religioso, presidido por el Ayat-Allah (ayatola) Jomeini, asume el poder. Con el consentimiento de Jomeini, el liderazgo religioso iraní va a elevar y promover los principios del chiísmo en el Medio Oriente, generando entusiasmo entre sus seguidores y tensión entre sus detractores.

Para ese momento los chiítas predominaban en Irán (89%) y constituían una mayoría de la población de Yemen, Bahrein e Irak. También existían importantes comunidades chiítas en la costa este de Arabia Saudita y el Líbano. Sin embargo, sólo en Irán gobernaban los chiítas. El temor de que esta nueva efervescencia del chiísmo pudiera cruzar las fronteras y fomentar rebeliones internas, alarmó al liderazgo político y religioso sunita de muchos países de la región, posiblemente desencadenando una fiebre de radicalización religiosa cuyos efectos se hacen sentir hoy día.

Durante siglos, las diferencias entre chiítas y sunitas habían quedado relegadas al plano interno de los Estados. Con la llegada del ayatola Jomeini al poder surgía la posibilidad de una confrontación más amplia. Para comprender mejor lo que estaba en juego debemos hacer un breve recuento histórico.

En el año 610, el profeta Mahoma funda el Islam. Para el momento de su muerte en 632, Mahoma había consolidado su poder sobre Arabia, y sus sucesores construirían un imperio que se expandiría desde el centro de Asia hasta España en menos de un siglo. Pero un debate sobre su sucesión dividiría la comunidad del Islam.

Mientras parte de los seguidores del Islam, quienes luego serían conocidos como sunitas, consideraban que el sucesor del profeta Mahoma debía ser elegido por la comunidad, otros argumentaban que el profeta había escogido a su hija Fátima y -en particular- a su yerno Alí (y sus descendientes) para sucederlo como líderes del Islam. Los seguidores de Alí pasarían a ser conocidos como chiítas. Esta es la esencia del gran cisma del Islam.

Los sunitas dominarían el mundo del Islam durante nueve siglos. Hasta que en el año 1501, Persia (actualmente Irán) se independiza del Imperio Islámico y adopta el chiísmo como credo oficial del Estado. No se trataba de cualquier país, Persia había sido un gran imperio entre el año 550 a.C. y la conquista islámica en 651 d.C. A pesar de que los chiítas representaban, para ese momento, apenas una minoría del pueblo persa, la declaración del chiísmo como religión oficial del Estado contribuyó a elevar y proyectar esta rama del Islam en toda la región.

Lo más importante a destacar es que hasta entonces, la división entre sunitas y chiítas había sido comunal u horizontal, no había estado acompañada por una segregación territorial. Pero con la secesión de Persia de la unidad islámica y su adopción del chiísmo como religión oficial del Estado, el cisma se iba a tornar territorial y pondría en curso una fragmentación definitiva de la casa del Islam (Majid Khadduri, 1988).

Persia va a erigirse en contraposición a los sultanes del imperio Turco-Otomano, quienes se habían convertido en herederos del imperio Islámico y portavoces del credo sunita. Se creaba así, por primera vez en la historia, una gran división territorial entre las dos grandes ramas del Islam (sunismo y chiísmo).

Durante dos siglos (XVI y XVII), persas y turco-otomanos, chiítas y sunitas, se enfrentarán sin cesar. Eventualmente, agotados por la guerra, ambos se verán obligados a someterse al orden de las naciones europeas y aceptar las reglas de juego del Tratado de Westfalia que relegaba las confrontaciones religiosas al plano interno. El Islam, ya sea chiíta o sunita, seguiría jugando un papel fundamental en la vida de los musulmanes e influiría en la conformación de los Estados independientes que surgieron en el Medio Oriente después de la I Guerra Mundial, pero al menos por un tiempo dejaría de ser una fuente de conflicto en la región. Sin embargo, la tensión sólo estaba latente.

En 1979, con la llegada del ayatola Jomeini al poder, la conflictividad entre chiítas y sunitas resurgiría. Jomeini le recordaba al mundo musulmán que hace casi 500 años, Persia (hoy día Irán) se había independizado del imperio Islámico y había adoptado el credo chiíta como religión oficial del Estado. Con la revolución islámica de 1979, Irán volvía a reafirmar su carácter chiíta y lo proyectaba sobre un Medio Oriente gobernado, casi en su totalidad, por sunitas. Parecía inevitable que el legado de la rivalidad ancestral entre sunitas y chiítas, se hiciese presente una vez más.

alfredotorocarnevali@gmail.com
@alfredotoro1

En: eluniversal

Didáctico video te muestra en de diez minutos la crisis en Siria

¿Muchos nombres como abundante información te hace difícil entender el contexto que vive Siria? Para felicidad nuestra, dos jóvenes españoles realizaron un video donde condensan en 10 minutos casi 100 años de historia sobre este país árabe que recientemente fue bombardeado por Francia, en respuesta al atentado terrorista que dejó más de 150 muertos en París.

Sergio de Pazos y Bruno Teixidor explicaron en su video subido a Youtube la crisis interna de Siria, los intereses del mundo entero por la riqueza petrolera de la región, el desborde de la Primavera Árabe, la aparición del grupo terrorista ISIS y la guerra del régimen Assad contra el pueblo Kurdo.

Además, narran los conflictos religiosos en medio oriente en 15 didácticos mapas con algunos plumones de colores.

El video fue publicado el 8 de octubre y cuenta con más de 1 millón 400 reproducciones en YouTube.

No obstante, este video ha recibido críticas por algunos medios españoles. El diario español El Confidencial indicó que la publicación es “simplista” y contiene datos inexactos como decir que Siria es “un gran desierto”, cuando el 21% del PBI sirio se basa en la agricultura.

“En definitiva, la pieza fracasa en su intento de dar una explicación sencilla a una de las cuestiones más complejas del siglo XXI”, asegura El Confidencial.

En: canalN

OTAN, preocupada por mayor presencia militar rusa en Siria

El secretario general de la alianza, Jens Stoltenberg, dijo que las acciones de Moscú no ayudan a solucionar el conflicto desatado en 2011.

Un tanque ruso secuestrado por los rebeldes a las fuerzas de Al Assad.

Un tanque ruso secuestrado por los rebeldes a las fuerzas de Al Assad.

Los reportes de inteligencia que hablan de una mayor presencia militar de Rusia en Siria tienen preocupada a la OTAN. Al menos así lo señaló este miércoles (09.09.2015) el secretario general de la alianza, el noruego Jens Stoltenberg, durante una visita a Praga. “Estoy preocupado por las informaciones sobre un aumento de la presencia militar rusa en Siria. “Eso no va a contribuir a la solución del conflicto”, dijo en la capital checa, en su primera visita al país desde que asumió el cargo.

Rusia ha negado esta semana cambios en la cooperación militar con Siria, sea en el estatus de la base naval de Tartus o en el suministro de armamento, en medio de los rumores occidentales sobre una intervención militar rusa en el país árabe. Según Moscú, esa colaboración militar se limita al suministro de equipos militares y a que especialistas militares adiestren en su manejo a los militares sirios.

Sin embargo, tres fuentes libanesas citadas por la agencia de noticias Reuters aseguran que fuerzas de combate rusas comenzaron a participar en operaciones militares en Siria, apoyando a las tropas del presidente Bashar al Assad. A eso se sumaría el reciente envío de barcos con tanques y aviones, además de desplegar un pequeño número de efectivos de infantería naval. Las fuentes de inteligencia estadounidenses no tienen clara la intención de estos movimientos militares, aunque el objetivo sería preparar una pista aérea en Latakia, bastión de Al Assad.

No solo asesoran

“Los rusos ya no son solo asesores. Los rusos decidieron unirse a la guerra contra el terrorismo”, dijo una de las fuentes libanesas citadas por Reuters. “Empezaron con números pequeños, pero la fuerza mayor no ha participado aún. (…) Hay algunos rusos combatiendo en Siria, pero todavía no se unieron con fuerza a la lucha contra el terrorismo”, destacó otra fuente, mientras un funcionario sirio señaló que “los expertos rusos siempre han estado presentes, pero en el último año han estado presentes en mayor grado”.

Luego de que Bulgaria negara el uso de su espacio aéreo a aviones de carga rusos (una medida que Moscú calificó como “grosería internacional”), el diplomático ruso Maxim Suslov, de la embajada en Irán, dijo que el gobierno de Teherán no impedirá los traslados, así como tampoco pondrá objeciones el gobierno de Grecia. El Ministerio de Exteriores ruso subrayó nuevamente que Rusia jamás ocultó su ayuda militar al gobierno sirio.

En tanto, el ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, conversó con su par estadounidense, John Kerry, al que llamó a trabajar en conjunto para combatir al Estado Islámico. “Lavrov recalcó la necesidad de responder conjuntamente a los grupos terroristas que han capturado una parte importante de territorio sirio y amenazan la seguridad internacional”, informó la cancillería rusa en un comunicado.

DZC (EFE, dpa, Reuters)

En: DW

Opinión: ¿Qué hacer en Siria?

“Luchar contra las causas de la huida” es la respuesta estándar a la pregunta de cómo reducir el número de refugiados. Viendo lo que ocurre en Siria, parece que la cuestión no es tan sencilla, dice Alexander Kudascheff.

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Imagen: DW

Hace cuatro años que comenzó la guerra civil en Siria. Más de 250.000 personas han perdido la vida. Varios millones decidieron huir y se encuentran atrapados en el Líbano, Turquía, Jordania o, tras haber perdido ya la esperanza de que la guerra acabe, de camino a Europa.

Una guerra que se alimenta a sí misma

Siria está arrasada. En Damasco, al igual que en las zonas alauitas del país, manda todavía Bashar al Assad. Una gran parte del territorio, sin embargo, está controlada por el autodenominado Estado Islámico (EI) y la no menos brutal milicia yihadista Frente al-Nusra. Además, a veces, los rebeldes democráticos son capaces de mantener el control de alguna ciudad. Entre todo este desorden hay algo claro: la guerra aún no tiene visos de terminar.

Entonces, ¿qué se puede hacer? Desde un punto de vista militar: ¿Debería intervenir Occidente? ¿De qué lado debería tomar parte? Y, sobre todo, ¿quién es el enemigo? ¿El Estado Islámico? Sin duda, aunque esta última opción sería razonable, no basta con realizar ataques aéreos. Quien declare la guerra al autoproclamado califa Al Baghdadi, fortalece indirectamente la posición de al Assad en Damasco. Algo que no favorece a nadie. Y es que para empezar, el presidente sirio es el responsable de la mayoría de las muertes que se han producido en el país. Por otro lado, nadie quiere intervenir en una guerra con dos frentes abiertos –las tropas de Al Assad y el EI– y pocas opciones de éxito.

Vías de negociación complicadas

Queda la solución diplomática. O mejor dicho, el intento de solución diplomática. Algo que sólo es factible si interviene al Assad. Para ello habría que sentarle en una mesa de negociaciones, lo que sería un desastre para sus opositores democráticos. Algo que quizás se vean obligados a soportar, teniendo en cuenta que la decisión de al Assad de sentarse a negociar es sólo una cuestión de tiempo. Puesto que el presidente sirio no va a ir a ningún sitio –no tiene a dónde ir-, Rusia entra en juego como posible interlocutor en las negociaciones.

Alexander Kudaschef, redactor jefe de DW.

Alexander Kudaschef, redactor jefe de DW.

Otra opción sería Irán. Llegado el momento, sería prácticamente imposible evitar una gran ronda de negociaciones, en la que tomarían parte Washington, Moscú, la UE, Irán y Arabia Saudí, es decir, el opositor más acérrimo de al Assad y el principal rival de Irán en la lucha por la supremacía en el mundo musulmán. Si se diera el caso, lograr una solución resultaría muy difícil. Por lo tanto, quizá sería mejor no contar con ambos países –Irán y Arabia Saudí-. Pero, ¿aceptarían no formar parte de las negociaciones?

Precisamente Arabia Saudí ha sido el país que ha seguido con mayor recelo el ascenso y regreso de Irán al escenario político mundial gracias al recién alcanzado acuerdo nuclear. Un regreso que, sin duda, Riad habría preferido evitar. Desde entonces, y apoyada por Israel, Arabia Saudí sostiene que el acuerdo nuclear es un error fatal.

La búsqueda de una solución negociada va camino de convertirse en un rompecabezas. Las opciones de éxito son desalentadoras pero, ante todo, hace falta tiempo, algo de lo que no dispone el pueblo sirio. Asimismo, es inútil prometer una intervención militar sin garantía de éxito. Entonces, ¿qué se puede hacer para detener esta guerra civil sin sentido? Por el momento, nadie lo sabe.

En: DW

Quiénes son los kurdos y por qué todavía no tienen un Estado

Son la minoría étnica sin Estado propio más importante de todo el Medio Oriente. Más de 30 millones de personas –según los cálculos más conservadores– repartidas en un territorio que hoy se dividen Turquía, Siria, Irak e Irán.

Pero unidos por una lengua propia y una cultura milenaria, el pueblo kurdo nunca ha dejado de soñar con un Kurdistán independiente.

Y algunos creen que la amenaza del grupo autodenominado Estado Islámico podría contribuir a hacer ese sueño realidad.

Por un lado los kurdos se han erigido en una de las más importantes líneas de defensa contra los avances de los yihadistas en el norte de Irak y Siria, obligando a Occidente a reconocerlos como aliados clave en la batalla contra EI.

Y también han aprovechado el debilitamiento de los gobiernos de Bagdad y Damasco para expandir el territorio controlado por las autoridades del Kurdistán iraquí y ganar mayor protagonismo en Siria, donde aspiran a obtener un nivel de autonomía similar al que ya tienen en Irak.

Aunque la reticencia de Turquía a involucrarse directamente en la defensa de Kobane también da una idea de las fuerzas que a lo largo de la historia han evitado la unificación e independencia de la nación kurda.

Unas fuerzas que siguen vigentes en la actualidad.

Ajedrez de siglos

En la esta estratégica ciudad siria de Kobane, ubicada al sur de la frontera turca, un puñado de milicianos kurdos apenas ha logrado resistir a los embates de EI, en buena medida gracias al apoyo de los bombardeos de la coalición occidental.

“Los kurdos de Turquía, sin embargo, están furiosos con las tropas turcas que les impiden cruzar la frontera para pelear al lado de las milicias kurdas en Siria, el YPG”, cuenta el corresponsal de la BBC en Turquía, Mark Lowen.

“Creen que a Turquía le alegraría ver caer a Kobane si eso también significa el fin de las esperanzas kurdas para una entidad autónoma en Siria”, explica.

Y ese sólo es un ejemplo del complicado ajedrez político que lleva décadas –cuando no siglos– evitando la existencia de un Kurdistán independiente.

Esa posibilidad tomó especial fuerza luego de la conclusión de la Primera Guerra Mundial.

Historia milenaria

La historia del pueblo kurdo, sin embargo, empieza mucho antes.

En el año 612 a.C., según los historiadores que consideran a los kurdos descendientes directos de los medos, el imperio que dominó la zona desde esa fecha hasta su anexión por el imperio persa en 6 a.C.

Y durante las posteriores invasiones árabes-musulmanas los kurdos terminarían convirtiéndose al islam, pero sin perder su lengua e identidad distintiva y a pesar de estar divididos en numerosos principados.

Esos principados kurdos se los disputaron por mucho tiempo el Imperio otomano y el persa, que tenían sus capitales en lo que hoy son Turquía e Irán.

Y, en esa pugna, los kurdos terminarían alineándose con el Imperio Otomano por razones religiosas y a cambio de una importante dosis de autonomía que sólo empezaría a ser cuestionada a inicios del siglo XIX.

Esa es una de las razones por las que con el desmembramiento del imperio turco, al final de la Primera Guerra Mundial, algunos kurdos –no todos– empujarían con fuerza la idea de un Kurdistán independiente.

Y la idea sería incluso recomendada por el Tratado de Sèvres, que certificó la rendición del Imperio otomano en 1920.

Un conjunto de factores, sin embargo, terminarían haciéndola impracticable.

Por un lado, los sectores más conservadores de la sociedad kurda, más interesados en la protección de su religión que en un incierto proyecto nacionalista, no veían con buenos ojos la separación de la naciente Turquía, que prometía un Estado islámico de turcos y kurdos y terminó quedándose con la mayor parte del Kurdistán.

Y las potencias occidentales también redibujarían las fronteras para darle partes del territorio habitado por los kurdos a sus protegidos: Siria, en el caso de los franceses, e Irak, para la que Reino Unido reclamó la rica zona petrolera de Mosul.

“Los aliados dibujaron las fronteras en función de sus intereses”, explica Murat Nisancioglu, del servicio turco de la BBC.

“Y ya luego los proyectos nacionalistas a lo interno de los nuevos países, como Turquía, hicieron todo lo posible por aplastar cualquier oposición”, agregó.

Luchando por la independencia

Movimientos independentistas kurdos surgirían luego, inevitablemente, en Turquía, Siria, Irak e Irán.

Pero nunca conseguirían el apoyo real de Occidente, más preocupado por lo que las pretensiones kurdas podía significar para la estabilidad regional.

Y la orientación comunista del PKK –el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, la principal fuerza independentista kurda en Turquía, considerada una organización terrorista por el gobierno de Ankara y sus amigos occidentales– tampoco le ayudaría a los nacionalistas kurdos a granjearse la simpatía de EE.UU. y sus principales aliados.

En la actualidad, Turquía está inmersa en un proceso de paz con el PKK marcado por un acuerdo de cese del fuego alanzado en marzo de 2013, el que muchos esperan represente el final de una lucha armada que inició en 1984 y ha causado más de 40.000 muertos.

Pero el objetivo declarado no es independencia, sino autonomía.

Y el máximo líder el PKK –Abdullah Ocalan, en la cárcel desde 1999– ya advirtió que si Turquía deja que Kobane caiga en manos de Estado Islámico, las conversaciones llegarán a su fin.

En ese contexto, las cada vez más fuertes protestas de los kurdos en Turquía y los recientes ataques del ejército turco en contra de posiciones del PKK –los primeros en dos años– no auguran nada bueno para las negocaciones en Turquía.

Mientras en Irak y Siria el cada vez mayor protagonismo de los kurdos, y las menciones cada vez más frecuentes a la posibilidad de su independencia, también ha generado nerviosismo entre las poblaciones no kurdas con las que comparten algunas áreas y ciudades.

Porque la posibilidad de un Kurdistán independiente está de nuevo en el tapete, con más fuerza que nunca.

Aunque está por verse si esta vez las fuerzas se alinearán del lado de los kurdos, por primera vez.

En: BBC

Ver: ¿Por qué Turquía se resiste a intervenir frente a Estado Islámico?

Ataque químico a Halabja

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ONU: Evidencia indica papel de Bashar al-Assad en crímenes

La manera en que países como Rusia, USA y China han tomado partido en este conflicto deja mucho que pensar. De todas formas, cualqujeir tipo de abuso por parte de un Estado contra la población civil debe ser drásticamente sancionado.

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Navi Pillay, Alta Comisionada de las Naciones Unidas, dijo que un panel de la organización que investiga abusos en la guerra civil siria ha generado “enorme cantidad de evidencia” de crímenes que “indica responsabilidad en el nivel más alto del gobierno”.

Ginebra (AP).- La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para derechos humanos dijo el lunes que existe creciente evidencia de que funcionarios del gobierno sirio, incluyendo el presidente Bashar al-Assad, son responsables por crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra.

Navi Pillay dijo que un panel de la ONU que investiga abusos en la guerra civil siria ha generado “enorme cantidad de evidencia” de crímenes que “indica responsabilidad el nivel más alto del gobierno, incluyendo el jefe de estado”.

Pero Pillay, que respondió el lunes a preguntas sobre problemas de derechos humanos en todo el mundo, dijo que las listas de presuntos criminales están guardadas bajo llave en su oficina y seguirán selladas allí hasta que sean solicitadas por autoridades internacionales.

En Siria, dijo Pillay, “ la magnitud y crueldad de los abusos que son perpetrados por elementos de ambas partes es casi increíble”.

En: Diario Gestión

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¿Por una foto del año 2009?: Medio británico publica foto de John Kerry con Bashar al-Assad que escandaliza a EE.UU.

Considero que no debe descontextualizarse una imagen, más aún si fue tomada el año 2009.

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La imagen difundida por The Daily Mail corresponde a una cena íntima que sostuvieron el actual secretario de Estado estadounidense con el presidente de Siria durante el 2009. Ahora el primero compara al segundo con Hitler.

A solo 24 horas de haberlo comparado con Adolf Hitler, hoy el diario británico ‘The Daily Mail’ publicó una foto del 2009 en la que se aprecia al secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, con el controvertido presidente de Siria, Bashar al-Assad, en una imagen que viene escandalizando a los estadounidenses.

La imagen corresponde a una cena íntima que sostuvieron en el restaurante Naranj de Damasco el, en ese entonces, senador de Washington con el líder del país árabe. Ambos estaban acompañados por sus esposas.

Según ‘The Daily Mail’, Kerry encabezaba una delegación estadounidense que se encontraba en Siria para debatir algunas ideas de paz en la región. Al término de su visita a ese país, Kerry aseguró que Barack Obama y Estados Unidos consideraban a Siria un actor clave en los esfuerzos de Washington de reanimar el estancado proceso de paz en Medio Oriente.

En la actualidad, la administración de Obama busca el respaldo de las fuerzas políticas estadounidenses para una acción militar contra Siria, tras un supuesto ataque químico perpetrado en agosto contra civiles en Damasco. La medida -aseguran- busca frenar el uso de armas químicas por parte de Bashar al-Assad.

En: Gestion

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Último minuto: Estados Unidos tomará acciones militares contra el régimen sirio

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“He decidido que Estados Unidos debe tomar acción militar en Siria”. Con estas declaraciones, el presidente de los Estados Unidos y Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, abre nuevamente un cuestionable tópico en el mundo globalizado: El gasto militar y la actual crisis económica mundial. Mientras Rusia apoya al gobierno de Bashar Al Assad y exige que el gobierno norteamericano presente pruebas del uso de armas químicas contra la población civil siria, el Primer Ministro del Reino Unido, David Cameron, apoya la posición del presidente de los Estados Unidos, quien ha señalado que buscará la aprobación del congreso norteamericano para continuar con las acciones militares en Siria.

La orden para el ataque iniciaría con Obama, y sería entregada al general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos y al secretario de Defensa, Chuck Hagel.

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Los cinco destructores de la Marina estadounidense —USS Gravely, USS Mahan, USS Barry, USS Stout y USS Ramage— ya están en el Mediterráneo a la espera de la orden para atacar.

La ONU ha sido dejada de lado en este tema pues los reportes de los agentes especializados en armas químicas demorarían hasta 3 semanas para ser revisados por el Secretario General Ban Ki-moon. En ese sentido, esta acción militar no tomaría en cuenta ninguna Resolución de Asamblea General ni del Consejo de Seguridad.

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El presidente de EE.UU., Barack Obama, afirmó hoy que ha decidido llevar a cabo una “acción militar” contra Siria tras haber dado por probado que el régimen de Bashar Al Assad fue el responsable del ataque con armas químicas del pasado 21 de agosto en la periferia de Damasco.

Sin embargo, el mandatario estadounidense indicó que decisión se tomará en el Parlamento de aquel país.

“Voy a buscar autorización para el uso de la fuerza en los representantes del pueblo estadoundense en el congreso”, sostuvo en una conferencia desde la Casa Blanca.

REITERÓ QUE TIENE EVIDENCIA DE ATAQUE CON ARMAS QUÍMICAS
“En total, más de 1000 personas asesinadas, gaseadas por su propio gobierno. Tenemos pruebas contundentes. Es un asalto a la seguridad humana. Es un peligro a la comunidad internacional. Amenaza a nuestros vecinos, aliados, Israel, Líbano, Iraq”, expresó.

“Este tipo de amenazas deben ser enfrentadas”, subrayó.

“No podemos y no haremos vista gorda a lo que pasó en Damasco”, afirmó el presidente estadounidense.

Ver: Reino Unido desplaza cazas a Chipre y EE UU planea un ataque a Siria con misiles desde el mar

Siria espera el ataque “en cualquier momento”

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¿Qué es la Primavera Árabe?

En el mundo occidental se ha percibido el fenómeno de la “Primavera Árabe” como una serie de revoluciones democráticas producidas en el norte de África y en el Próximo Oriente (Asia).

En Túnez: el dictador Ben Alí es expulsado del gobierno. Posteriormente se produjeron elecciones democráticas.

En Egipto,(Revolución del 25 de enero) la caída de la dictadura de Hosni Mubarak, dio como resultado su procesamiento por corrupción y violación de derechos humanos. Posteriormente se realizaron elecciones democráticas, produciendo en el interín violentos conflictos.

En Libia, el dictador Muamar Gadafi fue asesinado luego de que la población civil comenzara a exigir cambios en el gobierno. El movimiento estuvo inspirado en las revoluciones de Túnez y Egipto, las cuales llevaron al pueblo a protestar en manifestaciones masivas en contra de Gadafi. Las primeras manifestaciones fueron entre enero y febrero de 2011, provocando la inmediata reacción del gobierno; represión y violencia. Las fuerzas leales del gobierno comenzaron a luchar contra los opositores, quienes habían creado el Frente de Liberación de Libia.

El problema continúa en Siria y la presidencia de Bashar al-Assad.

La revolución democrática árabe es considerada (por los occidentales) como la primera gran oleada de protestas laicas y democráticas del mundo árabe en el siglo XXI. ¿Será esto correcto?. Ante esta percepción occidental de las cosas, es interesante ver también el punto de vista de oriente sobre el tema.

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La primavera árabe: el Estado, el secularismo y el sectarismo
Las dinastías que se han apropiado de los Estados árabes modernos, han manipulado el asunto en relación a sus necesidades de balance de poder

Primavera árabe

¿Por qué continuar hablando de “primavera árabe”? Para la mayoría del mundo con esperanza progresista, que miró los movimientos árabes por la libertad como “transiciones a la democracia”, evidentemente el término resulta a estas alturas injustificado, y hablan entonces de “otoño” o bien, “invierno” árabe. Esta mirada, lleva consigo una concepción equívoca del uso de “primavera” y de la “libertad” como cierta democracia.

Recordemos que a estos movimientos iniciados en Túnez y Egipto, luego expandidos, se les llamó en general “Primavera árabe” evocando a la “Primavera de Praga”, que consistió, no en el triunfo, sino precisamente en el brutal aplacamiento militar soviético, de un movimiento por la apertura en la Checoslovaquia comunista de Dubcek. De manera que, es un error considerar “otoño” o “invierno” árabe el hecho que las revueltas árabes hayan culminado en: fracasos o transiciones a la democracia con predominio islamista. En segundo lugar, no todo movimiento popular por la libertad debe necesariamente ser visto como la transición hacia una democracia representativa y de mercado.

Que Occidente no logre salir del “There is no alternative” de Margaret Tatcher, no es asunto de los árabes. Ellos salieron a las calles a gritar: “El pueblo quiere la caída del régimen”. Eso no significa, “queremos tal o cual régimen”, sino que es una consigna que hay que leer en sentido literal, no dice más ni menos de lo que enuncia: “el pueblo quiere la caída del régimen”, de ese régimen bajo el cual vienen siendo gobernados desde hace varias décadas, que han formado generaciones en ciertas reglas que ya no quieren ser más aceptadas, ciertas prácticas de poder que ya no son más toleradas. De manera que, el hecho que las revueltas árabes no hayan culminado en democracias de mercado seculares, y hayan sido en su mayoría fracasos momentáneos, no es error de los árabes, sino de quienes impusieron a esos movimientos la tarea histórica de ser “la cuarta ola de las democratizaciones”. Ahora, no por un error de mirada externo, vamos a dejar de utilizar para las revueltas el apelativo de “primavera árabe”, ya que esto puede señalar la existencia de un movimiento expansivo popular por la libertad, sin líder ni partido conductor, y con resultados inesperados a muy largo alcance.

El Estado nacional árabe

Si hay una identidad frágil, entre todas las identidades que puede tener un ciudadano del mundo árabe, ésta es la estatal nacional, a menos que se trate de un sujeto de real formación o militancia nacionalista. Pero como realidad, la identidad nacional, no ha logrado – en su corta existencia de práctica estatal, inferior a 70 años- prevalecer a las identidades propias de la familia extendida, la comunidad religiosa, y el pueblo al que ambas identidades anteriores – fusionadas- pertenecen.

Sea un error de los Estados en cómo canalizar la modernidad como sostiene Burhan Ghalioun, o un problema del pensamiento árabe de la Nahda (1) de no saber dar lugar político común, en el Estado, a la diversidad de comunidades religiosas (tawa’ef) que sí tenía el califato– como sostuve en un artículo sobre Siria (2)-; lo cierto, es que constituye realmente una ilusión pensar que esta nueva identidad, la nacional, con menos de 70 años iba a calar en los pueblos, aunque sea bajo el poder de la metralla, por sobre las identidades de familia, religión y aldea que prevalecieron por más de 1.300 años, por contar solo desde la llegada del Islam, si no, son más de 4.000. Sobre todo, si consideramos que, las fronteras nacionales de los países árabes obedecen a los trazados de los intereses de las potencias coloniales, y no precisamente a una modelación moderna de las comunidades tradicionales.

Es más, podríamos pensar el actual estallido de los regímenes árabes como una rebelión contra esos Estados que, en lugar de transformar las estructuras tradicionales, las utilizaron para legitimar en el poder a las dinastías que gobernaron los estados post-coloniales, sea en la forma de Monarquías o Repúblicas. Y es en ese sentido que debe hacerse una genealogía seria acerca de la sinonimia en árabe de las palabras dinastía y Estado en el vocablo dawla. Quizá Bassam Tibi no se equivoca cuando califica a los Estados árabes de tribus con bandera (3).

El kitab al-milla de Al-Farabi, traducido como “Libro de la religión”, da una clave decisiva para entender esta forma política que decíamos, supera en más de 1200 años a la identidad estatal-nacional. En primer lugar, el título del libro nos enseña que hay una manera de entender la religión que, no es ni la oficial de un Imperio, ni la práctica privada individual de la plegaria a unas divinidades inconmensurables a todas las demás existentes en un estado nacional secular. Se trata en cambio, de la comunidad religiosa como un referente del modo de vida, un estilo de existencia, una disposición a pensar las cosas, a obedecer ciertas reglas y rechazar otras. Debemos partir por explicar que el árabe presenta dos significados para lo que nosotros entendemos por religión:

1. Din: es la fe, la creencia, eso en nombre de lo cual se ora, e incluso, se recurre a prácticas de privación o autosacrificio.

2. Milla: Es el conjunto de reglas que rigen a una comunidad, como lo define El Segundo Maestro al comienzo del libro citado. Es en este sentido que se trata de la religión, al milla, como un referente de modo de vida. De hecho, durante varios siglos, esta concepción del vivir fue institucionalizada por el Imperio Otomano con la política de los milet – versión turca de milla-, algo a lo que se puso fin con las tanzimat, unas reformas de reorganización del Imperio desde el XIX que intentaba replicar la administración de los imperios occidentales que lo asediaban, y que terminaron siendo finalmente, un pre-trazado territorial del posterior reparto colonial anglo-francés.

En cierto sentido, que es como lo pensaron los autores de la Nahda, el Estado árabe, habría sido la posibilidad de instaurar una educación común, que llevara a una lectura moderna del turath o legado cultural, bajo un sistema escolar, también moderno. En eso no se equivocaban. Para los políticos, la formación del Estado era el paso necesario tras la caída de los imperios, era la forma política que se venía en el mundo.

El califato era multilingüe y multicultural. Su caída, supuso la idea nacional árabe (basada en la idea según la cual la lengua hace a una nacionalidad), la idea de un Estado, o Estados para los pueblos de habla árabe. Con todo el respeto que merecen los escritores del debate político-cultural de la época (Taha Husayn, Sati’ al Husri, Amin al-Rihani, Michel Aflaq, Antun Sa’adeh, entre otros), a estas alturas podemos decir que situaron la discusión en una disyuntiva mal planteada: el Estado vs. la cultura.

Es lo que supone la controversia nacionalismo árabe/nacionalismo local, que identifica en su tesis Carmen Ruiz-Bravo (4). ¿Por qué el Estado contra la cultura? Porque si algo se evidenció con la caída del Imperio Otomano, que representaba el poder del califato, es que había una esfera cultural árabe, al margen del Islam, que tiene unas especificidades religiosas (por lo que concierne a estructuras de minorías) que, fomentando quizá la fragmentación política forman, de todas maneras parte de un legado cultural común.Una lengua, una literatura, una música, unas costumbres y formas de relacionarse con la diferencia y de vivirla.

Por decirlo de otra manera, la esfera cultural árabe supone un legado cultural común basado en la lengua, la poesía y la música, y que, incluye una diversidad de modos de vida. Y este, es un asunto que ese debate al que aludimos arriba, pasó absolutamente por alto. Intentando infructíferamente destruir o sostener las fronteras coloniales a través de discursos culturales de tipo nacional-territorial (no podía ser de otra forma, el nuevo Estado era territorial), dejaron de lado un asunto políticamente mucho más importante: el cómo dar forma moderna a la convivencia entre diversas comunidades religiosas.

Esto ha estado presente, sin reconocerse, en toda la política árabe moderna, lo evidenció la guerra civil libanesa de 1975-90, y se está exhibiendo nuevamente de un modo lamentable en la violencia sectaria estallada en diversos países tras las revueltas. Una consideración seria de este asunto, requiere leer de modo atento, renovado y no orientalista, el legado filosófico árabe y su enseñanza política. Una lectura no orientalista supondría, no forzar enseñanzas intentando igualarlos a los filósofos “occidentales” ni tampoco descalificarlos por su atenuada racionalidad calculadora en su calidad de “orientales”.

El secularismo

El renacimiento cultural árabe que va desde la mitad del siglo XIX hasta las primeras décadas del XX, conocido como Nahda, da cuenta de la existencia de una diversidad de tendencias de pensamiento secular, tanto en un nivel intelectual como político-ideológico.

En un nivel intelectual, tiene su primera expresión, paradójicamente en dos sheijs de la Universidad de al-Azhar (el principal centro teológico de Egipto): Ali Abdel Raziq y Rifaat Al-Tahtawi.

El primero, autor de un polémico libro en que defiende la tesis del alejamiento de la religión del espacio público. Sus argumentos desde el Islam tradicional, son que, éste es una Fe y no una política, y que la shari’a, la conocida ley islámica, es un código de vida para el creyente, no un código legal.

El segundo, Al-Tahtawi, enviado a Francia como guía espiritual de una de aquellas misiones de estudios científicos o militares que fueron tan características del intento de Mohamed Ali por hacer de Egipto, un Estado moderno similar al napoleónico. En ese clima, Al-Tahtawi, tras su retorno desde Francia –estancia que dedicó profundamente al estudio de la cultura y sociedad francesas- encontró el asidero para instaurar en Egipto el primer sistema escolar árabe moderno. Además, en sus escritos políticos, se declaró a favor de la democracia parlamentaria secular. E impulsó el estudio de los textos filosóficos griegos, herencia que será retomada poco más tarde por el gran Taha Husayn, que incluso será conocido por inaugurar una especie de corriente literaria “helenista”, por su fuerte insistencia en la histórica relación cultural entre Egipto y Grecia.

El lugar político de Taha Husayn en la historia del secularismo egipcio y árabe en general, tiene relación con su actividad literaria, dedicada a remover tradiciones y, a revisar fuentes exógenas para comprender las propias, como el caso de la tradición griega y la literatura de la yahiliya – ignorancia en árabe-, que es como los musulmanes llaman a la época preislámica. Particularmente sobre este asunto, Taha Husayn protagonizó un polémico episodio.

Se trata de una de sus más provocadoras acciones en una sociedad tradicional, como la egipcia de la época, y de su, quizá más conocida obra literaria dedicada a remover tradiciones. Nos referimos a su antología y estudio de la poesía de la yahiliya publicada en 1926, lo que le acarreó críticas, ataques, y una persecución que incluso le costó la pérdida de su puesto como profesor de historia y literatura en la Universidad del Cairo, por presión de los clérigos de Al-Azhar.

Del libro en cuestión, se decía que por sus posiciones acerca de la poesía preislámica, inducía a dudar sobre la autenticidad del Corán, al sostener como característica de la producción intelectual de la época, el uso del recurso literario para la legitimación del poder por parte de las tribus. En este sentido, tal vez podía incluso llegar a interpretarse que el Corán se tratase de un texto elaborado para la dominación de la tribu Quraish (la del profeta Mohammad) por sobre las demás. Esto, sin contar que ya es de partida, una herejía dar valor literario a los textos de la época de la ignorancia, y sobre todo, darles igualdad de rango que los textos del libro sagrado.

Toda esta herencia, tuvo su primera expresión ideológica en la formación en 1926, en el mismo Egipto bajo la dinastía instaurada por Mohamed Ali, del partido wafd, delegación. Se trataba de un partido liberal de palacio, promotor de la parlamentarización de la monarquía, y de la movilidad de las capas sociales medias a través de su incorporación en el sistema público de educación y empleo en el mismo aparato estatal. Este partido además, fue conocido popularmente como hizb ‘almani, partido secular, y esto, por su consigna Al-din li allah, al watan li-al-jami’, esto es, la religión para Dios, la patria, para todos.

Este clima político y cultural del Egipto de los 20’ a los 40’, tendrá al país como el territorio donde confluirán no solamente intelectuales locales, sino también sirios, libaneses, palestinos, y de diversas confesiones, cristianos por ejemplo, y entre ellos no todos ortodoxos, también maronitas. Es la formación de la esfera cultural de donde surgirá el pensamiento árabe de la unidad, sea cultural, política, económica, algunas o todas ellas juntas.

Se trata además, de un movimiento cultural, la nahda, que ya está expandido por el mundo árabe, especialmente la Gran Siria, e incluso se dota del intercambio con sus intelectuales en el exterior –como la influencia de la Liga literaria formada por Jubran en EEUU- en la nueva literatura y teatro árabes, así como las relaciones con sus diásporas de América, de las que incluso hay participación de descendientes chilenos en el desarrollo del teatro libanés de la época, y aún, el caso más plausible a nivel político, es la intensa relación de Antun Sa’adah, fundador del Partido Nacionalista Sirio, con Brasil, país donde de hecho, se celebró el primer aniversario del partido. Otro de los importantes partidos nacionalistas que surgirán en la época será al hizb al ba’ath al ‘arabiya al ishtiraqiya, Partido de la resurrección árabe socialista, fundado en Siria por Michel Aflaq y Salah el Din al-Bitar, que gobernó Iraq hasta la caída de Saddam Hussein y que se tambalea hoy en Siria.

Justamente el giro nacionalista del pensamiento secular, reforzado por la instalación de Israel en Palestina como representante de la hegemonía occidental en la zona, supuso la instalación, desde la revolución de los oficiales libres de Egipto en 1952 en adelante, de regímenes militares nacionalistas (como Siria, Iraq, Libia), que, basados en la represión militar y el gobierno bajo el permanente estado de sitio, han llevado al secularismo, al lamentable lugar de ser un sinónimo de autoritarismo entre los árabes. En nombre del secularismo, de la nación árabe, contra Israel y el islamismo, ha habido detenciones arbitrarias, presos políticos, torturas, la mayoría de ellas, sin juicio alguno, incluso hasta algunas sin motivo jamás conocido.

El secularismo a la europea (por lo demás relativo, según su versión) fue un maquillaje del que se intentaron vestir los regímenes autoritarios para ganar prestigio internacional como repúblicas progresistas, pero en realidad, asumiendo que contra la fragmentación política que producen las estructuras comunitarias en términos religiosos no se puede hacer prevalecer la identidad nacional, las dinastías que se han apropiado de los Estados árabes modernos, han manipulado el asunto en relación a sus necesidades de balance de poder.

Es por ello, que al caer el régimen, cae también el Estado, y estalla la diferencia sectaria. Una que, por cierto, a medida que se permea de identidad en lugar de modo de vida, adquiere los caracteres violentos propios de la violencia racista, cosa no registrada en el espacio musulmán antes de la penetración de las ideas europeas sobre la nación (5). A estas alturas, quizá lo menos sangriento que podemos pensar, es en cómo sería posible la diferencia sectaria sin violencia.

Quizá un paso posterior a ello sea lograr de esta convivencia en la diferencia, lo que podrían ser formas políticas diferentes al Estado, y por qué no decirlo también, formas económicas diversas del capitalismo. Es en ese sentido que la primavera árabe sigue siendo una primavera. Está floreciendo, pero se ha mantenido sin dar frutos, o tal vez, sus frutos han sido informes, igual de informe como es la misma primavera.

El sectarismo / ta’ifiya

¿Qué entiende un árabe cuando se habla de ta’ifiya? Entiende la división por comunidad religiosa, por taifa, término moderno con el que se llama lo que Al-Farabi significaba como milla y que tiene su origen en los llamados reinos de taifas tras la desintegración del Califato de Córdoba. Ta’ifiya no equivale a milet. El primero significa la fragmentación, es la amenaza de guerra civil, o ella misma. El segundo, es la institucionalización política y territorial de la diferencia, pudiendo cada uno vivir según sus reglas, siendo una unidad política mayor lo que les da el obligatorio espacio común.Ta’ifiya  es el tercer pilar de una triangulación que, junto a la causa palestina y la conspiración occidental, han dado legitimidad a los regímenes militares para gobernar en estado de excepción, habiendo agregado un cuarto pilar –el islamismo- tras la guerra contra el terrorismo declarada por Bush.

Ahora ¿Acaso el que haya estallado violencia sectaria, es motivo para volvernos a respaldar a los antiguos regímenes? O ¿el que hayan ocurrido triunfos de islamistas en elecciones democráticas es motivo para señalar -como lo ha hecho el poeta Adonis- que en el mundo árabe no ha habido ninguna primavera y que sigue imperando la tiranía religiosa? O bien, lo que es peor, ¿es motivo para respaldar la tradicional tesis de los regímenes militares: o “nosotros” o “los islamistas”? Claramente no.

Señalada la deficiencia en el pensamiento árabe moderno para pensar una modulación moderna de las milla, será necesario captar el punto en que cada comunidad pueda vivir bajo sus reglas, viviendo la diferencia en el mismo territorio con otros modos de vida. Entre los árabes hay un lazo cultural común dado por la lengua, la poesía y la música que es claro e independiente de cualquier unidad política.

El asunto problemático es una tarea política. Se trata de pensar formas de organización diversas de la democracia representativa del Estado capitalista, con narrativa nacional homogeneizante, el estado “gubernamental” como le ha llamado Foucault, que se ha enfocado (desde el siglo XVIII en Occidente, y por lo tanto en el planeta) al gobierno de las poblaciones, su circulación y sus intereses. Se trata de pensar la convivencia territorial de diversos modos de vida sin violencia, sin narrativas de amenaza, sin miedo al mestizaje intercomunitario, y esto significa necesariamente desprender lo comunitario de ciertos ribetes nacionales o étnicos de influencia colonial, como han hecho algunos movimientos islamistas y las falanges libanesas en contextos diversos.

La principal tarea del pensamiento árabe ante el actual contexto político, es descolonizar la mente del modelo estatal europeo. Ese modelo va en caída, y ha sido durante unas décadas un asunto de elites en el mundo árabe, en los sectores no urbanos, que son la mayoría, imperan fuertemente, y por sobre la nación, los referentes de clan, confesión y aldea.

Por lo demás, descolonizar la mente del modelo estatal europeo moderno, significa también dejar de ver como una barbarie el identificarse por aldea, clan o confesión -según sea el caso-, y como signo de progreso el ir hacia una identidad nacional que, no es más que otra narrativa, que pone otras fronteras. Y que por lo demás, para los árabes ha demostrado ser, no un progreso, sino todo lo contrario, que es en realidad lo que muchos filósofos que vivieron la segunda Gran Guerra advirtieron: que el fascismo no era un retroceso en medio de una Europa ilustrada y moderna, sino el extremo de sus posibilidades, sus desastrosos límites de lo posible, o en realidad, su ausencia de límites. Y es así como, la violencia sectaria al modo moderno como está comenzando a tener lugar en la primavera árabe –sobre todo desde el caso sirio, recordando y contagiando al vecino y conflictivo Líbano-, es decir, vestida de las identidades territoriales nacionales homogéneas, podría producir algo que jamás ha tenido lugar en el espacio musulmán ni árabe, que sí en Europa: la fabricación de una industria de muerte para exterminar minorías. Uno de los fundamentos de este desastre fue la idea de la necesidad de un espacio vital. Los estados modernos europeos surgieron sobre todo basados en el territorio. Descolonizar la mente desde el pensamiento árabe significa, pensar la transformación de las propias estructuras (que son otras) por unas diferentes que las recetas de las instituciones de Bretton Woods.

Habría que partir desde el propio significado de árabe (que se asocia a carro, movimiento), y de la importancia de la evidente y explícita nomadía en su constitución política. Luego, valorar el mismo hecho que las identidades políticas confesionales no son territoriales, en el sentido de grandes extensiones.

Si miramos un mapa del Levante, concluiremos de inmediato que es imposible crear Estados, siquiera regiones u orbes, de acuerdo a la confesión.La fragmentación invade a los grandes territorios. La identidad de clan une a ciertos grupos, la de aldea a algunos más, y la de confesión une a una mayor cantidad de grupos y de manera desterritorializada. Es como funciona la ‘asabiyya según Ibn Jaldún.

¿Continúa la desgracia de ser árabe?

Si la desgracia de ser árabe consiste fundamentalmente en un mal del existir por el hecho de sentirse con la absoluta impotencia de no poder actuar, y de que cualquier cambio sea producido desde el exterior -como lo ha sostenido Samir Kassir desde hace casi una década (6)-, lo que la Primavera árabe viene a mostrar desde sus comienzos, como ola de protesta popular y espontánea, que logró incluso destituir regímenes –de acuerdo al deseo del pueblo-, es que esta “impotencia absoluta” puede convertirse también en “inmanencia absoluta”, lo que significa un reverso total del lugar donde se sitúan las fuerzas.

La impotencia absoluta consiste en que cualquier posibilidad –de sí o de no- está situada fuera de las facultades del pueblo. Lo que los pueblos árabes han hecho al convertir esta impotencia absoluta en inmanencia absoluta, es situar cualquier posibilidad – de sí o de no- en ellos mismos, es decir, dentro del ámbito de sus facultades. Por lo tanto, si hay una huella que destacar como propia de la Intifada, es justamente esta inversión de las fuerzas, y por lo mismo, significa el término de esa desgracia de ser árabe, del mal de existir.

Por el momento, habrá que permanecer expectantes a lo que pueda dar como fruto lo que está floreciendo en la primavera árabe, fruto que hasta el momento exhibe poco sobre su forma. Esperemos que esta experiencia (a diferencia de la iraní) sí dé la razón a Foucault en el sentido que, una cultura no capitalista deberá necesariamente tener lugar fuera de Occidente y ser producida por no occidentales. Nos queda por ver entonces, qué tan occidentales o no occidentales son los árabes, si son un exceso de Occidente aún no exhibido –lo que sería un desastre más o peor que los que arrastra su historia de ruinas-, o si son no occidentales y, son quienes puedan estar produciendo una cultura no capitalista.

Video: Ensayo de la Tawaf: Los musulmanes circunvalan la Kaaba (el edificio y lugar más sagrado en La Meca) siete veces, y en sentido antihorario. Este círculo se hace para demostrar la unidad de los creyentes en el culto del Dios Único.

Video: La súplica: Que no es lo mismo que una sura, dice: “Aquí estoy a tu servicio, Señor, aquí estoy Aquí estoy a tu servicio y has no socios Tuya sola es toda alabanza y toda la generosidad y tu sola es la soberanía…”

Notas
(1) Renacimiento cultural árabe de fines del siglo XIX y comienzos del XX.
(2) “Siria: pensar ruina sobre ruina”, Revista Hoja de Ruta N°41.
(3) Tibi, Bassam. La conspiración, al muámarah. El trauma de la política árabe.
(4) Ruiz-Bravo Visallante, Carmen. La controversia ideológica Nacionalismo árabe/Nacionalismo local. Estudio y textos. Madrid: Instituto Hispano-árabe de Cultura.
(5) Esto es de suma importancia. Pues el concepto del hombre como parte de una nación, hace de él un ser que tiene un destino histórico, y por lo tanto una obra que necesariamente debe realizar porque le es propia. Este concepto del hombre, es absolutamente ajeno al paradigma de pensamiento árabe clásico.
(6) Kassir, Samir. L’infelicità araba. Torino: Einaudi, 2005.
*Kamal Cumsille Marzuka es Doctor (c) en Filosofía de la Universidad de Chile y Académico del Centro de Estudios Árabes de la misma casa de estudios.

En: webislam

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