7 razones que explican la rivalidad entre Arabia Saudita e Irán

En medio de las tensiones por la ejecución de un prominente clérigo chiita, Arabia Saudita rompió sus relaciones diplomáticas con Irán.

El anuncio de Arabia llegó después de que Irán hubiera amenazado a este país con una “venganza divina” y de que unos manifestantes enfurecidos atacaran la embajada saudita en Teherán.

Esta disputa es solo el último ejemplo de las malas relaciones entre estas dos potencias musulmanas, que se encuentran en lados opuestos de varios de los conflictos que afectan a su región.

¿Por qué hay tanta rivalidad entre ellas? BBC Mundo identifica siete razones detrás de la animadversión.

1. Religión

Probablemente el factor más significativo detrás de la rivalidad entre Irán y Arabia Saudita es que ambos países se ven a sí mismos como los adalides de dos diferentes versiones del islam.

Pintura de la batala de Karbala

La batalla de Karbala –en la que perdió la vida Hussein, el último nieto de Mahoma– es considerada por muchos como el momento de la división entre sunitas y chiitas, en el siglo VII de nuestra era.

Efectivamente, el islam está dividido en dos grandes ramas: sunitas y chiitas. La fragmentación se produjo luego de la muerte del profeta Mahoma y la consiguiente pugna por el derecho a liderar a los musulmanes.

En el territorio saudita se encuentran dos de los sitios más sagrados del islam, La Meca y Medina, lo que les permite reivindicar cierto liderazgo entre los sunitas, la corriente mayoritaria y más conservadora del islam.

Irán alberga la mayor población de chiitas y, desde la revolución de 1979, es también el líder indiscutible de esa comunidad a nivel mundial.

2. Geopolítica

Irán y Arabia Saudita son los países más influyentes de la región y tienen las fuerzas armadas más poderosas.

Los dos compiten por influir en sus vecinos y hay grandes sospechas de que Irán pueda influir en la minoría chiita de Arabia Saudita, así como en las comunidades chiitas de Bahréin, Irak, Siria y Líbano.

El programa nuclear de Irán y la posibilidad de que un día cree armas nucleares también alarma a sus vecinos, en particular a Riad.

3. Ideología política

Arabia Saudita está gobernada por una monarquía que practica un islam conservador.

En cambio, Irán practica una variante más revolucionaria de la fe musulmana y el líder de la revolución iraní de 1979, el ayatolá Jomeini, consideraba que la monarquía en sí misma no era islámica.

Ayatolá Jomeini

Image copyright AP. Las relaciones entre Arabia Saudita e Irán empeoraron luego de la revolución islámica de 1979, liderada por el ayatolá Jomeini .

La agenda islámica chiita radical lanzada en la revolución de 1979 fue percibida como una provocación a los regímenes sunitas, particularmente en los países del golfo Pérsico, y hay profundas sospechas en el mundo árabe de que Irán quiera exportar su revolución a los países vecinos.

Irán ha dado un fuerte apoyo a la causa palestina contra Israel y ha acusado a los estados sunitas, como Arabia Saudita, de ignorar los problemas palestinos y de representar los intereses occidentales.

Históricamente, Arabia Saudita ha tenido relaciones cercanas con los países de Occidente, que la proveen con miles de millones de dólares en armas.

Desde 1979, las relaciones de Irán con Occidente han sido extremadamente tensas y Occidente ha impuesto años de sanciones económicas a Irán por la supuesta carrera de Teherán por tener armas nucleares.

4. Siria

Irán, como Rusia, es un gran aliado del presidente de Siria, Bashar al Asad.

Image copyright AFP. Unos militares iraníes llevan retratos del brigadier general iraní Hossein Hamedani, asesinado en el conflicto de Siria.

Se piensa que el apoyo militar de Irán y sus aliados libaneses de Hizbolá ha sido crucial para mantener a Al Asad en el poder.

Arabia Saudita es un patrocinador clave y financista de los grupos rebeldes sunitas, opuestos al gobierno de Al Asad.

El gobierno de Riad dio una conferencia llamada a unificar a los distintos grupos rebeldes opuestos a este régimen.

5. Irak

Arabia Saudita y los otros países del Golfo apoyaron a Sadam Husein durante la guerra entre Irán e Irak entre 1980 y 1988, y sufrieron ataques de Irán en su flota marina.

Las relaciones diplomáticas de Irán y Arabia Saudita fueron suspendidas por tres años después de la guerra.

Combatiente chiita

Desde la caída de Sadam Husein, la minoría chiita se ha vuelto cada vez más poderosa.

Desde la caída de Sadam Husein, la mayoría chiita en Irak ha dirigido el gobierno del país y ha mantenido relaciones muy cercanas con Teherán.

Esto ha extendido la influencia iraní hasta las mismas fronteras de Arabia Saudita y ha creado la llamada “media luna chiita”, que une a Irán, Irak, Siria y Líbano.

Bagdad ha acusado a Arabia Saudita de apoyar a los grupos sunitas radicales y de fomentar la violencia sectaria en Irak.

6. Yemen

Arabia Saudita comparte la península Arábiga con Yemen, país en el que vive una significativa minoría chiita, los hutíes.

Los hutíes se rebelaron y tomaron partes de Yemen, incluyendo la capital Saná, y en 2015 obligaron a exiliarse al gobierno que contaba con el apoyo de Arabia Saudita.

Los países árabes del Golfo han acusado a Irán de apoyar financiera y militarmente a los hutíes, aunque Irán lo ha negado.

La injerencia de Irán en el “patio trasero” saudita en un gran motivo de preocupación en Riad y una coalición liderada por Arabia Saudita ha venido combatiendo a los rebeldes.

7. Petróleo

El petróleo es importante para ambos países –Arabia Saudita es el mayor productor y exportador del mundo– pero tienen diferentes puntos de vista sobre cuánto debe producirse y a qué precio debe venderse.

Instalación petrolera en Arabia Saudita

Image captionArabia Saudita es el mayor productor y exportador de petróleo del mundo.

Arabia Saudita es un país relativamente rico y tiene una población más pequeña que la de Irán.

En este sentido, Arabia ha dicho que a corto plazo puede tolerar los precios bajos del petróleo.

Irán soporta una mayor presión por recibir ingresos y preferiría un mayor precio por barril.

Habiendo sido excluidos del mercado mundial de petróleo por años debido a las sanciones, un mejor precio daría un gran alivio a la complicada economía iraní.

Pero los analistas estiman que se están produciendo entre 0,5 y 2 millones de barriles de petróleo más de los que se necesitan.

Irán necesitaría que los países corten su producción para que los precios suban, pero Arabia Saudita no estaría dispuesta a hacer esto.

En: BBC 

La maldición del Sha de Persia

Alireza (segundo, izq.) junto a sus hermanos. | farahpahlavi.org

Alireza (segundo, izq.) junto a sus hermanos. | farahpahlavi.org

  • Su primera boda fue con Fawzia de Egipto, conocida como ‘la Venus de Asia’
  • El Sha repudió a su segunda esposa por estéril
  • Murió un año después de exiliarse de Irán, a consecuencia de un cáncer
  • Su hija pequeña fue hallada muerta en un hotel por una sobredosis
  • Ali Reza, el menor de los varones, se suicidó el pasado martes en Boston

La historia de la familia Reza Pahlevi podría titularse ‘lujo y lágrimas’. Los lujos de quien fue el último emperador de Irán, Mohammad Reza Pahlevi, las lágrimas de un hombre que tuvo que salir de su país en enero de 1979 tras el triunfo de la Revolución Islámica.

El lujo de quienes tenían importantes negocios en el extranjero, contactos al más alto nivel de EEUU y una relación inmejorable con la mayoría de las casas reales europeas. Las lágrimas de quienes arrastraron su casa por varios países como Marruecos, Bahamas, México, Estados Unidos, Panamá y finalmente Egipto, donde se instalaron durante un tiempo.

El lujo de quienes disponían de millones de dólares en bancos suizos que, según denunciaron en su momento, fueron desviados de los recursos iraníes. Las lágrimas de quienes tuvieron que enterrar al cabeza de familia, un año después del exilio, tras una larga y penosa enfermedad.

La reina Fawzia de Egipto.

La reina Fawzia de Egipto.

Mohammad Reza Pahlevi murió de cáncer el 27 de julio de 1980 en El Cairo. No sería el primero de la saga que sufriría un dramático final pese alos esfuerzos de su esposa, Farah Diba, por mantenerse fuerte y conservar a la familia unida.

Sin embargo, la maldición del último Sha de Persia pudo empezar años antes. Mohammad se casó tres veces. La primera boda fue con la princesa Fawzia de Egipto, una de las mujeres más guapas del momento (la revista ‘Life’ la llamó la ‘Venus de Asia’) y con la que tuvo una hija.

Se trató de un matrimonio de conveniencia que nunca satisfizo a Fawzia, acostumbrada a otro tipo de corte, mucho más europea que la iraní. De hecho, ni siquiera hablaba persa y se comunicaba con su marido en francés.

Soraya, 'la princesa de los ojos tristes'.

Soraya, ‘la princesa de los ojos tristes’.

Quizá por eso, nueve años después de desposarla, el sha de Persia se divorció y Fawzia volvió a Egipto. En 1951, Mohammad se casaba con Soraya Esfandiary, hija de un diplomático iraní y una alemana. El matrimonio no duró mucho porque Soraya era estéril y el pueblo de Irán, más bien el sha, quería un heredero.

La joven tenía 16 años cuando conoció a quien iba a cambiar su destino. El Sha de Persia, 32. Cuentan que la que iba a ser la nueva reina de Irán se enamoró al instante de Mohammed. Sin embargo, Soraya se ganaría el apodo de ‘la princesa de los ojos tristes’ porque siete años después era repudiada por su marido por estéril.

Esfandiary volvió a Europa con un profundo dolor en su alma y con una historia que contar que acabó convirtiéndose en unas exitosas memorias: ‘El Palacio de las Soledades’.

Farah Diba o la sonrisa del Sha

El Sha de Persia, junto a Farah Diba y tres de sus hijos, durante su coronación. | Afp

El Sha de Persia, junto a Farah Diba y tres de sus hijos, durante su coronación. | Afp

Era el turno para la tercera esposa, la elegantísima Farah Diba, que llegaba a palacio sólo un año después de la marcha de Soraya. Farah cumplió el deseo del sha: tener un heredero.

Su primer hijo, Reza Pahlevi nació en 1960, devolviendo la tranquilidad a la corte iraní y la sonrisa al Sha. Después de él, llegaron al mundo la princesa Farahnaz Pahlevi, en 1963; el príncipe Ali Reza Pahlevi, en 1966; y la pequeña princesa Leila, en 1970.

El triunfo de la Revolución Islámica terminó con la felicidad de la familia en Irán. El exilio, según han explicado diversos miembros de la realeza persa, acabó trastornando, sobre todo, a los más pequeños.

Leila y Alireza Pahlevi.

Leila y Alireza Pahlevi.

De hecho, después de la muerte del Sha de Persia, Farah trató de mantener el espíritu de su casta y los llevó a todos a EEUU, donde los hijos crecieron con la cabeza en una elite cultural y económica pero el corazón en la imagen de un país que se iba desvaneciendo, y alejando, cada día; para acabar asentándose en París, donde la emperatriz había estudiado de joven.

En su querido París, Farah recibió la noticia más dolorosa de su vida, hasta el pasado martes. El 10 de junio de 2001, su hija pequeña, su Leila,aparecía muerta en la habitación de un lujoso hotel de Londres por una sobredosis de somníferos.

La familia asegura que ninguno superó el exilio

Su madre, en un comunicado, aseguró que Leila estaba muy deprimida y que nunca superó ni el exilio ni la muerte de su padre, “con el que tenía una relación muy cercana”. Farah aseguró en aquél momento que su hija “nunca pudo superar la injusticia del exilio ni la situación en la que vivía Irán”.

No fue la única en sufrir esa presión. Diez años después de su entierro en París, el pasado martes 4 de enero, el cabeza de familia Reza Pahlevi anunciaba el suicidio de su hermano menor, Ali Reza, en su casa de Boston.

Su hermano aseguraba en el comunicado que “como millones de jóvenes iraníes, estaba profundamente dolido con todo lo que estaba ocurriendo en su país, además de la muerte de un padre y de una hermana”.

Otro capítulo más de la maldición del Sha con todos sus ingredientes: Ali Reza llevaba años luchando contra una depresión que le marcó su salida de Irán y murió sin poder pisar de nuevo su país y con la impotencia de superar un destino que creyeron injusto.

Farah Diba, en una de las entrevista que dio con motivo de la presentación de su libro ‘Memorias’, aseguró que fue peor perder a su hija que ver morir a su marido: “Fue muy injusto cómo trataron al Rey pero siempre he pensado que pudo vivir su destino. Pero en el caso de mi hija no. Su juventud fue destruida por la revolución“. Ahora ya tiene otro dolor más que unir a su lista.

En: elmundo.es

Irán y el Islam Chiíta

15 de junio de 2015 00:00 AM

Imagen en: http://yalibnan.com/2015/07/24/yemens-war-shifts-in-favor-of-saudi-arabia/

Imagen en: http://yalibnan.com/2015/07/24/yemens-war-shifts-in-favor-of-saudi-arabia/

Una ola de enfrentamientos entre seguidores del sunismo y el chiísmo azota actualmente al Medio Oriente. Las causas de esta confrontación son múltiples y complejas, pero en la revolución islámica que tuvo lugar en Irán en 1979 podemos encontrar atisbos de una explicación.

En enero de 1979, el Shah (monarca) de Irán es derrocado. Un consejo supremo religioso, presidido por el Ayat-Allah (ayatola) Jomeini, asume el poder. Con el consentimiento de Jomeini, el liderazgo religioso iraní va a elevar y promover los principios del chiísmo en el Medio Oriente, generando entusiasmo entre sus seguidores y tensión entre sus detractores.

Para ese momento los chiítas predominaban en Irán (89%) y constituían una mayoría de la población de Yemen, Bahrein e Irak. También existían importantes comunidades chiítas en la costa este de Arabia Saudita y el Líbano. Sin embargo, sólo en Irán gobernaban los chiítas. El temor de que esta nueva efervescencia del chiísmo pudiera cruzar las fronteras y fomentar rebeliones internas, alarmó al liderazgo político y religioso sunita de muchos países de la región, posiblemente desencadenando una fiebre de radicalización religiosa cuyos efectos se hacen sentir hoy día.

Durante siglos, las diferencias entre chiítas y sunitas habían quedado relegadas al plano interno de los Estados. Con la llegada del ayatola Jomeini al poder surgía la posibilidad de una confrontación más amplia. Para comprender mejor lo que estaba en juego debemos hacer un breve recuento histórico.

En el año 610, el profeta Mahoma funda el Islam. Para el momento de su muerte en 632, Mahoma había consolidado su poder sobre Arabia, y sus sucesores construirían un imperio que se expandiría desde el centro de Asia hasta España en menos de un siglo. Pero un debate sobre su sucesión dividiría la comunidad del Islam.

Mientras parte de los seguidores del Islam, quienes luego serían conocidos como sunitas, consideraban que el sucesor del profeta Mahoma debía ser elegido por la comunidad, otros argumentaban que el profeta había escogido a su hija Fátima y -en particular- a su yerno Alí (y sus descendientes) para sucederlo como líderes del Islam. Los seguidores de Alí pasarían a ser conocidos como chiítas. Esta es la esencia del gran cisma del Islam.

Los sunitas dominarían el mundo del Islam durante nueve siglos. Hasta que en el año 1501, Persia (actualmente Irán) se independiza del Imperio Islámico y adopta el chiísmo como credo oficial del Estado. No se trataba de cualquier país, Persia había sido un gran imperio entre el año 550 a.C. y la conquista islámica en 651 d.C. A pesar de que los chiítas representaban, para ese momento, apenas una minoría del pueblo persa, la declaración del chiísmo como religión oficial del Estado contribuyó a elevar y proyectar esta rama del Islam en toda la región.

Lo más importante a destacar es que hasta entonces, la división entre sunitas y chiítas había sido comunal u horizontal, no había estado acompañada por una segregación territorial. Pero con la secesión de Persia de la unidad islámica y su adopción del chiísmo como religión oficial del Estado, el cisma se iba a tornar territorial y pondría en curso una fragmentación definitiva de la casa del Islam (Majid Khadduri, 1988).

Persia va a erigirse en contraposición a los sultanes del imperio Turco-Otomano, quienes se habían convertido en herederos del imperio Islámico y portavoces del credo sunita. Se creaba así, por primera vez en la historia, una gran división territorial entre las dos grandes ramas del Islam (sunismo y chiísmo).

Durante dos siglos (XVI y XVII), persas y turco-otomanos, chiítas y sunitas, se enfrentarán sin cesar. Eventualmente, agotados por la guerra, ambos se verán obligados a someterse al orden de las naciones europeas y aceptar las reglas de juego del Tratado de Westfalia que relegaba las confrontaciones religiosas al plano interno. El Islam, ya sea chiíta o sunita, seguiría jugando un papel fundamental en la vida de los musulmanes e influiría en la conformación de los Estados independientes que surgieron en el Medio Oriente después de la I Guerra Mundial, pero al menos por un tiempo dejaría de ser una fuente de conflicto en la región. Sin embargo, la tensión sólo estaba latente.

En 1979, con la llegada del ayatola Jomeini al poder, la conflictividad entre chiítas y sunitas resurgiría. Jomeini le recordaba al mundo musulmán que hace casi 500 años, Persia (hoy día Irán) se había independizado del imperio Islámico y había adoptado el credo chiíta como religión oficial del Estado. Con la revolución islámica de 1979, Irán volvía a reafirmar su carácter chiíta y lo proyectaba sobre un Medio Oriente gobernado, casi en su totalidad, por sunitas. Parecía inevitable que el legado de la rivalidad ancestral entre sunitas y chiítas, se hiciese presente una vez más.

alfredotorocarnevali@gmail.com
@alfredotoro1

En: eluniversal