Hemos escuchado muchas veces la frase “Perú país informal”, lo que además de ser una frase desesperanzadora, demuestra en pocas palabras una realidad latente. La informalidad se mide con un porcentaje elevado de emprendedores y empresarios peruanos que prefieren realizar sus actividades comerciales en la sombra de los requisitos de la Administración Pública, cargada de trámites y gestiones burocráticas.
En este artículo nos encargaremos de desarrollar una de las perspectivas del sector informal: el sistema financiero.
Contra lo que muchas personas pueden pensar o argumentar, la informalidad no es un obstáculo para acceder al sector financiero, es decir, las entidades financieras siempre le han ofrecido un crédito a las personas que cuentan con micro y pequeñas empresas que son parte de la gran masa de empresas informales en el Perú.
Esta inclusión financiera que se ha incrementado con el transcurrir de los últimos años, responde principalmente a dos factores:
En primer lugar, la acción del Estado para reducir la corrupción y combatir delitos como el lavados de activos u otros, conlleva que se establezca un régimen de bancarización y estandarización de las personas y empresas que solicitan créditos a todos los bancos, de tal manera que se cuente con información veraz y certera, respecto de la situación de determinadas empresas en el mercado, así como evitar prácticas como empresas fantasmas, que en muchos casos, esconden una red de narcotráfico.
En segundo lugar, las entidades financieras, se ven obligadas a prestarle al sector informal, toda vez que el sector formal es muy reducido y el margen de rentabilidad por los créditos e intereses es en efecto menor al que esperan cubrir, por ende tienen que expandir sus servicios crediticios a los trabajadores independientes y microempresas, extendiendo los alcances de su oferta financiera.
En la actualidad son un total de 2´727,564 millones de personas y empresas que no cuentan con RUC y que son parte del sistema financiero a través de créditos. Una cifra importante, que evidencia no solo el incremento y la inclusión financiera de diversos sectores de la población, sino la falta de un programa y política pública con miras a fomentar la formalización de los sectores empresariales emergentes que generan renta, no obstante no formalizarse oportunamente como empresa, desconociendo no solamente leyes del mercado, sino lamentablemente, leyes tributarias.
El gran reto y desafío para el mercado es que los bancos no solo promuevan el acceso al crédito captando clientes informales, sino que también promuevan la formalidad en los empresarios emergentes, con la finalidad de que se organicen y operen dentro del marco de la legalidad e institucionalidad, de tal manera que su actuación no solamente sea, importante para el sector privado, porque se amplía la base de clientes bancarizados que es un objetivo del Estado, sino también, está contribuyendo con la formalización empresarial, que es a su vez, otro objetivo que constituye una política pública por parte del Estado.