Archivo por meses: marzo 2010

El qué y el cómo en la educación: Doctorados y Maestrías en Educación

Es un lugar común decir que el país se encuentra en una crisis del modelo educativo. Esta afirmación, dicen se corrobora con los pobres resultados en las evaluaciones que se han realizado tanto a estudiantes como a los profesores. Evaluaciones, que han sido aplaudidas por unos y cuestionadas por otros, principalmente porque los exámenes no han considerado las características de los profesores, sino se han hecho en función de exigencias de las instituciones evaluadoras y, por otro lado se han denunciado que las claves de las pruebas se han negociado, exhibiéndose muchos indicios.

Pero, se olvida que la educación comprende dos aspectos principales que son, el que enseñar y el cómo enseñar. El primer aspecto nos remite al currículo y el otro a las estrategias de enseñanza. ¿Quién determina el qué enseñar? ¿Quién determina las estrategias de enseñanza? Todos, parece se han respondido: es el profesor. Tanto es así, que hoy día, el profesor tiene que afrontar la tarea de elaborar las unidades didácticas, programar las clases y las evaluaciones de los alumnos. Es decir, cada profesor de cada escuela debe elaborar su currículo “de acuerdo a su realidad”. Luego, deberá diseñar las actividades de aprendizaje, programarlas, y decidir las estrategias que va utilizar para que los estudiantes logren “aprendizajes significativos”.

La pedagogía se ha entendido como el arte de enseñar, pero se ha olvidado el completar la frase. Debería decirse “el arte de enseñar el qué”. En esta frase se condensa la idea completa de educación; el currículo (qué) y las estrategias (arte o el cómo). Debemos preguntarnos ¿Estara un profesor en condiciones para decir qué deben aprender los escolares? La respuesta es obvia, que no. Ha sido la forma cómo se han formado la mayoría de profesores. En la actualidad, dominar el qué, requiere por lo menos realizar una carrera y obtener el grado de Bachiller de cinco años en un área del conocimiento, como es la matemática, física, historia u otra disciplina o especialidad. Cargamos el pasivo de un magisterio que no domina el qué, cuya solución pasaría porque todos realizaran previamente un bachillerato en el curso que enseñan. Después de ello, con una preparación de dos años en pedagogía (el arte) el profesor estaría en condiciones de afrontar una tarea educativa exigente a la demanda actual.

Se está pretendiendo, que mediante programas de capacitación se trate de suplir las carencias en la formación de los profesores que son una consecuencia de un modelo de formación de profesores que se viene dando por años y que hasta ahora no se corrige. Sin embargo los indicadores de las evaluaciones nos dicen que se avanzó casi nada, durante los más de 12 años de dichos programas de capacitación. Los motivos pueden ser : primero es que la mayoría de los capacitadores de las instituciones (Universidades, Insitutos, ONGs) a cargo de las capacitaciones son los mismos profesores que les enseñaron ya sea en la Facultad de Educación, Instituto Pedagógico, o son sus mismos colegas; la segunda razón es las oportunidades que hoy tiene el profesor, tentado al recurseo en colegios privados u otros empleos, careciendo de tiempo para las capacitaciones y para dedicarse a la escuela; pero, la tercera es el desencanto y la amoralidad que se va apropiando del profesorado, acompañado de la microcorrupción (cobro por aprobar, improvisar clase, faltar sin justificación, llegar tarde y conductas deshonestas como comprar papeles para “hacer curriculo”)

Esta política educativa ha equivocado la finalidad de la educación básica, como un derecho y un valor al que deben acceder todos los peruanos en edad escolar. Centrada en el profesor y en sus requisitos de certificados, grados y títulos para enseñar, se ha olvidado de la función primera de un Estado que debe asegurar la calidad educativa en todo el país. A esto se ha sumado la concepción distorsionada de gobernantes, que han sometido a la educación al libre mercado, como si fuera una mercancía. Por ejemplo, si compro un artefacto y este resulta fallado, puedo devolverlo y obtener otro, pero si pago una pensión educativa y la educación resulta fallada no hay manera que devuelva el escolar y me entreguen uno mejor formado. Los padres andan buscando la mejor escuela, instituto o universidad para sus hijos y, no tienen forma de cómo saber cual es la mejor. Muchos se orientan por la propaganda bonita, otros por las altas pensiones, otros por el comentario del vecino.

En el caso de los profesores, muchos “inversionistas” entendiendo a la educacíón como una mercancia, han proliferado capacitaciones, diplomados, maestrías y doctorados en educación. Los anuncios en los periódicos son abundantes de instituciones educativas que ofertan estas formaciones dirigido a los profesores demandantes de papeles para su currículo. Tengo la percepción que doctorados en educación en el país, son en un número mucho mayor a los doctorados que hay en nuestro vecino Chile, pero cuyo nivel educativo supera en indicadores al país. Quizá un censo, nos revele, cuantos profesores ya tienen el grado de maestro o doctor en educación y en multiples menciones como el de pedagogía universitaria por señalar uno. A esta ola de doctorados y maestrías se han sumado las universidades nacionales y privadas en sus sedes centrales y subsedes, de tal manera que se ha formado todo un enmarañado de ofertas de postgrados que bombardean diariamente con propaganda engañosa, que si no es en una, es en otra, pero los profesores deben actualizarse, según la disponibilidad de su bolsillo. ¿Cómo saber cuál es la mejor? Según el mismo presidente Alan García, existen instituciones educativas que otorgan títulos y grados que no sirven ni para envolver pescado. El problema es que, el profesor, se dará cuenta después que ha pagado todas las pensiones educativas y obtiene el título o grado, pero cuando lo haga y constate que no mejoró su formación, ya no habrá manera de devolución de su dinero. Ahora, el profesor, será parte del círculo vicioso. La educación no muestra signos de recuperarse. ¿Cómo romper este círculo nefasto? Leer más »

Terremotos, Tsunamis y Avalanchas en el Perú

Después de ocurrido el terremoto 8.8 en Chile, las voces de los agoreros, se levantaron para decir que los peruanos deben estar preparados para soportar un terremoto superior y el consecuente tsunami que taparía la Punta y parte de las ciudades costeras. Sin embargo, ya va pasando el susto, como pasó después del terremoto en Pisco el 2007, las altisonancias gubernamentales anunciando jornadas de prevención y simulacros, también se acallarán y nadie se acordará hasta el día que, lamentablemente ocurrirá.

Quizá el mérito de estos sustos y desgracias que en el Perú se vienen repitiendo, con dos picos muy dolorosos como el terremoto del año 1970 y algo menos doloroso el terremoto del 2007, ha sido que esta vez, ante la grave magnitud del daño ocurrido en Chile, es el de haber puesto en evidencia, y así lo han señalado todos los expertos e inexpertos, de la necesidad de una educación orientada a la construcción de ciudades y viviendas antisísmicas.

Esta demostrado, un terremoto de la intensidad 8.8 y superiores, hace colapasar edificios de departamentos elevados, puentes de concreto en ciudades y destruye las pistas. Y no quizá porque la construcción no sea lo suficientemente resistente, sino simplemente porque el suelo sufre fuertes desniveles que terminará hundiendo las bases, ladeando los edificios y finalmente cayendo. Aparte que la proliferación de edificios de departamentos en Lima sin dejar los espacios para áreas verdes (al menos la mitad de la altura del edificio a los alrededores) ahora se suma la inseguridad porque no soportarán el terremoto de alta intensidad que se anuncia. Las inmobiliarias y los negociantes, con la modalidad de hipotecar los sueldos de las familias a los bancos “en cuotas según los ingresos por más de diez años” para financiar la compra de dichos departamentos, de desplomarse los edificios, no tienen la garantía que les devuelvan lo invertido.

Estamos en una situación pendular, por un lado las casas apiñadas de uno hasta tres o cuatro pisos, construídas con una mezcla de adobe, quincha, ladrillo cocido, cemento y fierro sin diseños antisísmicos y; por el otro lado, el extremo de levantar edificiós de departamentos de más de 10 pisos orientadas a la necesidad de vivienda de las familias jóvenes emergentes. Todo este enmarañado de construcciones se ha hecho sin un diseño de ciudad antisísmica y segura frente a terremotos, tsunamis y avalanchas.

Patéticamenente los graves daños a la vida y a las viviendas que ocurran, será el resultado del abandono de la educación básica por los sucesivos gobiernos y el actual, porque dicha responsabilidad está en las manos equivocadas. Todavía no se entiende, que la educación no es responsabilidad de un Presidente, Ministro de Educación o de funcionarios con Título de Profesor, en un Estado de Mediocres como el actual. En este caso concreto, de la educación antisísmica, la responsabilidad directa, ante la incapcidad de quienes ocupan los cargos de funcionarios del Estado, está en el Colegio de Ingenieros Civiles y Arquitectos y, de los Geógrafos, pues, son quienes tienen que proponer un currículo para educar a todos los niños y adolescentes peruanos, para que durante los 12 años de escolares, aprendan a diseñar y construir una casa antisísmica y a conocer el suelo donde se construye. Además, estos profesionales deben autorizar los diseños y verificar que las casas en las ciudades y en el campo se construyan siguiendo un diseño antisísmico.

En la propuesta educativa del diseño curricular 2010, está planteado el desarrollo del curso de Vivienda Vestido y Alimentación, además del curso de Geografía, para que los escolares lleven dichos cursos durante los 12 años y gradualmente vayan aprendiendo el diseño y construcción de una casa antisísmica, así cómo tengan los conocimientos para ubicarla en suelos firmes y lugares seguros frente a las avalanchas de las lluvias y de los tsunamis.

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