Es una apreciación común que el cambio climático es fundamentalmente algo que está empezando a suceder o que eventualmente sucederá. Más aún, le resulta al público común –que ciertamente no está ni muy entusiasmado ni muy enterado acerca de sus consecuencias– entender cómo y cuándo se verán los impactos.
Sin embargo, nuestro flamante ministro del Ambiente, el señor Brack, ya se encargó de poner la pica en Flandes y afirmar lo que es una verdad irreversible: El asunto está en marcha hace rato, y en pocos años nuestros picos andinos lucirán sin nieve en su absoluta mayoría, pues los glaciares simplemente se habrán derretido.
Esta afirmación, que es de por sí gravísima, sigue siendo aún noticia de media categoría en nuestros medios frente a episodios de mínima importancia, como el sujeto ese que mató un perro sin tener licencia para usar armas y es hoy además congresista de la República.
No es que sea poco importante el Congreso. Lo que sucede es que los legisladores, en su gran mayoría, son pillos e ignoran la real dimensión de los problemas del Perú; como por ejemplo lo es la pérdida de nuestros glaciares.
Para un país donde las lluvias de importancia se concentran en sólo un tercio del año, los glaciares han sido el sostén de la vida en tanto su gradual y renovable derretimiento –año a año– aportó el agua que las poblaciones y campos de la Costa requirieron, y las centrales de generación hidroeléctrica también.
Pues bien, los congresistas, los periodistas y en general el público no son conscientes de que la renovación anual de las nieves derretidas en la parte del año que no llueve (o lo que es lo mismo, que no nieva en los Andes) se está dando cada vez en forma decreciente. Este desbalance está mermando nuestras reservas de agua para el invierno.
Fuente: http://www.correoperu.com.pe/paginas_nota.php?nota_id=69584&seccion_nota=5 Sigue leyendo