No hay duda de que se trata de un acto de venganza por el secuestro y asesinato de 3 adolescentes judíos hace unas semanas. Han aumentado las agresiones de los ultras judíos contra ciudadanos árabes en Jerusalem. Israel ha desplegado sus tropas en respuesta al lanzamiento de varias andanadas de cohetes (16) desde la Franja.
Ante el supermercado de Jerusalén donde el adolescente palestino Mohamed Abu Jadair fue visto por última vez la madrugada de ayer, ardían horas más tarde ruedas de coche sobre el asfalto cubierto de adoquines. Más abajo, en la misma avenida cortada al tráfico, un fuerte contingente de militares y policías israelíes disparaba balas de goma, gases lacrimógenos y granadas de sonido contra los palestinos que protestaban por el asesinato de Abu Jadair. Creen los manifestantes que murió a manos de ultraderechistas israelíes, en represalia por el secuestro y asesinato de tres muchachos judíos, cuyos cadáveres fueron encontrados el lunes por la tarde en Cisjordania.
La tensión ha continuado durante la pasada madrugada. El Ejército de Israel ha bombardeado 15 “objetivos terroristas” de Hamás en la Franja de Gaza, en respuesta al disparo este miércoles de 20 proyectiles desde el enclave palestino. Como resultado de esta operación, 11 personas han resultado heridas, informa France Presse. En Jerusalén Este, la violencia ha continuado hasta el amanecer en el distrito donde el adolescente fue secuestrado. Los enfrentamientos en esta zona residencial han dejado ya 65 heridos, según la Media Luna Roja, y se han producido decenas de detenciones de palestinos.
Los restos carbonizados del joven Abu Jadair, de 16 años, fueron hallados la madrugada de ayer en un bosque al oeste de Jerusalén. Los disturbios en protesta por su muerte duraron toda la jornada del miércoles y continuaron de madrugada en el barrio de Shoafat, en Jerusalén Este, donde los viejos dicen que no volaban tantos adoquines desde la segunda Intifada, hace más de 10 años. La policía israelí investiga si lo asesinaron grupos ultras judíos.
En Shoafat, a su primo Yazid no le cabía la menor duda. La familia Abu Jadair, contaba uno de sus tíos, es una de las más grandes de la zona. Explicaba que un pariente tiene en su tienda una cámara de seguridad que grabó cómo los secuestradores obligaron al chico a montar en un coche. Apuntan a “colonos judíos”, nacionalistas israelíes que viven en asentamientos en los territorios palestinos. Se pregunte a quien se pregunte en la Jerusalén ocupada, los palestinos están convencidos de que el joven murió por venganza y a manos de lo que un hombre llamado Ibrahim calificaba de “colonos perturbados”.
Las pesquisas oficiales no habían arrojado nueva luz ayer por la tarde. La policía hablaba de “dos líneas de investigación” sobre el asesinato. Podría ser “un crimen nacionalista” o “un crimen común”, motivado por rivalidades familiares. Pero también entre los israelíes y en sus medios de comunicación cundió durante todo el día la sospecha de que se trata de una venganza. Se confirme o no este móvil, la muerte del muchacho enardeció los ánimos en una ciudad que siempre parece a punto de estallar.
Contribuyen a las conjeturas de un móvil ultra los reiterados desórdenes racistas registrados desde el lunes en el centro de Jerusalén, en los que fueron detenidos 50 israelíes por acosar y golpear, en un ambiente de linchamiento, a cualquier palestino que pasara por allí.
En su condena del asesinato, el alcalde de Jerusalén, Nir Barkat, dio a entender que también él parte de que se trata de un acto de venganza. Antes de prometer que los culpables “responderán ante la justicia”, Barkat aseveró: “Esta no es nuestra manera de hacer las cosas”. Se sumaron a la condena el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, así como la influyente consejera de Seguridad Nacional del presidente Barack Obama, Susane Rice. La familia de uno de los jóvenes judíos asesinados en Cisjordania, Naftalí Fraenkel, calificó de “ominosa y horripilante” la posibilidad de que el adolescente palestino muriera en represalia por el triple crimen de Hebrón. Abu Jadair tenía un año más que Fraenkel, cuyo tío dijo ayer que “un asesinato es un asesinato; no tiene perdón ni justificación”.
Las escenas de violencia antiárabe en el centro de Jerusalén se repiten desde que se confirmó la muerte de los tres estudiantes judíos desaparecidos en junio. El martes por la noche, grupos de exaltados con banderas israelíes acechaban a los ciudadanos de ascendencia árabe junto a las paradas del tranvía, muy utilizado por los palestinos. La turba les arrojaba objetos y les perseguía ante la tibieza policial de agentes que no movían un dedo por dispersarla. Los israelíes, en su mayoría jóvenes en edad escolar o universitaria, coreaban “muerte a los árabes”, en hebreo, así como insultos en árabe contra los acosados. Dos de ellos necesitaron atención médica por los golpes recibidos.
En: internacional.elpais.com
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