Newman: De converso a Doctor de la Iglesia del siglo XXI
4:00 p.m. | 4 set 25 (NS/OSV).- El nombramiento de san John Henry Newman como Doctor de la Iglesia resalta una fe capaz de dialogar con la cultura y la sociedad actual. Anglicano convertido al catolicismo, fue teólogo, pastor y educador, reconocido como un pensador de la talla de santo Tomás de Aquino. Dedicó su vida a tender puentes entre fe y razón, entre tradición y conciencia personal. Su búsqueda honesta de la verdad y su fidelidad al Evangelio lo convierten en figura de referencia para una Iglesia que apuesta por la sinodalidad y el discernimiento, y en guía lúcida frente a los dilemas del siglo XXI.
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San John Henry Newman une una vida de santidad probada con una obra teológica de alcance excepcional y perdurable. Sus intuiciones no fueron ocurrencias de un erudito brillante pero marginal: se volvieron decisivas para la autocomprensión de la Iglesia contemporánea —desde el lugar del laicado hasta el ecumenismo y la relación entre fe y razón— y han mostrado una fecundidad que continúa hoy. En palabras de la propia tradición, su doctrina es “eminente”, su santidad es reconocida, y su enseñanza ha iluminado a generaciones de creyentes y pensadores. Su reconocimiento como doctor de la Iglesia invita a recorrer varias dimensiones de su vida y legado.
En esta publicación, veremos claves que permiten descubrir por qué su figura resulta tan actual y luminosa para los creyentes de hoy. Después, el anuncio oficial del Vaticano, que vincula su nombre con la gran tradición de los doctores. A partir de allí, conviene detenerse en el significado profundo de este título dentro de la Iglesia. El relato biográfico ofrece luego la ocasión de volver a los orígenes de Newman, a su itinerario intelectual y espiritual, tal como lo recuerdan los Oratorios de Inglaterra. Y finalmente, la voz de un especialista permite actualizar su mensaje, mostrando cómo su honestidad, su visión de la conciencia y su apuesta por el diálogo entre fe y razón siguen vigentes.
Siete claves que hacen de Newman un Doctor de la Iglesia
1) Desarrollo de la doctrina. En su aportación más influyente, Newman se enfrentó a un dilema central: ¿cómo reconciliar la sencillez del cristianismo de los orígenes con la riqueza doctrinal y ritual de la Iglesia católica del siglo XIX? Su respuesta fue el célebre Essay on the Development of Christian Doctrine (1845), donde mostró que la fe, como idea viva, crece orgánicamente en la historia. Las novedades auténticas no son corrupciones, sino desarrollos que preservan y actualizan el impulso original de la revelación, del mismo modo que la semilla contiene en potencia todo lo que será el árbol.
Este enfoque fue un verdadero giro teológico: permitió distinguir entre deformaciones y auténticos avances, y abrió camino a comprender cómo doctrinas como la Inmaculada Concepción podían ser expresión fiel de la fe apostólica. Joseph Ratzinger reconoció más tarde que Newman había puesto en nuestras manos la clave para pensar la teología históricamente y reconocer la identidad de la fe en sus transformaciones. Su enfoque dio al Concilio Vaticano II y al ecumenismo un fundamento sólido para leer la tradición como continuidad viva, no como museo estático.
2) Conciencia, razón y verdad: Newman aportó una nueva claridad al modo católico de comprender la relación entre fe y razón. Frente al racionalismo ilustrado, que reducía la religión a superstición, si no podía probarse con evidencias empíricas, Newman intuyó que la certeza de la fe no se alcanza por una sola prueba concluyente, sino por la convergencia de múltiples hilos de experiencia: la oración, la caridad, la historia, los testimonios, las personas que marcan la vida. Así, la fe no es irracional ni mera emoción, sino el fruto de un corazón que busca la verdad y aprende a reconocerla en los signos dispersos de la existencia.
Para Newman, el argumento más convincente de la existencia de Dios no estaba fuera del hombre, sino en la realidad de la conciencia, ese testigo íntimo que nos recuerda la objetividad del bien y del mal y nos orienta hacia el Creador. Aunque la conciencia necesita ser iluminada por el Evangelio y la Iglesia, en su voz interior Newman veía un camino privilegiado hacia la verdad. Su enseñanza —culminada en Grammar of Assent (1870)— anticipó desarrollos filosóficos posteriores y dio fundamento a la resistencia frente al nazismo y a la doctrina del Vaticano II sobre la libertad religiosa. En una época marcada por el relativismo, defendió con vigor el “principio dogmático”: la religión no es una opinión entre otras, sino una cuestión de verdad.
3) El sensus fidelium y el lugar del laicado. En una Iglesia marcada por la separación tajante entre quienes enseñaban (obispos y clérigos) y quienes solo recibían (los fieles), Newman sostuvo que la fe y la inteligencia debían caminar juntas. Por eso defendió la figura del laico culto y creyente, capaz de estudiar la teología, discernir la verdad y sostener la fe. Su célebre artículo On Consulting the Faithful in Matters of Doctrine (1859) rompió esquemas al recordar que, en la crisis arriana, fueron los fieles quienes mantuvieron viva la fe católica frente a la vacilación de gran parte del episcopado.
De allí su convicción de que la Iglesia se sostiene no solo por la jerarquía, sino por la conspiratio entre pastores y pueblo: un respirar juntos que custodia el depósito de la fe gracias al don del Espíritu. Aunque fue acusado de herejía en su tiempo, el Concilio Vaticano II acogió plenamente esta intuición en Dei Verbum, al reconocer que la comprensión de la fe crece también por la contemplación y la vida de los creyentes. Hoy, en tiempos de sinodalidad, la visión de Newman resuena con más fuerza, al subrayar la corresponsabilidad de todo el pueblo de Dios.
4) Escritura, Padres y ecumenismo. Aunque Newman afirmó con firmeza que la Iglesia católica era la verdadera Iglesia de Cristo, su figura terminó siendo un puente entre tradiciones. Su Apologia pro Vita Sua reconoció el valor permanente de su conversión evangélica juvenil y expresó gratitud hacia sus mentores anglicanos. Además, nunca abandonó el estudio de la Escritura y de los Padres, lo que le permitió elaborar una teología mariana profundamente bíblica y patrística, en contraste con los excesos devocionales de su época. Este enfoque anticipó la nouvelle théologie del siglo XX y contribuyó directamente al espíritu teológico del Concilio Vaticano II.
Su énfasis patrístico también enriqueció el debate sobre la justificación: en sus Lectures on Justification (1837) propuso la idea de la deificación, subrayando la presencia de Cristo en el creyente a través del Espíritu, con lo cual abrió caminos de diálogo entre católicos y luteranos. Tras su conversión, Newman no rechazó su obra anglicana, sino que la republicó casi íntegra, convirtiéndola en un legado fértil para la renovación de la teología católica y para el diálogo ecuménico que se fortalecería en el siglo XX.
5) Educación y formación integral: intelecto y moral “bajo el mismo techo”. Newman mostró con claridad que la educación no podía reducirse al ámbito académico, sino que debía abarcar también la formación moral y personal. Su visión de la universidad como Alma Mater que conoce a cada alumno “uno por uno”, junto con el método de tutorías y su lema cor ad cor loquitur, revela un profundo sentido pastoral y pedagógico. Esta unión de intelecto y corazón, de razón y vida, sigue marcando la reflexión contemporánea sobre lo que significa formar integralmente a la persona.
Al fundar la Universidad Católica de Irlanda y plasmar allí su Idea of a University, Newman defendió una educación liberal como fin en sí mismo, que abre y refina la mente al mismo tiempo que dignifica a la persona. En un mundo que tiende a reducir la enseñanza a mera capacitación laboral, su insistencia en cultivar la razón y elevarla hacia lo eterno resuena con fuerza. Precisamente esta síntesis de fe, intelecto y vida es lo que hace de Newman un candidato idóneo para ser reconocido doctor de la Iglesia.
6) Eclesiología realista y esperanza. Newman vivió en carne propia las tensiones de la Iglesia: la amó como “oráculo infalible de la verdad”, pero también sufrió sospechas e incomprensiones dentro de ella. Esa experiencia le permitió desarrollar una eclesiología realista, que reconoce tanto la santidad como la fragilidad humana de la institución. Su consejo fue siempre la paciencia: la verdad se abre camino en el tiempo de Dios, y lo que hoy parece desorden acabará siendo corregido. Esta mirada combina realismo y esperanza, y ofrece un marco espiritual sólido para afrontar las crisis sin perder la fe en la acción providencial de Dios.
En su reflexión madura, Newman describió a la Iglesia como un organismo en el que conviven y deben cooperar tres funciones: la profética, confiada a los teólogos; la sacerdotal, expresada en la vida de los fieles y pastores; y la regia, asumida por la autoridad jerárquica. Esta visión, que reconoce tensiones inevitables pero también su mutua necesidad, ilumina debates actuales sobre sinodalidad y sensus fidelium. Al mostrar cómo la Iglesia puede vivir sus conflictos sin romper la comunión, Newman ofrece una lección de esperanza que lo hace particularmente idóneo como doctor de la Iglesia.
7) Un estilo espiritual que persuade. Su lema cor ad cor loquitur (“el corazón habla al corazón”) no fue un eslogan: sus sermones y cartas muestran un maestro de la vida interior, capaz de unir precisión intelectual y dirección espiritual. Por eso su influencia no se limita a especialistas; forma conciencias, convoca a la santidad y educa el juicio cristiano en la vida ordinaria.
VIDEO. ¿Por qué Newman es clave para el mundo de hoy? (Academia Newman)
El Papa anuncia a Newman como futuro Doctor de la Iglesia
León XIV ha confirmado que próximamente conferirá el título de Doctor de la Iglesia Universal a san John Henry Newman, cardenal de la Santa Iglesia Romana y fundador del Oratorio de san Felipe Neri en Inglaterra. La decisión fue comunicada a través del boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, que informó que el 31 de julio de 2025 el pontífice recibió en audiencia al cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos.
“Durante la misma audiencia -indica la Oficina de Prensa-, el Santo Padre confirmó el parecer afirmativo de la Plenaria de los Cardenales y Obispos, Miembros del Dicasterio para las Causas de los Santos, sobre el título de Doctor de la Iglesia Universal que será conferido próximamente a San John Henry Newman, Cardenal de la Santa Iglesia Romana, Fundador del Oratorio de San Felipe Neri en Inglaterra; nacido en Londres (Reino Unido) el 21 de febrero de 1801 y fallecido en Edgbaston (Reino Unido) el 11 de agosto de 1890”.
La medida había sido anticipada y respaldada tiempo atrás por la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, que en su asamblea plenaria de noviembre de 2023 votó casi por unanimidad a favor de apoyar la petición presentada por la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales.
Al intervenir en aquella ocasión, monseñor Daniel E. Flores, obispo de Brownsville y presidente del comité de doctrina de la USCCB, recordó que dicho comité ya había examinado el tema en 2019 y había concluido que los escritos de Newman son “realmente eminentes y de gran relevancia para la Iglesia hoy, especialmente en lo que respecta al desarrollo de la doctrina, los fundamentos morales de la educación, la primacía de la conciencia, el papel del laicado y la búsqueda de la verdad”. Flores subrayó entonces que Newman es “verdaderamente digno de tan alto honor”, afirmación que fue respaldada por numerosos prelados estadounidenses.
VIDEO. John H. Newman ya es Doctor de la Iglesia, León XIV lo ha decidido
Qué significa ser Doctor de la Iglesia
De tiempo en tiempo, la Iglesia reconoce a un gran teólogo cristiano del pasado cuya enseñanza no solo tuvo resonancia entre sus contemporáneos, sino cuya sabiduría y lucidez como intérprete del Evangelio continúan siendo capaces de iluminar, instruir e inspirar. A estos la Iglesia les otorga el título de “Doctor”, del latín docere, que significa “enseñar”, porque reconoce en ellos una contribución eminente y excepcional a la comprensión de la fe, ya sea en sus dimensiones espirituales, intelectuales o morales. Son hombres y mujeres de profunda santidad y de gran saber, santos que, gracias a su fidelidad como discípulos y a su docilidad al Espíritu Santo, siguen hablando a la Iglesia de hoy pese al paso del tiempo y a las fronteras sociales y culturales que nos separan de ellos.
Muy pocos en la historia de la Iglesia han recibido este título, desde los Padres de la Iglesia como san Ambrosio y san Agustín hasta santa Teresa del Niño Jesús. Ahora se une a ellos san John Henry Newman, que se convierte en el trigésimo octavo Doctor de la Iglesia.
San John Henry Newman fue canonizado por el papa Francisco en 2019, pero desde hace más de un siglo su enseñanza ha sido apreciada por todas las cualidades que caracterizan a un Doctor de la Iglesia. El magisterio de Newman ha sido reconocido por numerosos pontífices, desde León XIII hasta León XIV, pasando por san Pío X, Pío XI, el venerable Pío XII, san Juan XXIII, san Pablo VI, san Juan Pablo II, Benedicto XVI y el propio Francisco.
Si bien muchos doctores se distinguen por un aspecto particular de su enseñanza, san John Henry Newman resulta especialmente notable por la amplitud de su pensamiento, por la influencia que ha ejercido en diversas ramas de la doctrina y de la teología, y por su capacidad para afrontar cuestiones de fe que siguen siendo candentes en nuestro tiempo.
Biografía de Newman según los Oratorios
Según una biografía en línea de los Oratorios de Inglaterra, preparada con ocasión de su causa de canonización, John Henry Newman —nacido en 1801 en Londres y criado en una familia anglicana de clase media— mostró desde temprano un vivo interés por la Sagrada Escritura. Los Oratorios de Inglaterra son comunidades religiosas fundadas por Newman en 1848 siguiendo el modelo del Oratorio de San Felipe Neri en Roma: casas de vida sacerdotal sin votos monásticos, caracterizadas por la fraternidad, la oración y el servicio pastoral en medio de las ciudades.
En su Apologia Pro Sua Vita (Defensa de su vida), su célebre defensa autobiográfica de 1864, el cardenal Newman relató “un gran cambio de pensamiento” que experimentó a los 15 años, que le permitió “reposar en la idea de dos y solo dos seres absolutos y luminosa y evidentemente reales: yo mismo y mi Creador”. Con el avivamiento iniciado por John Wesley —predicador anglicano del siglo XVIII y fundador del metodismo—, Newman abrazó en su último año en la escuela de Great Ealing el espíritu evangélico dentro del anglicanismo, una corriente que subrayaba la conversión personal y la centralidad de la Escritura.
A los 16 años ingresó en la Universidad de Oxford, que junto con Cambridge ofrecía formación seminarística para el clero anglicano —una vocación que Newman buscaba conscientemente, hasta el punto de considerar lo que en esa tradición clerical era inusual: el voto de celibato. Fue ordenado en 1825 y se dedicó a realizar visitas pastorales a enfermos y pobres, al mismo tiempo que ofrecía tutoría a estudiantes universitarios, según recuerda la biografía de los Oratorios.
El celo por compartir su fe
Sin embargo, el celo con el que Newman compartía su fe con los estudiantes lo llevó a un enfrentamiento con la administración, y al verse privado de la oportunidad de enseñar, comenzó a leer las obras de los Padres de la Iglesia (escritos de los primeros siglos cristianos que cimentaron la teología y la liturgia), que describió en parte como “música para mi oído interior” y “respuesta a ideas (…) que había acariciado durante tanto tiempo”.
La predicación de Newman comenzó a atraer atención a nivel nacional, y un episodio de enfermedad casi mortal en 1833, contraído mientras se encontraba en Sicilia —donde se le escuchó repetir febrilmente: “Tengo una obra que cumplir en Inglaterra”— intensificó su deseo de renovar la Iglesia. Al regresar a su patria, Newman se unió a otros afines que temían que la Iglesia de Inglaterra se hubiera vuelto complaciente y excesivamente politizada, según los Oratorios. El grupo formó lo que más tarde se conocería como el Movimiento de Oxford, corriente de renovación dentro del anglicanismo que buscaba recuperar la dimensión católica de la fe, publicando tratados para sacar a los fieles de su sopor y recuperar el Evangelio.
El futuro santo se ganó la oposición de la universidad y del obispo de Oxford al sostener que las doctrinas de la Iglesia de Inglaterra eran más católicas que protestantes. Newman dejó Oxford y se trasladó al cercano poblado de Littlemore, donde se dedicó al estudio y a la oración. Tras renunciar a su parroquia, comenzó a discernir —no sin luchas, como señalaron los Oratorios— un llamado a abrazar la fe católica.
El purgatorio y la supremacía papal
En la biografía elaborada para la causa de canonización, los Oratorios señalaron que la lucha de Newman con la tradición sagrada en temas como el purgatorio y la supremacía papal lo impulsó a profundizar en los estudios históricos, lo que desembocó en su Essay on the Development of Christian Doctrine (1845), donde describió las ideas y doctrinas como algo orgánico, con “viejos principios” que reaparecen “bajo nuevas formas”. Newman observó en esa obra que “en un mundo superior es distinto, pero aquí abajo vivir es cambiar, y ser perfecto es haber cambiado a menudo”.
Ese mismo año fue recibido formalmente en la Iglesia católica —confesándose en su propia casa ante un sacerdote pasionista, el padre Dominic Barberi, y hablando con tal extensión que el sacerdote le pidió continuar la confesión a la mañana siguiente. La conversión de Newman le costó no solo su beca en Oxford, sino también la mayoría de sus amigos anglicanos y parte de su familia. Sin embargo, según relatan los Oratorios, también escribió acerca de una gran paz en medio de la soledad —describiendo su conversión como “llegar a puerto tras un mar agitado”.
Ordenado sacerdote católico en 1847
En 1847, Newman —tras completar estudios adicionales— fue ordenado sacerdote católico en Roma, donde conoció a los oratorianos de san Felipe Neri, cuyo estilo de vida comunitario le recordaba la fraternidad colegial de sus días universitarios. Un año más tarde, con aprobación papal, fundó el primer Oratorio de san Felipe en Inglaterra, en Birmingham, y al año siguiente estableció un segundo en Londres.
Ampliando su ministerio a Irlanda, el padre Newman fue nombrado rector de la recién fundada Universidad Católica de Irlanda, hoy University College Dublin, bajo la dirección de los obispos católicos del país. A través de su pensamiento religioso, espiritual e intelectual, Newman sintetizó la búsqueda del conocimiento y de Dios, escribiendo que “el conocimiento es una cosa, la virtud es otra”. Las exigencias de su cargo en Dublín —que lo llevaron a realizar 56 travesías marítimas entre Gran Bretaña e Irlanda en apenas siete años— resultaron agotadoras, según los Oratorios, y en 1858 regresó al Oratorio de Birmingham.
Conflictos con católicos y anglicanos
Las dos décadas siguientes estuvieron marcadas por tensiones tanto con católicos como con anglicanos: algunos de los primeros desconfiaban de la autenticidad de su conversión, mientras que los segundos sostenían que nunca había sido un anglicano honesto. Como respuesta, el padre Newman redactó en 1864 su monumental Apologia para “mostrar lo que soy (…) deseo ser conocido como un hombre vivo, y no como un espantapájaros”.
La franqueza de su escritura ayudó a disipar los temores tanto de anglicanos como de católicos, e incluso se le invitó a participar como perito teológico en el Concilio Vaticano I en 1868 —aunque, según señalaron los Oratorios, declinó la invitación para poder concluir su Grammar of Assent (Gramática del asentimiento), obra en la que examina el proceso por el cual una persona asume convicciones. En 1874, respondió a la afirmación del primer ministro William Gladstone -figura clave de la política victoriana- de que los católicos no podían ser súbditos leales debido a su obediencia al Papa. En una carta abierta, Newman escribió que sus correligionarios no merecían “este reproche injurioso de que somos cautivos y esclavos del Papa”, según citan los Oratorios.
La primera beca honoraria de Trinity College
Tres años más tarde, el padre Newman regresó a Oxford y recibió la primera beca honoraria de Trinity College. En 1879, el papa León XIII lo creó cardenal, elogiando su fidelidad a la fe, y le concedió su petición de permanecer en Birmingham y renunciar a la consagración episcopal. Esta elevación fue celebrada tanto por católicos como por anglicanos, según los Oratorios. En Birmingham, el cardenal Newman continuó escribiendo, y en una de sus últimas obras —citada por los Oratorios en la biografía de canonización en línea— reflexionó que Dios “ha provisto para la creación del santo a partir del pecador (…) entra en el corazón del hombre, lo persuade y prevalece en él, mientras lo transforma”. El cardenal Newman murió a los 89 años en 1890 y fue canonizado en 2019 por el papa Francisco.
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“La vida de Newman es muy elocuente por su honestidad con esa verdad que iba descubriendo”
Francisco Javier Calvo es miembro del comité científico de la cátedra John Henry Newman, de la Universidad Católica de Ávila —y patrocinada por la Fundación Sicómoro—. El nombramiento como doctor de la Iglesia “era una noticia esperada porque Newman es una luz para toda la Iglesia del siglo XXI”, asegura el experto.
-¿Cómo ha vivido y valorado el anuncio de nombramiento de Newman como doctor de la Iglesia?
Ha sido una gran alegría, aunque era una noticia esperada porque John Henry Newman es una luz para toda la Iglesia del siglo XXI. Ya lo fue para muchísimos teólogos y creyentes en el contexto del Concilio Vaticano II, y lo sigue siendo hoy. Ahora mismo la actualidad de la obra de Newman es total. Yo pasé varios años estudiando en Roma y sabía que el Dicasterio para las Causas de los Santos tenían bastante avanzada la propuesta del doctorado, pero no imaginé que fuera a salir tan pronto. Ha sido un regalo del cielo.
-Entiendo que no es una casualidad que León XIII lo nombrara cardenal en su momento y que vaya a ser León XIV el que lo nombre doctor de la Iglesia.
No es casualidad. Tuve la oportunidad de estar en la plaza de San Pedro el día de la fumata blanca, y cuando el cardenal Prevost, elegido Papa, escogió ese nombre enseguida se me vino a la cabeza León XIII, la Rerum Novarum —sobre la doctrina social de la Iglesia— y John Henry Newman. El Santo Padre tiene una gran sintonía con el neodoctor porque san Agustín fue la gran raíz de la teología de Newman. Con muchísima más apertura, evidentemente, pero tiene una presencia enorme. De hecho, lo más conocido de la obra teológica y filosófica de Newman, que es su apuesta por la conciencia, la recta conciencia, como el lugar donde la voz de Dios aparece de una manera natural en todo hombre, es claramente de tradición agustiniana.
-“Ahora mismo la actualidad de la obra de Newman es total”. ¿Por qué?
En primer lugar porque Newman fue una persona profundamente honesta en la búsqueda de la verdad. Hoy necesitamos más que nunca santos que en vez de emitir teorías, nos den ejemplo con su vida, una vida que transparente al Señor. Y el caso de Newman es muy elocuente porque todo su empeño fue ser honesto con esa verdad que iba descubriendo y que le llevó de la Iglesia anglicana a la Iglesia católica. Ese trabajo intelectual, ese trabajo de predicación como sacerdote anglicano, le llevó irremediablemente a aceptar que la verdadera Iglesia está en el catolicismo.
En segundo lugar, porque Newman trabajó incansablemente por difundir la armonía entre fe y razón, y entre la teología y la filosofía. La teología como rectora de todas las ciencias, para que una ciencia en particular se convierta en dominadora, sino que sea Dios el que vaya guiando esa búsqueda de la verdad de cada ciencia, y la filosofía como puente de este trabajo. Creo que es una enseñanza clave para hoy, que vivimos un mundo universitario tan especializado.
Por último, por la importancia del acto de de. Es decir, la fe como una decisión en lo más íntimo de la conciencia de la persona. Evidentemente potenciada por la razón, pero que va más allá, que está en el “hondón del alma”, como diría nuestro Miguel de Unamuno. Esto Newman lo desarrolló en una obra maravillosa, su obra teológica más importante, que es Ensayo para contribuir a una Gramática del Asentimiento.
-Vivimos en la actualidad un proceso sinodal que nos remite, de alguna manera, a las formas primigenias de la Iglesia. El neodoctor dedicó muchas horas de estudio precisamente a la Iglesia primitiva. ¿Qué reflexión subrayaría de Newman relevante para el momento sinodal en el que estamos?
No cabe duda de que el nombramiento como doctor de la Iglesia tiene que ver también con el momento actual que estamos viviendo en la Iglesia. John Henry Newman se dio cuenta del protagonismo del pueblo de Dios, la importancia del sensus fidei. En la herejía arriana, por ejemplo, que negaba la divinidad del Hijos de Dios, gran parte de la jerarquía eclesiástica se hizo arriana y la verdadera fe se mantuvo en el pueblo de Dios. Y en la sinodalidad es clave la escucha del pueblo de Dios, una escucha que, como digo, en ocasiones ha mantenido a la Iglesia en la verdad católica.
-Le pregunto por último por la atención a los inmigrantes y los obreros. ¿Qué me dice de esta faceta de su vida?
Newman era un hombre profundamente caritativo. Después de su conversión al catolicismo, entró en el Oratorio de San Felipe Neri, en Birmingham, y allí se dedicó al trabajo, especialmente con los más necesitados. Aunque diría que la caridad de Newman tiene más que ver con esa necesidad de consejo, de aliento moral, y de aliento espiritual. En eso destacó siempre.
VIDEO. San John Henry Newman será declarado doctor de la Iglesia
VIDEO. Newman: El santo que llegó a Roma pensando que el Papa era el anticristo (2019)
Información adicional
- Portal National Institute for Newman Studies (fuente más importante sobre Newman)
- San John Henry Newman: doctores tiene la Iglesia
- Celebración del Cardenal Newman, uno de los “grandes maestros de la Iglesia”
- John Henry Newman y los Padres de la Iglesia
- Luz, sombras y santidad: así influyó san John Henry Newman en El Señor de los Anillos
- Coloquio “John Henry Newman y su idea de la universidad”
- León XIV concede el título de “doctor de la Iglesia” al cardenal Newman
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Fuentes
- National Institute for Newman Studies. (2025). Newman as Doctor of the Church: St. John Henry Newman to be declared Doctor of the Church. Newman Studies.
- Christian, G. (2025, 31 de julio). Pope paves way for St. John Henry Newman to be formally named doctor of the church. OSV News.
- Calderero de Aldecoa, J. (2025, 31 de julio). “La vida de Newman es muy elocuente por su honestidad con esa verdad que iba descubriendo”. Alfa y Omega.
- Vatican News. (2025, 31 de julio). Conferirán el título de Doctor de la Iglesia a San John Henry Newman.
- Videos: Academia Newman – RadioMaría Argentina – Rome Reports
- Foto: Birmingham Newman University

