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Frente a los acontecimientos de crisis política, caben algunas precisiones sobre la gestión de crisis. Primero, la crisis es un “estado”, a diferencia del desastre que es un “evento”, para que se entienda, un terremoto es el desastre, un evento disruptor, la crisis es el estado posterior generado, la cual puede ser descrito por la cantidad de cadáveres, escombros en las calles, atrapados en las viviendas colapsadas, corte de servicios públicos, etc. Por otro lado, hay desastres inmediatos, como el terremoto y otros que son progresivos, que se dan a lo largo del tiempo, como una sequia.
En el espectro político, lo que se está viendo en las calles hoy, es el rechazo generalizado de la irrupción y normalización de la cultura del “achoramiento”, creado por la presencia sostenida de personas ignorantes, pusilánimes, mediocres y corruptos en los aparatos de gobierno y medios de comunicación, que se ha dado durante estos últimos 30 años. Hemos pasado de escuchar en TV al escritor y periodista, Alberto Sánchez a Phillip Butters, un incendiario. De Alfonso Tealdo a Christian Huldwaker, un difamador y calumniador profesional. Del intelectual Marco Aurelio Denegrí a Magaly Medina, presentadora de chismes con ínfulas de analista. Del periodista César Hildebrandt a Cecilia Valenzuela, una panfletaria de la DBA. Del congresista Carlos Malpica a Cerrón, un extorsionador y corrupto, de Haya de la Torre a “Porky”, un extremista fascista limitado. De Valentín Paniagua a Manuel Merino, un golpista de la DBA. De Manuel Ulloa a Erasmo Wong y empresarios similares financistas de las marchas del Criptofraude y coimeros de candidatos presidenciales.
El resultado no podía ser otro, haber llegado a un estado donde convivimos con las decisiones de una fiscal de la nación que tiene un doctorado hecho en UN MES !!!, que tuvo el atrevimiento de exigir no se investigue a su hermana, supuesta coimera de narcotraficantes, un Congreso de lobistas, corruptos, delincuentes, y que recientemente ha incorporado hasta una tendera y violador en sus curules. Una Contraloría con fuertes vínculos con el grupo político más corrupto de nuestra historia republicana, el fujimorismo, que encarpeto diversas acusaciones de malversaciones de compras hechas por sus socios fujimoristas y sus aliados de Acción Popular (las compras sobrevaloradas de PCs por ejemplo de Salgado y Alva), una Defensoría del Pueblo, infectada por alanistas, que el acusado de evasor de impuestos Walter Gutiérrez habría dejado, una JNJ que sigue encubriendo fiscales corruptos ligados a los Cuellos Blancos, un TC elegido por cabildeo y repartija, que instrumentalizan las leyes para beneficios de unos pocos, un PJ que ejerce la justicia mirando los titulares de los medios de prensa. Si ha esto suman una prensa corrupta y delincuencial como la que ejercen en Willax y PBO, y en la misma línea la pleyade de los heraldos del terruqueo y demonización como la ejercida por los ex aliados del fujimontesinosmo como Mónica Delta, Pamela Vertiz, Mavila Huertas, Augusto Alvarez, y sus malas copias como Fátima Aguilar, Claudia Chiroque, Claudia Toro, Pedro Tenorio, y los conversos al fujialanismo como Rosana Cueva, Humberto Ortiz,…el resultado no podía ser más lógico, la crisis del rechazo masivo a ese estado de putrefacción.
La mayoría de este país estamos hartos de ustedes, los generales “roba gasolina”, los que siguen el precepto de sus ídolos, “la plata llega sola”. Lo mejor es que den un paso al costado y sus sucesores se dediquen a reorganizar sus instituciones, para asegurar una real meritocracia, exenta de beneficios que no se ganen con el esfuerzo, trabajo y desempeño, para esto se necesita un nuevo contrato social, uno alineado al beneficio común y no elites corruptas y achoradas, que solo protegen sus privilegios.