Científicos exploran misterios del universo… en el Vaticano

2:00 p.m. | 6 jul 24 (AO/EC).- Destacados astrofísicos, cosmólogos y otros científicos han debatido sobre agujeros negros y ondas gravitacionales en un congreso organizado por la Iglesia en la Santa Sede. Es la segunda conferencia en homenaje al profesor de física y sacerdote de la Universidad Católica de Lovaina, George Lemaître, reconocido como el “padre del Big Bang”. Con esa figura como eje, el Vaticano presenta un ejemplo de cómo la fe y la ciencia se complementan para avanzar hacia una comprensión más precisa del universo.

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Ser a la vez astrofísico y sacerdote puede resultar irreconciliable en el imaginario colectivo. Más aún si el sacerdote en cuestión propone una teoría que pone contra las cuerdas las investigaciones del mismísimo Albert Einstein y revoluciona con ellas la astronomía moderna. El belga Georges Lemaître es el padre de la teoría del origen del cosmos, más conocida como teoría del big bang, que puede considerarse como la precursora de la moderna gravedad cuántica. Su investigación superó la teoría de la relatividad publicada por Einstein en 1915 en lo que se refiere a si el universo tiene un origen. El genio alemán defendía que este era estacionario, sin un comienzo conocido.

Con el objetivo de reivindicar el legado científico de Lemaître, la Santa Sede, con la colaboración del Instituto Nacional de Física Nuclear (Italia), organizó un congreso internacional que reunió a 40 brillantes científicos para debatir sobre los temas propuestas en el título: “Agujeros negros, ondas gravitacionales y singularidades espacio-temporales”. El encuentro académico se realizó en la sede del Observatorio Astronómico Vaticano y ha contado con destacadas voces del mundo de la astronomía y la física, entre ellas la de los Premios Nobel Adam Riess, estadounidense conocido por sus investigaciones en cosmología a través del estudio de las supernovas y Roger Penrose, británico y figura clave para la redefinición contemporánea de la formación de agujeros negros.

También han participado el astrofísico ruso Andrei Linde, padre de la teoría de la inflación caótica sobre el origen del universo; el profesor del Departamento de Física y Astronomía de la Universidad Johns Hopkins y del Instituto de Astrofísica de la Universidad de la Sorbona Joseph Silk; la astrónoma canadiense Wendy Freedman, cuyas últimas investigaciones han resuelto la llamada tensión de Hubble, la velocidad de expansión del universo; la astrofísica italiana Licia Verde, un referente mundial en la energía oscura; o el físico y matemático estadounidenses galardonado con la Medalla Fields, Edward Witten. A los 40 invitados principales de manera presencial, se sumaron otros 150 académicos y especialistas, de manera virtual.

Se trata del segundo encuentro de este tipo. En 2017, el Vaticano organizó otro congreso de primer nivel para rendir homenaje a Lemaître (1894-1966), cuyas actas fueron publicadas por la Foundation of Physics. El sacerdote y científico fue catedrático de Física en la Universidad Católica de Lovaina, además de ser presidente de la Pontificia Academia de Ciencias del Vaticano de 1960 a 1966. Pero por lo que es principalmente conocido es por la teoría del átomo primigenio, es decir, la teoría del big bang, a través de la que explicó que la expansión del universo indicaba que en algún momento del pasado el cosmos debió de encontrarse en un estado de alta densidad energética, comprimido en un único punto, como un átomo original del que partió todo.

Al igual que en la primera conferencia, los organizadores explicaron que este encuentro ha permitido un enriquecedor intercambio entre los participantes, especialistas tanto de la disciplina de la cosmología teórica como de la observacional, y ha sido un espacio de inspiración para nuevas ideas y líneas de investigación. Entre los temas analizados en la diversas exposiciones y debates están la tensión en las mediciones de la constante de Hubble, la enigmática naturaleza de las singularidades espacio-temporales (incluyendo big bangs y agujeros negros), hasta las ondas gravitacionales y la búsqueda de la gravedad cuántica y sus conexiones con el entrelazamiento y los fundamentos de la teoría cuántica.

El tema no es inmediatamente comprensible, pero se entiende que se trata de investigar lo que las singularidades espacio-temporales nos dicen sobre la naturaleza de nuestro Universo. En la propuesta del evento se planteó que se buscaba dar respuesta a algunas de las preguntas que conciernen el funcionamiento del universo. Por ejemplo: “¿Cuál es la verdadera naturaleza del espacio y del tiempo?; ¿cómo conciliar las leyes de la mecánica cuántica con la relatividad general de Einstein que rige el comportamiento del campo gravitatorio en los primeros momentos del Universo, el big bang?; ¿qué nos dicen las singularidades espacio-temporales sobre la naturaleza de nuestro Universo?”.

En la página web de la Organización Europea para la Investigación Nuclear, ​conocida por la sigla CERN, se han publicado diversos recursos al concluir el encuentro. Se pueden encontrar las presentaciones de las ponencias e incluso los videos completos con las exposiciones. Aquí compartimos enlaces a las presentaciones y videos:

VIDEO. “Agujeros negros y ondas gravitacionales” con Thibault Damour

Ciencia y fe unidas para abordar lo que aún no tiene respuesta

Durante el evento de presentación de este congreso, el director de la Specola Vaticana, el sacerdote jesuita Guy Consolmagno, comentó que el observatorio que dirige ha sido un “terreno neutral” de confrontación para científicos de distintas orientaciones. “El objetivo es la verdad” —explicó— tras poner en valor la importancia de “recordar siempre lo mucho que aún no podemos saber”.

Consolmagno ha puesto de ejemplo su experiencia personal para dejar claro que no toda la comunidad científica es necesariamente atea. “Fui científico durante 20 años antes de entrar en los jesuitas y me di cuenta de que tras ser miembro de la Iglesia di a los demás la libertad de decirme a qué Iglesia pertenecían”, ha afirmado ante la prensa. Así, ha asegurado que en el ámbito de la cosmología los estudiosos son “muy conscientes de lo que no sabemos”, por lo que la investigación enmarcada en la fe “empuja a abordar cuestiones fundamentales para las que aún no hay respuesta”.

De igual manera, el cosmólogo jesuita Gabriele Gionti, vicedirector del observatorio, puso en valor la herencia científica de Lemaître, quien “marcó un hito en los estudios” sobre el tema de la cosmogonía “conversando con Einstein, incluso corrigiendo al gran científico en algunos puntos”. En particular, Lemaître superó la cerrazón de Einstein con respecto a la teoría cuántica, ya que “fue capaz de abrazar inmediatamente la perspectiva de tener dos dimensiones, la de la física clásica y la cuántica”. Además, “demostró una comprensión temprana de la importancia de los estudios sobre la constante cosmológica, que ahora se utiliza para explicar la aceleración del universo”.

En la década de 1920, las observaciones astronómicas habían revelado un misterioso movimiento de recesión de las galaxias lejanas. En 1927, mientras resolvía las complicadas ecuaciones de la teoría de la relatividad de Einstein, Lemaître explicó que este movimiento era el resultado de la expansión del universo. Sus conclusiones llegaron poco antes de que las observaciones del científico Edwin Hubble establecieran una relación, la llamada ley de Hubble, que vincula la velocidad de recesión y la distancia de las galaxias. Por eso en 2018 la Unión Astronómica Internacional votó a favor de rebautizar la ley de Hubble como ley de Hubble-Lemaître.

Sobre el tema del Big Bang, el padre Gionti aclaró que la teoría del “átomo primigenio”, hoy conocida como teoría de Lemaître, es famosa. Entendió que la expansión del Universo implicaba que en algún momento del pasado el Universo debió pasar por un estado de altísima densidad energética, como un “átomo primigenio” del que partió todo. Su estudio puede considerarse, por tanto, el precursor de la gravedad cuántica moderna.


Entre fe y ciencia

En cuanto al desafío permanente de comprender cómo la fe y la ciencia, el Génesis y los estudios en ciernes, no deban concebirse “en competencia”, el padre Gionti relató cómo Pío XII recurrió a Lemaître para expresar la opinión de la Iglesia que se nutre tanto de la fe como del conocimiento científico. El hermano Guy Consolmagno se refirió a la confusión que a veces se produce entre la teoría del big bang y el relato de la génesis sobre la Creación para subrayar que se trata de dos campos distintos en sus vías de estudio que forman parte de un mismo itinerario.

Massimo Bianchi, físico teórico y profesor titular de la Universidad de Roma y del INFN Tor Vergata, intervino en la rueda de prensa para explicar, entre otras cosas, que uno de los temas de estudio en profundidad en la actualidad es la velocidad de las galaxias. “Sobre el tema de los agujeros negros, es importante comprender –aclaró– en comparación con el pasado, que la velocidad de la luz no es infinita, que la luz se propaga con una velocidad muy elevada pero finita”.

Añadió, además, que las ondas gravitacionales reveladas recientemente están actualmente en el punto de mira de los estudiosos. Bianchi también recordó que George Lemaître y Einstein se encontraron personalmente en cuatro ocasiones. Fabio Scardigli, físico teórico del Politécnico de Milán, explicó que se trata de “dos grandes construcciones teóricas del siglo XX que siguen siendo la base de nuestro conocimiento del universo” y que el objetivo de la conferencia es hacerlas dialogar.

Más allá de extraer ideas fructíferas para seguir indagando en las incógnitas anteriormente planteadas, la conferencia apuntó a mantener vivo el legado de Lemaître, un claro ejemplo de cómo la fusión entre la ciencia y la fe puede resultar en grandes descubrimientos capaces de acercarnos a una comprensión más precisa sobre el universo y sus orígenes.

VIDEO. El Descubrimiento que se le escapó a Einstein

La ciencia está al servicio del hombre, no para su destrucción

El papa Francisco ha reafimado esta mañana el corazón del camino espiritual y de la investigación de monseñor George Lemaître, fallecido en 1966, durante su audiencia con los participantes en el segundo congreso del Observatorio Astronómico Vaticano en memoria del científico y sacerdote, que llevó como título “Agujeros negros, ondas gravitacionales y singularidades espacio-temporales”.


Ciencia y fe unidas en la caridad hacia el hombre

En su discurso, el Papa anima al director de la Specola, el hermano Guy Consolmagno, a los demás científicos de la comunidad y a los participantes en la conferencia a ir “a las periferias del conocimiento humano”, donde “podemos experimentar a Dios Amor, que sacia y apaga la sed de nuestro corazón”. De hecho, subrayó que entre ciencia y fe “no hay conflicto”, sino que “pueden unirse en la caridad” si “la ciencia se pone al servicio de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, y no se distorsiona para perjudicarlos o incluso para destruirlos”.

Refiriéndose al programa de la conferencia, recordó el debate en curso sobre las últimas cuestiones planteadas por la investigación científica en cosmología, a los que se refiere el título del congreso. Insistió en que “la Iglesia está atenta a estas investigaciones y las promueve, porque sacuden la sensibilidad y la inteligencia de los hombres y mujeres de nuestro tiempo (…) el comienzo del universo, su evolución última, la estructura profunda del espacio y del tiempo enfrentan al ser humano a una frenética búsqueda de sentido, en un vasto escenario en el que corre el riesgo de perderse”.


Lemaître, sacerdote modelo y cosmólogo

El Pontífice, recordando las palabras del Salmo 8 sobre el hijo del hombre “hecho poco menos que un dios, con gloria y honor lo has coronado”, reitera que estos temas tienen “una relevancia particular para la teología, la filosofía, la ciencia y también para la vida espiritual”. A continuación, subraya que el itinerario humano y espiritual de George Lemaître “representa un modelo de vida del que todos podemos aprender”. Recuerda sus estudios de ingeniería y su participación en la Primera Guerra Mundial, seguidos, ya adulto, de su vocación sacerdotal y científica.

Al principio es “concordista”, es decir, cree que las verdades científicas están depositadas en la Sagrada Escritura, pero luego comprende “que la ciencia y la fe siguen dos caminos distintos y paralelos, entre los que no hay conflicto”. Al contrario, pueden armonizarse, “porque tanto la ciencia como la fe, para un creyente, tienen la misma matriz en la Verdad absoluta de Dios”. También señaló que “su camino de fe le llevó a comprender que la creación y el Big-bang son dos realidades distintas, y que el Dios en el que cree no puede ser un objeto fácilmente categorizable por la razón humana, sino que es el “Dios oculto”, que permanece siempre en una dimensión de misterio, no totalmente comprensible”.


Progresar en la búsqueda de la Verdad, emanación de la Caridad

El Papa cerró su mensaje deseando a los ilustres invitados que “la libertad y la falta de condicionamientos” que están experimentando en el trabajo que realizan les ayude a “progresar en sus campos hacia la Verdad, que es ciertamente una emanación de la Caridad de Dios”. Afirmó que “fe y ciencia pueden unirse en la caridad si la ciencia se pone al servicio de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, y no se distorsiona en su perjuicio o incluso en su destrucción. Les animo a ir a las periferias del conocimiento humano: es ahí donde podemos experimentar a Dios Amor, que sacia y apaga la sed de nuestros corazones”.

LEER. Discurso completo del papa Francisco ante los científicos

VIDEO. “La ciencia está al servicio del hombre, no para su destrucción”

Guy Consolmagno: “Tenemos una idea muy pequeña de Dios”

El astrónomo estadounidense Hno. Guy Consolmagno es director desde 2015 del Observatorio Astronómico de la Santa Sede. Consolmagno, doctor en Planetología en el Lunar and Planetary Laboratory de la Universidad de Arizona, ejerció la docencia en el Harvard College Observatory y el MIT. En 1989 ingresó en la Compañía de Jesús y en 1991 tomó los votos como Hermano Coadjutor.

En declaraciones adicionales ofrecidas a la revista Omnes, el astrónomo vaticano reconoció que además de los motivos científicos-académicos, el evento fue muy importante, “también para la Santa Sede porque muestra al mundo que está muy abierto a las opiniones de la ciencia, siempre que la ciencia apunte hacia la verdad, porque en la verdad se encuentra Dios”.

“Tenemos una idea demasiado pequeña de Dios”, aseguró el científico, aunque “podemos hablar al mismo tiempo de Dios como padre”, reiterando que nuestra “visión es pequeña porque Él es el creador de todo esto y aún más de lo que podríamos imaginar”.

“Esto es difícil para nosotros”, reconoció el astrónomo, “y al mismo tiempo, en astronomía, nos enfrentamos a esta realidad: el universo es más grande de lo que conocemos”, aunque este “Dios increíblemente grande está muy cerca de nosotros”. También aseguró que “esta idea, que parece muy moderna, se encuentra ya en el Salmo 8”. De hecho, el Magisterio de la Iglesia ve en el Salmo 8 una invitación a reconocer la obra de Dios en la creación y a alabar su nombre por la dignidad otorgada al hombre, llamado a cuidar y valorar responsablemente la creación.

Sobre la aparente contradicción entre el hombre hecho a imagen de Dios y la inmensidad del universo, el científico considera que esa explicación “más que una contradicción es una especie de poesía. Para las cosas que son demasiado grandes para ser explicadas y contenidas en palabras, utilizamos la poesía. Sabiendo que la poesía utiliza imágenes que más que explicar la realidad, muestra dónde está la realidad”.

VIDEO. Presentación del Seminario “Agujeros negros, ondas gravitacionales y singularidades espacio-temporales”

Observatorio Astronómico Vaticano, uno de los más antiguos del mundo

En el año 1578 el papa Gregorio XIII ordenó la construcción de la llamada Torre de los Vientos, dentro de los jardines vaticanos, desde donde se realizaron minuciosas observaciones de la posición del Sol en el cielo, que facilitaron la posterior reforma del Calendario Gregoriano. Un encargo que recayó desde ese primer momento en los jesuitas astrónomos y matemáticos del Colegio Romano. León XIII, ya a finales del siglo XIX fundó el Observatorio de la colina vaticana, detrás de la Basílica de San Pedro. Desde allí se trabajó intensamente en la elaboración de un programa internacional de suma importancia: la Carta Fotográfica del cielo.

En estos momentos el Observatorio Vaticano recibe el nombre técnico de Specola Astronómica Vaticana y tiene su sede principal en la que fue residencia veraniega de los Papas, el Palacio de Castel Gandolfo, a unos 25 kilómetros al sureste de Roma. El traslado desde el Vaticano hasta las nuevas instalaciones se hizo necesario porque hacia el año 1930 la contaminación lumínica que había en Roma no facilitaba la observación del cielo. Años después, este mismo problema se reprodujo en Castel Gandolfo, por lo que tuvo que buscarse una nueva sede para que el grupo de científicos vaticanos pudiera seguir adelante con la investigación.

Hoy en día, el Vaticano cuenta con una segunda sede internacional en la Universidad de Arizona, en Estados Unidos. Se trata del observatorio Steward. Allí disponen también de un telescopio de tecnología avanzada, (VATT, por sus siglas en inglés), situado en el monte Graham. El personal del observatorio viaja constantemente de una a otra sede. En muchas ocasiones se recopilan datos en Arizona y se analizan los resultados en Castel Gandolfo, que sigue siendo la sede principal. Allí, cada dos años se pone en marcha una escuela de verano para estudiantes de astronomía y tienen lugar congresos científicos de primer nivel.

El Observatorio Astronómico Vaticano desarrolla programas de investigación en colaboración con muchos institutos astronómicos internacionales y es miembro de la Unión Astronómica Internacional (IAU) y del Centro Internacional de Astrofísica Relativística (ICRA). Los resultados de las investigaciones realizadas se publican en revistas internacionales. El Informe Anual se envía a unos 400 institutos esparcidos por todo el mundo. Aproximadamente cada dos años se organizan encuentros internacionales a los que se invitan a científicos para tratar argumentos que son objeto de estudio del Observatorio, y cuyas actas se publican después en un volumen propio.

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Fuentes

Revista Alfa y Omega / Ecclesia / Revista Vida Nueva / Omnes Magazine / Vatican News / Videos: Vatican News – QuantumFracture – Instituto de Física Teórica / Foto: Vatican Media

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