“La Biblia: marginada en aras del dogma y la ley eclesial”
8:00 p.m. | 23 set 20 (RD).- La Biblia es un libro que abarca mucho, pero ante todo es Palabra de Dios para los cristianos. Así lo supieron por más de doce siglos los creyentes de todas las iglesias, que vivieron sin más fundamento que Jesús ni más Teología que la Biblia. El teólogo Xavier Pikaza precisa además que fue a partir del siglo XIII, por interés del Derecho de la Iglesia y el Dogma, que se impusieron otros textos y doctrinas, postergando a la Biblia a un segundo plano. Recién en las últimas décadas, desde el Concilio Vaticano II, se intenta revertir esa tendencia. Esta reflexión es un anticipo de un congreso internacional que motiva una “lectura contextual de la Biblia”, y que iniciará de manera virtual el 28 de setiembre.
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Volver al Vaticano II (Dei Verbum 1965). Cinco principios
El Congreso Bíblico-Teológico “La Sagrada Escritura en la vida del pueblo de Dios: Hacia una lectura contextual de la Biblia”, a realizarse del 28 de setiembre al 3 de octubre, está organizado por la Unicatólica de Cali. Es una propuesta que vuelve al principio de la Revelación del Dios de la Biblia, que no enseña doctrinas y normas de Derecho de la Iglesia, sino que se revela a sí mismo, para que los hombres y mujeres sean plenamente humanos. De esa forma se inspira en el Concilio Vaticano II que hablaba de la automanifestación personal del Dios que dialoga y se revela en la vida de los hombres, conforme a estos cinco principios:
1. La revelación bíblica se centra en Cristo o, quizá mejor, se identifica con él, con su vida mesiánica (DV 4). La Biblia es el libro de la vida de Dios que se manifiesta en la historia de los hombres; no es un libro que se cierra en sí, ni un sistema de verdades doctrinales guardadas tras un velo.
2. El contenido de ese libro (Biblia) es la Palabra de Dios (Cristo) en la Iglesia. Es la voz del Cristo de Dios que nos dice su “amor”, nos impulsa a vivir y vive en nosotros, en una historia de comunicación y encuentro personal. Ciertamente, hay intérpretes especiales de ese libro, pero su verdad y su palabra pertenece al conjunto de la Iglesia, de tal forma que todos los cristianos, vinculados en comunión de vida, son con Jesús Palabra de Dios, Biblia encarnada.
3. Libro de todos los creyentes. Una división estamental de clérigos y laicos hizo que por siglos (desde el Concilio de Trento) la Biblia dejara de ser Palabra de todos los creyentes, sin más obligación ni tarea que “escuchar y aprender” lo que dijeran los clérigos. Pues bien, en contra de esa larga “tradición”, la DV 23-25 pide a todos los cristianos que lean, interpreten y vivan el mensaje de Biblia.
4. Libro de la comunidad. Ha llegado el momento del cambio, y todos los cristianos, no sólo los ministros ordenados y un tipo de Magisterio superior, tienen de nuevo acceso a la Palabra. Para decirlo de otro modo: La Biblia no es ya libro exclusivo de los “curas”, sino de todos los creyentes, que son en sentido originario son ya “curas”, pues tienen el “cuidado”, unos de otros, en unión con los servidores de las comunidades.
5. Sagrada Escritura y Teología. Antes de Vaticano II, la Teología se había separado de la Biblia, apareciendo como saber autónomo, de forma que acudía a la Biblia sólo como a una “cantera” para extraer pruebas en sus razonamientos dogmáticos. En contra de eso, el Concilio Vaticano II (DV 24) dice que la Escritura es “el alma de la Sagrada Teología”.
El aporte del papa Francisco
Los cinco puntos anteriores recogen el mensaje del Vaticano II. Pero desde el mismo pontificado de Pablo VI, y especialmente con Juan Pablo II y Benedicto XVI, los papas y muchos obispos han tendido a frenar las aportaciones bíblicas del Concilio. Pues bien, en contra de esa tendencia de repliegue, con su Motu Propio Aperuit Illis (2019), el papa Francisco ha querido reabrir un camino de libertad y comunión creadora partiendo de la Biblia, superando así el riesgo de una “congelación” de la doctrina de la Dei Verbum.
a. El riesgo de una lectura “conservadora” de la Dei Verbum. Un tipo de teología post‒conciliar había querido poner de nuevo la Biblia bajo el control de Magisterio, pues ha tenido miedo a la libertad del Pueblo de Dios.
b. El papa Francisco está iniciando un nuevo giro, que se expresa de un modo especial en su Motu Propio Aperuit Illis (30.9.2019), en el que instituye un “año de la Biblia 2020”, con el deseo de que todos los creyentes accedan a ella, iniciando así los cambios necesarios en la Iglesia. Éstos son algunos de los caminos que él deja abiertos:
– Tradición y tradiciones. El mismo Nuevo Testamento ofrece el testimonio de una pluralidad de tendencias o tradiciones (judeo-cristiana y helenista, paulina y petrina, apocalíptica y sapiencial), que dialogaron y se vincularon para formar la Gran Iglesia, sin que una se impusiera sobre otras.
– Interpretación de los dogmas. Quizá la mayor aportación de la teología en los últimos años ha sido el descubrimiento de la diversidad de las tradiciones bíblicas y eclesiales, que deben seguir dialogando, sobre todo allí donde parece que algunos caminos se han cerrado en falso.
– Superación de un magisterio romano unilateral que desarrollado una línea teológica de tipo endogámico. El ideal de la unidad cristiana, propuesto por Jn 17-18 y por el conjunto de la Biblia, no es la uniformidad doctrinal, impuesta de un modo jerárquico, sino la comunión en la diversidad.
Unir Lectio Divina y Lectio humana de la Biblia
Pienso que la nueva lectura de la Biblia que busca el Papa Francisco (y que quiere estudiar el Congreso de Cali), tiene que fundarse en la vinculación de las dos lecturas de la Biblia, una divina y otras humana, de manera que la “lectio divina” constituye una profundísima lectura humana de los textos. Estos son los cinco puntos que a mi juicio ha de estudiar el Congreso de Cali:
1. Lectio. La Palabra de Dios es inseparable de la historia y letra de los hombres en la la Biblia.
2. Meditatio. La Biblia es un libro en un tiempo y un espacio. Para entenderla hay que conocer las circunstancias de su surgimiento, pero también las circunstancias actuales, desde una perspectiva social, cultural, económica etc.
3. Comunicatio. Sólo en diálogo se entiende la Biblia, como Palabra compartida, que desemboca en Cristo, que no es palabra de uno o de otro, sino de la comunidad.
4. Contemplatio: apertura orante al misterio. Éste es el momento clave, es la oración propiamente dicha, entendida en forma de acogida personal y comunitaria de la Palabra.
5. Actio, acción, compromiso. Al final del proceso está la acción, es decir, el compromiso de seguir a Jesús, de cumplir la voluntad de Dios, sirviendo y amando a los hermanos, comprometiéndonos a favor de la justicia del Reino.
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Fuentes:
Religión Digital / Foto: Desde la Fe