Se trata de cómo la universidad nacional se alejó de sus principios y fines, pero hace creer a la comunidad como si no lo hiciera. Basta constatar la labor que hacen los docentes que ocupan la más alta categoría de Profesor Principal, se encuentra que son insignificantes los resultados en la investigación, la creación intelectual y artística y la formación de alto nivel, pero, si son palabras que se repiten en los discursos y la propaganda, pero, en la realidad son puro espejismo ¿Por qué se ha llegado a esta situación, a pesar que la Ley Universitaria 23733 establece que para ser profesor principal y mantenerse en dicha categoría docente, se debe ratificar cada 07 años, por lo que debe haber hecho y continuar haciendo investigaciones originales? Busquemos algunas explicaciones y posibles soluciones.
Hacer investigaciones originales, significa exhibir los siguientes resultados: publicaciones en revistas científicas internacionales acreditadas y arbitradas, haber registrado patentes de inventos y marcas o, haber ejecutado proyectos de desarrollo de impacto en la comunidad. Cómo se puede ver, son tres los resultados y cualquiera de ellos, quien ocupa la categoría de profesor principal, deberá exhibir.
Los sucesivos gobiernos del Perú, han asignado las partidas para la planilla de las plazas que ocupan los docentes, pero no han verificado, si quienes las ocupan, efectivamente tienen los resultados indicados. No hacerlo se ha justificado, construyendo una falacia, pensar que verificar los méritos de un profesor principal es violar la autonomía universitaria. Como las universidades, por la ley, son autónomas para normar, administrar, decidir los planes académicos y hasta económicos; que incumplan esto, es responsabilidad de ellas, han argumentado los responsables de los gobiernos, tanto nacional como regional. Si las universidades han normado, que para ser profesor principal, no se requiere exhibir resultados de investigación originales, se cree que lo han hecho respetando la autonomía. Entonces, para ascender a la categoría de profesor principal, basta un jurado interno en cada Departamento o Facultad, para decidir quien ocupa y quien no, dicha categoría. El gobierno, nunca ha tenido una participación, ni como veedor, que le hubiese permitido verificar si se cumplía lo estipulado en la Ley Universitaria. Más aún, en contra de esta misma ley, que establece que la condición de profesor principal se adquiere solamente por 07 años, tampoco se ha verificado las exigencias de investigación al término de este periodo. Suponiendo que alguien, por razones “humanitarias”, ya es profesor principal, al menos después de los 07 años, debe exigírsele, que presente productos de investigación originales. En algunas universidades nacionales, hacen la ratificación en la categoría, pero, no hacen una verificación de los resultados de investigación originales, sino es una autoevaluación interna, con un jurado interno.
El resultado de esta indiferencia de los sucesivos gobiernos, por el buen uso de los recursos públicos en las universidades, ha propiciado el grave problema de corrupción académica en la universidad. Para superarlo, es necesario implementar una evaluación y ya no continuar con engañosas autoevaluaciones. Esto implica que la comisión evaluadora y ratificadora de los ascensos, debe ser integrada por quienes exhiben resultados de investigaciones originales y gozan de reconocido prestigio nacional e internacional. Al continuar la situación actual, se continúa malversando fondos, al pagar “sueldos de homologación” a docentes que ocupan las plazas de profesor principal, sin ostentar el requisito de poseer investigaciones originales. Es el dilema, que se enfrenta hoy, ante las periódicas huelgas por el cumplimiento del Art. 53 de la Ley 23733.
Pero, hecha la ley hecha la trampa, reza el dicho popular en una cultura corrupta; que muy bien puede modificarse por hecha la ley hecha la coima. Hacemos una analogía con el caso de la ley última, que sanciona a los conductores ebrios. Los policías de tránsito corruptos, encontraron una “mina de oro”. Estacionan los patrulleros a media luz, a las afueras de locales de fiestas, bares y bailes. A cualquier ebrio, que abundan en tales ambientes, basta exigirle que sople en el detector, para que esté dispuesto a pagar sumas altas de dinero, con tal de no recibir la sanción. Veamos, la ley universitaria reza, para ser profesor principal, se requiere grado de maestro o doctor. Pero la misma ley, dice que para obtener estos grados se requiere haber hecho investigaciones originales. Quienes obtuvieron grados de maestro o doctor en el extranjero realizando publicaciones, ya en el Perú, no hicieron respetar la autonomía académica, y se han dedicado a abrir escuelas de postgrado, no para formar investigadores, sino por la necesidad de cobrar pensiones a los estudiantes, justificado en los bajos ingresos de los docentes. Como el gobierno no fiscaliza, la cultura de la mediocridad lo permite, los grados de maestro y doctor, en la práctica se han empezado a vender, sin importar si están respaldados por investigaciones originales, generándose una espiral viciosa de mediocridad.
A lo anterior, sumado la gran demanda de docentes universitarios, que requieren un grado para cumplir con el requisito legal y poder ascender a profesor principal, ha degenerado las escuelas de postgrado. Proliferan aquellas, que carecen de suscripciones a revistas científicas internacionales, tampoco adquieren libros actualizados, ni menos tienen convenios de cooperación con pares internacionales para acreditar las tesis y las investigaciones, así como, no tienen laboratorios de precisión para investigaciones experimentales. Las sustentaciones de las tesis de maestría y doctorado, se reducen a la reunión social de celebración.
Los recursos, que las universidades nacionales recibe por canon, que deben orientarse por ley a la investigación, se mal gastan adquiriendo computadoras para secretarias, equipos incompletos o sembrando cemento. Esto se explica, porque los responsables de administrar estos fondos, al no haber realizado investigaciones originales, aun poseyendo el grado de maestro o doctor, desconocen cuales son los insumos vitales de toda universidad moderna, como es en primer lugar la adquisición de las revistas electrónicas acreditadas internacionalmente en los diferentes campos de la ciencia, la tecnología y el arte. Al carecer de este insumo, los nuevos graduados de maestro o doctor, no leyeron los artículos científicos en su campo o si lo hicieron, no cumplieron con la búsqueda bibliográfica completa, por carecer de estos elementos. Por tanto, no han llegado a comprender en que consiste hacer una investigación original. Solamente interesa obtener el grado para ascender a profesor principal, y así cobrar el sueldo de la homologación o cesar de la docencia percibiendo un ingreso inmerecido.
Debemos enfatizar, que en nada se diferencia, la coima que reciben los policías corruptos, con lo que hacen estos profesores de postgrado. Pero, el caso de los profesores universitarios, tiene un ingrediente de mayor duda. Es el caso que muchos de ellos, obtuvieron grados de magíster o doctor en el extranjero, y los vienen utilizando sin haber sometido dichos grados al proceso de revalida, tal como lo exige la ley. De esta manera ocultan si dichos grados fueron adquiridos en los cinco años para bachiller, dos años para maestría y dos años para doctor como mínimo. Algunos, muestran serias dudas que sus grados sean verdaderos, por el bajo nivel de desempeño que muestran y la escala de valores negativos que exhiben. Debemos recordar que una candidata a Contralora de la República, la Sra. Ingrid Soraya, fue descubierta poseyendo un grado de Ingeniero firmado por el Rey de España que no estaba registrado; cosas peores aún, puede estar ocurriendo con grados, en otros idiomas, y que fácilmente pueden ser plagiados por el “ingenio” peruano.
Hasta aquí, son dos las causas para que las plazas de los docentes universitarios se hayan convertido en sinecuras y prebendas: el gobierno que no fiscaliza, si quienes ocupan la plaza cumplen con los requisitos de ley y; los mismos profesores de postgrado que sucumbieron a la corrupción de “vender” diplomas de postgrado sin importarles para nada los resultados académicos originales causando un grave deterioro a la autonomía académica.
Se han repetido un sinnúmero de casos de corrupción académica, consecuencias de estas causas. Los Rectores, Decanos y Jefes de Departamento, no son precisamente aquellos que ostentan investigaciones originales, y muchos, ellos mismos tienen como subordinados a sus profesores de postgrado o han firmado sus propios grados de maestro o doctor. Otros han cometido abusos contra profesores que han cuestionado esta corrupción académica, separándolos o negándoles derechos. Pero la degradación mayor, es la distorsión académica que se proyecta a los estudiantes de maestría y de pregrado, donde proliferan las denuncias de cobros y chantajes a cambio de notas y ese ambiente de estafa que se repite en la maestría lo mismo de pregrado.
La escaza información que los medios de comunicación brindan a la comunidad esclareciendo esta situación, no ha permitido que la comunidad participe en la fiscalización de la calidad académica en la universidad. El criterio que define a una investigación original, lo tiene cualquier ciudadano común, como aquello resultado de la labor creativa y que nadie otro lo ha hecho todavía. Hay en la comunidad, quienes exhiben resultados originales, pero no tienen el diploma de maestro o doctor, porque sencillamente no encontraron universidad que les formara, en un nivel de mayor éxito que la universidad de la vida; por otro lado, están los investigadores que ostentan resultados de investigación originales, pero viven en el extranjero y por último los egresados de la universidad o profesores que continuaron su formación académica en otras instituciones de nivel; además de, los ciudadanos honestos atentos a lo que ocurre; todos ellos, deben mantener la vigilancia, para que las plazas en la universidad, sean ocupadas por quienes reúnen los requisitos de ley.
Ya se dijo líneas arriba, no solo basta el grado, se requiere exhibir resultados de investigación originales. Lamentablemente, cuesta creerlo, pero es la realidad, así como en el magisterio hay profesores con titulo a nombre de la nación sin poseer la formación pedagógica y de conocimientos actualizados; las universidades se han poblado de maestros y doctores, que nunca investigaron y crearon conocimiento nuevo. En tal sentido, los medios de comunicación, a parte de difundir, cuáles son los docentes universitarios que ocupan la categoría de profesor principal, sin poseer el grado de maestro o doctor, también deben difundir, quienes o cuales en la universidad o los egresados, tienen publicaciones científicas, patentes registradas o han ejecutado proyectos de desarrollo de impacto. Se darán con la sorpresa, que la mayoría están fuera de la universidad, y encontrarán historias de quienes han intentado ingresar a la docencia en la universidad, pero no pudieron superar la barrera infranqueable, precisamente de aquellos profesores que no reúnen los requisitos de ley, pero que ocupan la categoría de profesor principal. Leer más »