El impacto de los desastres, es el resultado de los factores preexistentes de vulnerabilidad del territorio, localidad y medio ambiente, así como la capacidad de resiliencia de la sociedad. El impacto expresado en la cantidad de fallecidos, destrucción de infraestructura, pérdidas económicas, entre otros se dan porque la vulnerabilidad es elevada y la resiliencia es baja. La relación de causalidad es simple, si se reduce la vulnerabilidad y se eleva la resiliencia, se reduce el impacto.
Un mismo evento fenomenológico que da origen a un desastre de una misma magnitud, no tiene el mismo impacto, anexo algunos ejemplos.
(1) Para el caso de terremotos. En Japón (1995) un terremoto de 6,9 M. causó 6 000 fallecidos, en Haití (2010) el evento de 7,0 M., causó 230 mil fallecidos, en México (2012), no hubo fallecidos, para una magnitud de 6,9 M.
(2) Para el caso de epidemias. El virus Zaire ébola, en el África Occidental (2014), causó en Nigeria, 8 fallecidos y duró 3 meses, en Liberia causó 4 808 fallecidos y duró dos años.
(3) Para el caso de olas de calor. La Ola pan-europea del 2003, en Francia causó aprox. 15 000 muertes en exceso, en Inglaterra y Gales causó aprox. 2 140 muertes en exceso.
(4) Para el caso de frío extremo. La tormenta invernal llamada “Uri” en Norte América (México, EE.UU. y Canadá, 2021), causó en EE.UU. 276 fallecidos, cortes masivos de electricidad y gas, así como perdidas por US$ 100 mil millones, en Canadá causó 70 fallecidos, perdidas por US$ 2 mil millones.
En el Perú, la brecha existente por la inclusión financiera digital, fue una de las causas por las que miles de peruanos se contagiaron del Covid-19. Muchos tuvieron que hacer largas colas frente a las agencias bancarias, para recibir los bonos de ayuda del gobierno. Los aún incipientes monederos digitales, nunca fueron opción. En el Banco de la Nación aprox. 1 700 trabajadores se contagiaron entre 2020-2021. En el mismo periodo en Corea del Sur, por medidas similares no se reportó a ningún trabajador de los bancos contagiado. El mismo evento, las mismas medidas de soporte, distintos resultados.
Los factores de vulnerabilidad pueden ser mitigables, está comprobado que US$ 1 dólar invertido en prevención por terremotos ahorra US$ 12 dólares por perdidas en la infraestructura (fuente: nibs.org), por huaicos se ahorra aprox. US$ 10 dólares (fuente: gca.org), por exposición a bajas temperaturas se ahorra aprox. US$ 4 dólares (fuente: trabajo de Watson et al., Making a Difference. Housing and Health: A Case for Investment. Cardiff, Public Health Wales, 2019), por epidemias se ahorra aprox. US$ 14,2 dólares (thepandemicfund.org).
Solo construyendo una capacidad de resiliencia comunitaria, se puede reducir el impacto, es un hecho que debe considerarse para tomar decisiones sea de indole personal, organizacional, o de gobierno local, regional y nacional, si sabemos que un escenario de exposición a un evento disruptor es inevitable. La resiliencia es una capacidad que permite resistir y recuperarnos de los desastres, pero tiene sus límites. Un limite es reconocer que no es una opción retornar al estado previo de la disrupción, cuando esto ocurre, se debe apelar al cambio, uno que asegure un nuevo estado para desempeño, la actividad, la operación, el servicio o el bienestar del sujeto de estudio: la persona, la familia, la comunidad, el trabajo, el país. Se debe ver la prevención no como un gasto, si no como una inversión, solo esto va a asegurar un estado sostenible de bienestar para todos.
